domingo, 26 de enero de 2020

EL CRIMEN DE FERNANDO BAEZ SOSA: NO NOS ASOMBREMOS TANTO.


(1)


La opinión pública argentina –si es que eso existe- ha sido sacudida por el bestial crimen de Fernando Baez Sosa, realizado por otros jóvenes a la salida de un “boliche”. Mi tesis es que el asombro es parte del desconocimiento de la naturaleza humana y de las prevenciones que debemos tomar.

Muchos odian a Freud, pero ese odio no refuta que al nacer somos todos perversos polimorfos, con una pulsión de vida concomitante con una pulsión de muerte que tiene un importante aspecto descripto por Freud en su “El malestar en la cultura”. Ese aspecto es la pulsión de muerte devenida en pulsión de agresión, dado el narcisismo originario. No le queremos creer y ese es el problema. Somos roussonianos. Creemos que el ser humano nace bueno. Pero no, somos unas bestias. Así de simple.

En ese territorio bestial, avanza el super yo, las normas, que deben ser impuestas por los “no”, los límites, el rol paterno (no necesariamente igual a la masculinidad biológica). Así nos socializamos y “civilizamos”. El super yo deja en esos territorios conquistados un destacamento militar por si sus habitantes se rebelan de vuelta. Ese destacamento militar es la culpa, parte esencial de toda estructura neurótica (porque de lo contrario somos perversos o psicóticos). La analogía es de Freud.
Por ende, lo que nos hace “civilizados” es ese super yo, esa fuerte culpa que limita nuestra pulsión de vida y la pulsión de agresión. Por eso no somos perversos sexuales o criminales absolutos, pero si el rol parental no estuvo, o fue muy limitado, nos convertimos en perversos o en psicóticos incontrolables.

Siempre cito este párrafo de Freud y pregunto a continuación quién se lo puede refutar:

“….un ser entre cuyas disposiciones pulsionales también debe incluirse una buena porción de agresividad. Por consiguiente, el prójimo no le representa únicamente un posible colaborador y objeto sexual, sino también un motivo de tentación para satisfacer en él su agresividad, para explotar su capacidad de trabajo sin retribuirla, para aprovecharlo sexualmente sin su consentimiento, para apoderarse de sus bienes, para humillarlo, para ocasionarle sufrimientos, martirizarlo y matarlo. Homo homini lupus: ¿quién se atrevería a refutar este refrán, después de todas las experiencias de la vida y de la Historia? Por regla general, esta cruel agresión espera para desencadenarse a que se la provoque, o bien se pone al servicio de otros propósitos, cuyo fin también podría alcanzarse con medios menos violentos. En condiciones que le sean favorables, cuando desaparecen las fuerzas psíquicas antagónicas que por lo general la inhiben, también puede manifestarse espontáneamente, desenmascarando al hombre como una bestia salvaje que no conoce el menor respeto por los seres de su propia especie. Quien recuerde los horrores de las grandes migraciones, de las irrupciones de los hunos, de los mogoles bajo Gengis Khan y Tamerlán, de la conquista de Jerusalén por los píos cruzados y aun las crueldades de la última guerra mundial, tendrá que inclinarse humildemente ante la realidad de esta concepción”. (El malestar en la cultura, 1930).

En todos nosotros habita esa crueldad sádica y bestial. Si no sale es porque el super yo es firme, porque el rol parental fue muy bueno, o porque la Gracia de Dios redime. Pero siempre está allí, amenazante: el territorio pulsional conquistado no es por ello convertido en un valle natural de bondad.

Todo esto es totalmente compatible con el dogma cristiano del pecado original.

