domingo, 28 de febrero de 2021

EL BARBIJO EN EL MENTÓN.

 



Si. Cada vez más seguido. Va aumentando la cantidad de gente que anda de aquí para allá con el famoso adminículo en el mentón. Tal vez para algunos tenga algún sentido estético.

¿Algún beneficio médico?

Lo dudo, aunque no faltará algún “experto” del Conicet, de la CDC o de la OMS que afirme que la transpiración vía el mentón de la cara es harto peligrosa.

Pero no. Sencillamente la naturaleza de las cosas se impone, aunque no se piense.

Aunque no se piense porque tampoco son partidarios del libre comercio quienes lo practican. Gracias a Dios que el libre mercado sobrevive en los mercados negros, pero quienes lo practican creen que están haciendo algo malo. Luego votan a Cristina Kirchner, protestan contra la corrupción y cuando aún se podía viajar se traían compus de Miami sin declarar. Un combo cultural interesante.

Un combo cultural interesante que explica en gran parte (aunque cuál será el primer motor……) lo que sucede en gran parte del mundo con el barbijo pero especialmente en Argentina, donde lo que salva aún la situación es el incumplimiento de las normas. En EEUU o Alemania vas preso, de mal modo y con orden judicial. Aquí no, hemos descubierto un common law más sencillo: si viene alguien y me dice algo, lo subo de vuelta y luego me lo vuelvo a poner en el mentón. Pero culturalmente es complicado: tengo razón yo al llevarlo así, pero tiene razón el ministro de salud, que me dice lo contrario. Una teoría de la doble verdad. Averroes reivindicado. El ministro de salud no es malo por ser cómplice del barbijo que no llevo. Es malo porque su amigo se coló. Su amigo no es malo por ser un asesino confeso, libre, premiado y exonerado. Es malo porque se coló.

Mientras tanto, el barbijo en el mentón.

Un símbolo cultural apasionante, diría Spock. Un tipo ideal complicado, diría Weber.

Y sí. Che b, sacate el barbijo. Che b, ponete el barbijo. Che b, ponételo en el mentón. Y si no te das cuanta cuándo sos un b.

IM-PRE-SIO-NAN-TE.

Argentina, el país de las lógicas no clásicas. 

Que Dios me proteja y NO me proteja al mismo tiempo y en el mismo sentido. Por favor. 

domingo, 21 de febrero de 2021

JUST IN CASE

 

EL FUNDAMENTO ULTIMO DEL RECHAZO AL ABORTO

 

 

 

Por Gabriel J. Zanotti

Text Box:

Buenos Aires, Junio de 1997.

 

 

1. El fundamento último ontológico

 

Alguien puede estar en contra del aborto (voluntario) por muchos motivos. Entre los más complejos, podríamos enumerar a los religiosos, filosóficos y científicos. No vemos ningún problema en que cada cual ponga acento en motivos diferentes, y menos aún en el diálogo entre las diversas perspectivas. El problema es que a veces los motivos se mezclan, esto es, se con-funden, produciendo, precisamente, confusión, tanto en el emisor como en el destinatario del mensaje antiabortista.

 

Últimamente se observa la tendencia a argumentar en contra del aborto a partir del código genético. El argumento parece en principio irrefutable. Desde el primer momento de la concepción está presente la totalidad de la carga cromosómica humana y, por ende, la persona humana es tal desde el inicio de su concepción. Todo ello, con sus consecuencias éticas obvias: no puede ser eliminado, ni se puede experimentar con él, ni puede ser congelado, etc. Ahora bien, los antiabortistas que así argumentan, colocando esta tesis como lo primero y principal, no advierten, en nuestra opinión, que se colocan en una posición débil.

 

En primer lugar, la teoría del código genético es una teoría científico-positiva. Luego, por más corroborada que esté hasta el momento, su certeza depende de todo un marco hipotético que, cuanto más alto y profundo, más incierto. La biología depende allí de ciertas teorías atómicas que, en poco tiempo o en mucho, pueden cambiar, corregirse, perfeccionarse, etc. ¿Qué pasaría dentro de un siglo si la teoría del código genético es, con suerte, lo que son hoy las teorías gravitatorias de Newton frente a la relatividad einsteniana?

 

Las hipótesis, en ese sentido, explican las “apariencias sensibles”1 de los fenómenos observados, y, en ese sentido, son el antecedente de un razonamiento de la forma “si p, entonces q, es así que q, luego p”. Pero eso, desde el punto de vista de la lógica más elemental, es una contingencia. La afirmación del consecuente (q) no implica necesariamente la afirmación del antecedente (p), que en este caso es la hipótesis.

