Publicado en el Instituto Acton,
(http://www.institutoacton.com.ar/articulos/gzanotti/artzanotti90.pdf)
Octubre de 2011.
Benedicto XVI sigue enseñando el liberalismo político de más alta calidad; ese liberalismo por el cual muchos católicos nos han querido condenar absolutamente, ese liberalismo que según muchos católicos es pecado y ese liberalismo del cual habla ahora Benedicto XVI, en esos términos (“estado liberal de derecho”, y no sólo “estado de derecho”), novedad terminológica inédita en el Magisterio Pontificio y ante la cual muchos se hacen los distraídos.
Pero no es cuestión de insistir sólo con ese tema. La cuestión es reflexionar sobre los contenidos del liberalismo de Benedicto XVI, cuya calidad y profundidad son sólo comparables a los discursos de Pío XII cuando también hablaba del derecho natural (1) .
Nos referimos esta vez a su discurso en Bundesrat alemán del 22 de Septiembre de este año (2)
Benedicto XVI comienza recordando una célebre frase de San Agustín que para la conciencia histórica alemana tiene especial significación: "Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?", dijo en cierta ocasión San Agustín (“De civitate Dei, IV, 4, 1)”. Esto es, el gobierno, sin el límite del derecho, donde se encuentran los derechos fundamentales del hombre, ¿qué legitimidad tiene? Ninguna, y por ende, al usar la coerción, su diferencia con una banda de bandidos es sencillamente nula. Lamentablemente Benedicto tiene que recordar cómo afecta especialmente a los alemanes esa tragedia: “…Nosotros, los alemanes, sabemos por experiencia que estas palabras no son una mera quimera. Hemos experimentado cómo el poder se separó del derecho, se enfrentó contra el derecho; cómo se ha pisoteado el derecho, de manera que el Estado se convirtió en el instrumento para la destrucción del derecho; se transformó en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar el mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo”. Pero salvando las distancias, no hay que colocar a la historia alemana como el único ejemplo. Un pontífice latinoamericano también podría haber dicho que nosotros, los latinoamericanos, estamos lamentablemente acostumbrados a los bandidos en el poder como situación habitual, a su descaro e hipocresía, ocupando puestos en la OEA como si fueran verdaderos estadistas, con toda la complicidad y banalidad del mal de dichos organismos internacionales, que los admiten y los aplauden, con todo su estatismo y su autoritarismo desenfrenado que frena el desarrollo de los pueblos produciendo la pobreza, el hacinamiento, el hambre y la desnutrición de millones de personas, verdaderos pecados sociales que claman al cielo que para colmo son luego interpretados como “capitalismo”.
Pero entonces, continúa Benedicto XVI, ¿cómo reconocer lo que es justo? De vuelta, en la espantosa experiencia de la resistencia al nazismo se ve que hubo personas que reconocieron en el criterio de mayoría una total insuficiencia para contestar a esa pregunta. La resistencia a la barbarie nazi se basó intuitivamente en un derecho natural más allá de la elección democrática de Hitler y de la sola legalidad positiva de sus “leyes”. Vuelve entonces a hacer la misma pregunta, sobre cómo reconocer lo que es justo. Y allí el Papa sorprende con una tesis histórica que unifica gran parte de la historia del derecho occidental: “…los teólogos cristianos se sumaron a un movimiento filosófico y jurídico que se había formado en el siglo II a. C. En la primera mitad del siglo segundo precristiano, se produjo un encuentro entre el derecho natural social desarrollado por los filósofos estoicos y notorios maestros del derecho romano (Cf. W. Waldstein, "Ins Herz geschrieben. Das Naturrecht als Fundament einer menschlichen Gesellschaft" (Augsburg 2010, 11ss; 31-61).. De este contacto, nació la cultura jurídica occidental, que ha sido y sigue siendo de una importancia determinante para la cultura jurídica de la humanidad. A partir de este vínculo precristiano entre derecho y filosofía inicia el camino que lleva, a través de la Edad Media cristiana, al desarrollo jurídico del Iluminismo, hasta la Declaración de los derechos humanos y hasta nuestra Ley Fundamental Alemana, con la que nuestro pueblo reconoció en 1949 "los inviolables e inalienables derechos del hombre como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y de la justicia en el mundo”. Obsérvese algo fundamental: para el Papa no hay contradicción, sino evolución, entre el derecho romano, la Edad Media y el desarrollo jurídico de la Ilustración. Algo casi idéntico a la tesis de Hayek en el cap. 11 de “Los fundamentos de la Libertad” (3)-
Pero sorprenderá a muchos, también, la sana secularización que Benedicto XVI supone en ese proceso. Muchos filósofos actuales contraponen a un derecho natural religioso, solamente proveniente de una arbitraria voluntad de Dios, con el ordenamiento jurídico secular de la sociedad. Contrariamente, Benedicto XVI sostiene que “…Contrariamente a otras grandes religiones, el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. En cambio, se ha referido a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho, se ha referido a la armonía entre razón objetiva y subjetiva, una armonía que, sin embargo, presupone que ambas esferas estén fundadas en la razón creadora de Dios”. Este párrafo es ininteligible para gran parte de la cultura neokantiana y neopositivista actual. Los pensadores cristiano-católicos nunca han pensado que lo bueno es tal porque Dios lo ordena de modo arbitrario, sino que lo bueno se basa en la naturaleza de las cosas creada por Dios, siendo el modelo de este pensamiento, por supuesto, Santo Tomás de Aquino. Esto es, podemos encontrar en los fundamentos del derecho una naturaleza humana que puede ser reconocida por todos los seres humanos –como en los terribles momentos del nazismo- y al mismo tiempo ello presupone una armonía razón-fe, porque esa naturaleza humana está creada por Dios y, por ende, se inscribe en la tradición judeo-cristiana. A esto volverá Benedicto al final de su discurso.
Pero, ¿por qué esta dificultad de reconocer a la naturaleza humana? Benedicto diagnostica dos cuestiones: una, la escisión ser/deber ser y dos, y de modo coherente, la razón instrumental positivista, que impide reconocer algo fuera de los cánones del método científico. Benedicto XVI se opone de manera frontal al paradigma dominante de la época, el neopositivismo, (al cual los post-modernismos, agregamos nosotros, no hace más que retroalimentarlo). “…La razón positivista –dice el Papa- que se presenta de modo exclusivista y que no es capaz de percibir nada más que aquello que es funcional, se parece a los edificios de cemento armado sin ventanas, en los que logramos el clima y la luz por nosotros mismos, y sin querer recibir ya ambas cosas del gran mundo de Dios. Y, sin embargo, no podemos negar que en este mundo autoconstruido recurrimos en secreto igualmente a los "recursos" de Dios, que transformamos en productos nuestros. Es necesario volver a abrir las ventanas, hemos de ver nuevamente la inmensidad del mundo, el cielo y la tierra, y aprender a usar todo esto de modo justo”. Obsérvese la referencia a un mundo “auto-construido”: por similar vía van las crítica de Hayek al constructivismo, aunque el liberalismo de Benedicto XVI agrega a Hayek lo que le faltaba: la base de la crítica al constructivismo en el derecho natural cristiano.
Pero si es “cristiano”, ¿cómo puede ser “sanamente secular”, cómo puede darse en una sana laicidad abierta a todos los pueblos? Benedicto XVI ya había explicado este tema cuando habló de la razón pública cristiana (4) , una razón que tomando sus temas del Cristianismo, es razón humana y, por ende, capaz de comunicarse con todos sin cortar con su propia identidad. Por eso la cultura Europea es una cultura cristiana y a la vez secular, que abre a la sana laicidad pero no al laicismo, al reconocimiento de los derechos del hombre fundados en Dios –como en la declaración de la independencia norteamericana- y por ello mismo abiertos a todos en un ámbito de libertad. Por ello así termina este, nunca mejor dicho, magistral discurso del magisterio de Benedicto XVI: “…A este punto, debería venir en nuestra ayuda el patrimonio cultural de Europa. Sobre la base de la convicción sobre la existencia de un Dios creador, se ha desarrollado el concepto de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la consciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por su conducta. Estos conocimientos de la razón constituyen nuestra memoria cultural. Ignorarla o considerarla como mero pasado sería una amputación de nuestra cultura en su conjunto y la privaría de su totalidad. La cultura de Europa nació del encuentro entre Jerusalén, Atenas y Roma – del encuentro entre la fe en el Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. Este triple encuentro configura la íntima identidad de Europa. Con la certeza de la responsabilidad del hombre ante Dios y reconociendo la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico”.
Gracias, Benedicto, por este discurso histórico.
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(1) Ver Zanotti, G.: “La importancia del Magisterio Social de Pío XII”, en http://gzanotti.blogspot.com/2008/12/la-importancia-del-magisterio-social-de.html
(2) L´Osservatore Romano, ed. en lengua española, (2011), 39, 25-9-2011.
(3) Unión Editorial, Madrid, 1975.
(4) Sobre este tema ver Zanotti, G.: El discurso que Benedicto XVI no pronunció, en www.institutoacton.com.ar/articulos/gzanotti/artzanotti34.doc
domingo, 30 de octubre de 2011
viernes, 28 de octubre de 2011
CARTA ABIERTA A JUANJO Y A TODOS LOS KIRCHNERISTAS
He recibido una MUY buena respuesta a mi blog del 27, y lo digo en serio. No es una ironía ni un eufemismo. Porque expresa muy bien la clave del problema: las filosofías diferentes, los horizontes diferentes, desde los cuales los fenómenos políticos son juzgados de modo diferente. Mi contraopinante, Juanjo, utiliza una forma de expresar su disidencia que parece una clase de hermenéutica: “donde vos ves…… Yo veo”. Por algo en filosofía de las ciencias naturales que el “ver” esconde un secreto: la carga de teoría de una supuesta base empírica que describiría “los hechos”. Un Ptolemaico le puede decir a un newtoniano: “donde vos ves gravedad, yo veo una propiedad intrínseca de los cuerpos, que es su tendencia al centro del universo”.
¿Y cómo dirimir la cuestión?
Veamos si podemos hacerlo en este caso. Yo, un liberal clásico. Mi contra-opinante, Juanjo, un peronista. Dos visiones muy diferentes sobre la política, la economía, el derecho, y desde allí, claro, el caso concreto, el kirchnerismo. Obviamente, la visión de Juanjo es el horizonte cultural argentino predominante, lo que se considera obvio, y eso lo he dicho muchas veces en este blog.
Veamos qué respuestas podemos ir dando de modo tal de dejar planteado un acuerdo potencial:
Estimado Gabriel, leí tu blog, no te conozco pero donde vos ves revivir el odio y la venganza, yo veo justicia y castigo a los que asesinaron, torturaron y robaron bebés.
Ok, te podrás imaginar Juanjo que yo NO defiendo el asesinato, la tortura y los robos de bebés. Lo que critico es que NO sean juzgados también los que asesinaron y torturaron del otro lado. Y si negás que haya sido así, entonces estamos en un grave problema histórico, pero no tanto en cuanto a valores. Porque si hubieras visto, como yo, la demencia asesina y la crueldad de ERP y Montoneros, ¿la justificarías? ¿Si? Pensalo…….
Donde vos ves violación del orden constitucional, yo veo mayor democracia, mayor institucionalización de la inclusión.
Claro Juanjo, entiendo tu punto. Sé que para vos la “inclusión” es un valor importante. Para mí también aunque en un sentido diferente que pasaré a explicarte después. Pero para un liberal clásico como yo, que una persona concentre todo el poder, y que el Congreso quede como una formalidad y los jueces obedezcan sus órdenes, es muy grave. Me vas a decir: no fue así. Bien, de vuelta un tema histórico. Pero si hubiera sido así: ¿lo justificarías en función de la inclusión? ¿El fin justifica los medios? La inclusión, por otra parte, no significa que hay “explotados”, excluídos, que deben ser incluídos. La teoría de la explotación de Marx (que los peronistas “incluyeron” desde el principio con su cancioncita “combatiendo al capital”) es falsa. Y si querés ver su falsedad deberías estudiar a E. von Bohm Bawerk y a L. von Mises. ¿Lo harías? ¿O creés que para tu formación económica y filosófica es suficiente con los discursos de Perón? Hay vida en Marte, Juanjo…… Hay algo más allá de la doctrina peronista……
Donde vos ves confiscación de las AFJP, yo veo recuperación para la Nación del ahorro nacional.
¿Recuperación? Bueno, creo que aquí diferimos, y no me extraña, respecto a la propiedad. Mis ahorros, como los de muchos otros, fueron confiscados, Juanjo. No recuperados porque yo no había robado a nadie. Aún en el caso de que se suspenda el sistema de las AFJP, los fondos depositados debían ser devueltos a sus legítimos dueños. O sea, fuimos robados, lisa y llanamente. Ahora bien, si vos lo ves como una expropiación, te recuerdo que hay cláusulas constitucionales para ello, que no fueron cumplidas. Pero además, vos pre-suponés que el monopolio estatal de las jubilaciones va a funcionar. Entonces, otra vez, tenemos una concepción diferente de la economía: vos pensás que el gobierno puede ser eficiente. Para descubrir lo contrario deberías leer el libro “El Socialismo”, de L. von Mises. ¿Lo harías?
Donde vos ves persecución a la prensa libre yo veo la generación de multiplicidad de voces y de miradas, aún para aquellos que dicen que no existe la libertad de prensa.
Estamos de acuerdo con que debe haber multiplicidad de voces, pero no se logrará con una ley de medios donde el gobierno puede quitar licencias a los dos años de otorgarlas. Ello implicará una sola voz, la del gobierno, si la ley se cumpliera estrictamente. La solución para la desconcentración de los medios consiste en una economía de mercado sn protecciones y subsidios económicos para nadie. En esa economía de mercado, un engendro como Papel Prensa no debería existir. Pero, de vuelta. ¿estás dispuesto a estudiar cómo funciona el mercado? O sea, ¿estás dispuesto a leer a Mises, Hayek, Rothbard, Israel Kirzner? ¿O quiénes suponés que son nuestros autores? ¿Los miembros del gobierno menemista? Comprendo que lo pienses pero…. ¡Los liberales clásicos no somos tan imbéciles!! :-))
Donde vos ves expansión del gasto, yo veo reconocimiento de derechos para todos.
Pero cómo se financia el gasto? El gobierno no es Jesús multiplicando los peces por milagro. Los gobiernos tienen tres fuentes de financiamiento: impuestos, deuda pública e inflación. ¿Y quiénes te pensás que PAGAN todo ello? SOBRE TODO los ciudadanos de más bajos ingresos, que a vos te preocupan y a mí también, pero la solución que proponés es echar leña al fuego. Cuando este gobierno deje de tener llena su caja, cuando “se le acabe la guita”, ¿de dónde te creés que van a salir los recursos para los subsidios? De ningún lado. ¿Qué ocurrirá con todos los que los reciben? Será peor que en el 2001. ¿Es tan difícil ponerse de acuerdo en esto? Si vos gastás más que tus ingresos, llega un momento donde tu deuda se acumula, te hipotecan y te sacan hasta los calzoncillos. ¿Por qué pensás que un gobierno es diferente? Si, es diferente porque puede, precisamente, endeudarse más, emitir moneda, apretar con impuestos pero ¿hasta cuándo? ¿Creés que esas fiestas son eternas? Le estuvo a punto de pasar a Obama hace poco. ¿Por qué pensás entonces que NO le va a pasar a la Argentina?
Donde vos ves una peligrosa alianza con sudamérica yo veo una esperanzadora construción de la Patria Grande.
¿Alianza con Sudamérica? No, es alianza con Chávez y Correa, que incurren en los mismos errores que estoy tratando de explicarte (con la diferencia de que Chávez tiene más sentido del humor :-)) ). Y esa alianza sólo conduce a que haya más desnutridos, más pobreza indignante, más condiciones indignas de vida, con el precio, además, de esa concentración de poder y limitaciones a las libertades que a la tradición peronista siempre la tuvo muy sin cuidado. ¿Qué valores defendés en última instancia? ¿Vos pensás que la afiliación obligatoria al partido, el encarcelamiento de Balbín, etc., todas “medallas” de los dos primeros gobiernos de Perdón, fueron “buenas cosas”? Y no me salgas con que en la dictadura militar fue peor, porque tenés razón. ¿Pero con ese argumento vas a justificar el autoritarismo de Perón? ¿El autoritarismo de Videla es el único al cual oponerse? ¿A los demás no? Contestame realmente……………
Donde vos ves la muerte de un cuasi-dictador, yo veo la desaparición física de un líder con coraje y el nacimiento de miles de voluntades orgullosas de estar construyendo un destino de dignidad para TODOS los que habitamos este maravillosa suelo.
Bueno, de vuelta, el tema de la concentración de poder. Volvemos al punto uno………… Una concentración de poder que a donde MENOS conducirá es un destino de dignidad…… Para un suelo que simplemente es suelo, no es maravilloso hasta que no lo trabajemos con una libertad de mercado que vos creés que sólo conduce a la pobreza………………
Donde vos ves un digno discípulo de Perón, yo veo un digno discípulo de Perón.
Bueno, claro……… Muy buena esta coincidencia: Perón el autoritario, el cuasi-dictador…………………………
Sí, siempre hay coincidencias en algunas cosas.
Por supuesto. La verdad me gustaría que vos y todos los kirchneristas contestaran mis preguntas.
¿Y cómo dirimir la cuestión?