Por supuesto, esto se manifiesta en cada lugar y tiempo de modo diferente. Pero cabe preguntarse si la degeneración actual de una parte de la cultura argentina no tiene que ver con los hijos que algunos  supuestamente educan. Muchas familias argentinas son disfuncionales, sencillamente porque se desentienden de sus hijos. Muchos padres no tienen autoridad moral, no es que no sepan sino que no pueden decir no, no pueden dialogar, abandonan a sus hijos en esas cárceles corruptoras llamados colegios, y además los abandonan a su suerte y crecen mirando y escuchando cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa, sin que esos padres puedan formarlos en el pensamiento crítico. Che boludo, pelotudo, andá a cagar, no son expresiones neutras, son un juego de lenguaje de una cultura esencialmente agresiva que el niño absorbe desde sus primeros minutos de vida y precisamente de su núcleo familiar más cercano. Sin formación religiosa, sin formación humanística, sin ningún tipo de formación en una razón dialógica, crecen abandonados a sus pulsiones apenas controladas por un super yo debilitado. Es un milagro que no sucedan cosas peores. Luego, desde la adolescencia, “porque lo hacen todos”, (masificación, alienación, fenómenos también analizados por Freud) van a esos antros de bestialidad llamados boliches, donde consumen drogas, alcohol, ruido ensordecedor, sexualidad histeroide (2), que des-inhiben aún más ese débil sistema nervioso aún en formación. Luego, la furia. El territorio pulsional apenas conquistado se rebela nuevamente contra el débil imperio y la barbarie conquista nuevamente a una Roma debilitada e hipócrita.

A los dramas endémicos de Argentina se suman estas generaciones perdidas, estos padres confundidos, esta cultura del “boludo” que se lo sabe todo. Los asesinos de Fernando –como los de Ariel Malvino- pueden estar tranquilos. Han iniciado su camino a la Presidencia de La Nación.

--------------------------
(1) En la foto: 60 segundos de golpes bestiales en la cabeza de Fernando. 

lunes, 20 de enero de 2020

¿SE ACUERDAN DEL CASO ARIEL MALVINO, 2005? Mutatis mutandis.......

ESCRITO EN FEBRERO DE 2006


¿QUIÈN MATÒ A ARIEL?