 

Por lo tanto, por más corroborada que esté una hipótesis científica, carece de una certeza lógicamente derivada de la lógica interna del método hipotético-deductivo.

Ahora bien, la teoría del código genético es una hipótesis científica.

Luego, carece de una certeza lógicamente derivada del método utilizado.

Luego, pasar de esa carencia de certeza a la certeza de que la persona es tal desde el primer momento de la concepción, es un error epistemológico, una extrapolación metodológica.

 

En segundo lugar, que algo sea o no una persona es una cuestión ontológica. La biología no puede inferir desde sus premisas si algo es persona o no lo es. Pasar de la biología a la ontología es también una extrapolación.

 

En última instancia, quien argumente en contra del aborto colocando como premisa fundante al código genético, está trasladando el margen de incertidumbre propia de la ciencia positiva a la posición moral que quiere defender, en la cual no se pretende incertidumbre.

 

En nuestra opinión, el fundamento último de que la persona es tal desde el primer momento de la concepción es ontológico, no científico-positivo. El desarrollo de una persona es accidental, no esencial, a lo que la persona es.

 

A su vez, las potencias propias de la persona, esto es, inteligencia y voluntad, no tienen por qué estar siempre ejercidas ni estar totalmente desarrolladas. Pues toda potencia es tal en acto 1ro., y cuando se ejerce pasa al acto 2do. Un niño de dos días tiene en ese sentido la potencia en acto 1ro. de caminar aunque no la ejerza en acto 2do.

 

Luego, dadas estas premisas, la persona humana es tal desde el primer momento de su concepción, porque el momento de su desarrollo es accidental a su esencia, y sus potencias específicas como persona se encuentran en acto 1ro, si bien no siempre en acto 2do.

 

Por supuesto, las premisas aludidas pueden no aceptarse, si no se acepta el contexto filosófico que las sostiene, pero la diferencia con la teoría del código genético es que, de ser aceptadas, no dependen del testeo empírico ni están sometidas a eventuales cambios de paradigma, como sí lo están las teorías científico-positivas. Presentan, en ese sentido, una certeza proporcional a la conclusión moral a la que se quiere llegar. En ese sentido, el fundamento último del rechazo al aborto es ontológico.

 

Esto no implica que la filosofía, en este aspecto ontológico, no pueda y/o deba dialogar con la ciencia. Al contrario, el diálogo siempre es fructífero, siempre que no haya extrapolación. La extrapolación no es diálogo, sino invasión de territorios epistemológicos.

 

Por ello, una vez expresado el fundamento último (y primero en el orden del ser) el diálogo con la ciencia actual implica recordar que la biología contemporánea parece aportar conclusiones que en nada lo contradicen.

 

2. La argumentación dentro de la Iglesia

 

Santo Tomás no pensaba que la persona humana era tal desde el primer momento de la concepción. Las distinciones ontológicas entre sustancia, accidente, esencia, potencia en acto 1ro. y acto 2do. estaban plenamente afirmadas por él; empero, afirmaba, tomando la teoría de la “animación retardada” de Aristóteles, que la persona humana era creada tal por Dios después de la transformación sucesiva de forma vegetativa a sensitiva en el desarrollo del feto. En nuestra opinión, cometía un error, pues su misma tesis de la unidad sustancial lo debería haber llevado a otra conclusión. Empero, igual estaba en contra del aborto afirmando que aquello que estaba en potencia de ser persona no debía ser eliminado.

 

Hasta 1974, la Iglesia no se pronunció, a favor de la tesis de la animación retardada; ni tampoco en contra; ni tampoco a favor ni en contra de la animación desde el primer momento de la concepción. Tanto una como otra posición, y mucho más las hipótesis biológicas, “eran” opinables para el Magisterio. Este último utilizaba una argumentación que lo colocaba por encima de esos debates y, como una verdad de razón necesaria para la Fe, era afirmada con el peso de la autoridad magisterial. Esa argumentación es muy simple y similar a la parte final de la posición de Sto. Tomás. Consiste en afirmar que, independientemente del momento de la concepción, lo que presumiblemente es una persona no debe ser matado, pues la “duda a favor” no autoriza éticamente el matar sino al contrario (como, según el clásico ejemplo, quien está cazando y tiene la impresión de que lo que se mueve puede llegar a ser una persona y no un ciervo, no debe disparar).

