jueves, 31 de diciembre de 2020

LA IGLESIA CATÓLICA NO ESTÁ MUERTA NI LO PUEDE ESTAR

Con todo lo que está sucediendo últimamente en la Iglesia (y yo no soy ni he sido precisamente "el" optimista) parece que sí. Pero no.

La Iglesia NO es ESTE Papa ni ningún otro. NO es el Estado del Vaticano. NO es la "curia" y sus intrigas. NO es este o aquél período histórico. 

No.

La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo. Su Cabeza es Cristo. El Papa es su cabeza visible, cuya única y esencial misión es confirmar en la Fe a sus hermanos, como primus inter pares en los Concilios Dogmáticos. Le siguen los Obispos legítimamente ordenados, los sacerdotes, los diáconos y los laicos como sucesión apostólica. Los laicos no son el furgón de cola sino la Iglesia en el mundo. Y por más que todos se peleen, el Depósito de la Fe está en las declaraciones de los Concilios Dogmáticos. Nada más. Ni nada menos.

Y la vida de la Iglesia pasa por la Gracia de Dios, extra-ordinaria y ordinaria. Para esta última están los sacramentos. Los Sacramentos son ex opere operato. ¿Qué es eso? Que no dependen de la bondad moral o autoridad intelectual de quienes los administren. Dependen de que la fórmula y la liturgia esencial sean las correctas. Y listo. Y entre los sacramentos, hay dos que nos permiten seguir a pesar de todo: la Eucaristía y la Reconciliación. Por más imbécil que sea un Papa, un Obispo o un sacerdote desde el punto de vista humano, la Eucaristía y la Confesión son válidas más allá de él. Y eso es lo importante. Esta es la realidad sobrenatural de la Iglesia que NO está presente en cualquier otro humana y contingente institución. Por eso, en el diálogo con nuestros hermanos protestantes, es esto TAN importante. La Eucaristía y la Confesión eran válidas ANTES de 1517. NO dependían de las barbaridades que se hicieron con las indulgencias ni de la corrupción humana de Roma. Y el juego de lenguaje de Trento se puede dialogar. 

Y ahora es lo mismo. 

Por lo tanto, gente, aunque ahora -y no es la primera vez- la Iglesia, desde el punto de vista humano, sea un caos, como Cuerpo Místico de Cristo nada ni nadie la puede matar. En medio de las barbaridades humanas de los bautizados, la Eucaristía, la Confesión, el Bautismo, la Sucesión Apostólica y los demás sacramentos siguen y seguirán. Católico, no pierdas esa calma. Deja solo al Vaticano y sus tonterías. Ya llegará otro Papa humanamente bueno. Mientras tanto, vive en la memoria presente y viva de la sangre de los mártires y la bondad sobrenatural de los Santos. No desfallezcas. Cristo está con nosotros hasta el final de los tiempos. 

domingo, 27 de diciembre de 2020

ME ENCANTABA VER AL MUNDO GIRAR


 


Mi esposa y yo somos muy de estar en casa. No sé, tendremos mayor necesidad de silencio, mayor cansancio, lo que fuere, pero no éramos de los que gozaban la calle Corrientes un Sábado a la noche. A mí sí, me encanta estar con mis amigos, y por ellos soy capaz de ir hasta la Luna. Pero por lo demás, nada más lindo que una tarde tranquila estudiando, escribiendo o viendo una peli.

Viajes, muy pocos. Soy de la década del 60, de una familia de ingresos medios cuya mayor posesión era una casita en Ituzaingó con un Fiat 600. No se acostumbraba entonces sacar pasajes para Europa. Y luego de la bomba que el ERP hizo explotar generosamente en esa casita, bueno, digamos que desde entonces los viajes me daban sensación de inseguridad. He viajado, sí, a dar clases, pero pocas veces he “estado en”. Una vez estuve en Madrid sólo 12 hs. para dar una clase en el Instituto Juan de Mariana. Amigos y familiares me preguntaban qué tal Madrid. Bueno, qué se yo, bien….