No, no tengo el nombre y apellido. A efectos de la tesis que voy a desarrollar, no es relevante.
A lo largo de mi ingenua vida me he llevado algunas sorpresas en lo que se refiere a usos y costumbres juveniles. Tengo 45 años y, como dijo Woody Allen una vez, en Manhattan èramos tan pobres que no tenìamos tiempo de estar deprimidos. No sè si se entenderà la analogía, pero en las dècadas de los 60 y los 70, en una familia comùn y corriente de docentes, habìa cosas que ni siquiera se nos pasaban por la cabeza…
Mi primer sorpresa fue enterarme de que una sobrinita –atenciòn al diminutivo- habìa sido invitada a un “pijama-party” (invitaciòn amablemente declinada por sus padres). Yo simplemente preguntè què era eso y no podìa salir de mi asombro ante la respuesta.
Luego comencè a tener sorpresa tras sorpresa cuando todos los años tuve alumnos del primer año de la universidad. O sea, unas criaturas de apenas 18 o 19 años. Recuerdo mi extrañeza cuando uno de ellos –un varoncito- me dijo que lo que màs làstima le daba eran sus compañeras, tiradas en la calle a la salida del sol, totalmente alcoholizadas y orinàndose encima. Las mismas que en 24 hs iban a tener una clase conmigo sobre hermenèutica y medios de comunicación. Las mismas que con unos ojitos que no revelaban màs de 10 años jugaban a que eran mujeres. Los varoncitos, casi todos igual. Lamento estar haciendo generalizaciones baratas, que podrìan pasar sin embargo por tipos ideales weberianos. No tipos ideales, precisamente.
Entonces me fui enterando de todo. Que varias veces a la semana (cada vez màs) bailaban hasta la salida del sol, con una mùsica estridente que mataba los tìmpanos, con cerveza –y algunas otras cosas, ¿no?- a todo lo que da (como el volumen), con cigarrillo a todo lo que da, y con los agregados que el lector quiera hacer, tambièn a todo lo que da. Algunas mañanas, sobre todo cuando ya daban las 10 am, algunos se me dormìan en clase. Por supuesto, es que mi clase era insoportable. Yo los dejaba dormir. (En serio).
¿Por què? Justamente, la pregunta que no habìa que hacerse. El juicio crìtico ante la masificaciòn, no, eso jamàs. Era curioso que hacia fin de año, cuando habitualmente tocàbamos el tema de la masificaciòn, del no atreverse a ser uno mismo por temor al grupo, algunos ojitos se levantaban de su letargo y por primera vez sentìan que el profesor hablaba de algo que de algún modo los afectaba.
Un mensaje, un peculiar mensaje, me preocupaba y me preocupa. Cuando yo hablaba (siempre personalmente) de los peligros a largo plazo del cigarrillo, el alcohol y el ruido como forma de escapismo (a largo plazo porque esos cuerpitos aùn jóvenes parecìan resistir todo), me miraban extrañados, y habitualmente emergìa una respuesta, con todo candor y sencillez: “…bueno, todavía somos chicos….”. No sè si me explico: de algún modo les habìa llegado un mensaje: que hasta los 30, 30 y pico, “toca” la “joda” (perdòn). Luego “toca” sentar cabeza, y entonces, de repente, como por arte de magia, seràn buenos esposos, buenos padres, seràn esos polìticos incorruptos que la sociedad declama. E incluso les “tocarà” entonces repetir, sin pensarlo mucho, a sus hijos, las mismas y plomìferas advertencias que recibieron ellos en su momento. “Es la ley de la vida”, escuchè una vez.
¿No hay algo extraño allì? Claro que la adolescencia y la juventud es una etapa con relaciones interpersonales y formas de contacto y de entretenimiento que no son las mismas que a los 40 o a los 60. Obviedades, obviedades. Pero….. Alcohol, nicotina (agreguen màs drogas), sordera paulatina, descontrol, borrachera…….. ¿Para después sacar desde allì…….. Què? Hay algo que, como dirìa Santo Tomàs, no tiene “proporción”….
Para colmo, desde los 6 (o antes) hasta los 17 han asistido a un sistema de “enseñanza” donde lo que han aprendido es a memorizar por temor al castigo (no irse de vacaciones, etc) o amor al premio (cuadrito de honor, mejor promedio, etc). Han aprendido todas las formas de burlar al sistema, han “aprendido” a copiarse, a respetar al que màs castiga, a considerar “fácil” la materia donde se castigue menos………. Y la religión ha sido para muchos de ellos una materia màs…….. Otra cosa de la que hay que “zafar”. No, no es que ellos piensen asì. El sistema es asì. Y en medio de eso, la joda. Es Heidegger al revès: una “enseñanza” sistemàtica de la existencia inautèntica.
Claro que hay excepciones, estoy rodeado de ellas. Pero que Popper me perdone, es una cuestión de intuitivas probabilidades. Si cualquier persona que, por excepción, toma de màs, puede tener una conducta irritable, entonces…. Si la cuestión no es la excepción sino la norma (màs todo el “combo cultural” aludido), entonces…….
El que matò a Ariel, un chico comùn y corriente que ahora debe estar asustado y que seguramente sigue sin entender lo que le pasò, recibiò el mensaje. Ahora, la joda. Dale, ahora que sos joven, “divertite” (que ultraconservador que quedò Carlitos Balà: “sanamente y en familia”). La filosofìa y la religión, que podrìan haber sometido a juicio crìtico al mensaje, eran, casi seguro, dos materias màs. El que matò a Ariel, sencillamente, ejecutò el mensaje. Al ejecutar el mensaje, ejecutò a Ariel.

Gabriel Zanotti
4 de Febrero de 2006.

domingo, 19 de enero de 2020

SERÁS LO QUE CELULAR SEAS O SI NO NO SERÁS NADA.