Veamos si podemos hacerlo en este caso. Yo, un liberal clásico. Mi contra-opinante, Juanjo, un peronista. Dos visiones muy diferentes sobre la política, la economía, el derecho, y desde allí, claro, el caso concreto, el kirchnerismo. Obviamente, la visión de Juanjo es el horizonte cultural argentino predominante, lo que se considera obvio, y eso lo he dicho muchas veces en este blog.
Veamos qué respuestas podemos ir dando de modo tal de dejar planteado un acuerdo potencial:
Estimado Gabriel, leí tu blog, no te conozco pero donde vos ves revivir el odio y la venganza, yo veo justicia y castigo a los que asesinaron, torturaron y robaron bebés.
Ok, te podrás imaginar Juanjo que yo NO defiendo el asesinato, la tortura y los robos de bebés. Lo que critico es que NO sean juzgados también los que asesinaron y torturaron del otro lado. Y si negás que haya sido así, entonces estamos en un grave problema histórico, pero no tanto en cuanto a valores. Porque si hubieras visto, como yo, la demencia asesina y la crueldad de ERP y Montoneros, ¿la justificarías? ¿Si? Pensalo…….
Donde vos ves violación del orden constitucional, yo veo mayor democracia, mayor institucionalización de la inclusión.
Claro Juanjo, entiendo tu punto. Sé que para vos la “inclusión” es un valor importante. Para mí también aunque en un sentido diferente que pasaré a explicarte después. Pero para un liberal clásico como yo, que una persona concentre todo el poder, y que el Congreso quede como una formalidad y los jueces obedezcan sus órdenes, es muy grave. Me vas a decir: no fue así. Bien, de vuelta un tema histórico. Pero si hubiera sido así: ¿lo justificarías en función de la inclusión? ¿El fin justifica los medios? La inclusión, por otra parte, no significa que hay “explotados”, excluídos, que deben ser incluídos. La teoría de la explotación de Marx (que los peronistas “incluyeron” desde el principio con su cancioncita “combatiendo al capital”) es falsa. Y si querés ver su falsedad deberías estudiar a E. von Bohm Bawerk y a L. von Mises. ¿Lo harías? ¿O creés que para tu formación económica y filosófica es suficiente con los discursos de Perón? Hay vida en Marte, Juanjo…… Hay algo más allá de la doctrina peronista……
Donde vos ves confiscación de las AFJP, yo veo recuperación para la Nación del ahorro nacional.
¿Recuperación? Bueno, creo que aquí diferimos, y no me extraña, respecto a la propiedad. Mis ahorros, como los de muchos otros, fueron confiscados, Juanjo. No recuperados porque yo no había robado a nadie. Aún en el caso de que se suspenda el sistema de las AFJP, los fondos depositados debían ser devueltos a sus legítimos dueños. O sea, fuimos robados, lisa y llanamente. Ahora bien, si vos lo ves como una expropiación, te recuerdo que hay cláusulas constitucionales para ello, que no fueron cumplidas. Pero además, vos pre-suponés que el monopolio estatal de las jubilaciones va a funcionar. Entonces, otra vez, tenemos una concepción diferente de la economía: vos pensás que el gobierno puede ser eficiente. Para descubrir lo contrario deberías leer el libro “El Socialismo”, de L. von Mises. ¿Lo harías?
Donde vos ves persecución a la prensa libre yo veo la generación de multiplicidad de voces y de miradas, aún para aquellos que dicen que no existe la libertad de prensa.
Estamos de acuerdo con que debe haber multiplicidad de voces, pero no se logrará con una ley de medios donde el gobierno puede quitar licencias a los dos años de otorgarlas. Ello implicará una sola voz, la del gobierno, si la ley se cumpliera estrictamente. La solución para la desconcentración de los medios consiste en una economía de mercado sn protecciones y subsidios económicos para nadie. En esa economía de mercado, un engendro como Papel Prensa no debería existir. Pero, de vuelta. ¿estás dispuesto a estudiar cómo funciona el mercado? O sea, ¿estás dispuesto a leer a Mises, Hayek, Rothbard, Israel Kirzner? ¿O quiénes suponés que son nuestros autores? ¿Los miembros del gobierno menemista? Comprendo que lo pienses pero…. ¡Los liberales clásicos no somos tan imbéciles!! :-))
Donde vos ves expansión del gasto, yo veo reconocimiento de derechos para todos.
Pero cómo se financia el gasto? El gobierno no es Jesús multiplicando los peces por milagro. Los gobiernos tienen tres fuentes de financiamiento: impuestos, deuda pública e inflación. ¿Y quiénes te pensás que PAGAN todo ello? SOBRE TODO los ciudadanos de más bajos ingresos, que a vos te preocupan y a mí también, pero la solución que proponés es echar leña al fuego. Cuando este gobierno deje de tener llena su caja, cuando “se le acabe la guita”, ¿de dónde te creés que van a salir los recursos para los subsidios? De ningún lado. ¿Qué ocurrirá con todos los que los reciben? Será peor que en el 2001. ¿Es tan difícil ponerse de acuerdo en esto? Si vos gastás más que tus ingresos, llega un momento donde tu deuda se acumula, te hipotecan y te sacan hasta los calzoncillos. ¿Por qué pensás que un gobierno es diferente? Si, es diferente porque puede, precisamente, endeudarse más, emitir moneda, apretar con impuestos pero ¿hasta cuándo? ¿Creés que esas fiestas son eternas? Le estuvo a punto de pasar a Obama hace poco. ¿Por qué pensás entonces que NO le va a pasar a la Argentina?
Donde vos ves una peligrosa alianza con sudamérica yo veo una esperanzadora construción de la Patria Grande.
¿Alianza con Sudamérica? No, es alianza con Chávez y Correa, que incurren en los mismos errores que estoy tratando de explicarte (con la diferencia de que Chávez tiene más sentido del humor :-)) ). Y esa alianza sólo conduce a que haya más desnutridos, más pobreza indignante, más condiciones indignas de vida, con el precio, además, de esa concentración de poder y limitaciones a las libertades que a la tradición peronista siempre la tuvo muy sin cuidado. ¿Qué valores defendés en última instancia? ¿Vos pensás que la afiliación obligatoria al partido, el encarcelamiento de Balbín, etc., todas “medallas” de los dos primeros gobiernos de Perdón, fueron “buenas cosas”? Y no me salgas con que en la dictadura militar fue peor, porque tenés razón. ¿Pero con ese argumento vas a justificar el autoritarismo de Perón? ¿El autoritarismo de Videla es el único al cual oponerse? ¿A los demás no? Contestame realmente……………
Donde vos ves la muerte de un cuasi-dictador, yo veo la desaparición física de un líder con coraje y el nacimiento de miles de voluntades orgullosas de estar construyendo un destino de dignidad para TODOS los que habitamos este maravillosa suelo.
Bueno, de vuelta, el tema de la concentración de poder. Volvemos al punto uno………… Una concentración de poder que a donde MENOS conducirá es un destino de dignidad…… Para un suelo que simplemente es suelo, no es maravilloso hasta que no lo trabajemos con una libertad de mercado que vos creés que sólo conduce a la pobreza………………
Donde vos ves un digno discípulo de Perón, yo veo un digno discípulo de Perón.
Bueno, claro……… Muy buena esta coincidencia: Perón el autoritario, el cuasi-dictador…………………………
Sí, siempre hay coincidencias en algunas cosas.
Por supuesto. La verdad me gustaría que vos y todos los kirchneristas contestaran mis preguntas.
jueves, 27 de octubre de 2011
NO HA MUERTO UN ESTADISTA
Hoy, en pleno éxtasis del triunfalismo kirchnerista, en plena euforia de la victoria del kirchnerismo, publico de vuelta lo escrito hace un año atrás sobre Néstor Kirchner. Agrego también los comentarios a las respuestas que recibí en su momento. Y lo seguiré haciendo año tras año (mientras pueda, claro) porque la re-sistencia es la única existencia que nos queda.
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DOMINGO 31 DE OCTUBRE DE 2010
NO HA MUERTO UN ESTADISTA
Los que me conocen saben que no acostumbro contar en público las costumbres religiosas que sean privativas de mi intimidad. Pero dadas las circunstancias diré que, apenas me enteré de la muerte de Néstor Kirchner, dirigí mi mirara hacia la imagen de la Virgen de Lourdes que tengo en mi escritorio y recé una oración por su alma, como lo hago por todos los difuntos.
Por lo demás, vamos a decir algunas obviedades, que en este país nunca parecen serlo.
Acompañamos en el dolor a sus familiares, Señora Presidente incluída, por supuesto.
Entendemos el dolor sincero de todos sus seguidores y de todos los que pensaban como él.
Pero que dirigentes que, hasta el martes, lo criticaban duramente, incluso en términos personales, lo llenen ahora de elogios y hasta lo presenten como un gran estadista “a pesar de las diferencias” nos suena a la más barata hipocresía.
Tal vez el problema es que muchos han atacado personalmente al ex presidente. Y ese es el problema. Nunca los ataques deben ser personales, sino a las políticas y acciones que realicen las personas en su función pública, Y en ese sentido, en fácil posición estamos los que siempre hemos señalado la peligrosidad de sus ideas y acciones independientemente del juicio sobre su persona que sólo compete a Dios. Esto es, los que siempre hemos señalado el daño espantoso que Néstor Kirchner ha implicado, lo seguiremos haciendo; su muerte no borra en absoluto lo que hizo y ninguna muerte convierta a un cuasi dictador en un estadista. Se es estadista antes de morir, no después.
Nestor Kirchner revivió el odio y la venganza de los terroristas que en los 70 asesinaron en nombre de Marx y la liberación, y puso a varios de ellos en el gobierno. Juzgó para un solo lado, y ese doble standard borra toda autoridad moral a su política de derechos humanos. O todos son juzgados o todos son perdonados.
Nestor Kirchner incentivó el odio, y su estilo de “crispación” era la coherente expresión de aquél que piensa que de un lado están los explotados y del otro los explotadores. De ese modo, violó permanentemente el orden constitucional republicano donde esa dialéctica marxista no tiene cabida. Siempre fue coherente. Manipuló a los jueces y desobedeció a lo corte. Ignoró al poder legislativo. Persiguió a los que pensaban diferente y podían hacerle sombra. Digno discípulo de Juan Domingo Perón.
Provocó con todo ello una enorme anomia institucional.
Confiscó los fondos de las AFJP. No es que cambió el sistema: confiscó los fondos de los depositantes.
Comenzó a perseguir a la prensa libre; creó una ley de medios especialmente pensada para suprimir a todo pensamiento diferente.
Subió la carga impositiva, expandió el gasto, comenzó a emitir, liquidó al banco central independiente, intentó controlar precios, re-estatizó empresas, subsidió a las empresas de servicios públicos con más gasto público, generó clientelismo político, privó de libertad a las provincias con el control de sus fondos, llevando a la economía hacia una nueva crisis que aún no se ha desencadenado del todo.
Concentró, consiguientemente, todo el poder.
Se rodeó de las peores personas, llenas de resentimiento y enloquecidas de odio, verdaderas personalidades psicopáticas en cuyas manos puso prácticamente al país y así seguimos.
A nivel internacional, se alió con Chavez, en una alianza profunda cuya peligrosidad, en tanto a la cubanización de toda América Latina, pocos llegaron a advertir, y muchos siguen sin advertir. Sostuvo a los peores dictadorzuelos latinoamericanos y logró manipular la absurda Unasur para ese servicio, bajo la complicidad o indolencia de los demás dirigentes.
Promovió el aborto, promovió un tema grave como la ley de matrimonio homosexual por motivos políticos y al principio de su gobierno no logró entender ni convencerse de que no era el Papa y que la remoción de los obispos no estaba en sus manos.
Y, por último, siguió gobernando bajo el mandato formal de su esposa, usurpando el poder, siendo por ende presidente de facto, burlándose de todo el orden institucional y dejando a su mujer en una situación humillante.
Nada de eso se borra porque haya muerto. Quienes sepan todo esto, por favor, no sean hipócritas y en todo caso cállense por unos días, como hizo muy dignamente Elisa Carrió.
No ha muerto un estadista ni nada que se le pareciera. Ha muerto un cuasi-dictador que ha inflingido un daño irreparable a la república.
DOMINGO 7 DE NOVIEMBRE DE 2010
ENOJOS KIRCHNERISTAS
Evidentemente la muerte de Kirchner ha pegado fuerte. Yo no ignoraba de ningún modo que representa el pensamiento de gran parte de los argentinos; es más, lo dije en mi blog y en otros lugares desde el primer momento. Es el peronismo de izquierda, montonero o no, que nunca dejó de existir en Argentina, ese marxismo cultural que forma parte esencial de su horizonte de precomprensión cultural y que la ha llevado a la decandencia institucional, la miseria material y la decadencia moral.
Por lo tanto era obvio que esta vez, por primera vez, mi blog iba a tener el honor de ser visitado por ilustres colaboradores.
Veamos el primero: “…Anónimo dijo: GORILA RECALCITRANTE DA ASCO TU NOTA ,TU MANERA DE QUERER ENGAÑAR AL PUEBLO,PERO ES INUTIL, EL PUEBLO ES PERONISTA Y KIRCHNERISTA ESO QUEDO BIEN CLARO
VIVA PERON !! VIVA NESTOR !! VIVA LA PATRIA”.
No additional comments. La pregunta es: esta persona, que debe haber sido un adorable niñito en el jardín de infantes, ¿dónde formó su concepción del mundo, su visión de la vida? Aquí, indudablemente. En Argentina. Puede ser el próximo ministro del interior o el próximo secretario de comercio. Y no salió de un repollo. Salió de la Argentina. Aunque nos duela, pero es así.
Otro caso más elaborado fue este: “ Filosofía perdón dijo: Muy buena nota, Sr. Bernardo Neustad. Veo que desde la tumba sigue enviando sus columnas afiladas, para que la repitan algunos, con el estomago lleno y la hipocresía de "recé por su alma" tratando de ocultar el evidente regocijo por la muerte de un enemigo ideológico.
Cuando el pueblo despide a un líder, cosa que no sucede siempre, y menos de esa manera, hay que hacer un poquito de silencio y reflexionar.
Ya se que los centenares de miles de personas que hicieron 12 horas de cola para pasar 30 segundos a 5 metros de un cajón cerrado son militantes K, o pobres diablos pagados con un chori, o juventudes pre-hitlerianas fanatizadas e irracionales, pero de cualquier manera, vale la pena reflexionar un poco antes que decir semejantes discursos. Sobre todo cuando son una copia exacta de lo que vienen repitiendo los pro-hombres de La Nación. Decir que se creo una ley de medios especialmente pensada para suprimir todo pensamiento diferente, y llamarle a eso "pensamiento" es por lo menos una canallada. Espero que sea sólo fruto del hábito de criticar algo sin haberlo leído, sin saber quienes y hace cuantos años trabajaron en ese proyecto, sin saber nada.
Saludos”
Ok, serán dados. Evidentemente oponerse a las ideas de aquellos a quienes las manifestaciones populares dan culto es un pecado mortal para el dogma de la infalibilidad de las masas alienadas por dictadores. Ahora quien es liberal clásico es un imbécil que repite a “La Nación”. Y oponerse a la ley de medios, como yo lo hice, afirmando que no debe haber NINGUNA ley de medios, es “no saber nada”. Genial.
Este caso es más interesante aún: “Anónimo dijo: creer que la nota es escrita "con total respeto" es una falta de criterio, señores. Decir que gente que "pensaba" cómo el, y no en presente, decir que fue un "cuasi-dictador" es faltar a la verdad y escribir "filosofía para mi" a este escrito es faltarle el respetoa la filosofía, entre otras barbaridades.
Claro está que hay gente que se encuentra mas cerca de Chomsky y otra como ustedes, más cerca del beneficio personal, y el imperialismo a ultranza. La pregunta que me formulo es: ustedes ¿a quien representan?”
El marxismo cultural en su apogeo. Si no piensas como Chomsky, sólo te interesa tu beneficio personal, eres un imperialista, etc., y la típica pregunta: ¿quién “les paga”?
Pero el caso que más me llamó la atención, que no lo reproduzco porque fue por facebook y no puedo sin autorización de su autor, que descuento que no me la dará, es alguien, repitiendo que es una falta de respeto hacer lo que yo hice, afirma algo singular: que no tengo “pruebas” para decir que persiguió a quienes no pensaban como él, que manipuló a la justicia, etc. O sea: como si hubiera pruebas contra lo que hace alguien que actúa precisamente entre las sombras. Y como si ese fuera argumento para callar. Pero precisamente por ello muchos callan. Me hace acordar a un cuasi-mafioso que llegó a ser vicerector de una insigne institución donde trabajé, que se pasaba por los pasillos diciendo “quien tenga problemas conmigo que me lo diga en la cara”.
Alguno podrá decir: Gabriel, ¿dónde está tu comprensión y respeto hacia el otro, lo que siempre predicás? Bien, aunque no me crean, tengo comprensión y respeto para con todos: Hebe de Bonafini, Guillermo Moreno, etc. Puedo explicar por qué piensan como piensan, y eso es comprender. El problema no es sólo si es al revés, sino que creo que su dialéctica marxista nos quiere tirar al río –igual que los aviones de la última dictadura- en cualquier momento. Hay veces que el diálogo cesa para dejar lugar a la defensa lingüística contra aquellos que quisieran destruir todo a su paso. ¿Qué otra nos queda? ¿Permanecer pasivos ante el avance de aquellos que verdaderamente quien destruir todo resto de república e instaurar la dictadura marxista por métodos de engaño institucional? Lo iban a hacer en los 70, y lo quieren hacer de vuelta, sólo han cambiado de método.
