domingo, 28 de agosto de 2011

EL LIBERALISMO CLÁSICO EN ARGENTINA (escrito el 10 de Junio de este año)

(Escribí esto para una publicación on line el 10 de Junio de este año; digo esto para que se entienda el final, pleno de optimismo :-))) )
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La Argentina no tiene un buen pronóstico en cuando a poder evolucionar alguna vez hacia instituciones liberales clásicas verdaderamente vividas y aceptadas.

El país nació como un empate dudoso entre tradiciones monárquicas antiliberales y una combinación, a su vez, del liberalismo ilustrado europeo con el único representante argentino del liberalismo anglosajón (Alberdi) que dieron como resultado la Constitución de 1853 más una codificación al estilo francés (códigos civil y penal), más una política educativa ilustrada de manos de Sarmiento (con fuerte presencia de los estados provinciales). Todas esas instituciones, más las oleadas inmigratorias del s. XIX, italianas y españolas, conformaron al país en una relativa estabilidad institucional hasta 1930, con una reducida intervención del gobierno central en la economía, lo que permitió a la Argentina un primer período de crecimiento importante.

Los restos del nacionalismo monárquico anterior quedaron, sin embargo, fuertemente aferrados en los horizontes culturales. Intelectuales fuertemente antiliberales alimentaron el nacionalismo autárquico, el odio hacia todo lo anglosajón y una explícita simpatía para con Mussolini y la Falange española. Ese fue el origen ideológico del golpe de estado de 1930, que por un milagro no terminó en una dictadura total. Sin embargo, la alfombra cultural nacionalista estaba desplegada y sólo hacía falta alguien que la supiera aprovechar demagógicamente y manejara bien los fenómenos de masas. Ese fue Perón.

Perón configuró institucionalmente la cultura política que nunca mas abandonó a la Argentina y la condenó al subdesarrollo económico e institucional. El partido mayoritario, dominante, popular, identificado con La Nación, versus las oligarquías explotadoras aliadas con el imperialismo. La persecución a la oposición y a la prensa libre. Un congreso nominal al servicio del dictador y una corte de justicia adicta al poder. La nacionalización de todas las empresas de servicios públicos, transportes incluidos, más una industria protegida por el gobierno nominalmente privada. Controles de precios, salarios, alquileres, emisión monetaria, etc.
Los militares que en 1955 se rebelaron contra Perón hicieron verdaderamente, como ellos mismos dijeron, un peronismo sin Perón, lo cual es una perfecta explicación de lo que es Argentina. Para entender este curioso país, hay que imaginarse que la Italia de Mussolini o la España de Franco aún siguieran tal cual. Pues bien: eso es Argentina. Agreguemos a ello la guerra civil entre la guerrilla marxista, que sólo retroalimentó los preconceptos marxistas ya presentes en Perón, y los militares sólo anticomunistas pero sin idea de nada, y la Argentina quedó destruida por completo.
Desde 1983 hasta 2003 la Argentina intenta volver a la vida democrática, pero sus líderes y la opinión pública también seguían adoleciendo del peronismo sin Perón. Y el culmen del peronismo auténtico llega de la mano de Nestor Kirchner, un dictador con todas las letras, totalmente marxista y autoritario, que no convirtió a Argentina en Venezuela inmediatamente sólo porque el poder peronista estaba dividido.

¿Qué fue de los liberales clásicos en todo esto? Un triste destino. Quedaron históricamente unidos a los golpes de 1955 y 1976, con lo cual la distinción, en la praxis argentina, entre liberalismo y conservadorismo de derecha es casi nula. Los liberales libertarios recién están emergiendo en think thanks privados, con pocos recursos humanos y económicos, que no existen para la opinión pública, y sólo por ello no fueron perseguidos por los Kirchner. El ESEADE jugó un digno papel intelectual desde 1984 hasta 1991 más o menos pero aún así su llegada a la opinión pública fue nula. La llegada política de los liberales a los partidos políticos tradicionales, también (en general insisten con un “tercer partido” que será liberal, lo comienzan a hacer, se pelean todos entre ellos y todo termina en nada, como en una especie de eterno retorno).

El pronóstico es reservado. Escribo a pocos días de que la heredera de la dictadura de Nestor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, se decida o no a un segundo mandato y por ende a un tercer período kirchnerista. Si se postula y gana, el liberalismo, en la praxis, tiene una sola salida en Argentina: el aeropuerto.

domingo, 21 de agosto de 2011

JUSTIN CASE HELPS :-))



(Por si acaso ayuda :-)) )

Hace muchos siglos, en una lejana galaxia…………………………

http://www.cadal.org/documentos/documento_31.pdf

lunes, 15 de agosto de 2011

LA VICTORIA DE LO DE SIEMPRE.