Y siempre que podía quedarme en casa para preparar clases, era el paraíso. Excepto que se cortara la luz, claro, pequeño problemita para un escritorio casi sin ventanas.

Por lo tanto, como ven, soy el ciudadano ideal para la OMS y todos los gobiernos del mundo que a partir de Marzo de este año han impedido casi todo: viajes, salidas, restaurantes, teatros, vida, bullicio, encuentros.

Parece que soy el ciudadano ideal.

Pero no.

Porque a mí, desde mi silencio, me gustaba ver al mundo girar.

Porque yo no odiaba al mundo. Me gustaba estar voluntariamente escribiendo, en mi escritorio, pero me hacía bien que todos vivieran sus vidas. Me encantaba ver llenos a los aeropuertos, a los teatros, cines, gimnasios, shoppings, etc. Me encantaba ver la libertad que quedaba. Me encantaba ver a la gente ir y venir.

Para el planificador, para el intervencionista, para el que odia la libertad y al mercado, la covid-histeria es el paraíso. Por fin esa gente imbécil y consumista se tuvo que quedar en su casa. Por fin una Navidad con poco ruido. Por fin la gente se tuvo que quedar en su casa alguna vez. Por fin están vacías esas peatonales antes llenas de todo tipo de empresas y capitalismo. Por fin llegaron los buenos hábitos, por la fuerza, por supuesto, como quieren los que odian al mercado. Qué éxtasis maravilloso deben estar sintiendo en este momento. Suerte que vienen nuevas cepas, así a nadie se le olvida su vida interior. Por fin Nueva York en silencio, símbolo asqueroso del estiércol del diablo. Por fin. Se les acabó la pérfida libertad. Alabado sea…

Ahora, gente, todos a portarse bien. Antes tenían que pedir permiso para casi todo, como corresponde, pero les quedaba el pecado de ir y venir, salir, encontrarse, abrir un negocito, ir de compras (ah, pérfido consumista…), ir al gimnasio, a la universidad, al teatro, etc. Ya no, asqueroso Occidente, por fin te ha llegado la hora de la meditación. Qué felices deben estar los que maldecían al neg-ocio y soñaban con el ocio contemplativo del que al parecer gozaban todos en otras épocas magníficas, antes de que el mundo se abriera a los cantos de sirena de los horribles difusores del hetero-patriarcado occidental. Por eso recuerda la única libertad que te queda: asistir a violentas marchas de izquierda. Allí, ni se te ocurra usar barbijo y olvídate del distanciamiento social, porque la lucha contra la libertad es libre.

Así que no, gente, no estoy contento. Me gustaba ver la libertad. Estaba en casa, sí, pero libremente. Qué ocurrencia. Ha llegado la hora de que aprenda la hermosura de la esclavitud. 

viernes, 25 de diciembre de 2020

Sobre la ilicitud moral del uso de vacunas hechas de células derivadas de fetos humanos abortados


Cardenal Janis Pujats, arzobispo emérito metropolitano de Riga (Letonia)

+ Tomash Peta, arzobispo metropolitano de la archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajstán)

+ Jan Pawel Lenga, arzobispo-obispo emérito de Karaganda (Kazajstán)

 + Joseph E. Strickland, obispo de Tyler (EE. UU.)

+ Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajstán)

 