Lamento que haya amigos kirchneristas que ahora me retiren el saludo. Yo sólo estoy siendo fiel a mis ideas, considero que es un deber expresarlas y es mi colaboración al país desde mi posición de filósofo jugado por un ideal. Tal vez enoje a muchos ver a un filósofo defender al liberalismo clásico y denunciar a cuasi-dictadores como Correa, Evo Morales, Chávez o el difundo Kirchner. Porque parece que si eres filósofo y defiendes al marxismo, eres filósofo, pero si eres filósofo y defiendes al liberalismo político y económico, eres un descerebrado “o te paga La Nación”. En fin. País difícil. Pero pasa en todo el mundo. Nos toca jugar a nosotros el papel de locos y marcianos. Nosotros somos las víctimas potenciales o actuales del nazismo intelectual que nos rodea. Somos los excluidos, marginados, despreciados y desplazados. Muchos estarían contentos si nos pusieran en una cámara de gas. Pero somos. Re-sistimos. Ahí estamos. Nuestra sola existencia los llena de furia. Ellos no cesarán hasta asesinarnos como fuere, y nosotros no dejaremos de hablar y de refutarlos. Así de simple. Pueden seguir explotando en su furia. Nosotros seguiremos existiendo en lo innegociable de nuestra conciencia.
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DOMINGO 31 DE OCTUBRE DE 2010
NO HA MUERTO UN ESTADISTA
Los que me conocen saben que no acostumbro contar en público las costumbres religiosas que sean privativas de mi intimidad. Pero dadas las circunstancias diré que, apenas me enteré de la muerte de Néstor Kirchner, dirigí mi mirara hacia la imagen de la Virgen de Lourdes que tengo en mi escritorio y recé una oración por su alma, como lo hago por todos los difuntos.
Por lo demás, vamos a decir algunas obviedades, que en este país nunca parecen serlo.
Acompañamos en el dolor a sus familiares, Señora Presidente incluída, por supuesto.
Entendemos el dolor sincero de todos sus seguidores y de todos los que pensaban como él.
Pero que dirigentes que, hasta el martes, lo criticaban duramente, incluso en términos personales, lo llenen ahora de elogios y hasta lo presenten como un gran estadista “a pesar de las diferencias” nos suena a la más barata hipocresía.
Tal vez el problema es que muchos han atacado personalmente al ex presidente. Y ese es el problema. Nunca los ataques deben ser personales, sino a las políticas y acciones que realicen las personas en su función pública, Y en ese sentido, en fácil posición estamos los que siempre hemos señalado la peligrosidad de sus ideas y acciones independientemente del juicio sobre su persona que sólo compete a Dios. Esto es, los que siempre hemos señalado el daño espantoso que Néstor Kirchner ha implicado, lo seguiremos haciendo; su muerte no borra en absoluto lo que hizo y ninguna muerte convierta a un cuasi dictador en un estadista. Se es estadista antes de morir, no después.
Nestor Kirchner revivió el odio y la venganza de los terroristas que en los 70 asesinaron en nombre de Marx y la liberación, y puso a varios de ellos en el gobierno. Juzgó para un solo lado, y ese doble standard borra toda autoridad moral a su política de derechos humanos. O todos son juzgados o todos son perdonados.
Nestor Kirchner incentivó el odio, y su estilo de “crispación” era la coherente expresión de aquél que piensa que de un lado están los explotados y del otro los explotadores. De ese modo, violó permanentemente el orden constitucional republicano donde esa dialéctica marxista no tiene cabida. Siempre fue coherente. Manipuló a los jueces y desobedeció a lo corte. Ignoró al poder legislativo. Persiguió a los que pensaban diferente y podían hacerle sombra. Digno discípulo de Juan Domingo Perón.
Provocó con todo ello una enorme anomia institucional.
Confiscó los fondos de las AFJP. No es que cambió el sistema: confiscó los fondos de los depositantes.
Comenzó a perseguir a la prensa libre; creó una ley de medios especialmente pensada para suprimir a todo pensamiento diferente.
Subió la carga impositiva, expandió el gasto, comenzó a emitir, liquidó al banco central independiente, intentó controlar precios, re-estatizó empresas, subsidió a las empresas de servicios públicos con más gasto público, generó clientelismo político, privó de libertad a las provincias con el control de sus fondos, llevando a la economía hacia una nueva crisis que aún no se ha desencadenado del todo.
Concentró, consiguientemente, todo el poder.
Se rodeó de las peores personas, llenas de resentimiento y enloquecidas de odio, verdaderas personalidades psicopáticas en cuyas manos puso prácticamente al país y así seguimos.
A nivel internacional, se alió con Chavez, en una alianza profunda cuya peligrosidad, en tanto a la cubanización de toda América Latina, pocos llegaron a advertir, y muchos siguen sin advertir. Sostuvo a los peores dictadorzuelos latinoamericanos y logró manipular la absurda Unasur para ese servicio, bajo la complicidad o indolencia de los demás dirigentes.
Promovió el aborto, promovió un tema grave como la ley de matrimonio homosexual por motivos políticos y al principio de su gobierno no logró entender ni convencerse de que no era el Papa y que la remoción de los obispos no estaba en sus manos.
Y, por último, siguió gobernando bajo el mandato formal de su esposa, usurpando el poder, siendo por ende presidente de facto, burlándose de todo el orden institucional y dejando a su mujer en una situación humillante.
Nada de eso se borra porque haya muerto. Quienes sepan todo esto, por favor, no sean hipócritas y en todo caso cállense por unos días, como hizo muy dignamente Elisa Carrió.
No ha muerto un estadista ni nada que se le pareciera. Ha muerto un cuasi-dictador que ha inflingido un daño irreparable a la república.
DOMINGO 7 DE NOVIEMBRE DE 2010
ENOJOS KIRCHNERISTAS
Evidentemente la muerte de Kirchner ha pegado fuerte. Yo no ignoraba de ningún modo que representa el pensamiento de gran parte de los argentinos; es más, lo dije en mi blog y en otros lugares desde el primer momento. Es el peronismo de izquierda, montonero o no, que nunca dejó de existir en Argentina, ese marxismo cultural que forma parte esencial de su horizonte de precomprensión cultural y que la ha llevado a la decandencia institucional, la miseria material y la decadencia moral.
Por lo tanto era obvio que esta vez, por primera vez, mi blog iba a tener el honor de ser visitado por ilustres colaboradores.
Veamos el primero: “…Anónimo dijo: GORILA RECALCITRANTE DA ASCO TU NOTA ,TU MANERA DE QUERER ENGAÑAR AL PUEBLO,PERO ES INUTIL, EL PUEBLO ES PERONISTA Y KIRCHNERISTA ESO QUEDO BIEN CLARO
VIVA PERON !! VIVA NESTOR !! VIVA LA PATRIA”.
No additional comments. La pregunta es: esta persona, que debe haber sido un adorable niñito en el jardín de infantes, ¿dónde formó su concepción del mundo, su visión de la vida? Aquí, indudablemente. En Argentina. Puede ser el próximo ministro del interior o el próximo secretario de comercio. Y no salió de un repollo. Salió de la Argentina. Aunque nos duela, pero es así.
Otro caso más elaborado fue este: “ Filosofía perdón dijo: Muy buena nota, Sr. Bernardo Neustad. Veo que desde la tumba sigue enviando sus columnas afiladas, para que la repitan algunos, con el estomago lleno y la hipocresía de "recé por su alma" tratando de ocultar el evidente regocijo por la muerte de un enemigo ideológico.
Cuando el pueblo despide a un líder, cosa que no sucede siempre, y menos de esa manera, hay que hacer un poquito de silencio y reflexionar.
Ya se que los centenares de miles de personas que hicieron 12 horas de cola para pasar 30 segundos a 5 metros de un cajón cerrado son militantes K, o pobres diablos pagados con un chori, o juventudes pre-hitlerianas fanatizadas e irracionales, pero de cualquier manera, vale la pena reflexionar un poco antes que decir semejantes discursos. Sobre todo cuando son una copia exacta de lo que vienen repitiendo los pro-hombres de La Nación. Decir que se creo una ley de medios especialmente pensada para suprimir todo pensamiento diferente, y llamarle a eso "pensamiento" es por lo menos una canallada. Espero que sea sólo fruto del hábito de criticar algo sin haberlo leído, sin saber quienes y hace cuantos años trabajaron en ese proyecto, sin saber nada.
Saludos”
Ok, serán dados. Evidentemente oponerse a las ideas de aquellos a quienes las manifestaciones populares dan culto es un pecado mortal para el dogma de la infalibilidad de las masas alienadas por dictadores. Ahora quien es liberal clásico es un imbécil que repite a “La Nación”. Y oponerse a la ley de medios, como yo lo hice, afirmando que no debe haber NINGUNA ley de medios, es “no saber nada”. Genial.
Este caso es más interesante aún: “Anónimo dijo: creer que la nota es escrita "con total respeto" es una falta de criterio, señores. Decir que gente que "pensaba" cómo el, y no en presente, decir que fue un "cuasi-dictador" es faltar a la verdad y escribir "filosofía para mi" a este escrito es faltarle el respetoa la filosofía, entre otras barbaridades.
Claro está que hay gente que se encuentra mas cerca de Chomsky y otra como ustedes, más cerca del beneficio personal, y el imperialismo a ultranza. La pregunta que me formulo es: ustedes ¿a quien representan?”
El marxismo cultural en su apogeo. Si no piensas como Chomsky, sólo te interesa tu beneficio personal, eres un imperialista, etc., y la típica pregunta: ¿quién “les paga”?
Pero el caso que más me llamó la atención, que no lo reproduzco porque fue por facebook y no puedo sin autorización de su autor, que descuento que no me la dará, es alguien, repitiendo que es una falta de respeto hacer lo que yo hice, afirma algo singular: que no tengo “pruebas” para decir que persiguió a quienes no pensaban como él, que manipuló a la justicia, etc. O sea: como si hubiera pruebas contra lo que hace alguien que actúa precisamente entre las sombras. Y como si ese fuera argumento para callar. Pero precisamente por ello muchos callan. Me hace acordar a un cuasi-mafioso que llegó a ser vicerector de una insigne institución donde trabajé, que se pasaba por los pasillos diciendo “quien tenga problemas conmigo que me lo diga en la cara”.
Alguno podrá decir: Gabriel, ¿dónde está tu comprensión y respeto hacia el otro, lo que siempre predicás? Bien, aunque no me crean, tengo comprensión y respeto para con todos: Hebe de Bonafini, Guillermo Moreno, etc. Puedo explicar por qué piensan como piensan, y eso es comprender. El problema no es sólo si es al revés, sino que creo que su dialéctica marxista nos quiere tirar al río –igual que los aviones de la última dictadura- en cualquier momento. Hay veces que el diálogo cesa para dejar lugar a la defensa lingüística contra aquellos que quisieran destruir todo a su paso. ¿Qué otra nos queda? ¿Permanecer pasivos ante el avance de aquellos que verdaderamente quien destruir todo resto de república e instaurar la dictadura marxista por métodos de engaño institucional? Lo iban a hacer en los 70, y lo quieren hacer de vuelta, sólo han cambiado de método.
Lamento que haya amigos kirchneristas que ahora me retiren el saludo. Yo sólo estoy siendo fiel a mis ideas, considero que es un deber expresarlas y es mi colaboración al país desde mi posición de filósofo jugado por un ideal. Tal vez enoje a muchos ver a un filósofo defender al liberalismo clásico y denunciar a cuasi-dictadores como Correa, Evo Morales, Chávez o el difundo Kirchner. Porque parece que si eres filósofo y defiendes al marxismo, eres filósofo, pero si eres filósofo y defiendes al liberalismo político y económico, eres un descerebrado “o te paga La Nación”. En fin. País difícil. Pero pasa en todo el mundo. Nos toca jugar a nosotros el papel de locos y marcianos. Nosotros somos las víctimas potenciales o actuales del nazismo intelectual que nos rodea. Somos los excluidos, marginados, despreciados y desplazados. Muchos estarían contentos si nos pusieran en una cámara de gas. Pero somos. Re-sistimos. Ahí estamos. Nuestra sola existencia los llena de furia. Ellos no cesarán hasta asesinarnos como fuere, y nosotros no dejaremos de hablar y de refutarlos. Así de simple. Pueden seguir explotando en su furia. Nosotros seguiremos existiendo en lo innegociable de nuestra conciencia.
lunes, 24 de octubre de 2011
SOBRE LA “VUELTA” A LOS 70. Artículo escrito en el 2003. ¿Ayuda en este momento?
Para la Fundación Atlas
Buenos Aires, Septiembre de 2003.
“Sobre la “vuelta” a los 70”, en Fundación Atlas, el 5-9-2003. Reproducido en Infobae el 24-9-2003.
Se habla mucho hoy en Argentina de “una vuelta a los 70”, y en cierto modo es positivo que algunos tomen al apelativo “marxismo” como una descalificación de la cual hay que defenderse. Pero el marxismo no es algo que se pueda usar como un descalificativo, ni tampoco como una forma de pensamiento concientemente asumida de modo muy complicado. El marxismo, en muchas latitudes, es, en un sentido ortegiano, una “creencia” cultural, en la cual se “habita” con toda naturalidad. Y Argentina no sólo no es una excepción sino uno de los mejores ejemplos.
¿Pero por qué una ideología puede ser tan potente como para transformarse casi en un suelo cultural?
Yo creo que detrás de todo esto se esconde el poder, el asombroso poder, de algo muy humano: el pensamiento, el gran ordenador de lo más inexpugnable que tenemos en nuestras manos. Filosofías, paradigmas, ciencias, ideologías: todas ellas tienen una fuerza y una capacidad de supervivencia que van más allá de lo que podemos predecir en un momento presente.
El ser humano no se maneja con supuestos hechos donde el ser humano no aparezca. No hay teorías versus hechos, no hay Quijotes versus Sanchos. Hay teorías y teorías: mejores, peores, verdaderas, falsas, confusas, nobles, no tan nobles, o inmorales y violentas. Pero todos somos quijotes que avanzamos contra nuestros molinos de viento. Sancho no era un hecho sin teoría, la advertencia del noble escudero no fue el hecho de que no fueran gigantes, sino la humana advertencia de otra teoría, a saber, que eran molinos, que no fue refutada ni siquiera por la feroz voltereta de Don Quijote, que re-interpreta el “hecho” diciendo que Frestón lo ha engañado.......
Ello no es malo. Al contrario, es muy bueno, cuando, retrospectivamente, la teoría se ha acercado a la verdad, y el loco de entonces quedó como el héroe. Fue muy bueno cuando Galileo defendió sus molinos de viento, cuando Moisés guiaba a su pueblo a la tierra prometida, cuando Adams, Madison y Jay vislumbraron la más importante de las repúblicas.
El marxismo es –y no nos queremos convencer de ello- una teoría poderosa. No fue refutada en absoluto porque en las naciones capitalistas –según nuestros propios presupuestos- el nivel de vida haya aumentado, o porque no se haya producido en ellas la revolución. Una teoría es poderosa cuando, desde su núcleo, explica aquello que aparentemente la refuta. Y las explicaciones del marxismo no se hicieron esperar. En esos años 70, en esos años 70 tan comentados últimamente, la teoría de la dependencia y del deterioro de los términos de intercambio explicó perfectamente la supuesta refutación. Las naciones capitalistas tienen más riqueza porque, en estrictos términos marxistas, han explotado a las naciones periféricas. La plus-valía del capitalista contra el obrero, se expandió entonces a naciones contra naciones, al norte contra el sur. La estructura dialéctica-conflictual del marxismo logró una vez más interpretar al mundo. Desde esa perspectiva se explica la visión de aquellos que en esos años, en nuestro país, tomaron el camino de la violencia, que para ellos era simplemente un derecho a la resistencia a la opresión capitalista, cuyo poder político –el estado como dominio de la clase dominante: Marx 101- estaba representado por las clases oligárquicas unidas al poder económico y militar. Tómese la teoría de la resistencia a la opresión, la teoría de la guerra justa, la teoría de la plus-valía, la dependencia y la explotación capitalista y el resultado no era sino obvio, un resultado que pasó de la explotación a la explosión, la explosión de la violencia vista e interpretada coherentemente como una justa guerra revolucionaria. Por eso muchos de ellos, presentes hoy en el actual gobierno, no han cambiado de ningún modo su modo de pensar. Siguen pensando que en su momento lo que hicieron estaba bien; ahora, simplemente, las circunstancias han cambiado y la estrategia de “lucha” pasa a ser MERCOSUR contra el NAFTA (excepto los chilenos que, pobrecitos, han metido su cabeza en las fauces del monstruo capitalista). No se puede negar que deponer las armas siempre es positivo. Esperemos simplemente que las circunstancias no cambien de vuelta.