 

La “Declaración sobre el aborto” de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe2 del 18/11/74 era clara y distinta en este punto. Se apoya, por cierto, en la teoría del código genético, pero tiene conciencia de sus limitaciones y pone las cosas en su punto: “Por lo demás, no es incumbencia de las ciencias biológicas dar un juicio decisivo acerca de cuestiones propiamente filosóficas y morales, como lo son la del momento en que se constituye la persona humana y la legitimidad del aborto. Ahora bien, desde el punto de vista moral, esto es cierto: aunque hubiese duda sobre si el fruto de la concepción humana es ya una persona, es objetivamente un pecado grave el atreverse a afrontar el riesgo de un homicidio. ‘Es ya un hombre aquel que está en camino de serlo’”3.

 

Ahora bien, en el documento “Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación”4, del 22/2/87, de la misma Congregación, la argumentación parece inclinarse a favor de que la vida humana es tal desde el primer momento de la concepción sobre la base de la biología actual. La distinción entre los niveles científico, filosófico y teológico se presupone, pero por razones apologéticas -obvias en un documento de esta clase- la argumentación los presenta muy juntos: “...Por lo tanto, el fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el respeto incondicionado que es moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual. El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se el deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida”5. Afortunadamente, ese “por tanto” con la que el párrafo se inicia tiene esta aclaración epistemológica inmediatamente previa: “Ciertamente ningún dato experimental es por sí suficiente para reconocer un alma espiritual; sin embargo, los conocimientos científicos sobre el embrión humano ofrecen una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana: cómo un individuo humano no podría ser una persona humana? El Magisterio no se ha comprometido expresamente con una afirmación de naturaleza filosófica, pero repite de modo constante la condena moral de cualquier tipo de aborto procurado. Esta enseñanza permanece inmutada y es inmutable”6

 

Ocho anos más tarde, en la importante encíclica de Juan Pablo II Evangelium vitae, del 25/3/957, el modo de argumentar parece ir por caminos similares, citando, incluso, al documento de 1987: “...Aunque la presencia de un alma espiritual no puede deducirse de la observación de ningún dato experimental, las mismas conclusiones de la ciencia sobre el embrión humano ofrecen ‘una indicación preciosa para discernir racionalmente una presencia personal desde este primer surgir de la vida humana...’”8

 

Pero esta vez, desde un punto de vista hermenéutico, la aclaración epistemológica es más clara y, además, posterior al texto recién citado: “Por lo demás, está en juego algo tan importante que, desde el punto de vista de la obligación moral, bastaría la sola probabilidad de encontrarse ante una persona para justificar la más rotunda prohibición de cualquier intervención destinada a eliminar un embrión humano. Precisamente por esto, más allá de los debates científicos y de las mismas afirmaciones filosóficas en las que el Magisterio no se ha comprometido expresamente, la Iglesia siempre ha enseñado, y sigue enseñando, que al fruto de la generación humana, desde el primer momento de su existencia, se ha de garantizar el respeto incondicional que moralmente se el debe al ser humano en su totalidad y unidad corporal y espiritual...”9.

 

Como vemos, a pesar de que los documentos eclesiales dan fuerza, unos más, otros menos, a ciertos argumentos científicos y filosóficos, cuando bajan todo el peso de su autoridad magisterial la fuerza argumentativa se concentra en un argumento moral que, en sí, es de razón, pero a la vez próximo a la Fe por estar afirmado con la autoridad la Magisterio en materias que le son propias y que no son, por ende, una cuestión libre entre teólogos.

 

3. Conclusiones finales

 

De todo lo afirmado, pueden inferirse los siguientes puntos:

 

1) La fundamentación última del rechazo al aborto procurado no consiste en una hipótesis científica.

 

2) En nuestra opinión, la fundamentación última del rechazo al aborto es, per se, que la persona humana es tal desde el primer momento de la concepción, estando esto último fundamentado en una ontología no sometida a testeo empírico.

 

3) Per accidens, esto es, aunque se dude de la afirmación anterior, la sola duda de si el embrión es humano o no justifica el rechazo al aborto procurado directamente.

 

4) El Magisterio pontificio ha basado su rechazo al aborto sobre todo en esta última argumentación, principalmente cuando su autoridad magisterial está en juego.

 

5) En este último caso -cuando la autoridad magisterial está en juego- es prudente que el Magisterio distinga cada vez más con mayor claridad el argumento moral principal de otros que, con relación a la Fe, sean opinables.

