domingo, 25 de octubre de 2020

RAZONES PARA VOTAR POR TRUMP

 Sí, lo lamento……. Lo lamento por los liberales que piensan lo contrario y no lo lamento por mi supuesto prestigio que puede ser tirado por la borda en este momento. Lo único que lamentaría alguna vez es no haber dicho lo que mi conciencia dictaba en circunstancias difíciles.

¿Tengo que aclarar de vuelta lo obvio? Parece que sí. Trump no es precisamente mi ideal. ¿Qué NO es liberal clásico? Claro que no lo es. Si la elección fuera entre Ron Paul y él, claro que la elección adecuada sería Ron Paul. Pero no vivimos en ese mundo. Estamos viviendo en una circunstancia histórica terrible cuya gravedad resulta difícil de entender para muchos liberales que leen estas líneas.

Hace ya muchos años que los EEUU han comenzado una terrible declinación de sus ideales fundacionales originarios. Y no, no me refiero a los eternos debates entre federalistas y anti-federalistas. Me refiero a que, con todas sus imperfecciones, como todo lo histórico, documentos tales como la Constitución de 1787, el Bill of Rights de 1789 y la Declaración de Independencia de 1776 eran liberales clásicos. Esos son los ideales fundacionales a los que me refiero.

Y bien, por supuesto que a medida que pasó el tiempo, los EEUU comenzaron a desviarse de esos ideales PERO se podría marcar un punto de inflexión, al menos en la dualidad entre demócratas y republicanos. Se podría decir que, desde los Kennedy hasta Al Gore, el debate era Rawls versus Nozick. O sea, políticas redistributivas más activas versus políticas de restricción de gasto. J. Rawls, a quienes muchos libertarios odian, consideraba a esos documentos fundacionales como los “constitutional essentials” que debían ser respetados por todos. Hoy en día yo lo votaría a J. Rawls versus Trump sin ningún problema.

Mucho tiempo antes de los Kennedy, dos ideas occidentales, dos patologías de Occidente (al decir del olvidado García Venturini) comenzaron a expandirse en todo Occidente y particularmente en los EEUU. Me refiero a esa combinación incoherente pero efectiva entre neo-marxismo y post-modernismo.

El neo-marxismo es una mutación del marxismo. Tuvo dos etapas. La primera, esencialmente económica, con la teoría de la Dependencia de la Cepal, aceptada lamentablemente por los católicos que siguieron a la Teología de la Liberación de G. Gutiérrez (1968). La segunda, más destructiva, es la que afirma que hay nuevos colectivos explotados, mientras que el nuevo explotador es todo el sistema hetero-patriarcal explotador. Los explotadores son los occidentales blancos y pro-mercado, mientras que los explotados son las mujeres, los afro-americans, los indígenas y los homo, lesbians y trans-sexuales.

Nunca será suficiente aclarar que este modo de pensar mina en su esencia al pacto político norteamericano originario. Ya no hay en ese caso un conjunto de personas (“all men…”) que son los sujetos de derechos frente al poder, sino colectivos explotados que coherentemente niegan al explotador su supuesta “Bill of Rights”. En ese caso ya no puede hablarse de una sociedad donde todos (homo o hetero, blancos o afro) los seres humanos tienen derechos, independientemente de su color y etc. (como concluyó perfectamente el liberal clásico Martin Luther King en su famoso discurso) sino de una sociedad en lucha de clases unos contra otros. Eso quiebra automáticamente la esencia misma de los EEUU.

A eso se une el post-modernismo según el cual nada hay bueno o verdadero en ninguna cultura. Por lo tanto ese Occidente en el cual emerge la idea de libertades individuales, nada tiene de moralmente superior. Por ende, combinada una cosa con la otra, el resultado es equivalente a una bomba atómica cultural para Occidente. Por un lado los ideales del liberalismo clásico son atacados por el neo-marxismo como un sistema heteropatriarcal explotador. Por el otro, cuando Occidente intenta defenderse, no puede porque no hay nada moralmente bueno, excepto, claro (he aquí la incoherencia efectiva) el marxismo.

Todo esto ha sido enseñado hasta el cansancio en los Colleges de EEUU desde tiempos anteriores a los 60 y no sólo ha sido transmitido a generaciones y generaciones de personas carentes de pensamiento crítico, sino que los que pensaban y piensan diferentes han sido perseguidos y atacados de infinitas y crueles maneras diferentes, como bien ha mostrado Axel Kaiser en su último libro[1], produciendo con ello una espiral del silencio en aquellos que secretamente saben que todo ello es peor que los tanques de Hitler. Porque al menos -aunque algún amigo me tuvo más de dos horas para que no lo diga- la única, la única ventaja que tenía Hitler es que parecía Hitler.

Los resultados de todo esto trascienden a las ya desastrosas políticas económicas propuestas por el ala izquierda del Partido Demócrata. Los norteamericanos han sido muy ingenuos al suponer que el Parido Comunista no crecía en los EEUU, de igual modo que los argentinos que creen que el comunismo no creció en Argentina “porque estaba el peronismo”. La pura verdad es que el ala izquierda del Partido Demócrata es hoy en los EEUU el Partido Comunista más eficiente en la Historia de la lucha por la libertad. Porque esos ideales marxistas y postmodernos, que no habían llegado a los Kennedy, ahora sí llegaron al Partido Demócrata, cada vez más, siendo Kamala Harris y Joe Biden sus representantes más paradigmáticos. Sobre todo Kamala Harris, la nueva presidente de los EEUU en caso de que el títere Biden gane las elecciones (argentinos, ¿les recuerda a alguien?).