La filosofía está en el centro de nuestra vida cotidiana, tan en el centro, que no la vemos.

Por ejemplo, la teoría del conocimiento del celular.

El celular es como una especie de USB infinito al cual vivimos conectados todo el tiempo, por ahora sin dispositivos internos en nuestro propio sistema nervioso.

Ello ha acrecentado la visión positivista del conocimiento.

Conocer, saber, es igual a “está en el celular”. Si no está en el celular, no hay conocimiento.

Si quieres saber cómo ir a algún lado, el Google maps. Si quieres enterarte de algún tema, celular. Si quieres conectarte con alguien, celular.

Lo que más sorprende es la inmediatez. Se acabó el "Ser y tiempo". Hoy el conocimiento parece un café instantáneo. Me hace acordar a esa famosa escena de la película Matrix en la que Trinity necesitaba “saber” cómo manejar un helicóptero y de manera casi instantánea un programa se le transmite a su “digital-self-image”. Y listo. Como apretar el botón de un cajero automático.

Toooooooooooooooooooooooooooooooda le hermenéutica continental (Gadamer, Ricoeur, todos basados en Husserl) ha sido un enooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooorme esfuerzo en demostrar que el conocimiento humano no es igual a información, pero es tooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooodo inútil. El positivismo imperante tiene el beneficio secundario de la enfermedad, como las neurosis. Nos produce una alucinación permanente, y por lo tanto una ceguera profunda de la cual sólo se sale con situaciones límite que sería preferible no transitar.

La información es canal físico. Tinta, papiro, o chips, la información es una cosa física. El conocimiento es decodificar esa cosa física. Información es la tinta del libro. Conocimiento es la comprensión de quien lee el mensaje. Por eso se puede leer sin comprender. Porque conocer, saber, es comprender.

Por eso el conocimiento es tiempo, es experiencia vital, es pasión, es vida, es encuentro con el otro. No es tocar un botón. Creemos que conocer es “saber los datos”: no hay datos. Hay realidad, pero no hay datos. No hay nada sin comprensión. No hay datos sin interpretación. Por eso la distancia entre el ser humano y la máquina siempre será infinita, y por ende más preocupante es que nos comportemos como máquinas.

Me dirán que soy un apocalíptico. No. Uso computadoras todo el tiempo. Simplemente no busco en Wikipedia a XXX hoy para poder enseñarlo mañana. Dudo, pienso, tengo pocas certezas. Soy frágil ante este mundo ilusorio. Sólo quiero aclarar a los demás que también son frágiles, porque son humanos, aunque los profetas de los chips les anuncien un alucinógeno mundo de circuitos fascinantes.


domingo, 12 de enero de 2020

LA DIVERSIDAD, EN PELIGRO.


¿What? ¿Te has unido a las consignas del lobby LGBT? No, al revés. El peligro para la diversidad es el lobby LGBT y cuantas letritas le quieran agregar.

La diversidad implica aceptar que todos los seres humanos tienen los mismos derechos a la libertad religiosa, la libertad de expresión, de asociación, de propiedad, etc. Ello implica que diversas concepciones del mundo conviven sin invadirse mutuamente. Ello implica el respeto jurídico y moral a sus diversas concepciones morales sin acusarse mutuamente de supuestos delitos como discurso de odio, discriminación, etc. Ello implica que por lo tanto heterosexuales y homosexuales pueden convivir mutuamente. Primero con un respeto moral. Pero, segundo, sin forzar, jurídicamente, los unos a los otros, a aceptar lo que para cada persona es moralmente positivo o negativo.

Ello implica también que el estado no debe dar ningún tipo de protección legal o subsidio a ninguna persona por tener tal o cual concepción de vida.