 

 



1 Ver Sto. Tomás, Suma Teológica, I, Q. 32, a. 1 ad 2.

2  Paulinas, Buenos Aires, 1983.

3  Op. Cit., p. 22.

4  Ver L’Osservatore Romano, del 15/3/89.

5  Op. Cit., cap. 1, 1.

6  Idem.

7  Ver L’Osservatore Romano, del 31/3/95.

8  Op. Cit.,  cap. III, Nro. 60.

9  Idem. La bastardilla es nuestra.

domingo, 14 de febrero de 2021

EN ÉPOCAS OSCURAS, ALGUNAS ESPERANZAS




LA INTERPRETACIÓN DE BENEDICTO XVI SOBRE EL VATICANO II Y ALGUNAS ESPERANZAS SOBRE LA IGLESIA 


https://newmedia.ufm.edu/coleccion/seminario-interpretacion-de-benedicto-xvi-sobre-el-vaticano-ii-y-posibles-esperanzas-para-la-iglesia/ 

lunes, 8 de febrero de 2021

SOBRE LAS ELECCIONES EN EEUU: PECAMOS, PERO FUE POR EL BIEN COMÚN. POR RICARDO VALENZUELA

 

PECAMOS, PERO FUE POR EL BIEN COMÚN
Ricardo Valenzuela
En medio de la bruma que provoca una batalla decidida, hace unos días emergió a la superficie algo que llama la atención del mundo entero. Un insultante articulo publi-cado en la izquierdista publicación, Times, en donde, asumiendo una quijotesca acti-tud, aceptan que la elección del pasado mes de noviembre le fue robada a Trump, pero, fue en beneficio de la humanidad.
Pasan luego a describir todas las acciones del presidente en contra del Cabal, como serias agresiones al mundo que amenazaban sus objetivos y, sobre todo, la paz mundial, agresiones tan loables como a su igualdad mal entendida, la resurrección del racismo que en realidad fue gestado por Obama, el no haber dado la importancia tan merecida a las minorías homosexuales y derivados que, según ellos, Trump amenazaba, los disturbios que hubiera causado en el comercio global provocados por su odio al principal socio, China, su irresponsable ataque al medio ambiente solo para lograr la autosuficiencia energética y, también, para lograr el crecimiento del empleo y el ingreso de las clases populares, a costa de limitar la sabia vigilancia del gobierno a través de sus regulaciones pretorianas.
Es decir, reafirmando lo que siempre han expuesto los enemigos de la democracia, con gran orgullo afirman que el país, a través del fraude, se rescató de los de-seos de esas masas ignorantes que, intoxicadas por el populismo de Trump, decidie-ran continuar por esa ruta equivocada de una libertad irresponsable tendiente a de-bilitar la verdadera función del gobierno, el bienestar de sus hijos, y eso era solo presagio de algo tan peligroso como la anarquía. Esas irresponsables masas que siempre han pedido al gobierno no abrir las puertas, sin condiciones, a esas olas de infelices migrantes que, en sus países de origen, producto de la corrupción de sus gobiernos, no tienen oportunidades y simplemente los embarcan hacia el nuestro para que luego los sostengan en el poder con los billones que anualmente les en-vían.
Continúan presumiendo el haber rescatado el país de los enfrentamientos provoca-dos por Trump con todas esas eficientes, justas y productivas, instituciones interna-cionales como la ONU, la OTAN, la Unión Europea, cuando les estableció condiciones para que los EUA siguieran apoyándolos o retirarse de ellas, y de esa forma entorpe-cer sus loables actividades a través del mundo, al mismo tiempo que en su peregri-nar arrecian sus ataques y sus odios contra su gran enemigo, EUA. Pasan luego a colgarse la medalla al haber rescatado ese sagrado derecho de la mujer a tener abortos financiados por los causantes, sin límites, sin condiciones, hasta llegar a le-gislar el asesinato de niños nacidos a los nueve meses, seres que no pidieron venir a este mundo. Y, ese derecho, como país generoso que somos, de nuevo lo han exten-dido por el mundo apoyado financieramente, también por los causantes, que había sido cancelado por el mal gobierno que derrocaron.