Recientemente, se ha sabido por los servicios de noticias y diversas fuentes de información que en relación con la emergencia de Covid-19, en algunos países se han producido vacunas utilizando líneas celulares de fetos humanos abortados, y en otros países se planea producir tales vacunas. Hay cada vez más voces de los eclesiásticos (conferencias episcopales, obispos individuales y sacerdotes) que dicen que en el caso de que no haya una alternativa para una vacunación con sustancias éticamente lícitas, sería moralmente permisible para los católicos usar vacunas, a pesar de las líneas celulares de bebés abortados que han sido utilizados en su desarrollo. Los partidarios de tal vacuna invocan dos documentos de la Santa Sede (Pontificia Academia para la Vida, “Reflexiones morales sobre vacunas preparadas a partir de células derivadas de fetos humanos abortados” del 9 de junio de 2005 y Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción “Dignitas Personae, sobre ciertas cuestiones bioéticas” del 8 de septiembre de 2008), que permiten el uso de dicha vacuna en casos excepcionales y por tiempo limitado sobre la base de lo que en teología moral se denomina cooperación material remota, pasiva con el mal. Los documentos mencionados dicen que los católicos que usan tal vacuna tienen al mismo tiempo “el deber de expresar su desacuerdo al respecto y de pedir que los sistemas sanitarios pongan a disposición otros tipos de vacunas”.

En el caso de las vacunas elaboradas a partir de líneas celulares de fetos humanos abortados vemos una clara contradicción: entre la doctrina católica que rechaza categóricamente y más allá de la sombra de una ambigüedad el aborto en todos los casos como un grave mal moral que clama al cielo por venganza (ver Catecismo de la Iglesia Católica 2268, 2270 y sigs.), y la práctica de considerar las vacunas derivadas de líneas celulares fetales abortadas como moralmente aceptables en casos excepcionales de “necesidad urgente”, sobre la base de una cooperación material remota pasiva. Argumentar que tales vacunas pueden ser moralmente lícitas si no hay alternativa es en sí mismo contradictorio y no puede ser aceptable para los católicos. Cabe recordar las siguientes palabras del papa san Juan Pablo II sobre la dignidad de la vida humana por nacer: “La inviolabilidad de la persona, reflejo de la absoluta inviolabilidad del mismo Dios, encuentra su primera y fundamental expresión en la inviolabilidad de la vida humana. Se ha hecho habitual hablar, y con razón, sobre los derechos humanos; como por ejemplo sobre el derecho a la salud, a la casa, al trabajo, a la familia y a la cultura. De todos modos, esa preocupación resulta falsa e ilusoria si no se defiende con la máxima determinación el derecho a la vida como el derecho primero y fontal, condición de todos los otros derechos de la persona” (Christifideles laici, 38). El uso de vacunas elaboradas a partir de células de niños no nacidos asesinados contradice la máxima determinación de defender la vida por nacer.

El principio teológico de la cooperación material es ciertamente válido y puede aplicarse a una gran cantidad de casos (pago de impuestos, uso de productos del trabajo de esclavitud, etc.). Sin embargo, este principio difícilmente se puede aplicar al caso de las vacunas elaboradas a partir de líneas celulares fetales, porque quienes las reciben consciente y voluntariamente, entran en una especie de concatenación, aunque muy remota, con el proceso de la industria del aborto. El crimen del aborto es tan monstruoso que cualquier tipo de concatenación con este crimen, incluso uno muy remoto, es inmoral y no puede ser aceptado bajo ninguna circunstancia por un católico una vez que ha tomado plena conciencia de él. Quien usa estas vacunas debe darse cuenta de que su cuerpo se está beneficiando de los “frutos” de uno de los mayores crímenes de la humanidad (aunque con pasos remotos mediante una serie de procesos químicos).

Cualquier vínculo con el proceso de aborto, incluso el más remoto e implícito, ensombrecerá el deber de la Iglesia de dar testimonio inquebrantable de la verdad de que el aborto debe ser rechazado por completo. Los fines no pueden justificar los medios. Estamos viviendo uno de los peores genocidios conocidos por el hombre. Millones y millones de bebés en todo el mundo han sido sacrificados en el útero de su madre, y día tras día este genocidio oculto continúa a través de la industria del aborto y las tecnologías fetales y el impulso de gobiernos y organismos internacionales para promover tales vacunas como uno de sus objetivos. Los católicos no pueden ceder ahora; hacerlo sería tremendamente irresponsable. La aceptación de estas vacunas por parte de los católicos, sobre la base de que sólo implican una “cooperación remota, pasiva y material” con el mal, le haría el juego a sus enemigos y debilitaría el último baluarte contra el aborto.