Frente a todo ello, no nos asombremos más por el apoyo, por ejemplo, a Fidel Castro, obvio líder y héroe de la lucha de América Latina contra la explotación capitalista. No nos asombremos de que, desde esa perspectiva, todo se le justifique y se le disculpe. Hagamos otra cosa: profundicemos el estudio de la teoría alternativa. Si queremos recurrir a supuestos hechos, datos, cifras y demás juguetes como estrategia dialéctica, ok, pero el tiempo intelectual que perdemos en ello no se recupera. Lo que debemos hacer es hacer lo que siempre hemos hecho, y se verá por qué estamos utilizando el plural retórico. Profundicemos, estudiemos y expliquemos una de las teorías alternativas que más le puede hacer frente al marxismo, una teoría tan poderosa y explicativa como Marx. Y eso se llama, sencillamente, Escuela Austríaca de Economía. La teoría de la explotación marxista fue refutada estrictamente, en tres volúmenes, por E. Von Bohn Bawerk en su tratado Capital e Interés, cuya primera edición fue de 1884. La teoría de la dependencia se refuta ipso facto cuando se ve que la teoría del capital de la escuela austríaca es, al mismo tiempo, una teoría del desarrollo, desarrollo que, contrariamente a lo que Marx sostiene, implica un aumento progresivo del salario real, merced al aumento de la productividad marginal del trabajo, noción que él jamás pudo entender. En cuyo caso, además, la mono-exportación de productos agrícolas y la importación de productos manufacturados es un efecto, y no la causa, del subdesarrollo y la pobreza, causados estos, a su vez, por el intervencionismo y la socialización de los medios de producción. Socialismo que, como opción económico-teorètica fue refutada por Mises en su libro El Socialismo, del 1922. Todo ello sistematizado de vuelta por Mises en su tratado de economía, la Acción Humana, en 1949. Pero, como ya dije otra vez, los primeros en desconocer y-o desmerecer estos autores no son los castros y sus imitadores y admiradores, sino los técnicos y asesores de los supuestamente pro-capitalistas FMI y Bancos Centrales, organismos cuya incompatibilidad con el mercado libre fue claramente expuesta por Mises en sus libros Liberalismo, de 1927, y el ya nombrado La Acción Humana de 1949.
Solamente esta literatura puede proteger a una mente idealista de la tentación de violencia, no porque se pase al cinismo ni a una supuesta madurez sin corazón, sino porque se pasa a otro tipo de idealismo, que al autor de estas líneas practica desde los 13 años: la convicción profunda de que la economía de mercado elimina la pobreza, la miseria, la desnutrición, el analfabetismo, y es condición necesaria, aunque no sea suficiente, de la paz, la estabilidad institucional y un mundo donde la vida personal no dependa de caprichos y locuras de dictadores, demagogos, partidos, partiduchos y dictadorzuelos.
No nos asombremos más por la “vuelta” a los 70. De los 70, sencillamente, no hemos salido. En los 70, sencillamente, estamos. Sólo otro mundo teorético es capaz de ver al capitalismo como la alternativa frente a un niño revolviendo la basura.
Buenos Aires, Septiembre de 2003.
“Sobre la “vuelta” a los 70”, en Fundación Atlas, el 5-9-2003. Reproducido en Infobae el 24-9-2003.
Se habla mucho hoy en Argentina de “una vuelta a los 70”, y en cierto modo es positivo que algunos tomen al apelativo “marxismo” como una descalificación de la cual hay que defenderse. Pero el marxismo no es algo que se pueda usar como un descalificativo, ni tampoco como una forma de pensamiento concientemente asumida de modo muy complicado. El marxismo, en muchas latitudes, es, en un sentido ortegiano, una “creencia” cultural, en la cual se “habita” con toda naturalidad. Y Argentina no sólo no es una excepción sino uno de los mejores ejemplos.
¿Pero por qué una ideología puede ser tan potente como para transformarse casi en un suelo cultural?
Yo creo que detrás de todo esto se esconde el poder, el asombroso poder, de algo muy humano: el pensamiento, el gran ordenador de lo más inexpugnable que tenemos en nuestras manos. Filosofías, paradigmas, ciencias, ideologías: todas ellas tienen una fuerza y una capacidad de supervivencia que van más allá de lo que podemos predecir en un momento presente.
El ser humano no se maneja con supuestos hechos donde el ser humano no aparezca. No hay teorías versus hechos, no hay Quijotes versus Sanchos. Hay teorías y teorías: mejores, peores, verdaderas, falsas, confusas, nobles, no tan nobles, o inmorales y violentas. Pero todos somos quijotes que avanzamos contra nuestros molinos de viento. Sancho no era un hecho sin teoría, la advertencia del noble escudero no fue el hecho de que no fueran gigantes, sino la humana advertencia de otra teoría, a saber, que eran molinos, que no fue refutada ni siquiera por la feroz voltereta de Don Quijote, que re-interpreta el “hecho” diciendo que Frestón lo ha engañado.......
Ello no es malo. Al contrario, es muy bueno, cuando, retrospectivamente, la teoría se ha acercado a la verdad, y el loco de entonces quedó como el héroe. Fue muy bueno cuando Galileo defendió sus molinos de viento, cuando Moisés guiaba a su pueblo a la tierra prometida, cuando Adams, Madison y Jay vislumbraron la más importante de las repúblicas.
El marxismo es –y no nos queremos convencer de ello- una teoría poderosa. No fue refutada en absoluto porque en las naciones capitalistas –según nuestros propios presupuestos- el nivel de vida haya aumentado, o porque no se haya producido en ellas la revolución. Una teoría es poderosa cuando, desde su núcleo, explica aquello que aparentemente la refuta. Y las explicaciones del marxismo no se hicieron esperar. En esos años 70, en esos años 70 tan comentados últimamente, la teoría de la dependencia y del deterioro de los términos de intercambio explicó perfectamente la supuesta refutación. Las naciones capitalistas tienen más riqueza porque, en estrictos términos marxistas, han explotado a las naciones periféricas. La plus-valía del capitalista contra el obrero, se expandió entonces a naciones contra naciones, al norte contra el sur. La estructura dialéctica-conflictual del marxismo logró una vez más interpretar al mundo. Desde esa perspectiva se explica la visión de aquellos que en esos años, en nuestro país, tomaron el camino de la violencia, que para ellos era simplemente un derecho a la resistencia a la opresión capitalista, cuyo poder político –el estado como dominio de la clase dominante: Marx 101- estaba representado por las clases oligárquicas unidas al poder económico y militar. Tómese la teoría de la resistencia a la opresión, la teoría de la guerra justa, la teoría de la plus-valía, la dependencia y la explotación capitalista y el resultado no era sino obvio, un resultado que pasó de la explotación a la explosión, la explosión de la violencia vista e interpretada coherentemente como una justa guerra revolucionaria. Por eso muchos de ellos, presentes hoy en el actual gobierno, no han cambiado de ningún modo su modo de pensar. Siguen pensando que en su momento lo que hicieron estaba bien; ahora, simplemente, las circunstancias han cambiado y la estrategia de “lucha” pasa a ser MERCOSUR contra el NAFTA (excepto los chilenos que, pobrecitos, han metido su cabeza en las fauces del monstruo capitalista). No se puede negar que deponer las armas siempre es positivo. Esperemos simplemente que las circunstancias no cambien de vuelta.
Frente a todo ello, no nos asombremos más por el apoyo, por ejemplo, a Fidel Castro, obvio líder y héroe de la lucha de América Latina contra la explotación capitalista. No nos asombremos de que, desde esa perspectiva, todo se le justifique y se le disculpe. Hagamos otra cosa: profundicemos el estudio de la teoría alternativa. Si queremos recurrir a supuestos hechos, datos, cifras y demás juguetes como estrategia dialéctica, ok, pero el tiempo intelectual que perdemos en ello no se recupera. Lo que debemos hacer es hacer lo que siempre hemos hecho, y se verá por qué estamos utilizando el plural retórico. Profundicemos, estudiemos y expliquemos una de las teorías alternativas que más le puede hacer frente al marxismo, una teoría tan poderosa y explicativa como Marx. Y eso se llama, sencillamente, Escuela Austríaca de Economía. La teoría de la explotación marxista fue refutada estrictamente, en tres volúmenes, por E. Von Bohn Bawerk en su tratado Capital e Interés, cuya primera edición fue de 1884. La teoría de la dependencia se refuta ipso facto cuando se ve que la teoría del capital de la escuela austríaca es, al mismo tiempo, una teoría del desarrollo, desarrollo que, contrariamente a lo que Marx sostiene, implica un aumento progresivo del salario real, merced al aumento de la productividad marginal del trabajo, noción que él jamás pudo entender. En cuyo caso, además, la mono-exportación de productos agrícolas y la importación de productos manufacturados es un efecto, y no la causa, del subdesarrollo y la pobreza, causados estos, a su vez, por el intervencionismo y la socialización de los medios de producción. Socialismo que, como opción económico-teorètica fue refutada por Mises en su libro El Socialismo, del 1922. Todo ello sistematizado de vuelta por Mises en su tratado de economía, la Acción Humana, en 1949. Pero, como ya dije otra vez, los primeros en desconocer y-o desmerecer estos autores no son los castros y sus imitadores y admiradores, sino los técnicos y asesores de los supuestamente pro-capitalistas FMI y Bancos Centrales, organismos cuya incompatibilidad con el mercado libre fue claramente expuesta por Mises en sus libros Liberalismo, de 1927, y el ya nombrado La Acción Humana de 1949.
Solamente esta literatura puede proteger a una mente idealista de la tentación de violencia, no porque se pase al cinismo ni a una supuesta madurez sin corazón, sino porque se pasa a otro tipo de idealismo, que al autor de estas líneas practica desde los 13 años: la convicción profunda de que la economía de mercado elimina la pobreza, la miseria, la desnutrición, el analfabetismo, y es condición necesaria, aunque no sea suficiente, de la paz, la estabilidad institucional y un mundo donde la vida personal no dependa de caprichos y locuras de dictadores, demagogos, partidos, partiduchos y dictadorzuelos.
No nos asombremos más por la “vuelta” a los 70. De los 70, sencillamente, no hemos salido. En los 70, sencillamente, estamos. Sólo otro mundo teorético es capaz de ver al capitalismo como la alternativa frente a un niño revolviendo la basura.
domingo, 23 de octubre de 2011
DE FRENTE A LA VICTORIA
Nuestro horizonte cultural actual habla mucho de éxitos, fracasos, victorias y derrotas.
Pero cuidado.
Cuando el sentido de la propia existencia está anestesiado, trasladamos el sentido a un plan que sea exitoso. Y si no hay “éxito”, nos quedamos sin sentido.
Cuando el sentido de la propia existencia está despierto, cuando sabemos quiénes somos, los planes, los proyectos, no son más que manifestaciones espontáneas de nuestro ser. Si el plan no sale, nuestro ser no desaparece.
En una sociedad dominada por la racionalidad instrumental, sólo se ven las victorias. O las derrotas.
Pero no se ve la esencia individual, que no puede ser vencida ni vence, que no tiene éxito o fracaso: simplemente es.
Por lo tanto, si vivimos en la existencia auténtica, cuando somos vencidos no perdemos nuestro ser, ni nuestro ser necesita volver y vencer para ser de vuelta.
El ser, el ser auténtico, el ser uno mismo, el verdadero ser olvidado, la esencia individual, aquello que responde a quiénes somos, aquella naturaleza individual con la cual Dios nos crea, puede ser olvidada, vencida, derrotada por los que viven en la existencia inauténtica, y si intenta hacer lo mismo ya murió.
Pero desde la existencia auténtica, el yo es, y por ende “hace” lo que más teme, en el fondo de una semi-conciencia, el vencedor: re-siste. En lo invisible de su existencia auténtica, queda, permanece, sigue siendo, sigue in-sistiendo, sigue per-sistiendo.
Ese es el verdadero in-victo: el que no entró en la batalla, el que no entró en la lógica del dominio, el que no busca la victoria ni la derrota. Victorioso: en el fondo más profundo de la humanidad que te queda, sabes que tu enemigo más profundo es el que no es tu enemigo.
No lo olvidemos.
Pero cuidado.
Cuando el sentido de la propia existencia está anestesiado, trasladamos el sentido a un plan que sea exitoso. Y si no hay “éxito”, nos quedamos sin sentido.
Cuando el sentido de la propia existencia está despierto, cuando sabemos quiénes somos, los planes, los proyectos, no son más que manifestaciones espontáneas de nuestro ser. Si el plan no sale, nuestro ser no desaparece.
En una sociedad dominada por la racionalidad instrumental, sólo se ven las victorias. O las derrotas.
Pero no se ve la esencia individual, que no puede ser vencida ni vence, que no tiene éxito o fracaso: simplemente es.
Por lo tanto, si vivimos en la existencia auténtica, cuando somos vencidos no perdemos nuestro ser, ni nuestro ser necesita volver y vencer para ser de vuelta.
El ser, el ser auténtico, el ser uno mismo, el verdadero ser olvidado, la esencia individual, aquello que responde a quiénes somos, aquella naturaleza individual con la cual Dios nos crea, puede ser olvidada, vencida, derrotada por los que viven en la existencia inauténtica, y si intenta hacer lo mismo ya murió.
Pero desde la existencia auténtica, el yo es, y por ende “hace” lo que más teme, en el fondo de una semi-conciencia, el vencedor: re-siste. En lo invisible de su existencia auténtica, queda, permanece, sigue siendo, sigue in-sistiendo, sigue per-sistiendo.
Ese es el verdadero in-victo: el que no entró en la batalla, el que no entró en la lógica del dominio, el que no busca la victoria ni la derrota. Victorioso: en el fondo más profundo de la humanidad que te queda, sabes que tu enemigo más profundo es el que no es tu enemigo.
No lo olvidemos.
miércoles, 19 de octubre de 2011
POR QUÉ VOTAR A ELISA CARRIÓ
En las llamadas elecciones primarias, muchos aplicamos lo que llamo la teoría del “voto desesperado”. Con la esperanza de que fulano sacaría un 20% y ella un 40 como mucho, muchos votamos a un candidato que jamás hubiéramos votado en otras circunstancias, como mal menor, para pelear una segunda vuelta.
Ahora, ¿por qué aplicar de vuelta la teoría del voto desesperado? Ya está todo perdido.
Pero entonces, en la más absoluta derrota de los valores republicanos, seamos fusilados de pie, en cierta dignidad. Demos el voto a alguien que ha tenido, obviamente, sus graves (y dije graves) errores. Tuvo devaneos teológicos (NO por católica sino por mala teología, ver http://gzanotti.blogspot.com/2008/08/sobre-dios-la-historia-y-la-poltica.html ); es obviamente intervencionista en economía e incluso en materia institucional tuvo acciones gravemente discutibles. No maneja la teoría del mal menor y rechazó ciertas alianzas bajo una dicotomía bien/mal que estaba precisamente equivocada desde un punto de vista moral. Pero es la única, sencillamente la única, que se ha enfrentado de plano a la dictadura encubierta kirchnerista. Es la única que no cayó en sus engaños y que la denunció y denuncia con claridad total. Sabe que lo que se viene es terrible. Y sería, en un futuro tal vez ya pasado, una excelente presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Démosle el voto, como un símbolo importante: morir de pie.
Ahora, ¿por qué aplicar de vuelta la teoría del voto desesperado? Ya está todo perdido.
Pero entonces, en la más absoluta derrota de los valores republicanos, seamos fusilados de pie, en cierta dignidad. Demos el voto a alguien que ha tenido, obviamente, sus graves (y dije graves) errores. Tuvo devaneos teológicos (NO por católica sino por mala teología, ver http://gzanotti.blogspot.com/2008/08/sobre-dios-la-historia-y-la-poltica.html ); es obviamente intervencionista en economía e incluso en materia institucional tuvo acciones gravemente discutibles. No maneja la teoría del mal menor y rechazó ciertas alianzas bajo una dicotomía bien/mal que estaba precisamente equivocada desde un punto de vista moral. Pero es la única, sencillamente la única, que se ha enfrentado de plano a la dictadura encubierta kirchnerista. Es la única que no cayó en sus engaños y que la denunció y denuncia con claridad total. Sabe que lo que se viene es terrible. Y sería, en un futuro tal vez ya pasado, una excelente presidente de la Corte Suprema de Justicia.
Démosle el voto, como un símbolo importante: morir de pie.
domingo, 16 de octubre de 2011
EL RETORNO AL PATRÓN ORO SEGÚN MISES
Que el retorno al Patrón Oro sea políticamente difícil, no hay duda. Pero parte de la dificultad es que muchas personas de buena voluntad ni siquiera saben que esta propuesta existe y que es técnicamente viable. Ofrecemos entonces la clásica propuesta de Mises, de 1952, sobre el tema. Habiendo estado los EEUU al borde del default, cuestión que seguramente se repetirá, es el momento de prestar atención a esta propuesta, notablemente actual, escrita hace casi 60 años. Lo que está en juego es el futuro de la civilización occidental. No es poca cosa.
http://mises.org/books/Theory_Money_Credit/Part4_Ch21.aspx
http://mises.org/books/Theory_Money_Credit/Part4_Ch22.aspx
http://mises.org/books/Theory_Money_Credit/Part4_Ch23.aspx
http://mises.org/books/Theory_Money_Credit/Part4_Ch21.aspx
http://mises.org/books/Theory_Money_Credit/Part4_Ch22.aspx
http://mises.org/books/Theory_Money_Credit/Part4_Ch23.aspx
domingo, 9 de octubre de 2011
¿SE NOS VIENE EL FIN DEL MUNDO?
(Publicado en www.institutoacton.com.ar , 1ra quincena de Octubre de 2011).
Si, es imparable. Es como intentar tapar el sol con el dedo. Matrimonio homosexual,
eutanasia, madre sustituta, cambio de sexo, niños hijos de lesbianas que deciden ser
niñas, etc etc etc etc.
Las actitudes de los católicos –laicos y jerarquía- ante todo esto son diversas. Algunos se parapetan en nuevas catacumbas con una espada y un escudo contra el herético mundo moderno. Otro intentan pelearla desde el mundo. Entre estos últimos las actitudes son también diversas. Unos intentan que la legislación estatal sea contraria todo ello basándose en la ley natural que estaría fundada en la sola razón, para evitar la crítica de “católico”. Pero ¿ser católico es ahora una crítica que debemos evitar?
