En el principio era el aula. Yo existía. Enseñaba, dialogaba, pensaba, investigaba. Preparaba programas, planes, los presentaba, los discutía, los peleaba. Ellos me lo pedían y yo lo creía.
Yo existía.
Lentamente comencé a darme cuenta de que la existencia se había transformado en insistencia. Preparaba programas, planes, los presentaba, discutía y peleaba. Preparé post grados, doctorados, departamentos de investigaciones y revistas. Insistí mucho tiempo.
Pero, finalmente, he llegado a la etapa más refinada del ser, la nada. Yo ya no existo. Yo no existo. Tampoco existía antes, pero no me daba cuenta. Pero ahora, la insistencia, la forma ingenua de la existencia, tampoco existe. Yo no existo ni insisto. Ya no preparo nada, no discuto, nada. Enseño, dialogo, pienso, investigo, amo. Nada más. Para ellos, los doctores de la ley, he muerto por fin. Pueden estar tranquilos. Yo ya no existo, yo ya no insisto. Ahora, sólo resisto. Es la hora de la resistencia, la forma más sutil del ser. La mejor para unos, la más devastadora para otros. Es la forma de ser que dice “no”. No a ellos. Si a otros.
Quiénes son los unos, quiénes son los otros, no importa. Es escatológico. El tiempo de la resistencia ha llegado. La resistencia no tiene planes. No tiene organizaciones. Tampoco resiste a ellos. Sólo desvía y sigue. Se expande espontáneamente en las rendijas del poder de los que existen. Se vierte con silencio y abundancia en aquellos que miran para ser mirados, y hablan para ser escuchados. Queda en la memoria de los que aman. Se esconde de los que mandan. Se rebela sin agredir. No castiga, ni ataca, no lastima. No hace nada. Sólo es, no siendo nada. No necesita triunfar, porque ya murió. Por eso vive.
Live long and prosper.
Yo existía.
Lentamente comencé a darme cuenta de que la existencia se había transformado en insistencia. Preparaba programas, planes, los presentaba, discutía y peleaba. Preparé post grados, doctorados, departamentos de investigaciones y revistas. Insistí mucho tiempo.
Pero, finalmente, he llegado a la etapa más refinada del ser, la nada. Yo ya no existo. Yo no existo. Tampoco existía antes, pero no me daba cuenta. Pero ahora, la insistencia, la forma ingenua de la existencia, tampoco existe. Yo no existo ni insisto. Ya no preparo nada, no discuto, nada. Enseño, dialogo, pienso, investigo, amo. Nada más. Para ellos, los doctores de la ley, he muerto por fin. Pueden estar tranquilos. Yo ya no existo, yo ya no insisto. Ahora, sólo resisto. Es la hora de la resistencia, la forma más sutil del ser. La mejor para unos, la más devastadora para otros. Es la forma de ser que dice “no”. No a ellos. Si a otros.
Quiénes son los unos, quiénes son los otros, no importa. Es escatológico. El tiempo de la resistencia ha llegado. La resistencia no tiene planes. No tiene organizaciones. Tampoco resiste a ellos. Sólo desvía y sigue. Se expande espontáneamente en las rendijas del poder de los que existen. Se vierte con silencio y abundancia en aquellos que miran para ser mirados, y hablan para ser escuchados. Queda en la memoria de los que aman. Se esconde de los que mandan. Se rebela sin agredir. No castiga, ni ataca, no lastima. No hace nada. Sólo es, no siendo nada. No necesita triunfar, porque ya murió. Por eso vive.
Live long and prosper.
Gabriel:
ResponderEliminarCreo que un lector desprevenido quizá no entienda tus palabras. Para ello, es necesario entender tu crítica al sistema de educación formal...
Un abrazo, y siga en la resistencia!
Pablo
Es que esta vez, la resistencia no aclara............ :-))
ResponderEliminarUn abrazo!!!
“... y después de haber cabalgado, a través del tiempo y el espacio, una vez que pudo superar la barrera de lo lineal, el Caminante se sentó sobre la piedra testigo, de la incertidumbre real, que todo lo rige en ese nivel más elevado de existencia, donde el pensamiento se materializa instantáneamente, antes y después.
ResponderEliminarY yo azorado, desde la lejanía de este mundo esclavo, no pude más que imaginarlo y después envidiarlo; o primero envidiarlo y luego imaginarlo; o primero...”
Quedé mudo........... Creo que hemos llegado al final del Tractatus de Wittgenstein..................
ResponderEliminarEstás leyendo mucho a Heidegger o algún posmoderno?
ResponderEliminarNo.......... Con Heidegger ya he terminado; mejor dicho, él terminó conmigo; sólo logró que siga leyendo a Sto Tomás........... :-)) Además, para jugar con el ser y la nada no necesitás a ningún postmoderno........
ResponderEliminarQuedé estupefacto...gran post, Gabriel. Algo desalentador pero -y esto es lo más importante- muy real.
ResponderEliminarEl vaso medio lleno del asunto es que la realidad impide nuevas ilusiones frustrantes. El repliegue sobre la propia resistencia da mucha fortaleza y concentra las energías.
ResponderEliminarLive long and prosper :-)