¿Qué otra cosa puede ser el uso de líneas celulares fetales de niños abortados que la violación del orden de la creación dado por Dios, ya que se basa en la violación grave de este orden al matar a un niño por nacer? Si a este niño no se le hubiera negado el derecho a la vida, si sus células (que desde entonces se han cultivado varias veces en el tubo de ensayo) no estuvieran disponibles para la producción de una vacuna, no podrían comercializarse. Por lo tanto, hay una doble violación del orden sagrado de Dios: por un lado a través del aborto mismo y, por otro lado, a través del atroz negocio de comercializar el tejido de los niños abortados. Sin embargo, este doble desprecio del orden de la creación nunca puede justificarse, por supuesto tampoco a través de la intención de preservar la salud de una persona a través de una vacuna basada en este desprecio del orden de la creación dado por Dios. Nuestra sociedad ha creado una religión sustituta: la salud se ha convertido en el mayor bien, un dios sustituto al que se deben hacer sacrificios. En este caso con una vacuna basada en la muerte de otra vida humana.

Al examinar las cuestiones éticas que rodean a las vacunas, tenemos que preguntarnos: ¿por qué fue posible todo esto?, ¿por qué surgió en la medicina, cuyo propósito es traer vida y salud, la tecnología basada en el asesinato? La investigación biomédica que explota a los inocentes no nacidos y utiliza sus cuerpos como “materia prima” para el propósito de las vacunas parece más similar al canibalismo. También debemos considerar que, en el análisis final, para algunos en la industria biomédica, las líneas celulares de los niños no nacidos son un “producto”, el abortista y el fabricante de la vacuna son el “proveedor” y los receptores de la vacuna son consumidores. La tecnología basada en el asesinato tiene sus raíces en la desesperanza y termina en la desesperación. Debemos resistir el mito de que “no hay alternativa”. Al contrario, debemos proceder con la esperanza y la convicción de que existen alternativas y que el ingenio humano, con la ayuda de Dios, puede descubrirlas. Este es el único camino de la oscuridad a la luz y de la muerte a la vida.

El Señor dijo que en el fin de los tiempos incluso los elegidos serán seducidos (cf. Mc 13:22). Hoy, toda la Iglesia y todos los fieles católicos deben buscar urgentemente fortalecerse en la doctrina y la práctica de la fe. Al enfrentar el mal del aborto, más que nunca los católicos deben “abstenerse de toda apariencia de mal” (1 Tes. 5:22). La salud corporal no es un valor absoluto. La obediencia a la ley de Dios y la salvación eterna de las almas deben tener primacía. Las vacunas derivadas de las células de los niños no nacidos cruelmente asesinados son claramente de carácter apocalíptico y posiblemente presagien la marca de la bestia (cf. Apoc 13:16).

Algunos eclesiásticos de nuestros días tranquilizan a los fieles afirmando que una vacunación con una vacuna Covid-19, preparada con líneas celulares de un niño abortado es moralmente lícita, si no se dispone de alternativas, justificándola con una llamada “cooperación material y remota” con el mal. Tales afirmaciones de los eclesiásticos son altamente anti-pastorales y contraproducentes, considerando la creciente industria del aborto y las tecnologías fetales inhumanas, en un escenario casi apocalíptico. Es precisamente en este contexto actual, que probablemente aún podría agravarse, que los católicos categóricamente no pueden alentar y promover el pecado del aborto ni siquiera de una manera muy remota y leve aceptando la mencionada vacuna. Por eso, como sucesores de los Apóstoles y Pastores, responsables de la eterna salvación de las almas, consideramos imposible callar y adoptar una actitud ambigua respecto a nuestro deber de resistir con “la máxima determinación” (san Juan Pablo II) contra el “crimen indecible” del aborto (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, 51).