Benedicto XVI dijo, en Enero de 2008, que hay una razón pública cristiana, que puede
hablar con el no cristiano sin renegar de su posición de cristiana. ¿Cómo es eso posible? Con un nuevo replanteo entre la razón y la fe, donde la razón es la fe judeo-cristiana que busca el entender, y desde ese entender, entendernos con todos.
Otros tenemos, además, una agenda más amplia. El mundo no es como nos gustaría que
fuera en muchos aspectos. Los niños no sólo mueren por el aborto: mueren también por
el hambre, la desnutrición, el hacinamiento, los adultos mueren de abandono y
depresión por el trabajo perdido, por la familia que no logran sostener, los inmigrantes mueren porque por las leyes anti-migratorias, son obligados a huir de sus infiernos en condiciones infernales, y muchos católicos apoyan todas esas medidas estatistas que producen el subdesarrollo, el hambre, la miseria, la muerte más indigna, en última instancia, pero no se sienten culpables en absoluto: no, los culpables seríamos nosotros, los partidarios de la economía de mercado, los cerdos capitalistas cuyo liberalismo es pecado, mientras ellos, desde su torre de marfil, hablan de la cultura de la vida mientras su anti-liberalismo militante lleva a millones de seres humanos a la muerte.
La agenda es más amplia. Pero es verdad, sí, que desde el lado no cristiano, los mismos estatistas capaces de imponer todo y excluir el derecho a la libertad de conciencia, en la parte de libertad sexual y reproductiva han concentrado la libertad individual, mientras la niegan para lo demás. Libertad individual que, bien pensada, como hemos dicho, no incluye la libertad de matar embriones, destruir minúsculos seres humanos congelados y obligar al médico a quitar el suero al paciente que se mantiene en vida sin medios extraordinarios.
Todo eso es verdad, hay que decirlo, sí, pelearlo como luchamos por la libertad de
comercio y la economía de mercado, porque detrás de todo ello está también la vida de
todo ser humano que nace en este difícil planeta. Pero calma: los valores han cambiado y contra eso, los ataques de nervios políticos no sirven para nada. El clericalismo de los católicos (véase que NO hablamos de “Iglesia”) ha durado 17 siglos y el equilibrio entre ese clericalismo y la sana laicidad no parece encontrarse entre los mismos católicos. Tal vez tengan que pasar muchos siglos más para que los católicos seamos vistos de otro modo en el mundo actual, con una autoridad moral que nunca hemos tenido hasta ahora, dada nuestra visión de la política: planes plagados de racionalidad instrumental para meternos en un mundo que nos es extraño, para ser extraños buzos en el barro de la historia, más que peces en el inmenso mar del mundo y de la historia que, a los laicos, nos debe ser propio. Los católicos no terminamos de asumir al mundo. No nos acostumbramos al mundo, creemos que hacer política es planear con los obispos cómo infiltrarnos en la cultura de la muerte; no concebimos al mundo como la vida que verdaderamente nos toca y, en ese sentido, como la cultura, no sé si de la vida, pero sí de nuestra vida, mejor o peor, siempre cambiante, con luces y sombras diferentes según
los diversos momentos históricos, sin desesperar, sabiendo que todo es caminata,
constructiva, sí, hacia la morada eterna. El mundo no se nos vino encima, sencillamente, se nos olvidó. Siempre seremos un puñadito, sí, pero una cosa es ser manso como paloma y astuto como serpiente, y otra cosa es estar siempre enojado, perder mansedumbre, ser tonto como gallina y hablarle al mundo con una mentalidad que
muestra que definitivamente no queremos ser parte de él. No es que el mundo nos
pasará por encima. Sencillamente, seguirá su curso, mientras nosotros seguiremos,
ocultos, en nubes y catacumbas.
Si, es imparable. Es como intentar tapar el sol con el dedo. Matrimonio homosexual,
eutanasia, madre sustituta, cambio de sexo, niños hijos de lesbianas que deciden ser
niñas, etc etc etc etc.
Las actitudes de los católicos –laicos y jerarquía- ante todo esto son diversas. Algunos se parapetan en nuevas catacumbas con una espada y un escudo contra el herético mundo moderno. Otro intentan pelearla desde el mundo. Entre estos últimos las actitudes son también diversas. Unos intentan que la legislación estatal sea contraria todo ello basándose en la ley natural que estaría fundada en la sola razón, para evitar la crítica de “católico”. Pero ¿ser católico es ahora una crítica que debemos evitar?
Benedicto XVI dijo, en Enero de 2008, que hay una razón pública cristiana, que puede
hablar con el no cristiano sin renegar de su posición de cristiana. ¿Cómo es eso posible? Con un nuevo replanteo entre la razón y la fe, donde la razón es la fe judeo-cristiana que busca el entender, y desde ese entender, entendernos con todos.
Otros tenemos, además, una agenda más amplia. El mundo no es como nos gustaría que
fuera en muchos aspectos. Los niños no sólo mueren por el aborto: mueren también por
el hambre, la desnutrición, el hacinamiento, los adultos mueren de abandono y
depresión por el trabajo perdido, por la familia que no logran sostener, los inmigrantes mueren porque por las leyes anti-migratorias, son obligados a huir de sus infiernos en condiciones infernales, y muchos católicos apoyan todas esas medidas estatistas que producen el subdesarrollo, el hambre, la miseria, la muerte más indigna, en última instancia, pero no se sienten culpables en absoluto: no, los culpables seríamos nosotros, los partidarios de la economía de mercado, los cerdos capitalistas cuyo liberalismo es pecado, mientras ellos, desde su torre de marfil, hablan de la cultura de la vida mientras su anti-liberalismo militante lleva a millones de seres humanos a la muerte.
La agenda es más amplia. Pero es verdad, sí, que desde el lado no cristiano, los mismos estatistas capaces de imponer todo y excluir el derecho a la libertad de conciencia, en la parte de libertad sexual y reproductiva han concentrado la libertad individual, mientras la niegan para lo demás. Libertad individual que, bien pensada, como hemos dicho, no incluye la libertad de matar embriones, destruir minúsculos seres humanos congelados y obligar al médico a quitar el suero al paciente que se mantiene en vida sin medios extraordinarios.
Todo eso es verdad, hay que decirlo, sí, pelearlo como luchamos por la libertad de
comercio y la economía de mercado, porque detrás de todo ello está también la vida de
todo ser humano que nace en este difícil planeta. Pero calma: los valores han cambiado y contra eso, los ataques de nervios políticos no sirven para nada. El clericalismo de los católicos (véase que NO hablamos de “Iglesia”) ha durado 17 siglos y el equilibrio entre ese clericalismo y la sana laicidad no parece encontrarse entre los mismos católicos. Tal vez tengan que pasar muchos siglos más para que los católicos seamos vistos de otro modo en el mundo actual, con una autoridad moral que nunca hemos tenido hasta ahora, dada nuestra visión de la política: planes plagados de racionalidad instrumental para meternos en un mundo que nos es extraño, para ser extraños buzos en el barro de la historia, más que peces en el inmenso mar del mundo y de la historia que, a los laicos, nos debe ser propio. Los católicos no terminamos de asumir al mundo. No nos acostumbramos al mundo, creemos que hacer política es planear con los obispos cómo infiltrarnos en la cultura de la muerte; no concebimos al mundo como la vida que verdaderamente nos toca y, en ese sentido, como la cultura, no sé si de la vida, pero sí de nuestra vida, mejor o peor, siempre cambiante, con luces y sombras diferentes según
los diversos momentos históricos, sin desesperar, sabiendo que todo es caminata,
constructiva, sí, hacia la morada eterna. El mundo no se nos vino encima, sencillamente, se nos olvidó. Siempre seremos un puñadito, sí, pero una cosa es ser manso como paloma y astuto como serpiente, y otra cosa es estar siempre enojado, perder mansedumbre, ser tonto como gallina y hablarle al mundo con una mentalidad que
muestra que definitivamente no queremos ser parte de él. No es que el mundo nos
pasará por encima. Sencillamente, seguirá su curso, mientras nosotros seguiremos,
ocultos, en nubes y catacumbas.
domingo, 2 de octubre de 2011
LA RACIONALIDAD DIALÓGICA Y SUS IMPLICACIONES EN EL DISCURSO MÉDICO TRADICIONAL
LA RACIONALIDAD DIALÓGICA Y SUS IMPLICACIONES EN EL DISCURSO MÉDICO TRADICIONAL
Escribí este trabajo en el primer cuatrimestre del 2008, en el marco del “Programa de Formación Teórico Clínico en Psicoanálisis” que hice en CESAMENDE. Creo que es importante para extender la racionalidad dialógica a los ámbitos que le son más extraños….
1. Tesis central.
En el seminario “Introducción a la Psico-oncología y los Cuidados Paliativos”, a cargo de Ana Marquís, hemos visto, en las clases y en la bibliografía, el tema del discurso médico “modelo paternalista” y la crisis o “caída del discurso médico” que se produce frecuentemente en situaciones de terminalidad. La tesis que sostendremos en este trabajo es que dicha “caída” es síntoma de un proceso cultural más amplio: la crisis del cientificismo y sus implicaciones discursivas, denunciada tanto desde la filosofía en general como desde la filosofía de la ciencia en el s. XX. De ello se desprenden ciertas consecuencias en la ética del diálogo médico-paciente que explicaremos hacia el final: un discurso médico “dialógico”, con directas implicaciones en la praxis de los cuidados paliativos.
2. El discurso médico “tradicional”.
En las clases y en le bibliografía hemos visto dos actos discursivos diferentes: el modelo médico paternalista y el acto médico. En el discurso paternalista, el eje de la cuestión radica en que la decisión radica en el médico y el paciente y su familia obedecen la decisión. La cuestión no radica si ello es realizado con mejores o peores modos, con mayor o menor simpatía, sino en el tema de la decisión. Es tomada por el médico, conforme a todos los modelos de la medicina tradicional no-paliativa. Es una relación a-simétrica, donde el paciente deposita en el médico el “saber” (ello tiene mucha importancia en filosofía, lo veremos después) que la “autoridad de la ciencia” le proporciona.
El acto médico, en tanto diagnóstico, etiología, tratamiento y prognosis, no necesariamente se confunde con lo anterior: es en sí mismo diferente y ello es importante para las conclusiones de este trabajo. Sin embargo, es un discurso: aunque desde determinado paradigma se puede decir que palabras y acciones son diferentes, después del giro lingüístico (Wittgenstein(1)), “las palabras son acciones”(2), y por ende el acto médico se traduce en palabras, que frecuentemente se entremezclan con el discurso médico paternalista.
Ese discurso médico paternalista vamos a llamarlo, de aquí en más “discurso médico tradicional”, donde el acto médico y el discurso paternalista (que puede ser expresado en modos linguísticos amables y contenedores) está rodeado del siguiente meta-mensaje por parte del médico:
a) el que “sabe” soy yo, no usted.
b) El “saber” es un conocimiento exacto, preciso, que requiere mi entrenamiento profesional, y deriva de las ciencias “exactas”. Usted como mucho tiene derecho a hacer preguntas informativas, si no ha entendido algo de lo que yo “sé”.
c) Como usted no sabe, no tiene capacidad de decidir, y el que decide soy yo.
Esto, por supuesto, casi nunca se dice, pero está implícito en el discurso médico tradicional e implícitamente demandado por la mayoría de los pacientes.
3. El modelo discursivo monologante.
Si contraponemos, conforme a la filosofía del diálogo contemporánea, diálogo a monólogo (conforme a ciertos autores que ya citaremos) veremos que dicho tipo de discurso médico es un caso, una sub-clase de un tipo de discurso más amplio: el monólogo. El monólogo tiene que ver con dos supuestos fundamentales: a) el saber como información; b) la dominación (legitimada o no) del otro.
En el saber como información, se presupone que el conocimiento, para tener verdad y certeza, consiste en que el objeto de conocimiento caiga pasivamente en un sujeto. El papel del sujeto se limita a “copiar y repetir”. Una intervención más activa del sujeto es vista como sospechosa de contaminar una información que viene “de afuera” del sujeto. Este modo de concebir el saber, este realismo “ingenuo” de objeto a sujeto pasivo fue impulsado en gran medida por la filosofía de la ciencia inductivista del s. XIX. A pesar de que en toda la historia de la filosofía, pero especialmente después de Kant, s. XVIII, el papel del sujeto en el conocimiento fue esencial, sin embargo, el inductivismo del s. XIX inclina la balanza por un “objetivismo” al suponer que los métodos experimentales de la ciencia podrían proporcionarnos “datos” desprendidos totalmente de la carga subjetiva del investigador.
La “dominación” del otro tiene que ver con una estructura discursiva donde “el otro” queda reducido a una x dentro del ámbito del círculo del propio yo. Ello implica que “el otro” queda reducido a un instrumento al servicio de los planes de un determinado “yo” (no en el sentido freudiano del término). Esta relación de instrumentalización puede recibir intentos de “legitimización”, si el yo supone que su plan es para el bien del otro y que el otro no está en condiciones de procurar su propio bien. No vamos a poner ahora ningún caso donde ello no pueda ser posible para no entrar en debates que nos harían salir de tema. Pero lo interesante es que el discurso habitualmente informativo que tiene la ciencia y la tecno-ciencia (físico y electricista; biólogo y médico) conducen a un supuesto cultural de legitimidad de que alguien domine a otro “para su propio bien”, precisamente porque se supone que alguien está cubierto de un saber infalible, al cual no concebimos objetar, que nos hará bien. Veremos hacia el final de nuestro trabajo que aún en el supuesto de que un saber fuera infalible y que verdaderamente fuera para nuestro bien, si no queda aún el derecho a la objeción. Volveremos a esto más adelante.
4. El origen cultural del discurso monologante: la dialéctica del Iluminismo.
Paradójicamente, Kant, uno de los heraldos del pensamiento de la Ilustración del s. XVIII, escribió un pequeño pero incendiario ensayo cuyo intento era liberar, precisamente, a la humanidad, de este tipo de “dominios”. En Qué es la Ilustración(3), la respuesta consiste precisamente en que la Ilustración es madurez, es pensar por sí mismo, es tomar las propias decisiones, en no someterse al juicio de los otros en las cuestiones que atañen a nuestra propia existencia. Madurez es llegar a la mayoría de edad, es salir de la condición de niños donde obedecíamos a tutores que pensaban y decidían por nosotros. Comprensiblemente, el escrito de Kant se va inclinando paulatinamente a la crítica de las prácticas religiosas existentes (se discute ad infinitum si Kant se refería a la religión en sí misma o a ciertas prácticas religiosas). Retrospectivamente visto, esto coloca a Kant como un ejemplo de crítica al discurso de dominio si de las religiones se trata, pero la crítica queda descompensada cuando se saluda a la nueva ciencia experimental como una aliada a la liberación de la humanidad, entusiasmo típico del enciclopedismo del s. XVIII. Las críticas a este tipo de ilusiones en la ciencia llegaron, no de casualidad, en el s. XX, y por eso es tan interesante el libro de Adorno y Hokheimer, La dialéctica del Iluminismo(4), escrito en plena segunda guerra: la dialéctica de la Ilustración consistió en que queriendo liberar, ha oprimido, y la opresión pasa ahora por el discurso dominante de la tecno-ciencia.
5. La crítica al monólogo desde las filosofías del diálogo.
Pero no fue ese libro la única advertencia que surge contra las vanas ilusiones en la ciencia. Tanto desde la filosofía como tal, como desde la filosofía de la ciencia en particular, ha surgido un modo de encarar todo discurso desde una perspectiva dialógica. Veremos tres casos desde la filosofía como tal, pero luego prestaremos mucha importancia a las críticas que han surgido desde la filosofía de la ciencia, pues ello afecta directamente al núcleo central del discurso médico tradicional.
El primero es Gadamer(5). Este autor representa otro paradigma de “conocimiento” que se constituye en la filosofía continental sobre todo a través de E. Husserl y M. Heidegger, de quien Gadamer es discípulo directo. Sin embargo Gadamer no es un mero expositor del pensamiento metafísico de Hiedegger, sino que profundiza la noción de conocimiento como hermenéutica, comenzada ya en el s. XIX por autores como Dilthey, Scheleimacher y continuada en cierto modo por Heidegger aunque con fines metafísicos que, como dijimos, no preocupan tanto a Gadamer. Lo importante es Gadamer contrapone “verdad” a método, entendiéndose por este último la pretensión del método en las ciencias positivas donde conocer es la recepción de “datos” en un sujeto pasivo. Al contrario, dice Gadamer, conocer es entender, es comprender al mundo del otro desde el mundo propio. Comprender es interpretar: es habitar de algún modo el mundo de vida del otro para poder decodificar, siempre de modo imperfecto, no lo que dice el otro sino por qué, desde dónde afirma su relato. La interpretación no es en Gadamer algo sobreañadido al un discurso informativo. Todo discurso, aún el aparentemente informativo, está proferido desde un horizonte, que es el mundo de vida del otro. Conocer, comprender, es comprender el propio horizonte y desde allí el horizonte del otro. De este modo, la hermenéutica de Gadamer se constituye al mismo tiempo en una filosofía del diálogo(6), donde comprender es:
a) ir desde el propio horizonte al encuentro del horizonte del otro, donde por lo tanto el sujeto (no en sentido psicoanalítico, sino gnoseológico) tiene un papel fundamental, dado que el conocimiento se juega en la relación entre sujetos que constituyen los “mundos” u “horizontes”,
b) el fin del conocimiento no es dominar sino entender, comprender el mundo del otro, otro que siempre es el otro aunque se unan en una intersección de horizontes que Gadamer llamar “fusión de horizontes”. Gadamer le da al escuchar al otro(7) una importancia hermenéutica fundamental que tiene importantísimas consecuencias para todo diálogo.