Creo que HOY vale la pena recordar esto que escribí el 11 de Octubre de 2009. Es parte de otra nota, pero hoy vale la pena reproducir sólo esa parte. Porque no es sólo la cuestión de la demagogia y el clientelismo político. Es el peronismo como horizonte de pre-comprensión cultural. Hasta que eso no se comprenda, vamos a seguir sin “comprender” nada…
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No creo ser el mejor y más anti-peronista, pero, si se abriera un concurso al respecto, me presentaría. Mi historia familiar, mis usos y costumbres, mi psicología, mi foja de servicios de casi 34 años al servicio al liberalismo clásico de orientación anglosajona y hacia la Escuela Austríaca de Economía, me pondrían el menos entre los candidatos a ganar el concurso. Por si quedara alguna duda, quiero citar simplemente esto que escribí en el 2002: “…Vuelvo a insistir en que pocas veces se repara en el drama cultural que esto significa. Es como si en Italia existiera aún un partido mussoliniano, en Alemania un partido Nazi o en España un partido franquista, y como si los demás partidos hubieran copiado sus costumbres. Europa sería hoy lo que era en el 30. Así de simple. Que en Argentina exista, con toda su fuerza política, un partido “peronista”; que muchas y cultas personas se digan peronistas, que estudien y digan practicar la “doctrina” del “líder desaparecido”, que aún canten su adulona, grotesca y promarxista cancioncita (la “marcha peronista”) es una muestra del drama al que me estoy refiriendo y parte de la explicación de la “natural” decadencia argentina” (1) (aclaremos que el “esto” se refería al peronismo). Y, finalmente, como las aclaraciones son siempre insuficientes para los no tan amigos, los amigos que me conocen no necesitan ninguna otra aclaración.

Pero la Argentina es peronista como horizonte de pre-comprensión cultural. Así de simple. No es cuestión de peronistas buenos o malos, corruptos u honestos. “Peronistas somos todos”, dijo Perón con la típica sagacidad maquiavélica del autoritario. Es cuestión de usos y costumbres, de visión del mundo, de sus concomitantes juegos de lenguaje. Y para los que han estudiado a Ortega, a Gadamer y a Wittgenstein, y a Hayek y a su evolucionismo cultural, eso es todo. No queremos reconocer la fuerza de los horizontes culturales, porque ellos son invisibles: es lo que Gadamer explicaba con “el problema” de la conciencia histórica.

Algunos liberales argentinos (casi una contradicción en términos) tuvieron ante este “problemita” las típicas negaciones iluministas del racionalista ingenuo. Yo las tuve mucho tiempo. Todo consiste en “difundir bien las ideas” y listo.

Pero cabe reconocer que en la Revolución Libertadora, liberales clásicos había 3, o 4, y estoy contando estrictamente. Lo demás fue un peronismo sin Perón porque, claro, eran todos peronistas culturales, aunque anti-peronistas personales. Los resultados fueron obvios.

Que los obreros necesiten ser protegidos contra “el capital”; que los privados tiendan al monopolio, que sin salario mínimo el trabajador es explotado, que los sindicatos son los que impiden la explotación del trabajador, que todo lo privado es culpable hasta que se demuestre lo contrario, que muchas empresas estatales son convenientes, que la sociedad es conjunto de intereses corporativos que deben armonizarse por el estado, que el estado debe tomar un rol muy activo en salud, previsión social, educación; que el ingreso debe ser re-distribuído con impuestos a la renta; que el estado debe controlar activamente las política exterior, monetaria, minera, laboral, etc etc etc…….; que el capital extranjero es seguramente representante del imperialismo y las potencias extranjeras y que atentan contra la soberanía; que la pobreza latinoamericana se debe a la explotación de los EEUU; que los liberales son malvados y están en contra de la “justicia social”, etc etc etc………. Que hay que controlar a los medios de expresión privados porque impiden el derecho a la información del pueblo…. (Perón fue un “maestro” en todo esto)….Y me quedo corto, muy corto……………… Son todas ideas compartidas por casi toda la población, y por ende por dirigentes políticos y sindicales, empresariales, ya sean justicialistas, radicales o etc. Políticos y opinión pública se retroalimentan en esas creencias culturales, que han conducido a la pobreza más aberrante de la mayoría de la población, víctima de………… Sí misma.