La siguiente estrellita en su diadema, es presumir el derribo de la injusta estructura impositiva de Trump, cuando irresponsablemente llevara a cabo una reducción de impuestos en todas las categorías, limitando de esa forma los recursos que con tanta urgencia requiere el gobierno para continuar su gran cruzada de apoyo e impulso a la sociedad. Porque, la gente no entiende que hay partidas en el presupuesto que tienen una importancia especial, como financiar estudios de transgénero en Pakis-tán, pagar por las demandas establecidas contra congresistas por sus agresiones sexuales. Y, de igual importancia, pagar el costo de todas las investigaciones que fundamentaron los intentos del desaforo del presidente, incluyendo la investigación de la sociedad Trump con Putin para arreglar la elección de 2016, aunque resultaron todas falsas, pero, es su obligación estar vigilantes.
Resumiendo. Al estilo de los pasados gorilas militares en América Latina: “No me gusta el presidente”, y pasaban a la invasión de su oficina por un piquete de solda-dos, lo montaban en un avión para enviarlo al extranjero cargando todos sus millo-nes. Pero, en el caso de EUA, sin el apoyo de militares profesionales y patriotas, se decidieron por el robo de la elección frente a todo el mundo. Y, el colmo de la des-vergüenza, afirman los autores del articulo que, lo que hicieron los usurpadores, fue un acto de verdadero patriotismo para rescatar “la democracia”. Es decir, entienden la democracia funciona solo cuando ellos ganan y seguramente ellos son parte de los que elevaran llanto internacional cuando Pinochet rescatar a Chile de una conjura comunista.
Los verdaderos expertos afirman que el robo fue tan descarado y cargado de inepti-tud que, sin lugar a dudas, saben que en los próximos meses, por más control que tengan de la media, esta información estará emergiendo a la superficie, como ya es-tá sucediendo, y, ante el temor de lo que pudiera causar, decidieron que, en lugar de las clásicas apariciones de los militares latinoamericanos golpistas frente a la socie-dad justificando sus acciones, decidieron preparar el terreno y, después, llevar a ca-bo un mea culpa tan patriótico que haga llorar a la gente y darles las gracias.
Y, con la frialdad de los asesinos seriales, la nota describe cómo, ahogados de patrio-tismo, grupos empresariales, sindicatos, medios de comunicación, redes sociales, con una enorme preocupación por el futuro del país, decidieron llevar a cabo el robo para salvar la patria. Pero, omitieron información muy relevante. Esa no fue la prime-ra reunión de esos participantes en la traición. Una semana después del triunfo de Trump en 2016, esos mismos elementos se reunieron en un elegante hotel de Wa-shington para establecer lo que llamaron, La Resistencia. El grupo incluía 100 billo-narios coordinados por Soros con varios objetivos. Entorpecer todas las acciones del presidente para que fracasara y, si eso no se lograba, por los medios que fueran re-queridos provocar su desaforo. Y, si eso tampoco prosperaba, nunca permitir que se fuera a reelegir.
Sin embargo, hubo algo que su diabólico plan no considerara. El que las políticas de Trump provocaran el boom económico más grande de los últimos 70 años. Récords en la baja del desempleo, crecimiento económico, creación de 7 millones de em-pleos, casi 200 millones de americanos trabajando, recuperación de los lugares que Obama perdiera en el Índice de Libertad Económica, la autosuficiencia energética, fue tanto que Obama trató de colgarse esa medalla. Como consecuencia, la populari-dad del presidente explotaba y eso aseguraba su reelección. Y, al aproximarse la fe-cha, los invadía el pánico porque era ganar o su muerte junto con el marxismo que ellos querían implementar. Fue cuando decidieron robar para ganar. El primer golpe de estado de este siglo XXI y la gran vergüenza para los Estados Unidos de América y para el mundo.

domingo, 7 de febrero de 2021

UNA VEZ MÁS: NO SE DEBE.

 

Dejemos de lado los debates biológicos en cierta medida. (Ya verán por qué agrego “en cierta medida”).

¿Hay un virus nuevo suelto por ahí? ¿Hay bienes públicos, hay peligro de contagio, hay Estado? Ok, hágase lo justo y necesario.

El Estado puede:

a)       Recomendar medidas de higiene a sus ciudadanos.

b)      Reforzar las medidas de higiene públicas que ya se toman para todas las enfermedades infectocontagiosas. Limpieza en los bienes públicos estatales, hospitales bien provistos. O sea, lo efectos de un país desarrollado con un Estado presente sin violar el ppio. de subsidiariedad.