El segundo filósofo que tomaremos en cuenta es M. Buber, cuyo eje central, a efectos de los fines de este trabajo, es la noción de diálogo como un “yo-tú”(8) simétrico, en contraposición con un “yo-eso”, donde el yo trata al otro yo como una cosa, como un inferior, a su servicio. El “eso” marca la relación de dominio, que legítimamente podríamos tener con una cosa no-persona. Es la relación que legítimamente puede tener un profesor con su fibra, su trozo de tiza o su power point. Un “eso”. Pero con la otra persona, la relación se vuelve simétrica: es otra persona, es un tú, al cual, por ende, no se lo puede instrumentalizar ni dominar. Volvemos a decir que todo esto puede sonar “bonito” pero se vuelve particularmente complicado a la hora de entablar una relación con personas a las cuales suponemos legítimamente como instrumentos de un plan, no porque las consideremos maliciosamente a nuestro servicio sino precisamente porque queremos “servirlas”. El problema de las estructuras discursivas de dominio es precisamente ese. Si no, sería filosóficamente una nimiedad. Obvio que un secuestrador no dialoga con su víctima….
El tercer filósofo que quisiéramos citar es J. Haberlas(9). Discípulo de Horkheimer y Adorno y fuertemente neokantiano, es un caso diferente de Gadamer, cuya distancia de “la modernidad” es mayor. Habermas, a diferencia incluso de sus maestros, no considera totalmente fracasado el “proyecto moderno”. El “dominio” del que hablaban sus maestros lo ubica Habermas en la “racionalidad instrumental”, a la sola consideración de algo como medio respecto a fin, con la eficacia como criterio de validez. A ello, contrapone la acción comunicativa o racionalidad dialógica, como rescate del proyecto moderno. Tomando elementos de la linguística y la hermenéutica actuales (influyen Wittgenstein y Gadamer, ya citados). Esta acción no está orientada al éxito sino al entendimiento (comprensión), y para ello establece tres condiciones de diálogo: la veracidad como acuerdo sobre el tema de conversación; la rectitud como cumplimiento de las normas implícitas del mundo social donde se dialoga; la sinceridad como coherencia entre la auto-presentación y el discurso. Pero agrega otro muy importante y englobando de los tres: la aceptación críticamente motivada del discurso del otro, donde cada uno de los dialogantes evalúa el cumplimiento de las condiciones de diálogo por parte del otro, de tal modo que no haya una aceptación “empíricamente” motivada del discurso del otro, ya por premio o castigo. A nuestro juicio esto es fundamental. Impide todo tipo de dominio por parte de una persona a otra pero además establece las legítimas condiciones de autoridad moral que puede tener un dialogante, con lo cual el principio del supuesto saber no queda totalmente descartado en la racionalidad dialógica.
Desde la filosofía de la ciencia, es interesante el camino recorrido desde Popper, pasando por Kuhn hasta llegar a Feyerabend.
Popper comienza sus escritos hablando de falsabilidad empírica(9), esto es, que toda teoría científica debe estar abierta a la refutación empírica. Pero, a medida que evolucionan sus escritos, incluye la falsación empírica como un caso de la actitud racional(10), que consiste en estar abierto siempre al diálogo crítico con el otro, a dejarse interrogar y criticar por el otro. Esto, desde luego, no garantiza la infalibilidad, ni de uno ni de otro, pero sí protege de un discurso que queda encerrado en sus inevitables límites humanos con algo que también es humano pero que contrarresta la falibilidad: el diálogo conjunto en situación de igual capacidad de crítica. Popper se inscribe así en una tradición, que ya había comenzado en “On Liberty” de J. S. Mill, donde la libertad de expresión minimizaba las posibilidades de error(11). Pero no era ese el punto central: Popper se inscribe también en una posición más “de principios en sí mismos” cuando dice claramente que nunca se debe matar en nombre de una idea, una forma de decir: no impondrás las ideas, respetarás la crítica del otro. Lo interesante de todo esto es que Popper comienza diciéndolo para las ciencias naturales, lo extiende luego a todo el saber humano(12) pero lo sigue diciendo siempre para la física. Popper implica, para las ciencias naturales, una caída del discurso científico tradicional. Las implicaciones de ello para la ciencia médica, aún formada culturalmente en un cientificismo pre-popperiano, son obvias.
En el caso de Kuhn, son interesantes dos cuestiones. Primero hace tomar al lector una “conciencia histórica”(13): todo paradigma es histórico, es un relato inscripto desde el horizonte de un sujeto y por ende tan relativo a lo humano como cualquier otro discurso. No tenemos en Kuhn una expresa referencia al diálogo, pero sí la “caída” total y completa de la creencia de la física como “datos”, lo cual tiene una implicación directa en la pretensión monologante del discurso solamente informativo.
Segundo, Kuhn afirma claramente(14) que, en épocas de crisis, no son las normas abstractas de un método científico lo que dicen al científico qué hacer, ante los diversos paradigmas en competencia, sino la decisión subjetiva del científico lo que suple lo que la sola racionalidad “lógica” (algotírmica, dice él) no puede dar. Y que esa implicación del sujeto en la decisión (se refiere a casos como Copérnico, por ejemplo) no es un defecto de la ciencia, sino su misma naturaleza. Las implicaciones de eso para la crítica de un discurso donde el sujeto supuestamente no interviene (una ciencia “objetiva”) son más que obvias.
Por último, el caso de Feyerabend(16) es paradigmático. Ataca directamente el punto citado de Kant en el ya citado Qué es la ilustración. Le reconoce los progresos efectuados, pero ataca una fundamental incoherencia. ¿Por qué libertad para la religión y no para la ciencia? ¿Por qué la capacidad de decisión del sujeto queda librada sólo al ámbito religioso pero no al científico? Es necesaria, dice, una nueva ilustración, donde haya una nueva madurez que lleve la capacidad de decisión de la persona a todos los órdenes de su existencia(17). Coherentemente con ello, pide, en diversos escritos, la separación entre ciencia y estado(18), y en el ámbito médico reclama para los pacientes la misma libertad que ahora tenemos para con las diversas religiones(20). Ante la obvia objeción de que la ciencia es objetiva y la religión subjetiva, Feyerabend dedica la obra de toda su vida a demostrar que ambas implican la perspectiva subjetiva del sujeto, en la misma línea de Kuhn, pero con un estilo más iconoclasta. Y ante la obvia objeción de que ello implicaría un relativismo, contesta que no: que la ciencia es una tradición entre muchas(21), y que existe una realidad, que permite enfoques distintos, uno de los cuales es el científico(22).
6. El paso de la racionalidad positivista a la racionalidad dialógica.
Si sintetizamos los elementos vistos, veremos que gran parte de la filosofía actual ha dado un giro, de un tipo de racionalidad a otra. No, como en algunos autores post-modernos, una renuncia a la racionalidad, sino otro tipo de racionalidad, la dialógica. En ese giro, cabe reconocer, se han mezclado dos puntos: uno, la falibilidad de la ciencia, dos, el derecho del individuo a decidir sobre su propia existencia. Las dos cosas a veces se mezclan y no quedan claras premisas y conclusiones. No es que el derecho de la persona a la decisión sobre su propia existencia sea la conclusión de la falibilidad de la ciencia (que aparecería como premisa). En realidad el derecho a la decisión sobre la propia existencia es la conclusión del deber que tenemos de no imponer por la fuerza lingüística nuestros propios paradigmas, tengan estos el nivel de certeza y-o verdad que fuere. La falibilidad de la ciencia, tema destacado sobre todo por Popper, Kuhn y Feyerabend, lo que ha hecho es ayudar a tomar conciencia de que hay un discurso científico tradicional (que luego pasa a la medicina) basado en un modelo de información objetiva que excluye toda disidencia como un caso de insanía. Caída la infabilidad de la ciencia, lo racional se convierte entonces en racionalidad crítica, donde el diálogo con el otro en situación simétrica se convierte en la naturaleza misma de la racionalidad.
Una racionalidad “dialógica” sostiene las condiciones de diálogo como eje central. Tomando lo mejor de cada uno de los autores vistos, ellas podrían ser:
a) el respeto al otro en cuando otro. Esto es, la consideración de la individualidad del otro, el respeto a su condición de persona, su no reducción a “cosa” (de allí el “en cuanto otro”). Ello implica no sólo aceptación de sus características individuales, sino la tolerancia de aquello que consideremos un disvalor en nuestro propio paradigma.
b) El ofrecimiento de nosotros mismos. Ello implica: a) mostrar parte de nuestro horizonte al otro, para que el otro no sea engañado (de-velar nuestro ser a fines de auto-presentación en el discurso); b) que el fin de la acción comunicativa como comprensión sea que el otro alcance su propio bien, su propio proyecto de vida; que no sea una copia de uno mismo, sino él mismo. Que sea “otro”.
c) Respetar las condiciones linguísticas de diálogo, esto es:
1. La no utilización de actos del habla que ocultan estrategias de dominio de la voluntad del otro(23)
2. Hablar de manera tal que el otro se sienta invitado a expresar su propia opinión(24);
3. respetar el “derecho a la interpelación”, o “derecho a la pregunta” que tiene el otro ante mi propio discurso (se deriva directamente de la actitud crítica popperiana y del “discurso críticamente motivado” de Habermas). Esto es importante porque:
3.1. Alguien puede ver desafiado el principio del recto saber, pero,
3.2. si se cumple la condición 3, el otro puede otorgarnos una “autoridad moral”, dialógica, tal que ratifique la confianza que se nos tenga, confianza que, si no cumpliéramos estas condiciones de diálogo, se quebraría, produciendo la caída del ppio. del recto saber en los escenarios que podría ser más necesario…..
7. La “caída filosófica” del discurso médico tradicional.
Con “filosófica” queremos decir que no nos estamos refiriendo a las situaciones vistas en los diversos casos presentados en clase(25), en los cuales la situación de terminalidad pone al médico en una posición para la cual su discurso tradicional paternalista no lo tenía preparado en absoluto. Nos estamos refiriendo a que, si aplicamos la racionalidad dialógica a la relación médico-paciente, se produce un cambio en el tipo de discurso, (que mantiene intacto el acto médico) antes de llegar a una situación de crisis, o sea, en cualquier circunstancia. Ese cambio está dado fundamentalmente por meta-mensajes actitudinales implícitos, que se podrían sintetizar de este modo:
a) mi opinión es que usted podría llegar a padecer X, y que necesitaríamos adicionales medios de diagnóstico X1. Le explico por qué.
b) Escucho sus preguntas y opiniones.
c) Mi opinión es que usted podría mejorar, o no estar peor, si sigue el tratamiento X2. Pero el que decide es usted y su familia.
d) Yo me puedo equivocar pero, además, la ciencia médica en la que me baso es un modo de conocimiento, entre otros, y falible. Mayor razón aún para que usted tenga derecho a consultar otros médicos y otros paradigmas médicos diversos y tratarse según lo que usted decida.
Vuelvo a reiterar: se trata de un meta-mensaje, esto es, de algo no explícitamente dicho, sino que rodea al inicio del discurso y se va “diciendo paulatinamente” en el diálogo consiguiente que se va produciendo entre médico y paciente. La preparación psicológica del médico debe incluir, no sólo su conciencia profesional de los cuidados paliativos, sino una mínima capacidad de diagnóstico inicial para saber qué tan explícito se convierte el meta-mensaje implícito. Allí, sin embargo, sería muy deseable una atención interdisciplinar simultánea con un equipo psicológico, precisamente para la ayuda al paciente en cuanto a la recepción de este “nuevo” mensaje. El problema pasa de ser el clásico “cómo se lo digo” (suponiendo que se trata de una enfermedad grave y-o terminal) a “cómo le digo que es libre”; “que tiene derechos”; “que tiene que tomar sus propias decisiones”(26). Sería deseable un futuro donde médicos y psicólogos atiendan juntos todos los casos clínicos y que la derivación a la psicología de cuidados paliativos sea una de las tantas acciones interdisciplinarias que se produzcan en una misma institución.
8. El derecho a la intimidad. Consecuencias médicas.
Finalmente, se podría decir que todo esto se maneja a un nivel filosófico sin consecuencias práctico-jurídicas. Para ello debemos remitirnos al derecho a la intimidad. Ya hemos hablado de él desde el principio cuando hablamos del derecho que la persona tiene a las decisiones sobre su propia existencia. Pero debemos precisarlo más y hacer ciertas aclaraciones.
El derecho a la intimidad personal no tiene su fundamento último en el escepticismo, y lo aclaramos cuando dijimos que las críticas de Popper, Kuhn y Feyerabend a la objetividad de la ciencia influyen pero no son la raíz última de la cuestión. Por otra parte, cuando desde Gadamer y parte de la filosofía continental se está criticando la noción de conocimiento como información objetiva, no por ello se está tirando abajo la posibilidad de conocimiento: al contrario, colocar al conocimiento como comprensión no agrega ni quita nada a la posibilidad de verdad en la comprensión del otro, aunque agrega motivos para sacar de la ciencia el ideal de certeza (convertirla en conjetura, como en Popper) y derivar el ideal de certeza hacia nociones más cotidianas e íntimas (“…dime algo de lo que estés seguro”, pregunta alguien en la película Juegos de patriotas, y la respuesta es “…el amor de mi hija”). Se podría agregar que si creemos que la verdad está mejor custodiada en una noción de objetividad, dato, etc., cuando todo ello “cae” al descubrirse la implicación del sujeto en el acto de comprensión, entonces sí nos sumergiremos en el escepticismo, y eso es lo que sucede precisamente en algunos autores post-modernos(26).
Dando un ejemplo concreto: si alguien no quiere hacerse una transfusión sanguínea por objeción de conciencia, el fundamento del respeto a dicha decisión no es el escepticismo total. No, tenemos buenas razones para suponer que la transfusión le hará bien (aunque con todo el margen de conjeturalidad de la filosofía de la ciencia post-popperiana); es el respecto a su autonomía como persona la clave de la cuestión.
Tampoco la clave radica en una especie de indiferencia, como a veces se ha traducido, en la práctica, el principio jurídico de que los derechos de uno terminan donde comienza el derecho del otro. Esto es: no es cuestión de responderle “es tu vida”, como si esa expresión implicara “no me importa tu vida”; “haz lo que quieras”, “muérete”. Esa indiferencia hacia el otro sería fácilmente objetada por aquellos que con toda razón reclaman para la vida social una preocupación y solidaridad para con el otro. La cuestión –la clave de la cuestión- es si se debe usar la fuerza pública para obligar al otro a hacer algo que atenta contra las decisiones –equivocadas o no- de su conciencia.
La clave radica, entonces, en el deber moral de no imponer nuestras ideas (nuestros paradigmas, nuestras visiones del mundo) por la fuerza, fundado ello en la condición de persona del otro, que tiene inteligencia y libre albedrío, y que por ende sólo puede convencerse de la verdad por la sola fuerza de la verdad, de la argumentación. Ese deber es lo que “del otro lado” se traduce como un “derecho a” la ausencia de coacción sobre las decisiones tomadas en conciencia. La relación yo-tú no es, por lo tanto, “a mí” (yo) “no me importa en absoluto lo que te ocurra”, ni tampoco, del otro lado, (tú) “puede hacer absolutamente lo que quiera con su vida”. No, la cuestión es: “yo” tengo el deber de no imponer mis ideas por la fuerza y por ende “tú” tienes el derecho de reclamar ese deber, lo cual se traduce en un derecho de la ausencia de coacción sobre tu conciencia.
¿Cómo se traduce esto jurídicamente? Estamos convencidos de que este derecho a la intimidad personal, así presentado, está explícitamente reconocido en el art. 19 de la Constitución, que afirma que “…Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Obsérvese que el artículo no dice que las acciones privadas de los hombres “son todas buenas y correctas”, sino que “…están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”. Desde un punto de vista secular podemos traducir ello como “fuera del ámbito humano de competencia”. Y se coloca el famoso “harm principle” de Mill como el límite: los derechos de terceros (dejando de lado el debatido tema de la moral pública que ha dado para tanto).
A su vez, si quedara alguna duda, creemos que aunque el texto no diga “derecho a la intimidad”, está reconocido implícitamente en el art. 33: “…Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno” (las itálicas son nuestras).
En el ejemplo referido, por ende, el no someterse a una transfusión de sangre puede ser interpretado como una acción privada que no afecta derechos de terceros. Nos atrevemos a opinar, sin embargo, que no podría aplicarse el mismo criterio a menores, dado que ellos son, precisamente, terceros involucrados.
Las consecuencias médicas de todo esto son sencillas pero muy importantes. Ninguna persona puede ser obligada a salir de su casa para someterse a cualquier tratamiento médico, y ninguna persona puede ser obligada a permanecer, como encarcelada, en cualquier institución médica, ya pública o privada. Hay, lamentablemente, un vacío cultural y jurídico en esta cuestión, lo cual produce casos tan dolorosos como el de “Mini”, visto en clase(27). Si, para evitar el juicio de mala praxis, el médico necesita un expreso acto de voluntad del paciente, la práctica del rechazo informado y- o la orden de no resucitación deberían ser tan comunes como el consentimiento informado, y si una institución médica se negare a ello, el caso debería ser presentado ante la Suprema Corte de Justicia.