En ese sentido, el anti-peronista es únicamente el minoritario y marciano liberal clásico. Todos los demás son peronistas. Hay “anti-peronistas” que creen que lo son porque están en contra de la corrupción de determinados dirigentes, o porque vienen del radicalismo y algo de liberalismo político aún respiran, respiración lenta y casi moribunda que en la Argentina los hace similares a Tocqueville. Pero son peronistas culturales, como todos los demás”.

domingo, 14 de agosto de 2011

NO, HE CAN´T (Sobre Obama, unos dos años y medio después).

Reproducimos ahora, a dos semanas de la casi cesación de pagos de EEUU, el post que publicamos sobre Obama cuando asumió la presidencia. Saque el lector sus propias conclusiones.
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DOMINGO 8 DE FEBRERO DE 2009

WITH ALL DUE RESPECT MR. PRESIDENT

Hay una escena en la serie commander-in-chief (que no siguió), donde la protagonista, que es la presidente de los EEUU (si, “la” presidente, esa era la originalidad de la serie) era abordada imprudentemente por un empresario que le pedía un subsidio. Ella, la intachable, la que estaba decidida a cambiar Washington, le contesta más o menos que cómo se atreve. Y él le dice, revelando en su respuesta el drama político de las democracias occidentales: “you have the power, don´t you?”

Terrible respuesta.

La historia real nos ha deparado, no una mujer, sino un afroamericano, inteligentísimo y de atractiva personalidad, que ha despertado la admiración de muchos, y me incluyo.

Nuestro presidente está empeñado en obras públicas y subsidios para sacar a la economía de EEUU adelante. Ok, Bastiat no, Keynes si. Lo comprendemos. Pero lo interesante es que hace poco, con esa franqueza que lo caracteriza, ironizó la oposición de algunos republicanos diciendo algo así como “¿van a pregonar de vuelta sus viejas recetas?”

Y si, algo de razón tiene. O casi toda. Pregonando el mercado libre, los republicanos han bajado algunos impuestos, pero han aumentado el déficit y el control gubernamental de la economía por doquier.

Pero qué lástima que nuestro presidente, lleno de vigor y nobles ideales, crea que ese mamarracho es la free market economy, y no parezca tener noticia de otros ideales. Los de Mises, Hayek y varios libertarios norteamericanos, que desean el cambio tanto como él. Porque mientras Obama piensa que se puede cambiar al gobierno, volverlo “bueno”, los libertarios pensamos que el gobierno mismo es el problema. El cambio, la auténtica revolución, consistiría en eliminar totalmente la Reserva Federal, los controles migratorios y aduaneros, todos los subsidios y prebendas, eliminar totalmente el impuesto a la renta, el Welfare State, devolver el manejo de los bienes públicos a los municipios, en eliminar la CIA y todas las comisiones reguladoras de Washington, y luego, en el 2012, luego de la auténtica revolución, estaríamos en condiciones de ver qué hacemos con el Limited Government.

Hasta entonces, nada de fondo cambiará. La historia le estará muy agradecida a este joven héroe, si consigue evitar una 3ra guerra. Igual agradecimiento le debemos a Kennedy. No es poca cosa. Pero por lo demás, la desilusión será grande y lo más triste es que él no entenderá por qué. Cabe esperar, sin embargo, que su juventud e inteligencia (que es mejor que la “experiencia” de los malos hábitos) le de la plasticidad suficiente para “cambiar” su noble utopía en sus propios poderes. Si, es noble soñar en que uno va a utilizar su propio poder para el bien. Es noble soñar con ser superman o el Capitán América. Pero más noble es volver a ser el humilde administrador de una humilde república, antes que dejar el triste recuerdo de todos los imperios.




domingo, 7 de agosto de 2011

CONOCIMIENTO VERSUS INFORMACIÓN

¿De qué trata mi último libro “Conocimiento vs. Información”?

(http://www.unioneditorial.co.uk/index.php?page=shop.product_details&flypage=shop.flypage&product_id=323&option=com_virtuemart&Itemid=27&vmcchk=1&Itemid=27)

Para resumir el tema voy a publicar lo tratado en su punto 1, que fue escrito en el 2008. Espero que esto genere mucho debate entre los filósofos.
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PARADIGMA DE LA INFORMACIÓN VS. PARADIGMA DEL CONOCIMIENTO*

Es habitual que en la Escuela Austríaca de Economía se hable de “conocimiento disperso”. Sin embargo, desde los ensayos fundacionales del tema(1), “knowledge” y “information” se han usado como sinónimos, indistintamente, y ello sigue sucediendo. Es nuestra intención en este artículo mostrar que se trata de cuestiones muy diferentes, y que dicha distinción afecta a las cuestiones básicas de epistemología de la Escuela Austríaca y que incluso se relaciona con la antropología filosófica y la psicología evolutiva de la cual se ha producido un revival gracias a The Sensory Order de Hayek(2).