El Estado debe, como siempre:

a)       Custodiar el derecho a la libertad de expresión para que haya debates médicos y biológicos. Esto es, custodiar que ningún paradigma dominante sea coactivamente obligatorio para fomentar el aumento del conocimiento en temas falibles. Por eso dije "en cierta medida": porque el problema no es el debate, sino que NO haya un libre intercambio de pareceres.

b)      Custodiar el derecho a la libre asociación, la libertad religiosa y la libertad de enseñanza, para que cada institución decida lo que quiere hacer en su propio ámbito. Si alguien considera que lo hecho por otro es una externalidad negativa a su salud, el Estado debe garantizar una justicia eficiente para que esos casos se vayan solucionando por acumulación de sentencias.

¿PERO CÓMO PUEDE SER QUE A LAS AUTORIDADES PÚBLICAS SE LES HAYA OCURRIDO VIOLAR DERECHOS HUMANOS ELEMENTALES, Y A LOS GOBERNADOS ACEPTARLOS?

Cómo puede ser, ya lo sabemos. Gobernantes creen que son dioses y gobernados creen que deben obedecer. Ok, pero entonces debemos una vez más, aunque sea inútil, decirlo. Hay cosas que no se deben hacer. ¿Hugo un atentado a las Torres Gemelas? Ok, pero el Estado norteamericano NO DEBIÓ NUNCA convertirse en la Unión Soviética con la Patriot Act, que permite secuestrar ciudadanos y torturarlos en Guantánamo. NO SE DEBE Y LISTO, independientemente de su “conveniencia” para la “seguridad”.

EL FIN NO JUTIFICA LOS MEDIOS. La seguridad nacional NO justifica una dictadura, y la seguridad sanitaria NO justifica una dictadura sanitaria. El derecho de entrar, permanecer y salir del territorio es INALINABLE, IN-NEGOCIABLE. Idem con los derechos de asociación, libertad religiosa y libertad de enseñanza. Derechos que además significan vida, no muerte, aún con virus circulando. Sí, ya sé que era obvio que esto NO se iba a entender en un conjunto de personas esclavistas que habían renunciado a sus derechos hace milenios. Pero por eso mismo las civilizaciones llegan a veces a un punto de inflexión. La Civilización Occidental, cuya hija es la libertad, está a punto de morir bajo el propio peso de sus ideologías patológicas. Sí, dentro de poco ya todo será explícitamente totalitario, aunque manteniendo formas y nombres como colmo del engaño. Lo único que puede frenar esto es una reacción universal de valores. Si alguien está de acuerdo con esto, difúndalo. Si no, ok, sólo queda la granja de esclavos, cuya rebelión quedará suspendida sine die hasta el infinito. 

martes, 2 de febrero de 2021

La Argentina, un país que se quedó sin código ético-jurídico y sin camino educativo: nuestra tarea más urgente hoy no es la política ni la economía sino volver a cultivar las amistades que nos permitan recuperarlos. Por Carlos Hoevel.

 

