domingo, 10 de junio de 2018

EL TSUNAMI FRANCISCO: GRACIAS A DIOS.


El Papa Francisco ha despertado odios y amores absolutos. Ha aumentado la grieta, por lo demás ya existente, y muy grave, entre los católicos. Yo no comparto su línea teológica y menos aún su línea política (que, como casi todos los pontífices, la ha tenido como pontífice, y ese es el problema).

Entonces, ¿por qué “gracias a Dios”?

Porque Francisco ha destapado una olla que muchos mantenían oculta y no querían que se viera.

Durante todo el pontificado de JPII y de Benedicto XVI –quien tiene el honor, junto con Trump, de haber sido odiado por la más totalitaria izquierda internacional- hubo, del otro lado del Océano, una especie de Iglesia paralela, la representada por las sucesivas declaraciones de las Conferencias Episcopales Latinoamericanas. Desde Medellín hasta Aparecida, todas ellas fueron fruto, y expandieron, desde las teologías de la liberación más marxistas y violentas hasta las más moderadas teologías del pueblo (Francisco es un digno representante de la Teología del Pueblo Argentina). Esa línea era contradictoria con JPII y con Benedicto XVI. Muchos católicos lo sabían, pero no lo decían, por muchas razones. En parte, porque estaban tranquilos de que ambos estuvieran sosteniendo el dique. Yo no estaba nada tranquilo, sin embargo. Pero no es de extrañar que los negacionistas de entonces y de ahora me dijeran, permanentemente, de qué me preocupaba, de qué me preocupo.

No es cuestión de preocupación como si la Iglesia fuera un emprendimiento humano. La cabeza de la Iglesia es Cristo y es indefectible. Pero en todas las etapas de crisis humanas, hay muchos que sufrimos por amor a la Iglesia.

El dique, obviamente, se rompió. No se podía contener para siempre. Y fue un tsunami llamado Francisco. La verdad no sé qué tenían en la cabeza los cardenales que lo eligieron. Tal vez nada. Es la mejor hipótesis que tengo.

Pero entonces, visto todo esto con visión sobrenatural, hay que recordar que Dios permite los males por un bien mayor.

¿Y saben qué? Está bien que muchos vean ahora lo que es la débil teología latinoamericana y su fuerte compromiso político con el marxismo, en sus versiones extremas o moderadas.

Está bien que muchos se escandalicen. Está bien que se espanten. Que se agarren la cabeza. Está bien que lo hayan visto. Es un duro aprendizaje. Dios a veces sigue siendo el Dios severo del Antiguo Testamento.

Las aguas, dentro de muchos siglos, volverán a su equilibrio. Pero mientras tanto, tierra arrasada. Varones justos y prudentes, muertos, desaparecidos y humillados. Cabezas y corazones vacíos, como las botellas, flotando alegremente y llevándose todo por delante. Muy bien. Véanlo. Llegó al mismo Vaticano.

¿Qué pasará después? Ah, nunca mejor dicho, Dios sabrá. No será cuestión del próximo pontífice, que seguramente no sabrá qué hacer y repetirá además varios vicios de los cuales los pontífices anteriores no estuvieron exentos: clericalismo, aferramiento al Estado Pontificio, aferramiento a la Curia, invasión de las autonomías laicales, y episcopales. 

¿Saben qué? Todo bien. Hay problemas gravísimos en el mundo y en la Iglesia pero Francisco vive en su mundo y en su agenda. Y va a seguir. Tiene varias cositas más in mente. Tranquilos todos. Dios sabe más.


Mientras tanto, los que sabemos menos, suframos, y los que negaban el problema, que aprendan. 

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