¿A qué llamamos “paradigma de la información”?

Es una noción de conocimiento muy difundida culturalmente. Tiene sus orígenes filosóficos pero lo interesante es que se absorbe en la vida cotidiana, y se manifiesta en nuestros usos del lenguaje cotidianos. De algún modo suponemos que hay “hechos”, que son “objetivos”, más allá de las interpretaciones del sujeto del conocimiento. Ante estos “hechos”, el sujeto es pasivo: ellos “caen” en el sujeto, que es “informado” por los hechos y a su vez “informa” sobre los hechos. O sea que presuponemos que hay muchas ocasiones donde el conocimiento es un sujeto pasivo que recibe “datos” ante los cuales no queda otra que “informarlos objetivamente” o callar o mentir.

Claro, muestro horizonte cultural nos dice, también, que ámbitos de la vida humana donde la interpretación del “sujeto cognoscente” es fundamental: la literatura, el arte, la filosofía, la religión… Pero todo ello supone a su vez que si uno quiere ser “objetivo” entonces debe “poner entre paréntesis” esas “opiniones personales” y, nuevamente, ir a los hechos. Los hechos están dados, sobre todo, por números, cifras (hasta que alguien pregunta “qué es un número”…), “los datos de las ciencias”, los sucesos históricos incuestionables, los acontecimientos cotidianos, políticos y económicos (aquí la comunicación social y el periodismo tienen a la “objetividad” como un deber moral de su profesión)…. Y hasta en humanidades se considera a veces que hay “hechos”: ellos estarían representados por los textos, que “objetivamente señalan lo que un autor dice” más allá de nuestras opiniones sobre el autor, doctrina o lo que fuere…..

Sobre esta noción cultural tan afianzada se ha atrincherado una versión de verdad como correspondencia afirmada sencillamente como “correspondencia con los hechos”. Juega esto un papel muy importante en las acusaciones de mentira o sinceridad, en las sentencias de los tribunales, en las diversas ideologías políticas que se acusan las unas a las otras de “negar los hechos y no ver lo evidente” y hasta en los enojos de los diversos gobiernos con los comunicadores sociales que “no informan objetivamente de los hechos”(3).

Obsérvese que hasta ahora no hemos dicho de qué modo son afectadas las ciencias sociales por esta cuestión, pero el lector ya podrá deducir por sí mismo las implicaciones que esto ha tenido sobre epistemología de la economía, tema al cual volveremos más adelante.

Pero, ¿cuál es el origen histórico (me refiero a historia de la filosofía) de este paradigma de la información?

Faliblemente, mi hipótesis tiene dos momentos principales.
Uno está en Descartes. Pero no acusándolo de todos los males del mundo, como hacen algunos heideggerianos, tomistas o algunos liberales. Descartes quiere salir al rescate del escepticismo del s. XVI(4). Para ello, como se sabe, reconstituye primero la certeza en el yo y, desde allí, la certeza en el “mundo externo”. Allí se da un fuerte impulso para concebir al conocimiento como la relación entre sujeto y objeto, donde este último, el objeto, se concentra en un mundo físico matemáticamente conocido. Ese último tiene “objetividad”. Pero Descartes era un filósofo más sutil que la aparente claridad de sus escritos. La certeza del mundo externo tenía en su sistema, como garantía, la existencia de Dios. Cuando las críticas posteriores de Hume tiraron abajo ese presupuesto, cayó también la garantía de la certeza y surgió nuevamente el escepticismo. Kant intentó rescatar al conocimiento, nuevamente, de ese escepticismo, pero ya con un sistema filosófico donde se abandonaba la certeza de la “cosa en sí” (la esencia de ese mundo físico cartesianamente conocido) para pasar a la certeza de unas categorías a priori que reconstruyen la certeza racional sobre la física y la matemática, dejando a la metafísica (tan importante en Descartes) en el rol de la creencia, la fe. El sujeto pasa a tener un papel más activo, por las categorías a priori, pero no por ello “el objeto” deja de tener importancia: al contrario, se refuerza la idea de una física-matemática como el lugar del conocimiento racional.