Por ende si alguien se siente perro y quiere “casarse” con un árbol, que lo haga, pero que no demande dinero del estado ni acuse a quienes no nos parezca bien de ser delincuentes dignos de ser quemados en las nuevas hogueras públicas.

De igual modo, si alguien quiere casarse según los ritos de la Iglesia Católica, tiene igual derecho a hacerlo, y si a alguien le parece mal, que le parezca mal. La verdadera diversidad es respetar el derecho a la libertad de expresión del otro pero también responderle, o no, o lo que nos parezca.
Por ende, la diversidad cultural está amenazada por un nuevo totalitarismo, un pensamiento único que implica que NO aceptar la diversidad tal como los lobbys LGBT la conciben es pasible de ser acusado y encarcelado por nuevos delitos tales como discurso de odio, discriminación, etc. Eso NO es diversidad, es autoritarismo.

Gracias a Dios que yo no soy nadie, porque si dijera esto en las Naciones Unidas, estoy seguro que el Consejo de Seguridad llamaría a la policía iraní para que me lapide hasta morir bajo el festejo internacional de la CNN y el silencio de todos los que preguntan cuál es el problema.

domingo, 5 de enero de 2020

EL DIALOGO CON NUESTROS HERMANOS PROTESTANTES.


Hace poco en una entrevista pedí a los católicos, ante la crisis actual de la Iglesia, "ser como Erasmo y no como Lutero". Si bien en el contexto se entendía bien, no quisiera que mis amigos luteranos lo malinterpreten. Por ende transcribo lo escrito sobre este punto en mi "Comenttario a la Suma Contra Gentiles", Instituto Acton, Buenos Aires, 2015.

---------------

Todos sabemos que en els. XVI católicos y luteranos tuvieron como punto teológico de discordia si el ser humano se salvaba por la fe o también por las obras, como si la primera dependiera de la gracia de Dios pero “no tanto” las segundas. Esa diferencia no tiene razón de ser. Las “obras” del que recibe la Fe ya son las obras de quien recibe la Fe, la Esperanza y la Caridad, y por ende todas las obras del creyentes son meritorias porque si están en el orden de la Caridad, son fruto de la gracia y por eso son “meritorias”. Puede haber actos moralmente buenos sin la gracia, pero no son meritorios. Que esos actos buenos sean tenidos en cuenta por Dios dependerá de la búsqueda sincera de la verdad por parte de quien carece de la gracia de Dios, búsqueda que ya está dentro de una gracia actual.
Por ende, a esta altura, el tema de la gracia iguala a protestantes y católicos no en algo periférico, sino en algo fundamental, sobre todo al lado de ese pelagianismo práctico en el cual viene muchos cristianos, ya sea por falta de Fe, o por falta de formación que los hacen caer en los diversos neo-gnosticismos de la new age. Cuando decimos “protestantes” nos referimos a los originados en esta tradición lutarana. Esto se ve claramente en la “Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación”, que el Vaticano firma con teólogos luteranos en 1999[1]. A efectos de lo visto y de lo que estamos diciendo, reproduciremos algunos números:

“…15. En la fe, juntos tenemos la convicción de que la justificación es obra del Dios trino. El Padre envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. Fundamento y postulado de la justificación es la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Por lo tanto, la justificación significa que Cristo es justicia nuestra, en la cual compartimos mediante el Espíritu Santo, conforme con la voluntad del Padre. Juntos confesamos: «Solo por gracia mediante la fe en Cristo y su obra salvífica y no por algún mérito nuestro, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo que renueva nuestros corazones, capacitándonos y llamándonos a buenas obras».[11] 16. Todos los seres humanos somos llamados por Dios a la salvación en Cristo. Solo a través de Él somos justificados cuando recibimos esta salvación en fe. La fe es en sí don de Dios mediante el Espíritu Santo que opera en palabra y sacramento en la comunidad de creyente y que, a la vez, les conduce a la renovación de su vida que Dios habrá de consumar en la vida eterna. 17. También compartimos la convicción de que el mensaje de la justificación nos orienta sobre todo hacia el corazón del testimonio del Nuevo Testamento sobre la acción redentora de Dios en Cristo: Nos dice que en cuanto pecadores nuestra nueva vida obedece únicamente al perdón y la misericordia renovadora que de Dios imparte como un don y nosotros recibimos en la fe y nunca por mérito propio cualquiera que este sea”.
Como vemos, estos pasajes (ver sobre todo las partes subrayadas por nosotros) muestran claramente el acuerdo fundamental sobre el carácter gratuito de la salvación del hombre, fruto de la gracia de Dios. Sobre el famoso tema de la fe y las obras, se aclara:

“…37. Juntos confesamos que las buenas obras, una vida cristiana de fe, esperanza y amor, surgen después de la justificación y son fruto de ella. Cuando el justificado vive en Cristo y actúa en la gracia que le fue concedida, en términos bíblicos, produce buen fruto. Dado que el cristiano lucha contra el pecado toda su vida, esta consecuencia de la justificación también es para él un deber que debe cumplir. Por consiguiente, tanto Jesús como los escritos apostólicos amonestan al cristiano a producir las obras del amor. 38. Según la interpretación católica, las buenas obras, posibilitadas por obra y gracia del Espíritu Santo, contribuyen a crecer en gracia para que la justicia de Dios sea preservada y se ahonde la comunión en Cristo. Cuando los católicos afirman el carácter «meritorio» de las buenas obras, por ello entienden que, conforme al testimonio bíblico, se les promete una recompensa en el cielo. Su intención no es cuestionar la índole de esas obras en cuanto don, ni mucho menos negar que la justificación siempre es un don inmerecido de la gracia, sino poner el énfasis en la responsabilidad del ser humanos por sus actos.  39. Los luteranos también sustentan el concepto de preservar la gracia y de crecer en gracia y fe, haciendo hincapié en que la justicia en cuanto ser aceptado por Dios y compartir la justicia de Cristo es siempre completa. Asimismo, declaran que puede haber crecimiento por su incidencia en la vida cristiana. Cuando consideran que las buenas obras del cristiano son frutos y señales de la justificación y no de los propios «méritos", también entienden por ello que, conforme al Nuevo Testamento, la vida eterna es una «recompensa» inmerecida en el sentido del cumplimiento de la promesa de Dios al creyente (véase fuentes de la sección 4.7).

Finalmente, sobre el misterio de la relación entre libertad y gracia:

“ …20. Cuando los católicos afirman que el ser humano «coopera", aceptando la acción justificadora de Dios, consideran que esa aceptación personal es en sí un fruto de la gracia y no una acción que dimana de la innata capacidad humana. 21. Según la enseñanza luterana, el ser humano es incapaz de contribuir a su salvación porque en cuanto pecador se opone activamente a Dios y a su acción redentora. Los luteranos no niegan que una persona pueda rechazar la obra de la gracia, pero aseveran que solo puede recibir la justificación pasivamente, lo que excluye toda posibilidad de contribuir a la propia justificación sin negar que el creyente participa plena y personalmente en su fe, que se realiza por la Palabra de Dios”.