La Argentina, un país que se quedó sin código ético-jurídico y sin camino educativo: nuestra tarea más urgente hoy no es la política ni la economía sino volver a cultivar las amistades que nos permitan recuperarlos.
Las imágenes del trato inhumano y violatorio de los derechos más elementales en Formosa y el increíble aval de esa situación por parte del funcionario nacional supuestamente encargado de velar por los derechos humanos ya no nos sorprenden: tal es el grado de deterioro de lo que yo llamaría el código ético-jurídico de la sociedad argentina.
Está claro que este problema no es de hoy: desde el principio de nuestra historia nuestro país estuvo muchas veces a punto de naufragar en el mar de la anarquía, el abuso personalista y corrupto del poder y las formas de violencia más injustas hacia las personas. Pero creo que entre nuestros antepasados y nosotros existía una diferencia no pequeña: en tanto ellos, incluso en medio del caos, reconocían la existencia de un código ético-jurídico básico al cual tarde o temprano sabían que tendrían que someterse, nosotros parecemos navegar a la deriva, sin norte, brújula o código alguno que pueda guiarnos para abrir un camino o al menos una brecha educativa que nos permita salir del aparentemente inacabable proceso de degradación que vive nuestra sociedad.
El gobierno actual me parece en ese sentido malo, mejor dicho, pésimo, porque acelera y profundiza a niveles inverosímiles nuestra caída hacia la anomia, el vacío o la inversión completa de todos los valores que sufrimos. Lo peor es que uno siente, por momentos, que están haciéndolo intencionalmente. Pero no nos engañemos: el cinismo de las actuales autoridades es solo la explicitación, sistematización y exhibición impúdica del cinismo generalizado que hace rato reina en la sociedad argentina, especialmente entre la dirigencia. Este cinismo viene teniendo su traducción práctica en la destrucción deliberada y suicida de todas nuestras tablas ético-jurídicas practicada por todos los gobiernos. El peor ejemplo es sin duda el desprecio de la vida humana -avalada por las más perversas justificaciones ideológicas- ya sea en conflictos pasados pero todavía vivos como el de los setenta, en la indiferencia gubernamental y judicial hacia las vidas arrasadas por la inseguridad o en la sanción bajo presión, aprovechando el clima de desconcierto y ejercicio limitado de las libertades de la pandemia, de una ley que avala lo que nunca aprobaría un código ético-jurídico más o menos universal: priorizar como política de salud la destrucción de las vidas humanas más frágiles e inocentes.
Otro ejemplo de nuestra pasmosa desorientación valorativa constituye la normalización durante décadas de niveles récord de despilfarro y corrupción estatal estructural que ponen a nuestra democracia al borde de colapsar bajo el peso del odio popular que puede llegar a estallar, si algún día la máquina de imprimir dinero dejara de funcionar y exhibiera el espectáculo oprobioso de un Estado casi exclusivamente dedicado a perpetuar en sus cargos a una inmensa y cada vez más inoperante y enriquecida casta estatal y política -junto a los empresarios y sindicalistas amigos del poder- que vive a expensas del resto del país productivo.
En este contexto, el ciudadano común se siente inerme. Y si es joven -y especialmente si es pobre (aunque al chico rico o de clase media le sucede también algo parecido) -no solo se siente inerme sino también vacío de todo contenido valorativo atractivo, de todo código de conducta, de todo ideal, de toda orientación importante para la vida: algo que nunca ha recibido de aquellos que tendrían que habérselo podido transmitir en sus casas o en su paso por nuestro cada vez más pobre en conocimientos, experiencias y referentes creíbles, sistema educativo.
Desgraciadamente a una multitud enorme de chicos y jóvenes argentinos les cabe para su destino la imagen trágicómica del "taxi libre" (que tomo prestada del pensador francés Remi Brague): un taxi que está vacío, que no sabe dónde va, y que puede ser tomado por asalto por cualquiera que pueda pagarlo. Sus pasiones, el dinero, un plan social, una ideología, la droga o la publicidad: cualquier influencia exterior puede tomar hoy al abordaje a nuestros chicos carentes de educación como se toma al abordaje una nave, llevándolos a cualquier lugar menos a dónde realmente tendrían el potencial y verdaderamente querrían ir.
¿Cómo enfrentar esta situación sin caer a su vez en el cinismo del que se siente derrotado y quizás piensa, en silencio, para sus adentros: "ya todo da igual, me hundo entonces yo también en la desesperanza y el egoísmo"?
Una salida a esta situación es, en mi opinión, la que probaron muchas sociedades a lo largo de la historia en medio de la debacle de sus países o civilizaciones: la de desarrollar y cultivar cada uno a nuestro alrededor, con las personas más aptas y mejor dispuestas que tengamos a mano, "amistades" o "fraternidades". Las pongo entre comillas porque no se trata de las amistades puramente afectivas o espontáneas -las "barras de amigos"- que tanto cultivamos en nuestro país. La amistad en su sentido más elevado moral y social es un vínculo que no se basa solo en la afinidad de dos o más que quieren estar juntos por una simple empatía o por tener algunos gustos comunes (como el fútbol o salir a bailar), sino que es la amistad entre quienes tienen en común, además de esas cosas o junto a ellas, otras "cosas divinas". En esa clase de amistades existe entre los amigos un ideal alto (el saber, la música, la justicia social, la fe religiosa o el patriotismo) que los atrae a todos y a cada uno y es sobre todo ESO los que los lleva a estar juntos de modo desinteresado: en esa amistad no priman los intereses, ni juega rol alguno la atracción sexual, ni el dinero, ni siquiera el gusto de estar juntos: sino el ideal, valor o verdad que tienen en común. De allí nace, finalmente, un "código de vida", un "método para vivir", unas "reglas sagradas" a las que los amigos se someten a gusto y que termina siendo para ellos y, a través de ellos, para toda la sociedad, un auténtico camino educativo.