Esto influye, aunque no directamente, en el segundo momento: el positivismo del s. XIX y el neopositivismo del s. XX. Menos sutilmente, se enfatiza en este caso el papel de las ciencias naturales como el conocimiento racional y objetivo, como el lugar de los “datos” sobre los cuales puede haber un “lenguaje informativo”, no afectado por las arbitrarias interpretaciones del sujeto (es más, se relega a la metafísica como un “sin-sentido”, un non-sense (ya lo había dicho Hume), un engaño del lenguaje. Es esto lo que influye decididamente en toda nuestra cultura, en las ciencias sociales, en el periodismo, en nuestro lenguaje cotidiano: el conocimiento ideal es el que se acerca a la objetividad de los hechos que las ciencias logran “informar”.

Logra conformarse así el siguiente paradigma:
1. Conocimiento es igual a información. Esto es, sujeto que recibe pasivamente los hechos e informa sobre los hechos.
2. La verdad es igual, por ende, a la correspondencia entre el mensaje informado y los hechos.
3. El lenguaje es “especular”: es locutivo: la sintaxis, la semántica y las palabras son un espejo, un reflejo de los “hechos”. La palabra “silla” es un espejo de la silla física.

Este paradigma sufre una crisis con tres “giros” típicos de la filosofía del s. XX: el giro hermenéutico, el giro lingüístico y el giro epistemológico. Los voy a exponer como habitualmente son interpretados.

El giro hermenéutico, que habría comenzado con Heidegger, podría estar representado fundamentalmente con Gadamer y sus “horizontes” desde los cuales pre-comprendemos el mundo. Ya no hay sujeto y objeto sino círculo hermenéutico, un sujeto que proyecta su horizonte desde ese mismo horizonte. Ya no habría objeto en el sentido habitual del término. El título del libro clásico de Gadamer, “Verdad y método”(5), contrapone el método de las ciencias positivas al conocimiento que se logra por la comprensión del acto de la interpretación. Gadamer es visto muchas veces como fuente de autores post-modernos, aunque él mismo se mantuvo distante de ello, como se puede ver por sus debates con Derrida(6).

El giro lingüístico, representado sin duda por el segundo Wittgenstein, destruye la concepción especular del lenguaje para sustituirlo con su noción de “juegos de lenguaje”(7), donde el lenguaje es acción: no “describimos cosas” con el lenguaje sino que “hacemos cosas” con el lenguaje(8). El lenguaje ya no es copia de un hecho objetivo, sino constitutivo de una forma de vida.

Finalmente, el “giro epistemológico”, representado por Popper y toda la filosofía de la ciencia post-popperiana en adelante (Kuhn, Lakatos, Feyerabend). Este es el que más sorprende, sobre todo porque afecta al núcleo de la creencia cultural todavía vigente de que las ciencias son las que se “salvaron” de la interpretación y la subjetividad humana. Con todas sus diferencias, estos autores aceptan la crítica central que Popper hace al inductivismo ingenuo de sus amigos neopositivistas, inductivismo que consistía en suponer que podía haber “observaciones” que sean “neutras” de nuestras teorías e hipótesis(9). Popper plantea claramente que las hipótesis preceden a la observación y la guían; que la “base empírica” es interpretada por nuestras hipótesis, y que la metafísica, incluso, ocupa un lugar central en la historia de las ciencias(10). Popper defendió luego enfáticamente su realismo ante lo que supuestamente sería el relativismo de Kuhn y Feyerabend(11), pero es obvio que después de él la ciencia ya no consiste en hechos que pasivamente se depositan en un sujeto llamado científico, sino en audaces hipótesis que ese sujeto plantea a priori de sus observaciones empíricas (que de “empíricas” ya tienen poco…..).

Sin embargo, de estos tres giros quedó un sabor a escepticismo. Nosotros pensamos que son plenamente compatibles con el realismo, pero no es esa la opinión habitual. Y no es para menos. Si la interpretación es el eje central del conocimiento humano, si el lenguaje no describe al mundo sino que al parecer lo constituye; si la ciencia ya no es el lugar de los hechos sino de nuestras subjetivas hipótesis, ¿dónde quedan la verdad, la realidad, la certeza?