Todo esto es totalmente compatible con todo lo que hemos visto sobre el tema de providencia, libre albedrío y gracia en ST. La reflexión adicional es: si esto es así, ¿por qué seguimos separados? Todo el justificado enojo de Lutero contra Roma se hubiera manejado de otro modo con los usos actuales de la Iglesia actual, y hubieran impedido las exageraciones doctrinales en las cuales Lutero habría incurrido (en ppio., negación del libre albedrío, corrupción total de la naturaleza humana después del pecado, la negación de la transubstanciación, negación del primado de Pedro y de seis de los siete sacramentos). Quiero decir: todo ello no fue la esencia de lo bueno de Lutero. Lo bueno de Lutero fue su rechazo a la corrupción dentro de Roma y un recordatorio de la primacía de la gracia, como buen monje agustino. Si las cosas se hubieran manejado de otro modo, Lutero hubiera sido hoy uno de los grandes reformadores católicos, como en su momento lo fueron San Francisco y Santo Domingo. Y en la Iglesia sí se puede volver al pasado: porque si hay acuerdo en lo fundamental, no hay motivo para estar separados. ¿Cuál es el problema del libre albedrío, en la medida que esta declaración conjunta lo afirma? ¿Cuál es el problema con la transubstanciación? Es totalmente razonable que Cristo haya querido estar realmente con nosotros siempre, mediante la renovación in-cruenta de su sacrificio. ¿Cuáles son los problemas de los cinco sacramentos restantes? Corresponden precisamente al desarrollo de la vida de la gracia, gracia sin la cual no hay cristianismo. ¿Cuál es el problema con el orden sagrado? Precisamente la participación en la gracia de ser sacerdote, profeta y rey de Jesucristo no lo niega como único mediador entre Dios y los hombres, precisamente porque ese único mediador hace participar realmente en la gracia de su mediación y de ese modo muetra de modo más intenso la necesidad de su gracia. ¿Cuál es el problema, entonces, con el sacramento de la Reconciliación? Por lo demás, la sabiduría psicológica de ese sacramento es única: el creyente es el que se acusa a sí mismo, nadie lo acusa de nada sino él, el sacerdote lo puede salvar de un falso escrúpulo y evita (justamente) que el creyente tenga la tentación de auto-salvarse a sí mismo en un diálogo secreto con Dios que dada la naturaleza humana da para todos los autoengaños posibles. Por lo demás, la Reconciliación muestra más la necesidad de la gracia, no porque rechace las sanas y necesarias terapias psicológicas sino porque es una muestra de que de estas últimas no puede surgir la gracia de Dios. Y de la confirmación, la unción y la extra-unción, ni qué hablar como vivencias permanentes de la gracia de Dios en toda la vida del cristiano….
Lo que quiero decir: de la necesidad de la gracia para la salvación, tema común a católicos y luteranos, surgen “como el valle de la montaña” los otros seis sacramentos porque ellos son los medios, precisamente, para la recepción de la gracia, dejando en las manos de Dios, obviamente, los medios extra-ordinarios para su recepción, pero sea de un modo u otro, la gracia siempre es necesaria….
Y finalmente, ¿cuál es el problema con el primado de Pedro? Es totalmente razonable que Jesucristo dejara una hermenéutica sobre-natural de las Escrituras, porque de no ser así, habría tantos cristianismos como cristianos hubiera. Más allá de esto, si los católicos han exagerado y abusado de la infalibilidad pontificia, problema nuestro, de los católicos, y no de los protestantes, que cuanto más rápído resolvamos nosotros más rápido podrán ellos verlo claro; pero lamentablemente creo que pasará mucho tiempo antes de que los católicos dejemos de ver en Pedro un monarca temporal absoluto que tiene que hablar, decir, hacer y deshacer absolutamente y directamente de toda cuestión humana que pudiera surgir.
Lo que quiero decir: no hay motivos para estar separados, más allá de un pasado que no se puede negar, pero sí curar. Y los católicos haríamos bien en recordar, como sucede en Hechos, 15, que “…el Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no poneros ninguna carga más que estas impresciendibles…”. Haríamos bien, por ende, en revisar si no deberíamos liberarnos de algunos lastres históricos que no forman parte del depositum fidei y que son un escándalo para la unidad de los cristianos… Cuando algunos católicos dejen de hablar del Sacro Imperio como un añorado dogma de fe y otros dejen de hablar de estatismo como un autoritario dogma de fe… Cuando los católicos hayamos madurado todo esto… Entonces tal vez demos un paso adelante en la unión con los demás cristianos……….