9. Conclusión.
El derecho a morir dignamente, el rechazo al encarnizamiento terapéutico, tiene por ende fundamentos epistemológicos, filosóficos y jurídicos. Hay al respecto, como dijimos, una falta de conciencia cultural, incentivada por el dominio cultural de la tecno-ciencia y su tentación permanente de omnipotencia. Existe, también, un rechazo cultural a hablar de la muerte, a pensar en la muerte, y allí la filosofía, sobre todo, puede interactuar con la psicología y la medicina. Estamos convencidos de que, a medida de que estas trabas culturales se vayan venciendo, la utilización de los cuidados paliativos, con todos sus equipos inter-disciplinarios (médicos, psicólogos, y, por qué no, filósofos y representantes de las diversas comunidades religiosas) dejará de ser la excepción para comenzar a ser la “norma” ante algo humano, muy humano, ante lo cual ponemos todos nuestros mecanismos de negación: la muerte.
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1) Nos referimos a su clásico Investigaciones filosóficas [1945], Crítica, Barcelona, 1988.
2) Ver al respecto Austin, J.L.: Cómo hacer cosas con las palabras [1955], Paidós, 1990.
3) Kant, I.: “Qué es la Ilustración” [1784], en Filosofía de la historia, Qué es la ilustración, Terramar Ediciones, La Plata, 2004.
4) Dialéctica de la Ilustración (1944, 1947) Trotta, Madrid, 1994 1ra edición.
5) Ver Verdad y método, I, y II [1960/1986]; Sígueme, Salamanca, 1991/1992
6) Ver Verdad y método II, (op.cit), sobre todo puntos 5 y 16.
7) Op.cit., punto 16.
8) Buber, M.: Yo y tu, Nueva Visión, Buenos Aire, 1994.
9) Ver Teoría de la acción comunicativa, Taurus, Barcelona, 1987
10) Sobre todo en La lógica de la investigación científica [1934], Tecnos, Madrid, 1985, sobre todo caps. 1 al 5.
11) Ver sobre todo The Myth of the Framework; Routledge, Londond and New York, 1994, Introducción.
12) Ver Mill, J.S., On Liberty, en Polanco, M.: 100 Books of Philosophy, CD Guatemala, 2001.
13) Sin caer por ello en escepticismo. Al respecto, véase Artigas, M: Lógica y ética en Karl Popper, Eunsa, Pamplona, 1998.
14) La expresión es de Gadamer; ver El problema de la conciencia histórica [1959], Tecnos, Madrid, 1993
15) Ver “Objetividad, juicios de valor y elección de teoría”, en La tensión esencial; FCE, 1996
16) Ver Adiós a la razón; [versión inglesa]; Tecnos, Madrid, 1992
17) Op.cit., p. 60.
18) Ver Tratado contra el método; Tecnos, Madrid, 1981, cap. 18.
19) Ver Adiós a la razón, op.cit.
20) Op.cit., p. 59.
21) Ver Diálogos sobre el conocimiento; Cátedra, Madrid, 1991, . 121.
22) Ver Habermas, op.cit., libro I cap. III.
23) Ver Nozick, R.: Philosophical Explanations, Harvard University Press, 1981, Introduction.
24) Nos referimos sobre todo a “Introducción a los cuidados paliativos: un campo de acción para los profesionales de la salud mental” (Ana Marquís); “Avatares de una decisión crucial – Actos médicos e intervenciones psicoanalíticas” (Ana Marquís) y “Encarnizamiento terapéutico: un aporte testimonial” (Carina Maguregui).
25) El asunto radica fundamentalmente en comenzar a tratar a las personas conforme a sus derechos, y de allí el lenguaje surgirá en forma espontánea. Lo que quiero decir es: la pregunta de cómo decir a alguien que tiene derechos se minimiza si de antemano la tratamos como se debe, esto es, como alguien que tiene derechos. El problema puede darse (y es yo lo vivo en la relación profesor/alumno) cuando del otro lado se supone de antemano que no se tienen derechos. El que se considera un esclavo se sorprende cuando el supuesto “señor” comienza a comportarse como un igual.
26) Nos referimos sobre todo a Vattimo, G.: Más allá de la interpretación (Paidós, 1994) y Rorty, R.: La filosofía y el espejo de la naturaleza, Cátedra, Madrid, 1995.
27) Ver nota 24.
Escribí este trabajo en el primer cuatrimestre del 2008, en el marco del “Programa de Formación Teórico Clínico en Psicoanálisis” que hice en CESAMENDE. Creo que es importante para extender la racionalidad dialógica a los ámbitos que le son más extraños….
1. Tesis central.
En el seminario “Introducción a la Psico-oncología y los Cuidados Paliativos”, a cargo de Ana Marquís, hemos visto, en las clases y en la bibliografía, el tema del discurso médico “modelo paternalista” y la crisis o “caída del discurso médico” que se produce frecuentemente en situaciones de terminalidad. La tesis que sostendremos en este trabajo es que dicha “caída” es síntoma de un proceso cultural más amplio: la crisis del cientificismo y sus implicaciones discursivas, denunciada tanto desde la filosofía en general como desde la filosofía de la ciencia en el s. XX. De ello se desprenden ciertas consecuencias en la ética del diálogo médico-paciente que explicaremos hacia el final: un discurso médico “dialógico”, con directas implicaciones en la praxis de los cuidados paliativos.
2. El discurso médico “tradicional”.
En las clases y en le bibliografía hemos visto dos actos discursivos diferentes: el modelo médico paternalista y el acto médico. En el discurso paternalista, el eje de la cuestión radica en que la decisión radica en el médico y el paciente y su familia obedecen la decisión. La cuestión no radica si ello es realizado con mejores o peores modos, con mayor o menor simpatía, sino en el tema de la decisión. Es tomada por el médico, conforme a todos los modelos de la medicina tradicional no-paliativa. Es una relación a-simétrica, donde el paciente deposita en el médico el “saber” (ello tiene mucha importancia en filosofía, lo veremos después) que la “autoridad de la ciencia” le proporciona.
El acto médico, en tanto diagnóstico, etiología, tratamiento y prognosis, no necesariamente se confunde con lo anterior: es en sí mismo diferente y ello es importante para las conclusiones de este trabajo. Sin embargo, es un discurso: aunque desde determinado paradigma se puede decir que palabras y acciones son diferentes, después del giro lingüístico (Wittgenstein(1)), “las palabras son acciones”(2), y por ende el acto médico se traduce en palabras, que frecuentemente se entremezclan con el discurso médico paternalista.
Ese discurso médico paternalista vamos a llamarlo, de aquí en más “discurso médico tradicional”, donde el acto médico y el discurso paternalista (que puede ser expresado en modos linguísticos amables y contenedores) está rodeado del siguiente meta-mensaje por parte del médico:
a) el que “sabe” soy yo, no usted.
b) El “saber” es un conocimiento exacto, preciso, que requiere mi entrenamiento profesional, y deriva de las ciencias “exactas”. Usted como mucho tiene derecho a hacer preguntas informativas, si no ha entendido algo de lo que yo “sé”.
c) Como usted no sabe, no tiene capacidad de decidir, y el que decide soy yo.
Esto, por supuesto, casi nunca se dice, pero está implícito en el discurso médico tradicional e implícitamente demandado por la mayoría de los pacientes.
3. El modelo discursivo monologante.
Si contraponemos, conforme a la filosofía del diálogo contemporánea, diálogo a monólogo (conforme a ciertos autores que ya citaremos) veremos que dicho tipo de discurso médico es un caso, una sub-clase de un tipo de discurso más amplio: el monólogo. El monólogo tiene que ver con dos supuestos fundamentales: a) el saber como información; b) la dominación (legitimada o no) del otro.
En el saber como información, se presupone que el conocimiento, para tener verdad y certeza, consiste en que el objeto de conocimiento caiga pasivamente en un sujeto. El papel del sujeto se limita a “copiar y repetir”. Una intervención más activa del sujeto es vista como sospechosa de contaminar una información que viene “de afuera” del sujeto. Este modo de concebir el saber, este realismo “ingenuo” de objeto a sujeto pasivo fue impulsado en gran medida por la filosofía de la ciencia inductivista del s. XIX. A pesar de que en toda la historia de la filosofía, pero especialmente después de Kant, s. XVIII, el papel del sujeto en el conocimiento fue esencial, sin embargo, el inductivismo del s. XIX inclina la balanza por un “objetivismo” al suponer que los métodos experimentales de la ciencia podrían proporcionarnos “datos” desprendidos totalmente de la carga subjetiva del investigador.
La “dominación” del otro tiene que ver con una estructura discursiva donde “el otro” queda reducido a una x dentro del ámbito del círculo del propio yo. Ello implica que “el otro” queda reducido a un instrumento al servicio de los planes de un determinado “yo” (no en el sentido freudiano del término). Esta relación de instrumentalización puede recibir intentos de “legitimización”, si el yo supone que su plan es para el bien del otro y que el otro no está en condiciones de procurar su propio bien. No vamos a poner ahora ningún caso donde ello no pueda ser posible para no entrar en debates que nos harían salir de tema. Pero lo interesante es que el discurso habitualmente informativo que tiene la ciencia y la tecno-ciencia (físico y electricista; biólogo y médico) conducen a un supuesto cultural de legitimidad de que alguien domine a otro “para su propio bien”, precisamente porque se supone que alguien está cubierto de un saber infalible, al cual no concebimos objetar, que nos hará bien. Veremos hacia el final de nuestro trabajo que aún en el supuesto de que un saber fuera infalible y que verdaderamente fuera para nuestro bien, si no queda aún el derecho a la objeción. Volveremos a esto más adelante.
4. El origen cultural del discurso monologante: la dialéctica del Iluminismo.
Paradójicamente, Kant, uno de los heraldos del pensamiento de la Ilustración del s. XVIII, escribió un pequeño pero incendiario ensayo cuyo intento era liberar, precisamente, a la humanidad, de este tipo de “dominios”. En Qué es la Ilustración(3), la respuesta consiste precisamente en que la Ilustración es madurez, es pensar por sí mismo, es tomar las propias decisiones, en no someterse al juicio de los otros en las cuestiones que atañen a nuestra propia existencia. Madurez es llegar a la mayoría de edad, es salir de la condición de niños donde obedecíamos a tutores que pensaban y decidían por nosotros. Comprensiblemente, el escrito de Kant se va inclinando paulatinamente a la crítica de las prácticas religiosas existentes (se discute ad infinitum si Kant se refería a la religión en sí misma o a ciertas prácticas religiosas). Retrospectivamente visto, esto coloca a Kant como un ejemplo de crítica al discurso de dominio si de las religiones se trata, pero la crítica queda descompensada cuando se saluda a la nueva ciencia experimental como una aliada a la liberación de la humanidad, entusiasmo típico del enciclopedismo del s. XVIII. Las críticas a este tipo de ilusiones en la ciencia llegaron, no de casualidad, en el s. XX, y por eso es tan interesante el libro de Adorno y Hokheimer, La dialéctica del Iluminismo(4), escrito en plena segunda guerra: la dialéctica de la Ilustración consistió en que queriendo liberar, ha oprimido, y la opresión pasa ahora por el discurso dominante de la tecno-ciencia.
5. La crítica al monólogo desde las filosofías del diálogo.
Pero no fue ese libro la única advertencia que surge contra las vanas ilusiones en la ciencia. Tanto desde la filosofía como tal, como desde la filosofía de la ciencia en particular, ha surgido un modo de encarar todo discurso desde una perspectiva dialógica. Veremos tres casos desde la filosofía como tal, pero luego prestaremos mucha importancia a las críticas que han surgido desde la filosofía de la ciencia, pues ello afecta directamente al núcleo central del discurso médico tradicional.
El primero es Gadamer(5). Este autor representa otro paradigma de “conocimiento” que se constituye en la filosofía continental sobre todo a través de E. Husserl y M. Heidegger, de quien Gadamer es discípulo directo. Sin embargo Gadamer no es un mero expositor del pensamiento metafísico de Hiedegger, sino que profundiza la noción de conocimiento como hermenéutica, comenzada ya en el s. XIX por autores como Dilthey, Scheleimacher y continuada en cierto modo por Heidegger aunque con fines metafísicos que, como dijimos, no preocupan tanto a Gadamer. Lo importante es Gadamer contrapone “verdad” a método, entendiéndose por este último la pretensión del método en las ciencias positivas donde conocer es la recepción de “datos” en un sujeto pasivo. Al contrario, dice Gadamer, conocer es entender, es comprender al mundo del otro desde el mundo propio. Comprender es interpretar: es habitar de algún modo el mundo de vida del otro para poder decodificar, siempre de modo imperfecto, no lo que dice el otro sino por qué, desde dónde afirma su relato. La interpretación no es en Gadamer algo sobreañadido al un discurso informativo. Todo discurso, aún el aparentemente informativo, está proferido desde un horizonte, que es el mundo de vida del otro. Conocer, comprender, es comprender el propio horizonte y desde allí el horizonte del otro. De este modo, la hermenéutica de Gadamer se constituye al mismo tiempo en una filosofía del diálogo(6), donde comprender es:
a) ir desde el propio horizonte al encuentro del horizonte del otro, donde por lo tanto el sujeto (no en sentido psicoanalítico, sino gnoseológico) tiene un papel fundamental, dado que el conocimiento se juega en la relación entre sujetos que constituyen los “mundos” u “horizontes”,
b) el fin del conocimiento no es dominar sino entender, comprender el mundo del otro, otro que siempre es el otro aunque se unan en una intersección de horizontes que Gadamer llamar “fusión de horizontes”. Gadamer le da al escuchar al otro(7) una importancia hermenéutica fundamental que tiene importantísimas consecuencias para todo diálogo.
El segundo filósofo que tomaremos en cuenta es M. Buber, cuyo eje central, a efectos de los fines de este trabajo, es la noción de diálogo como un “yo-tú”(8) simétrico, en contraposición con un “yo-eso”, donde el yo trata al otro yo como una cosa, como un inferior, a su servicio. El “eso” marca la relación de dominio, que legítimamente podríamos tener con una cosa no-persona. Es la relación que legítimamente puede tener un profesor con su fibra, su trozo de tiza o su power point. Un “eso”. Pero con la otra persona, la relación se vuelve simétrica: es otra persona, es un tú, al cual, por ende, no se lo puede instrumentalizar ni dominar. Volvemos a decir que todo esto puede sonar “bonito” pero se vuelve particularmente complicado a la hora de entablar una relación con personas a las cuales suponemos legítimamente como instrumentos de un plan, no porque las consideremos maliciosamente a nuestro servicio sino precisamente porque queremos “servirlas”. El problema de las estructuras discursivas de dominio es precisamente ese. Si no, sería filosóficamente una nimiedad. Obvio que un secuestrador no dialoga con su víctima….
El tercer filósofo que quisiéramos citar es J. Haberlas(9). Discípulo de Horkheimer y Adorno y fuertemente neokantiano, es un caso diferente de Gadamer, cuya distancia de “la modernidad” es mayor. Habermas, a diferencia incluso de sus maestros, no considera totalmente fracasado el “proyecto moderno”. El “dominio” del que hablaban sus maestros lo ubica Habermas en la “racionalidad instrumental”, a la sola consideración de algo como medio respecto a fin, con la eficacia como criterio de validez. A ello, contrapone la acción comunicativa o racionalidad dialógica, como rescate del proyecto moderno. Tomando elementos de la linguística y la hermenéutica actuales (influyen Wittgenstein y Gadamer, ya citados). Esta acción no está orientada al éxito sino al entendimiento (comprensión), y para ello establece tres condiciones de diálogo: la veracidad como acuerdo sobre el tema de conversación; la rectitud como cumplimiento de las normas implícitas del mundo social donde se dialoga; la sinceridad como coherencia entre la auto-presentación y el discurso. Pero agrega otro muy importante y englobando de los tres: la aceptación críticamente motivada del discurso del otro, donde cada uno de los dialogantes evalúa el cumplimiento de las condiciones de diálogo por parte del otro, de tal modo que no haya una aceptación “empíricamente” motivada del discurso del otro, ya por premio o castigo. A nuestro juicio esto es fundamental. Impide todo tipo de dominio por parte de una persona a otra pero además establece las legítimas condiciones de autoridad moral que puede tener un dialogante, con lo cual el principio del supuesto saber no queda totalmente descartado en la racionalidad dialógica.
Desde la filosofía de la ciencia, es interesante el camino recorrido desde Popper, pasando por Kuhn hasta llegar a Feyerabend.
Popper comienza sus escritos hablando de falsabilidad empírica(9), esto es, que toda teoría científica debe estar abierta a la refutación empírica. Pero, a medida que evolucionan sus escritos, incluye la falsación empírica como un caso de la actitud racional(10), que consiste en estar abierto siempre al diálogo crítico con el otro, a dejarse interrogar y criticar por el otro. Esto, desde luego, no garantiza la infalibilidad, ni de uno ni de otro, pero sí protege de un discurso que queda encerrado en sus inevitables límites humanos con algo que también es humano pero que contrarresta la falibilidad: el diálogo conjunto en situación de igual capacidad de crítica. Popper se inscribe así en una tradición, que ya había comenzado en “On Liberty” de J. S. Mill, donde la libertad de expresión minimizaba las posibilidades de error(11). Pero no era ese el punto central: Popper se inscribe también en una posición más “de principios en sí mismos” cuando dice claramente que nunca se debe matar en nombre de una idea, una forma de decir: no impondrás las ideas, respetarás la crítica del otro. Lo interesante de todo esto es que Popper comienza diciéndolo para las ciencias naturales, lo extiende luego a todo el saber humano(12) pero lo sigue diciendo siempre para la física. Popper implica, para las ciencias naturales, una caída del discurso científico tradicional. Las implicaciones de ello para la ciencia médica, aún formada culturalmente en un cientificismo pre-popperiano, son obvias.