Es que el paradigma de la información parece haber “monopolizado” la propiedad de estas tres últimas. La verdad (más la certeza y la noción de realidad) parecen haberse depositado en el banco de los “hechos objetivos”. Quebrado ese banco, se quiebra consiguientemente la verdad, y no parece haber moneda que la sustituya excepto cierto post-modernismo escéptico…

La clave de la cuestión, en nuestra opinión, se encuentra en el olvido de una nueva visión de “mundo” que debemos a la fenomenología de Husserl. La visión habitual de Husserl es su insistencia sobre el “polo del sujeto” en cuya conciencia intelectual se da la “descripción objetiva de las esencias” poniendo entre paréntesis la existencia concreta del “mundo externo”. Que su libro Ideas I (12) sea uno de sus más leídos y el énfasis que él mismo puso sobre dicho libro ayudaron a que se difunda una versión de Husserl donde no sólo él seguiría aferrado a la distinción sujeto-objeto sino también a cierto idealismo.

Sin embargo, en ese mismo libro se encuentra un epílogo donde Husserl se defiende enérgicamente de la acusación de idealismo, distinguiendo entre idealismo psicológico e idealismo trascendental, y extrañándose (con razón a nuestro juicio) cómo sus críticos pudieran confundir una cosa con la otra. Por otra parte, investigaciones actuales demuestran(13) que ya desde esa época (1913 en adelante) él estaba trabajando sus fundamentales nociones de “mundo circundante” y “mundo de la vida” y la noción de intersubjetividad, que plasman posteriormente en Ideas II, Meditaciones Cartesianas y La crisis de las ciencias europeas(14).

Esto es fundamental, porque la clave está precisamente en sustituir la noción de mundo como cosa física por la noción de mundo como mundo de la vida, de la vida humana, inter-subjetivo, co-personal. Mundo es ante todo el conjunto de relaciones intersubjetivas en las cuales y desde las cuales conocemos. Para dar el famoso ejemplo de Schutz, “entendemos” si estamos en una conferencia, una ceremonia religiosa o un juzgado no por la disposición de sillas y escritorios, sino por las relaciones entre las personas que asignan roles, suponiendo una acción humana intencional(15). Si no tuviéramos in mente esos esquemas cognitivos fruto de nuestras relaciones intersubjetivas no podríamos “comprender” nada, como nos ocurre cuando “vemos” restos físicos de una civilización antigua y “no entendemos lo que vemos”. Lejos de llevar a cualquier relativismo, esto re-constituye la noción de conocimiento, realidad, verdad y certeza. El conocimiento no es entonces la relación de un sujeto pasivo a un dato objetivo, sino “vivir en”, “estar en” un mundo de vida y por ende “entender”: por eso el comprador o vendedor pueden entender lo que es un precio porque en su mundo de vida hay relaciones inter-subjetivas donde “se vive” el intercambio comercial, ya sea en Chichicastenango o Nueva Cork. La relación es “persona-mundo” y no “sujeto-objeto”. La realidad es ese mundo de la vida: es “real” que estoy comprando tal cosa, o escribiendo este artículo, o que el rector de la universidad me pide algo, etc. A partir de allí es que puedo “ver” a las realidades físicas como reales, cuando están insertas en un mundo de vida que les da “sentido”, en sus usos inter-subjetivos cotidianos: es real que el agua “sirve para beber y bañarnos”; y qué sea el agua sin ese mundo de vida, es algo humanamente incognoscible. La verdad, a su vez, ya no es la “adecuación con” un mundo externo, sino que, dado que “estoy en” un mundo de la vida (del cual no soy “externo”) puedo expresarlo sin mentir: la verdad es la expresión de un mundo de vida habitado. Y de esa expresión (ejemplo: “estoy en una reunión”) puedo tener “certeza” precisamente porque habito ese mundo.

Desde la fenomenología del mundo de la vida de Husserl, los tres “giros” aludidos no tienen sentido relativista(16).

La hermenéutica, el acto de interpretación, ya no es –como habitualmente se la entiende- “algo sobre algo”: la opinión adicional de un sujeto sobre un objeto (que puede ser un texto, una cosa física, una situación social). Interpretar ya no es la opinión sobre “el hecho” de que Adam Smith sea el autor de La Riqueza de las Naciones: interpretar es conocer, vivir en. La interpretación es, directamente, conocimiento como habitar, estar en, vivir en, ser en. Por ende entender que Adam Smith sea el autor de “La Riqueza de las Naciones” es ya interpretar, porque para entenderlo debemos “vivir en” un mundo de vida tal que nos haga ello comprensible. Los horizontes de Gadamer son los mismos mundos de la vida de Husserl, con un énfasis en su historicidad intrínseca.