Esta nuestra declaración fue redactada con el asesoramiento de médicos e científicos de diferentes países. Una contribución sustancial vino también de los laicos, de las abuelas, abuelos, padres y madres de familia, de los jóvenes. Todos los consultados independientemente de su edad, nacionalidad y profesión rechazaron unánime y casi instintivamente una vacuna elaborada a partir de líneas celulares embrionarias de niños abortados, al mismo tiempo que consideraron la justificación del uso de esa vacuna sobre la base de una “cooperación material a distancia” y de algunas analogías, como inadecuadas para una aplicación en este caso. Eso es reconfortante y al mismo tiempo muy revelador, pues su respuesta unánime es una demostración más de la fuerza de la razón y del sensus fidei.

Más que nunca necesitamos el espíritu de los confesores y mártires que evitaron la menor sospecha de colaboración con el mal de su época. La Palabra de Dios dice: “Sed simples como hijos de Dios sin reproche en medio de una generación depravada y perversa, en la cual debéis brillar como luces en el mundo” (Fil. 2, 15).

12 de diciembre de 2020, Memoria de la Santísima Virgen María de Guadalupe

Cardenal Janis Pujats, arzobispo emérito metropolitano de Riga (Letonia)

+ Tomash Peta, arzobispo metropolitano de la archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajstán)

+ Jan Pawel Lenga, arzobispo-obispo emérito de Karaganda (Kazajstán)

 + Joseph E. Strickland, obispo de Tyler (EE. UU.)

+ Athanasius Schneider, obispo auxiliar de la archidiócesis de María Santísima en Astana (Kazajstán)

 

 

lunes, 21 de diciembre de 2020

UNA DECODIFICACIÓN ABERRANTE DEL DOCUMENTO "DIGNITATIS PERSONAE" DEL 2008

 Al final del párrafo 35: "...Por supuesto, dentro de este marco general existen diferentes grados de responsabilidad. Razones de particular gravedad podrían ser moralmente proporcionadas como para justificar el uso de ese “material biológico”. Así, por ejemplo, el peligro para la salud de los niños podría autorizar a sus padres a utilizar una vacuna elaborada con líneas celulares de origen ilícito, quedando en pié el deber de expresar su desacuerdo al respecto y de pedir que los sistemas sanitarios pongan a disposición otros tipos de vacunas. Por otro lado, debemos tener en cuenta que en las empresas que utilizan líneas celulares de origen ilícito no es idéntica la responsabilidad de quienes deciden la orientación de la producción y la de aquéllos que no tienen poder de decisión" (http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20081208_dignitas-personae_sp.html) 

El párrafo intenta minimizar la responsabilidad moral de padres en situaciones apremiantes, para enfermedades graves. El verbo es potencial: "podría"......... Colocando una "condición" prácticamente imposible de cumplir ("....quedando en pié el deber de expresar su desacuerdo al respecto y de pedir que los sistemas sanitarios pongan a disposición otros tipos de vacunas"), para que el confesor pueda considerar la venialidad en algún caso por la responsabilidad moral pasiva cometida. 

Nada que ver con la arremetida del documento del 17 de este mes: "............“El deber moral de evitar esa cooperación material pasiva no es vinculante si existe un peligro grave”, como es “la propagación pandémica del virus SARS-CoV-2 que causa la Covid-19”. “Por consiguiente, debe considerarse que, en este caso, pueden utilizarse todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces con conciencia cierta que el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas”.

¿Y de dónde saca el Vaticano que existe "un peligro grave" sino de su ciega obediencia a las tonterías de la OMS?

¿Y de dónde saca que las vacunas "reconocidas" serán "seguras y eficaces", sino de una fe ciega en los dictados de la OMS y las industrias farmacéuticas? 

¿Y de dónde saca el Vaticano que aún en caso de peligro grave, es lícito aplicarse una vacuna que se sepa perfectamente que ha sido fabricada de tejidos humanos voluntariamente abortados o peor, concebidos sólo para eso? ¿O acaso el aborto voluntario es lícito en caso que corra peligro la vida de la madre? ¿Sí?