Tal como también señala el recién mencionado Remi Brague, Aristóteles subraya que en una sociedad bien organizada, los hombres libres están atados por reglas sobre lo que se debe hacer y lo que no. Pero estas reglas o códigos crecen dentro de una amistad: si se es ciudadano ateniense, su código serán las leyes de la polis que reflejan las del cosmos y que comparte en la amistad cívica con sus conciudadanos; si se es caballero de una orden medieval será el código de honor de su orden de caballería o si se es monje medieval, será la regla monacal (ambas reflejo de la ley divina). Si se es japonés será el bushido, el código de los samuráis. Si se es chino será el tao. Si se es judío, será la Torah cultivada en la amistad de la sinagoga (asamblea). Si se es cristiano, será el núcleo evangélico y paulino de los diez mandamientos extraídos como un destilado sintético de la Torah en los que la amistad con Cristo y con los otros creyentes de la comunidad constituye el centro de la fuerza y capacidad de expansión extraordinaria que tuvo durante siglos ese código moral. ¡Y nosotros queremos sobrevivir y prosperar como sociedad sin ningún código y sin cultivar ninguna amistad en donde este código se vuelva fuerte y real! ¡Eso no ocurrió nunca en ninguna sociedad porque es imposible! ¿Cómo pretendemos nosotros lograrlo?
En cierto modo, los hombres libres, los verdaderamente libres, son, paradójicamente, los que están atados: 1) a un valor, a una verdad, a la que se someten, 2) a un código de conducta más o menos concreto que surge de ella, y 3) finalmente, a la fidelidad hacia los demás miembros de esa amistad (que no es la lealtad en sentido mafioso que es la caricatura de la auténtica amistad porque solo reconoce el código interno de supervivencia del grupo, y no los valores universales de los grandes códigos culturales que mencionamos).
Como dice Lucas, el chispeante chico de color en la serie Stranger Things: "entre amigos no se permite la mentira". Difícilmente encontremos en cualquiera de esos códigos milenarios mencionados, nacidos y cultivados en sus orígenes por pequeñas amistades (el núcleo de los primeros compañeros de Buda, los discípulos de Sócrates, los discípulos de Jesús) la autorización para mentir, robar, matar, ser corrupto o traicionar. Pero fue sobre todo el testimonio vital de esas amistades las que otorgaron fuerza y capacidad de expansión a esos códigos, y las que permitieron renovar ampliamente muchas sociedades reemplazando gradualmente los elementos más brutales del Derecho, por otros más elevados y humanos dando lugar a la mejora social de la Ley, que se expresa, por ejemplo, en los modernos códigos jurídicos constitucionales y las nociones como los derechos humanos de las que todavía seguimos viviendo a pesar de todo.
Mientras que nuestra idea de libertad actual (en nuestro país y también en los países más desarrollados del mundo que sufren también por esto gran decadencia) es la de "hacer lo que se quiere, cuando se quiere, con quien se quiere, como se quiere," la libertad que nos puede ayudar a salir de esta ruina social es solo la que logremos hacer surgir sometiéndonos a algunos de estos grandes códigos ético-jurídicos de las grandes culturas por medio de las amistades concretas que los vuelven vivos. Esto no es un recuerdo nostálgico de otros tiempos ni una fantasía romántica: ¡Muchos hoy lo están haciendo y son los que están sosteniendo de modo invisible nuestra sociedad!: un profesor comprometido con un grupo de alumnos (conozco amistades educativas así que duran toda la vida), un médico experimentado con otros médicos jóvenes, un juez que cultiva una amistad formativa con los otros funcionarios y empleados de su juzgado y ¿por qué no? un político honesto que busca educar a nuevos políticos en círculos de amistad. No hay otro camino, en mi opinión, para volver a hacer regir los grandes códigos ético-jurídicos milenarios sobre los que se sostiene cualquier sociedad -en la nuestra siempre fue el decálogo ético judeo-cristiano y el código jurídico laico del derecho natural, los derechos y la Constitución- que volver a cultivar estas pequeñas-grandes amistades.
Aunque en la historia argentina tuvimos -y aun tenemos- muchos ejemplos de "amistades" que -al decir de Platón- son en realidad "bandas de ladrones", nuestra sociedad tuvo también grandes amistades sociales. ¡Cómo no recordar aquellas generaciones del siglo XIX que a pesar de sus conflictos y diferencias, fueron educadas en los círculos de amistad que se tejían entre el Colegio Nacional de Buenos Aires, la Iglesia de San Ignacio y el Convento de San Francisco, basadas todavía en el gran código ético-jurídico contenido en la Biblia y en la Constitución argentina? Me parece que es urgente que nosotros, siguiendo su ejemplo, y desde el pequeño-gran entorno de cada uno, cultivemos esas amistades de las cuales pueden nacer nuevos argentinos que vuelvan a hacer grande -o por lo menos digno- a nuestro país.