Y por ende es obvio que el lenguaje no es copia de un mundo físico externo, sino un aspecto concomitante de un mundo de vida co-personal y por ende intrínsecamente hablado. Con nuestra acción humana vamos conformando los mundo de la vida, y parte de ello es el lenguaje como acción (aspecto ya visto por Mises(17)). No tiene nada de “idealista” que decir o no decir “buenos días” implique una diferencia en el mundo de vida que habito; y lo que suponemos “información” (acto “locutivo” del lenguaje), como por ejemplo “el baño está al fondo a la derecha” implica la decisión, la acción humana de suponer que ese aspecto de la realidad es relevante y que el otro tiene la expectativa de compartir esa misma relevancia. Los juegos del lenguaje de Wittgenstein son la expresión lingüística de los mundos de la vida de Husserl(18).

Finalmente, las hipótesis, los “paradigmas” científicos forman parte de los horizontes de los diversos mundos de la vida que habitamos. “Suponemos” que un cuerpo se cae por la gravedad con la misma naturalidad que el habitante del mundo de vida medieval suponía, con todo sentido, que un cuerpo cae porque tiende a su lugar natural, que es el centro de la Tierra. Newton en un caso, Ptolomeo en el otro: teorías, discursos, relatos que forman parte de los supuestos de nuestro mundo de la vida. Y que supongamos que Newton “es verdad” porque sirva para entender y calcular trayectorias (desde piedras hasta naves espaciales) es tan natural como al marino medieval le era natural suponer la verdad de Ptolomeo porque le servía para guiarse por sus viajes en el océano. Que tengamos razones filosóficas para suponer a Newton más cerca de la verdad que Ptolomeo no le quita a uno u otro su carácter esencialmente humano en cuanto a hipótesis interpretativas del mundo físico. Que los mundos de la vida sean anteriores a las teorías científicas, siendo aquello que las dota de sentido, fue la principal tesis de Husserl en su libro sobre la crisis de las ciencias europeas, donde además criticó al neopositivismo de su tiempo con mayor precisión filosófica y menor tono dialéctico y apocalíptico que el más conocido caso de la escuela de Frankfurt.

¿Qué tiene que ver esto con la epistemología de las ciencias sociales y la Escuela Austríaca de Economía?

Pues obviamente mucho. No todo mundo de la vida es orden espontáneo, pero sí todo orden espontáneo es ante todo un mundo de la vida, un mundo inter-subjetivo, espontáneo. Concebir a las ciencias sociales, como Hayek las piensa, como modelos de órdenes espontáneos, presupone concebir a la vida social como mundos de acciones humanas inter-subjetivamente conectadas. El “subjetivismo” de Mises y Hayek presupone entonces, aunque ellos no lo hayan visto en su momento, la inter-subjetividad de Husserl y la acción humana intencional, que Husserl describe en libro Ideas II. Es allí donde debe verse la interconexión entre esa acción humana intencional de Husserl con el análisis de la acción humana en Santo Tomás de Aquino, como lo ha destacado claramente Francisco Leocata en su último libro(19). Ese es el andamiaje filosófico el que dota de coherencia y consistencia a una economía basada en el estudio de la acción humana, donde la voluntad y el libre albedrío estén claramente afirmados y defendidos.

Y es allí donde se abre un diálogo necesario con la epistemología evolutiva de Hayek en The Sensory Order. Contrariamente a lo que a veces se pueda suponer, la antropología filosófica de Santo Tomás de Aquino afirma permanentemente la unidad psiquis-soma, para decirlo en términos actuales (con conciencia del “eslabón de sentido” que agregamos). No hay en Santo Tomás de Aquino, al estilo Platón, un alma que sea esencialmente incorpórea, ni tampoco la inteligencia es, en Sto. Tomás, sólo la expresión más alta de las potencias sensibles(20), como sí lo fue en el aristotelismo averroísta(21). En Sto. Tomás, para decirlo en términos de su época, la sensibilidad es causa eficiente instrumental de la inteligencia. No hay en él “mente” frente a “cuerpo”. Para decirlo en términos actuales, todo el sistema nervioso es condición necesaria, aunque no suficiente, para la acción de la inteligencia. Por lo tanto, toda hipótesis en la cual la evolución del sistema nervioso tiene un rol central en nuestros esquemas cognitivos es totalmente compatible con la acción humana libre e intencional como Santo Tomás la concibe. Pero esa hipótesis evolutiva tiene que estar abierta a la emergencia de una inteligencia no reductible a lo solamente material, y esa es la ventaja de la epistemología evolutiva de Popper(22) sobre el carácter solamente biológico del conocimiento en Hayek(23). Cabe aclarar que, además, es perfectamente compatible con Santo Tomás de Aquino una hipótesis evolucionista creacionista, como la ha desarrollado Mariano Artigas(24), y que tira por tierra las renovadas discusiones entre “creación” y “diseño inteligente”.