Qué bajo hemos caído por Dios.....................

domingo, 20 de diciembre de 2020

VALE LA PENA INSISTIR: EL CRISTIANISMO ES RAZÓN.

 

DOMINGO, 23 DE DICIEMBRE DE 2012

EL CRISTIANISMO ES RAZÓN


En un debate menos conocido que el que tuvo con Habermas, el entonces Cardenal Ratzinger volvió a afirmar algo que hoy es el programa de su pontificado: la Fe no es un sentimiento, la Fe no es seguir una tradición, sin motivo: la Fe tiene razones.

En efecto, Paolo Flores d´Arcais le dijo a Ratzinger, el 21 de Febrero de 2000[1], que lo que le resultaba más insólito e inaceptable de su catolicismo no es que fuera una religión “como cualquier otra”, sino que pretendiera tener “razones para la fe”. Eso era lo absolutamente inaceptable. Ello no sólo conduciría al totalitarismo –acusación habitual que fue fácilmente despejada por Ratzinger, uno de los mejores defensores de la libertad religiosa- sino que es un absurdo: ¿cómo una religión va a erigirse a sí misma pretendiendo tener “razones para la fe”? Para este típico filósofo post-kantiano, ello sería contradictorio con la esencia misma de lo religioso. Si querés ser busdista, selo; si querés ser católico, selo, si querés creer en la energía de las pirámides, dale nomás, pero no vayas a pretender decir………. ¡que tienes razones para ello!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

He allí el actual escándalo y absurdo del Catolicismo, he allí la razón del rechazo y el recelo que causa. Si: los católicos no somos católicos por un sentimiento religioso. Ninguna sola emoción nos sostiene. Tampoco lo somos porque fuimos bautizados de chiquititos. Lo somos –los que lo somos- porque tenemos razones (por gracia de Dios) para NO decirle que NO a la gracia de Dios. Y en estas fechas, eso es lo que convendría reflexionar.

El cristianismo (esto es, el judeo-cristianismo) es en sí mismo una desmitificación, como Ratzinger ha enseñado constantemente. Lo fue de los antiguos politeísmos y panteísmos, proclamando la racionalidad de un Dios único, creador del mundo y distinto al mundo. El cristianismo es la mirada profunda a la naturaleza humana, porque el pecado original no es una leyenda, sino la condición humana más profunda que explica todas las miserias de la humanidad. Coherentemente, la lectura de Evangelio nos convence de que Jesús es Dios mismo que ha venido a salvar y a perdonar, porque habla palabras que jamás podrían haber venido de la sola naturaleza humanaCristo en la Cruz es precisamente el pensamiento del pecado original al revés. Es todo lo que el hombre, por sí mismo, jamás habría imaginado ni concebido. Y por eso Dios es el Padre que anuncia la salvación y el Hijo que redime, y por eso es el mismo Espíritu que se queda con nosotros, porque la redención es permanente.

El Cristianismo es razón porque la razón humana universal se descubre en el diálogo que todo ser humano espera tener con otro. Y el Cristianismo es desde el principio una llamada al diálogo universal. A dar razones de la Esperanza. Por eso dialoga y asimila a la razón griega, produciendo un nuevo horizonte del cual depende totalmente la cultura Occidental. Introduce la noción de persona, su dignidad, sus derechos; introduce la noción de ciencia, porque la desmitificación implica que la naturaleza del mundo físico no está revelada; distingue entre el poder civil y el poder eclesial, porque ya no se confunden Dios con el César; guarda lo mejor de la filosofía antigua en sus conventos; produce el renacimiento carolingio, las universidades, el common law británico; el neoplatonismo cristiano del s. XVI produce la nueva ciencia física; los ideales (no digo formas de gobierno) de la revolución francesa y norteamericana son en sí mismos cristianos, e incluso los primeros esbozos concretos de democracia política y economía de mercado se dan en el pensamiento católico de la Segunda Escolástica española del s. XVI. El Cristianismo (y por lo tanto, Israel) ha creado a Occidente, y Occidente es universal, porque la noción de derechos humanos universales integra a todas las culturas, dado que es integradora de lo humano. El racionalismo anticristiano, las filosofías radicalmente anticristianas, la fusión del trono con el altar, el colonialismo y los autoritarismos y totalitarismos son, como dijo García Venturini, patologías de Occidente: basta poner al Cristianismo en su lugar para terminar con ellas, y eso fue el Concilio Vaticano II.