El “programa de gobierno” de este singular Partido Comunista camuflado no podría ser más coherente con los ideales destruccionistas[2] más preciados del comunismo revolucionario.

1.       Destrucción de lo que queda de la libertad religiosa, de enseñanza y de expresión, con leyes federales que incrementen más los supuestos delitos de odio y discriminación de todo aquel que se atreva a actuar y pensar diferente de los que quiera el lobby LGBT y Z.

2.       Destrucción de lo que queda de libertad religiosa y etc.  por la imposición forzada a todos de políticas de salud reproductiva, aborto y educación sexual integral por parte del gobierno federal sin ninguna posibilidad de apelar a la libertad de conciencia.

3.       Destrucción de la economía por el financiamiento de políticas ambientalistas anti-mercado que pueden incluir las locuras propuestas por AOC a nivel federal. Los que no lo sepan, lean.

4.       Aliento, por parte del gobierno federal, a todos los ataques a la vida y a la propiedad (saqueos, etc.) por parte de grupos como Antifa y “only” Black Life Matter, presentados como angelitos “peaceful protesters”. Persecución judicial a los que ejerzan su legítima defensa.

5.       Eliminación de la Second Amendment. Porque los malos serían los ciudadanos que portan armas, y no los delincuentes y los gobiernos que portan armas.

6.       Destrucción de las restantes libertades individuales por la imposición a nivel federal de todos los confinamientos obligatorios dictatoriales, ejecutados con frialdad y crueldad por gobiernadores y alcades demócratas.

7.       Eliminación de toda libertad de expresión de los que piensan diferente, a partir de los fack-checkers, la acusación de fake news y el delito de “negacionista”. Utilización totalitaria del Covid-19. Monopolio de la comunicación social entre el Deep State en contubernio con Facebook y Google.

8.       Persecución judicial y asesinato a todo aquel que se atreva a denunciar los delitos del Deep State.

9.       Ampliación de la Suprema Corte y consiguiente destrucción del Poder Judicial Independiente por medio de la conversión del Poder Judicial en una extensión más del Partido Demócrata.

10.   Aumento, aún más, de la deuda externa, el deficit fiscal, la presión impositiva y la inflación, como modo de financiamiento de todas las políticas del gobierno federal. Mayor devaluación del dolar.

 

Les cuento que me he quedado corto. Muy corto.

Y otra buena noticia: en el mejor de los escenarios posibles, esto es, en caso de que gane Trump, la situación es que en ese caso el partido Republicano no será un partido más, sino una “resistencia” contra la toma del poder del Nuevo Partido Comunista y la destrucción total de los EEUU. La pregunta es: ¿por cuánto tiempo más?

¿Por cuánto tiempo más podrán seguir algunos resistiendo?

¿Cómo se podrá frenar el tsunami cultural que ha dado origen a todo esto y que va a seguir?

¿A dónde huir en caso de que suceda lo peor?

A ningún lugar.

La WWII fue espantosa, pero al menos el enemigo estaba claro y eran claras las esperanzas en caso de ser derrotado. Sin embargo, no se lo derrotó: impedir a Patton llegar hasta Moscú fue el peor error, el más trágico error del gobierno de los EEUU de entonces.

Pero lo que queríamos decir es que al menos Hitler parecía Hitler y su derrota fue una esperanza.

Ahora el enemigo está camuflado, las personas no lo ven y lo votan.

Que gane Trump, gente, es apenas ganar algo de tiempo.

Todo esto para que tengan conciencia de lo que se juega en esta nunca mejor dicha “elección”.



[1] Axel Kaiser, La neo-inquisición: persecución, censura y decadencia cultural en el s. XXI, Ediciones Mercurio, 2020.

[2] Sobre el destruccionismo, ver Mises, Socialismo, 1922. 

4 comentarios:

Hector Garcia dijo...

Casi mucho de lo descrito esta pasando en mi país, Perú. Estamos ad portas de una nueva elección y al parecer toda la maquinaria, descrita en el articulo, esta operando a vista y paciencia de los que nos "resistimos" a esta "nueva normalidad" y peleamos como Quijotes, así como los que admiran confundidos y/o engañados como todo se da y hay los que celebran la expansión del neomarxismo de manera consciente.

Unknown dijo...

El que quiera entender que entienda.

Héctor de la Iglesia dijo...

Estimado Gabriel, lo he conocido a través de YouTube, por las clases de la universidad Francisco Marroquín. Me encantaría que mis hijos puedan estudiar en la UFM.
Soy argentino al igual que usted.
Yo, quizá por mi edad (soy de 1984), aunque el Dr. Armando de la Torre opina lo mismo, tengo fe en Hispanoamérica y se ve en la juventud actual y la proliferación de las ideas liberales y conservadoras que se ha dado en los últimos años. Por lo menos que los jóvenes hayan dejado de tener vergüenza de sentirse identificados con la derecha, me parece algo positivo para nuestro país.
Sería una ironía que Hispanoamérica sea el bastión de occidente después de todo. Una dulce ironía.
Le mando un gran abrazo desde Tartagal, Salta. Espero seguir leyendo sus artículos.
Saludos

Gustavo Garcia dijo...

En 2016, creí que fue bueno que los demócratas hayan perdido frente a Trump, no por que simpatice con Trump sino por lo que expresaban en ese momento los demócratas. Ahora creo que es peor y también Trump está peor. Y los ciudadanos norteamericanos están perdiendo cada vez más libertades a manos de gobiernos federales que cada vez influyen más en sus vidas. Estados Unidos, si es que alguna vez lo fue, ha dejado de ser el faro de América Latina, así que ya no nos quedan ni esperanzas al sur del Rio Bravo.