En el caso de Kuhn, son interesantes dos cuestiones. Primero hace tomar al lector una “conciencia histórica”(13): todo paradigma es histórico, es un relato inscripto desde el horizonte de un sujeto y por ende tan relativo a lo humano como cualquier otro discurso. No tenemos en Kuhn una expresa referencia al diálogo, pero sí la “caída” total y completa de la creencia de la física como “datos”, lo cual tiene una implicación directa en la pretensión monologante del discurso solamente informativo.
Segundo, Kuhn afirma claramente(14) que, en épocas de crisis, no son las normas abstractas de un método científico lo que dicen al científico qué hacer, ante los diversos paradigmas en competencia, sino la decisión subjetiva del científico lo que suple lo que la sola racionalidad “lógica” (algotírmica, dice él) no puede dar. Y que esa implicación del sujeto en la decisión (se refiere a casos como Copérnico, por ejemplo) no es un defecto de la ciencia, sino su misma naturaleza. Las implicaciones de eso para la crítica de un discurso donde el sujeto supuestamente no interviene (una ciencia “objetiva”) son más que obvias.
Por último, el caso de Feyerabend(16) es paradigmático. Ataca directamente el punto citado de Kant en el ya citado Qué es la ilustración. Le reconoce los progresos efectuados, pero ataca una fundamental incoherencia. ¿Por qué libertad para la religión y no para la ciencia? ¿Por qué la capacidad de decisión del sujeto queda librada sólo al ámbito religioso pero no al científico? Es necesaria, dice, una nueva ilustración, donde haya una nueva madurez que lleve la capacidad de decisión de la persona a todos los órdenes de su existencia(17). Coherentemente con ello, pide, en diversos escritos, la separación entre ciencia y estado(18), y en el ámbito médico reclama para los pacientes la misma libertad que ahora tenemos para con las diversas religiones(20). Ante la obvia objeción de que la ciencia es objetiva y la religión subjetiva, Feyerabend dedica la obra de toda su vida a demostrar que ambas implican la perspectiva subjetiva del sujeto, en la misma línea de Kuhn, pero con un estilo más iconoclasta. Y ante la obvia objeción de que ello implicaría un relativismo, contesta que no: que la ciencia es una tradición entre muchas(21), y que existe una realidad, que permite enfoques distintos, uno de los cuales es el científico(22).
6. El paso de la racionalidad positivista a la racionalidad dialógica.
Si sintetizamos los elementos vistos, veremos que gran parte de la filosofía actual ha dado un giro, de un tipo de racionalidad a otra. No, como en algunos autores post-modernos, una renuncia a la racionalidad, sino otro tipo de racionalidad, la dialógica. En ese giro, cabe reconocer, se han mezclado dos puntos: uno, la falibilidad de la ciencia, dos, el derecho del individuo a decidir sobre su propia existencia. Las dos cosas a veces se mezclan y no quedan claras premisas y conclusiones. No es que el derecho de la persona a la decisión sobre su propia existencia sea la conclusión de la falibilidad de la ciencia (que aparecería como premisa). En realidad el derecho a la decisión sobre la propia existencia es la conclusión del deber que tenemos de no imponer por la fuerza lingüística nuestros propios paradigmas, tengan estos el nivel de certeza y-o verdad que fuere. La falibilidad de la ciencia, tema destacado sobre todo por Popper, Kuhn y Feyerabend, lo que ha hecho es ayudar a tomar conciencia de que hay un discurso científico tradicional (que luego pasa a la medicina) basado en un modelo de información objetiva que excluye toda disidencia como un caso de insanía. Caída la infabilidad de la ciencia, lo racional se convierte entonces en racionalidad crítica, donde el diálogo con el otro en situación simétrica se convierte en la naturaleza misma de la racionalidad.
Una racionalidad “dialógica” sostiene las condiciones de diálogo como eje central. Tomando lo mejor de cada uno de los autores vistos, ellas podrían ser:
a) el respeto al otro en cuando otro. Esto es, la consideración de la individualidad del otro, el respeto a su condición de persona, su no reducción a “cosa” (de allí el “en cuanto otro”). Ello implica no sólo aceptación de sus características individuales, sino la tolerancia de aquello que consideremos un disvalor en nuestro propio paradigma.
b) El ofrecimiento de nosotros mismos. Ello implica: a) mostrar parte de nuestro horizonte al otro, para que el otro no sea engañado (de-velar nuestro ser a fines de auto-presentación en el discurso); b) que el fin de la acción comunicativa como comprensión sea que el otro alcance su propio bien, su propio proyecto de vida; que no sea una copia de uno mismo, sino él mismo. Que sea “otro”.
c) Respetar las condiciones linguísticas de diálogo, esto es:
1. La no utilización de actos del habla que ocultan estrategias de dominio de la voluntad del otro(23)
2. Hablar de manera tal que el otro se sienta invitado a expresar su propia opinión(24);
3. respetar el “derecho a la interpelación”, o “derecho a la pregunta” que tiene el otro ante mi propio discurso (se deriva directamente de la actitud crítica popperiana y del “discurso críticamente motivado” de Habermas). Esto es importante porque:
3.1. Alguien puede ver desafiado el principio del recto saber, pero,
3.2. si se cumple la condición 3, el otro puede otorgarnos una “autoridad moral”, dialógica, tal que ratifique la confianza que se nos tenga, confianza que, si no cumpliéramos estas condiciones de diálogo, se quebraría, produciendo la caída del ppio. del recto saber en los escenarios que podría ser más necesario…..
7. La “caída filosófica” del discurso médico tradicional.
Con “filosófica” queremos decir que no nos estamos refiriendo a las situaciones vistas en los diversos casos presentados en clase(25), en los cuales la situación de terminalidad pone al médico en una posición para la cual su discurso tradicional paternalista no lo tenía preparado en absoluto. Nos estamos refiriendo a que, si aplicamos la racionalidad dialógica a la relación médico-paciente, se produce un cambio en el tipo de discurso, (que mantiene intacto el acto médico) antes de llegar a una situación de crisis, o sea, en cualquier circunstancia. Ese cambio está dado fundamentalmente por meta-mensajes actitudinales implícitos, que se podrían sintetizar de este modo:
a) mi opinión es que usted podría llegar a padecer X, y que necesitaríamos adicionales medios de diagnóstico X1. Le explico por qué.
b) Escucho sus preguntas y opiniones.
c) Mi opinión es que usted podría mejorar, o no estar peor, si sigue el tratamiento X2. Pero el que decide es usted y su familia.
d) Yo me puedo equivocar pero, además, la ciencia médica en la que me baso es un modo de conocimiento, entre otros, y falible. Mayor razón aún para que usted tenga derecho a consultar otros médicos y otros paradigmas médicos diversos y tratarse según lo que usted decida.
Vuelvo a reiterar: se trata de un meta-mensaje, esto es, de algo no explícitamente dicho, sino que rodea al inicio del discurso y se va “diciendo paulatinamente” en el diálogo consiguiente que se va produciendo entre médico y paciente. La preparación psicológica del médico debe incluir, no sólo su conciencia profesional de los cuidados paliativos, sino una mínima capacidad de diagnóstico inicial para saber qué tan explícito se convierte el meta-mensaje implícito. Allí, sin embargo, sería muy deseable una atención interdisciplinar simultánea con un equipo psicológico, precisamente para la ayuda al paciente en cuanto a la recepción de este “nuevo” mensaje. El problema pasa de ser el clásico “cómo se lo digo” (suponiendo que se trata de una enfermedad grave y-o terminal) a “cómo le digo que es libre”; “que tiene derechos”; “que tiene que tomar sus propias decisiones”(26). Sería deseable un futuro donde médicos y psicólogos atiendan juntos todos los casos clínicos y que la derivación a la psicología de cuidados paliativos sea una de las tantas acciones interdisciplinarias que se produzcan en una misma institución.
8. El derecho a la intimidad. Consecuencias médicas.
Finalmente, se podría decir que todo esto se maneja a un nivel filosófico sin consecuencias práctico-jurídicas. Para ello debemos remitirnos al derecho a la intimidad. Ya hemos hablado de él desde el principio cuando hablamos del derecho que la persona tiene a las decisiones sobre su propia existencia. Pero debemos precisarlo más y hacer ciertas aclaraciones.
El derecho a la intimidad personal no tiene su fundamento último en el escepticismo, y lo aclaramos cuando dijimos que las críticas de Popper, Kuhn y Feyerabend a la objetividad de la ciencia influyen pero no son la raíz última de la cuestión. Por otra parte, cuando desde Gadamer y parte de la filosofía continental se está criticando la noción de conocimiento como información objetiva, no por ello se está tirando abajo la posibilidad de conocimiento: al contrario, colocar al conocimiento como comprensión no agrega ni quita nada a la posibilidad de verdad en la comprensión del otro, aunque agrega motivos para sacar de la ciencia el ideal de certeza (convertirla en conjetura, como en Popper) y derivar el ideal de certeza hacia nociones más cotidianas e íntimas (“…dime algo de lo que estés seguro”, pregunta alguien en la película Juegos de patriotas, y la respuesta es “…el amor de mi hija”). Se podría agregar que si creemos que la verdad está mejor custodiada en una noción de objetividad, dato, etc., cuando todo ello “cae” al descubrirse la implicación del sujeto en el acto de comprensión, entonces sí nos sumergiremos en el escepticismo, y eso es lo que sucede precisamente en algunos autores post-modernos(26).
Dando un ejemplo concreto: si alguien no quiere hacerse una transfusión sanguínea por objeción de conciencia, el fundamento del respeto a dicha decisión no es el escepticismo total. No, tenemos buenas razones para suponer que la transfusión le hará bien (aunque con todo el margen de conjeturalidad de la filosofía de la ciencia post-popperiana); es el respecto a su autonomía como persona la clave de la cuestión.
Tampoco la clave radica en una especie de indiferencia, como a veces se ha traducido, en la práctica, el principio jurídico de que los derechos de uno terminan donde comienza el derecho del otro. Esto es: no es cuestión de responderle “es tu vida”, como si esa expresión implicara “no me importa tu vida”; “haz lo que quieras”, “muérete”. Esa indiferencia hacia el otro sería fácilmente objetada por aquellos que con toda razón reclaman para la vida social una preocupación y solidaridad para con el otro. La cuestión –la clave de la cuestión- es si se debe usar la fuerza pública para obligar al otro a hacer algo que atenta contra las decisiones –equivocadas o no- de su conciencia.
La clave radica, entonces, en el deber moral de no imponer nuestras ideas (nuestros paradigmas, nuestras visiones del mundo) por la fuerza, fundado ello en la condición de persona del otro, que tiene inteligencia y libre albedrío, y que por ende sólo puede convencerse de la verdad por la sola fuerza de la verdad, de la argumentación. Ese deber es lo que “del otro lado” se traduce como un “derecho a” la ausencia de coacción sobre las decisiones tomadas en conciencia. La relación yo-tú no es, por lo tanto, “a mí” (yo) “no me importa en absoluto lo que te ocurra”, ni tampoco, del otro lado, (tú) “puede hacer absolutamente lo que quiera con su vida”. No, la cuestión es: “yo” tengo el deber de no imponer mis ideas por la fuerza y por ende “tú” tienes el derecho de reclamar ese deber, lo cual se traduce en un derecho de la ausencia de coacción sobre tu conciencia.
¿Cómo se traduce esto jurídicamente? Estamos convencidos de que este derecho a la intimidad personal, así presentado, está explícitamente reconocido en el art. 19 de la Constitución, que afirma que “…Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe”. Obsérvese que el artículo no dice que las acciones privadas de los hombres “son todas buenas y correctas”, sino que “…están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”. Desde un punto de vista secular podemos traducir ello como “fuera del ámbito humano de competencia”. Y se coloca el famoso “harm principle” de Mill como el límite: los derechos de terceros (dejando de lado el debatido tema de la moral pública que ha dado para tanto).
A su vez, si quedara alguna duda, creemos que aunque el texto no diga “derecho a la intimidad”, está reconocido implícitamente en el art. 33: “…Las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán entendidos como negación de otros derechos y garantías no enumerados; pero que nacen del principio de la soberanía del pueblo y de la forma republicana de gobierno” (las itálicas son nuestras).
En el ejemplo referido, por ende, el no someterse a una transfusión de sangre puede ser interpretado como una acción privada que no afecta derechos de terceros. Nos atrevemos a opinar, sin embargo, que no podría aplicarse el mismo criterio a menores, dado que ellos son, precisamente, terceros involucrados.
Las consecuencias médicas de todo esto son sencillas pero muy importantes. Ninguna persona puede ser obligada a salir de su casa para someterse a cualquier tratamiento médico, y ninguna persona puede ser obligada a permanecer, como encarcelada, en cualquier institución médica, ya pública o privada. Hay, lamentablemente, un vacío cultural y jurídico en esta cuestión, lo cual produce casos tan dolorosos como el de “Mini”, visto en clase(27). Si, para evitar el juicio de mala praxis, el médico necesita un expreso acto de voluntad del paciente, la práctica del rechazo informado y- o la orden de no resucitación deberían ser tan comunes como el consentimiento informado, y si una institución médica se negare a ello, el caso debería ser presentado ante la Suprema Corte de Justicia.
9. Conclusión.
El derecho a morir dignamente, el rechazo al encarnizamiento terapéutico, tiene por ende fundamentos epistemológicos, filosóficos y jurídicos. Hay al respecto, como dijimos, una falta de conciencia cultural, incentivada por el dominio cultural de la tecno-ciencia y su tentación permanente de omnipotencia. Existe, también, un rechazo cultural a hablar de la muerte, a pensar en la muerte, y allí la filosofía, sobre todo, puede interactuar con la psicología y la medicina. Estamos convencidos de que, a medida de que estas trabas culturales se vayan venciendo, la utilización de los cuidados paliativos, con todos sus equipos inter-disciplinarios (médicos, psicólogos, y, por qué no, filósofos y representantes de las diversas comunidades religiosas) dejará de ser la excepción para comenzar a ser la “norma” ante algo humano, muy humano, ante lo cual ponemos todos nuestros mecanismos de negación: la muerte.
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1) Nos referimos a su clásico Investigaciones filosóficas [1945], Crítica, Barcelona, 1988.
2) Ver al respecto Austin, J.L.: Cómo hacer cosas con las palabras [1955], Paidós, 1990.
3) Kant, I.: “Qué es la Ilustración” [1784], en Filosofía de la historia, Qué es la ilustración, Terramar Ediciones, La Plata, 2004.
4) Dialéctica de la Ilustración (1944, 1947) Trotta, Madrid, 1994 1ra edición.
5) Ver Verdad y método, I, y II [1960/1986]; Sígueme, Salamanca, 1991/1992
6) Ver Verdad y método II, (op.cit), sobre todo puntos 5 y 16.
7) Op.cit., punto 16.
8) Buber, M.: Yo y tu, Nueva Visión, Buenos Aire, 1994.
9) Ver Teoría de la acción comunicativa, Taurus, Barcelona, 1987
10) Sobre todo en La lógica de la investigación científica [1934], Tecnos, Madrid, 1985, sobre todo caps. 1 al 5.
11) Ver sobre todo The Myth of the Framework; Routledge, Londond and New York, 1994, Introducción.
12) Ver Mill, J.S., On Liberty, en Polanco, M.: 100 Books of Philosophy, CD Guatemala, 2001.
13) Sin caer por ello en escepticismo. Al respecto, véase Artigas, M: Lógica y ética en Karl Popper, Eunsa, Pamplona, 1998.
14) La expresión es de Gadamer; ver El problema de la conciencia histórica [1959], Tecnos, Madrid, 1993
15) Ver “Objetividad, juicios de valor y elección de teoría”, en La tensión esencial; FCE, 1996
16) Ver Adiós a la razón; [versión inglesa]; Tecnos, Madrid, 1992
17) Op.cit., p. 60.
18) Ver Tratado contra el método; Tecnos, Madrid, 1981, cap. 18.
19) Ver Adiós a la razón, op.cit.
20) Op.cit., p. 59.
21) Ver Diálogos sobre el conocimiento; Cátedra, Madrid, 1991, . 121.
22) Ver Habermas, op.cit., libro I cap. III.
23) Ver Nozick, R.: Philosophical Explanations, Harvard University Press, 1981, Introduction.
24) Nos referimos sobre todo a “Introducción a los cuidados paliativos: un campo de acción para los profesionales de la salud mental” (Ana Marquís); “Avatares de una decisión crucial – Actos médicos e intervenciones psicoanalíticas” (Ana Marquís) y “Encarnizamiento terapéutico: un aporte testimonial” (Carina Maguregui).
25) El asunto radica fundamentalmente en comenzar a tratar a las personas conforme a sus derechos, y de allí el lenguaje surgirá en forma espontánea. Lo que quiero decir es: la pregunta de cómo decir a alguien que tiene derechos se minimiza si de antemano la tratamos como se debe, esto es, como alguien que tiene derechos. El problema puede darse (y es yo lo vivo en la relación profesor/alumno) cuando del otro lado se supone de antemano que no se tienen derechos. El que se considera un esclavo se sorprende cuando el supuesto “señor” comienza a comportarse como un igual.
26) Nos referimos sobre todo a Vattimo, G.: Más allá de la interpretación (Paidós, 1994) y Rorty, R.: La filosofía y el espejo de la naturaleza, Cátedra, Madrid, 1995.
27) Ver nota 24.