El judeo-cristianismo no es, por ende, como entrar a una heladería y pedir un helado de vainilla y chocolate. El cristianismo no es un porque sí. No es un salto al vacío, no es un gusto, no es una moda, no es la catequesis del colegio, no es una costumbre cultural. El cristianismo implica una vivencia volitiva e intelectual que compromete a todo el yo, que no existiría sin la Gracia de Dios, pero a la vez sería nada sin la razón del hombre, que al dialogar con Dios, encuentra lo mejor de sí misma. Hay razones para la Trinidad, hay razones para la Encarnación. Son razones que superan la noción de razón como solo cálculo, un tipo de razón que ni siquiera está en la ciencia, como han demostrado Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend. Son el círculo hermenéutico de la Fe, enseñado por San Agustín: creo para entender y entiendo para creer, en un sentido de “entender” que tuvo que ser explicado nuevamente por Husserl en el siglo XX.

El Cristianismo, sin embargo, no demanda un post-grado (nunca mejor dicho, gracias a Dios). Sólo un corazón abierto al encuentro con Dios, y para eso, el Espíritu de Dios sopla donde quiere y cuando quiere. El cristianismo es como la Virgen, que muy racionalmente pregunta: cómo puede ser esto. Y Dios responde, contrariamente al sistema educativo formal, sin enojarse, con un lenguaje poéticamente sublime y totalmente entendible. El Cristianismo es diálogo, es no juzgar, es misericordia, es escucha, es silencio, es comprensión.

Cristianismo es Cristo, y quien quiera ser cristiano, que tome su razón y sígalo.

domingo, 13 de diciembre de 2020

EL ABORTO: LA PUNTA DEL ICEBERG.

Lo que ha pasado con el aborto en Argentina esta semana ha dejado ha muchos con una terrible sensación de impotencia ante la injusticia.

Cuando estas cosas pasan, nos despertamos y nos damos cuenta cuán poco hemos progresado políticamente desde las monarquías absolutas injustas y arbitrarias, que nada tuvieron que ver con el sistema de división de poderes que había en el Medioevo.

Lo que ha hecho Occidente desde la Revolución Francesa en adelante, fue sustituir el poder absoluto del monarca por el poder absoluto de las mayorías. Hayek, basado en Burke, se cansó de decirlo. Pero, excepto los liberales clásicos que lo seguimos, nadie lo escuchó. La mayor parte de los socialdemócratas pensaron que podían conciliar a la libertad política con el estado providencia. Hayek les advirtió en el 45 que no (Camino de Servidumbre) pero durante muchos años se rieron de él ellos y otros que pensaban que algunas cosas no iban a pasar. Este año, entre casos como el aborto en Argentina, los avances comunistas en España y en EEUU, de la mano de los partidos mayormente votados (a veces con sospechas de fraude), y las cruentas cuarentenas obligatorias, donde todo tipo de derechos personales desaparecieron literalmente de la noche a la mañana,  algunos se están dando cuenta, a pesar de que hace mucho ya que el optimismo ilusorio de los 90 se había mostrado como uno de los sueños más ingenuos. La pura verdad es que vivimos hace más de dos siglos en el avance progresivo de la dictadura (a veces cruel y bestial, a veces bonachona) de los mayoritariamente elegidos y eso no parece tener solución. La República aristocrática de EEUU, que tuvo tres momentos milagrosos en 1776, 1787 y 1789, también ha caído en el momento más bajo de su degeneración, por parte de su invisible partido comunista llamado Partido Demócrata, una copia del Partido Comunista Chino.