Conclusión: dejemos de hablar de “información”, “hechos”: el conocimiento humano no es información. El conocimiento humano es “vivir en”. Ello explica que la interpretación, el lenguaje y la ciencia sean aspectos esenciales del “mundo de la vida” que vivimos y habitamos, y que la realidad, la verdad y la certeza se re-configuren para dejar de ser monopolio del neopositivismo. Ello permite encarar directamente el subjetivismo de la epistemología de las ciencias sociales de autores como Mises y Hayek, a la vez que permite entender en qué sentido usaban el término “knowledge”. Y ello los pone en contacto directo con Husserl y Santo Tomás de Aquino, sin quitarles nada de sus aportes en cuando a praxeología, orden espontáneo y epistemología evolutiva, sino al contrario, dándoles renovados fundamentos filosóficos y antropológicos.
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* En “NOMOI”, Marzo de 2008.

1) Ver Hayek, F. A. von: “Economics and knowledge”, en Individualism and Economic Order, Chicago University Press, Midway Reprint 1980.

2) University of Chicago Press, [1952]; 1976.

3) Lamentablemente en todo esto juega un papel importantísimo en toda la doctrina y jurisprudencia del llamado “derecho a la información” y el “derecho a réplica” contrapuestos las más de las veces a la “mera libertad formal” de la “libertad de expresión”.

4) Ver García Morente, M.: Prólogo a Descartes, R.: Discurso del método y Meditaciones metafísicas, Espasa-Calpe, Madrid, 1979.

5) Ed. Sígueme, Salamanca, 1991.

6) Ver Gadamer, H.G.: “Reconstrucción y hermenéutica” [1988], en El giro hermenéutico, Cátedra, Madrid, 1998.

7) Ver su clásico Investigaciones filosóficas, Crítica, Barcelona, 1988.

8) Ver especialmente op.cit., nros. 1 a 11.

9) Michael Friedman desafía esta interpretación en su libro Reconsidering Logical Positivism (Cambridge University Press, 1999). Su tesis principal es que el núcleo central del neopositivismo era neokantiano más que sencillamente empirista, pero ello no salva el problema del rol que los horizontes metafísicos juegan en la interpretación de los llamados “datos”.

10)Ver especialmente “La demarcación entre ciencia y metafísica” [1955], en Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1983.

11) Nosotros no creemos que dichos autores sean “relativistas” como habitualmente se los presente. Hemos intentado demostrarlo en Hacia una hermenéutica realista, Austral, Buenos Aires, 2005.

12) FCE, 1986.

13) Ver San Martín, J.: Presentación a Husserl, E.: Problemas fundamentales de la fenomenología; Alianza, Madrid, 1994.

14) Respectivamente: Ideas… Second book [1928 aprox.], Kluwer Academic Publishers, 1989; Meditaciones cartesianas, Tecnos, Madrid, 1986 [1931]; The Crisis of European Sciences [1934-1937 aprox.]; Northwestern University Press, 1970.

15) Ver Schutz, A.: On Phenomeology and Social Relations, University of Chicago Press, 1970, p. 197.

16) Esto es independiente del debate sobre si Gadamer, Wittgesntein, Popper, Kuhn o Feyerabend son “relativistas”. Yo creo que no lo son, y que reaccionan sobre todo ante una noción positivista de verdad, desarrollando para ello nuevas categorías y lenguajes que no encajan con los paradigmas realistas tradicionales como el aristotelismo y el neotomismo (de allí los interminables malentendidos). Pero lo que ahora queremos decir es que, aunque lo sean, sus “giros” pueden ser re-interpretados desde la fenomenología del mundo de la vida de modo perfectamente realista.

17) Ver Teoría e Historia, [1957]; Unión Editorial, Madrid, 1974, cap. 10, punto 6.

18) Ver Leocata, F.: Persona, Lenguaje, Realidad, UCA, Buenos Aires, 2003.

19) Ver Estudios sobre fenomenología de la praxis, Proyecto, Buenos Aires, 2007.

20) Sobre estos temas en Santo Tomás de Aquino, ver sobre todo Summa Theologiae, I, Q. 75-79.

21) Ver al respecto Gilson, E.: La filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1976.

22) Ver especialmente Popper, K.: El universo abierto, un argumento a favor del indeterminismo; Tecnos, Madrid, 1986.

23) Ver The Sensory Order, op.cit., cap, VIII.

24) Ver sobre todo La mente del universo, EUNSA, 1999.