Pero Hayek lo advirtió en 1976: “…En la medida que el presente volumen sugiere la conveniencia de aplicar soluciones alternativas que radicalmente difieran de las fórmulas democráticas actuales -transformación que a muchos, en estos momentos, puede parecer utópica- conviene recordar que el modelo aquí sugerido sólo pretende crear, a nivel intelectual, una especie de vía de emergencia que quepa utilizar cuando llegue el día -quizá no tan lejano- en que todos adviertan la quiebra del actual sistema institucional…”. “….Me consideraré plenamente satisfecho si este ensayo logra llevar al ánimo del lector la idea de que, aunque el primer intento de establecer una comunidad de hombres libres haya fracasado, ello no significa que la libertad sea inviable, sino únicamente que, para plasmarla, se ha recurrido al empleo de métodos equivocados”[1].

Destaco lo dos párrafos subrayados: “….cuando llegue el día -quizá no tan lejano- en que todos adviertan la quiebra del actual sistema institucional”, y “…aunque el primer intento de establecer una comunidad de hombres libres haya fracasado…”.

A ver si despertamos. El fracaso de la libertad, a nivel práctico, es innegable. Es necesario un nuevo 1776.

Pero, ¿lo habrá?



[1] Derecho, Legislación y Libertad, Libro III, prefacio. 

domingo, 6 de diciembre de 2020

NUNCA LA FILOSOFÍA HA SIDO TAN NECESARIA...................




Nunca molesto a nadie con la filosofía. La filosofía es humana, todos por ende son filósofos pero cada uno a su tiempo. Tampoco molesto a mis alumnos con la filosofía. Nunca recurrí a la coacción para (oh terrible contradicción) “enseñarla”.

Pero nunca como este año he sentido que su conocimiento hubiera evitado casi todos los malentendidos.

Siempre me jugué por cosas extrañas (el liberalismo, el catolicismo, el brillo del sol, el blanco de la nieve…………..) así que estoy acostumbrado a soportar en silencio la fama de loco, so pena de no dar la impresión de que una corta respuestita puede evitar el estudio y la reflexión de temas cuya dimensión se ignora.

Pero este año la cuestión me está costando amistades.

Amigos que creen que la ciencia es absoluta, amigos que creen que los mensajes pueden tener sentido textual, amigos que creen que hay facts inapelables, números indiscutibles, hechos innegables ante los cuales toda duda o desacuerdo sólo indican locura, estupidez o maldad.

“Cómo podés decir eso…………….. Cómo podés negar los hechos………..Cómo no te das cuenta……….. Cómo negás las cifras……….. Y lo mejor: cómo alguien tan inteligente puede…………….”.

Esa última es fácil: obviamente no soy tan inteligente.

Frente a lo demás, frente que hay facts absolutos, frente a que las interpretaciones no entran en las ciencias o en los datos, hay mucha filosofía y muchos autores para estudiar que despertarían del sueño dogmático. Del lado de la filosofía de la ciencia, Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend. Del lado de la hermenéutica, Husserl, Gadamer, Wittgenstein. Pero claro, piensan amigos y familiares, todo eso es filosofía, no realidad. La realidad son los “facts”. Que los “facts” no sean tan claros, es problema tuyo y de tus autores. Si querés enseñarlos, muy bonito, pero no pretendas con ello entender la realidad. Ah!, y respondeme please en Facebook, porque si es como vos decís, con una respuesta en el muro de Facebook, con un mensajito, con un audio, con un email, ya está. No, no me mandes a leer nada. Tu biblioteca será muy linda, pero la vida real, de la cual en el fondo no sabés nada, es otra cosa.

Nunca la filosofía ha sido tan necesaria y, sin embargo, tan negada. Es así. Ya sé que es así y será así. Es sólo que duele perder amistades en medio de incomprensiones imposibles de solucionar con una captura de pantalla.