domingo, 14 de enero de 2018

SOBRE EL FEMINISMO RADICAL Y SU (IN)COMPRENSIÓN DE LA NATURALEZA HUMANA.


Hay un capítulo de Star Trek, la serie original, (temporada 1, cap. 21) donde los guionistas –con una intuición psicológica y sociológica extraordinaria- muestran lo que sería el paso, de golpe, de una sociedad donde todos son muy tranquilos y muy buenos a otro momento donde las mismas personas pierden todo el super-yo y despliegan absolutamente su libido, en la pulsión sexual –que no es lo mismo- y en la pulsión de agresión, definida “casi” como una tercera pulsión en el genial texto “El malestar en la cultura” de Freud.


Justamente, lo que ese texto afirma es que la mayoría de las personas aceptan, inconscientemente, los mandatos del super yo que permiten su socialización, pero arrastran un malestar, porque por esos mandatos han pagado precios –las neurosis- que no han podido entender ni sublimar, e, inconscientemente, quieren “su money back”, lo cual los conduce en el fondo a una pulsión de agresión muy, muy peligrosa para el destino de la humanidad.

Perdón Sigmund por resumirte de este modo. Pero no es casualidad que en la misma línea de pensamiento, Freud haya considerado a los carnavales como escapes relativamente controlados a la presión permanente del super yo, y a la prostitución –que él no justificaba moralmente- como una expresión de la imposibilidad de todos de cumplir con los ideales de la ética sexual.

Es frecuente escuchar que Freud escribía para una época victoriana, pero que ahora ya no tendría sentido el modo en el que manejó el tema del super yo y las pulsiones sexuales y de agresión. Error. El super yo sobre ambas cosas siempre están, lo que va cambiando es su manifestación cultural. La sexualidad, en especial, sigue causando los mismos sentimientos de repulsión, rechazo y vergüenza de siempre, pero de otro modo.

Los problemas actuales del feminismo radical así lo demuestran.

Curiosamente, no es Freud el único que tenía razones para entender que la prostitución debía ser tolerada aunque no éticamente defendida. Se ignora en general que Santo Tomás, citando a San Agustín, decía que la prostitución debía ser tolerada: “…En el gobierno humano, quienes gobiernan también “toleran” (tolerant) razonablemente algunos males para no impedir otros bienes, o incluso para evitar peores males. Así lo afirma san Agustín en De Ordine (lib. 2, c. 4, n. 12: ML 32, 1000): “Quita a las meretrices de entre los humanos y habrás perturbado todas las cosas con sensualidades”” (II-II, q. 10, a. 11, resp).

Sabía además Santo Tomás que no toda la ley natural puede estar bajo el ámbito de la ley humana: “…“…La ley humana se establece para una multitud de hombres, en la cual la mayor parte no son hombres perfectos en la virtud. Y así la ley humana no prohíbe todos los vicios, de los que se abstiene un hombre virtuoso; sino sólo se prohíben los más graves, de los cuales es más posible abstenerse a la mayor parte de los hombres, especialmente aquellas cosas que son para el perjuicio de los demás, sin cuya prohibición la sociedad no se podría conservar, como son los homicidios, hurtos, y otros vicios semejantes”  I-II, Q. 96, a. 2. Las itálicas son nuestras.

Saltanto, casi como la última nave de “Discovery” de Star Trek, del s. XIII al 2018 –pero les prometo que sé a dónde voy- hace poco me enteré qué eran las “Boquitas”. Las busqué en internet y me di cuenta de que eran una versión local y porteña de porristas que destacaban obviamente una parte de su cuerpo indispensable para sentarse con comodidad. Algo similar a “Hooters”, que descubrimos una vez con mi esposa, buscando un lugar para tomar algo, luego de lo cual nos matamos un poco de la risa de nosotros dos, caídos de la palmera…

Como sabemos, las Boquitas han sido eliminadas por el club, pero no precisamente por la protesta de ningún obispo.

De Hooters para abajo, SIN llegar a la trata de blancas, que es un delito, hay toda una gama de señoritas que voluntariamente muestran su cuerpo precisamente porque saben que recibirán por ello un salario, pagado por señores que las usan para…. (¿Tengo que seguir? Aunque de ello habitualmente no se habla…). Podríamos llamar a todo ello una forma light de prostitución, aunque obviamente la sociedad toda las llama “artistas”.

Las feministas quieren prohibir todo ello porque implica una cosificación de la mujer. Y sí, es verdad. Cualquiera que haya leído a Buber sabe que se trata de una relación “yo-eso” donde la mujer es tratada como una cosa que se usa y se tira.


Pero el problema es el intento de prohibición, ya sea de las simpáticas Boquitas como de las señoras que ejercen en su casa el oficio más viejo del mundo. ¿Por qué?

Por un lado, el tema del derecho a la intimidad personal que distingue a lo moral de lo legal: no todo lo inmoral debe ser ilegal –cosa que Santo Tomás, como vimos, también dijo- sino sólo aquello que atenta directamente contra la vida, propiedad y libertad. Pero, además, por la sabia perspicacia de Freud: el intento de eliminar totalmente TODA manifestación de la pulsión sexual y de agresión de una sociedad de humanos neuróticamente normales –no hablamos de un convento- sólo logra que las mismas pulsiones se manifiesten peor, en acting outs particularmente más complejos. No es casualidad que en las sociedades más puritanas las pulsiones más originarias exploten de golpe de maneras menos controladas que las toleradas habitualmente por otras sociedades aparentemente más permisivas, pero sociológicamente más sabias.

En Star Trek, los vulcanos no eran tomistas: eran estoicos-kantianos. Su planeta, Vulcano, había sepultado sus casi incontrolables pasiones bajo toneladas de racionalidad. Pero esas pasiones estaban vivas como el núcleo hirviente de la Tierra y saltaban como volcanes, justamente cuando Spock perdía su compostura y se volvía violento. No era la postura de Santo Tomás, donde las pasiones son buenas, y deben estar, por amor a Dios, dirigidas a su recto fin. Sabía Santo Tomás que el des-orden no venía de las pasiones en sí mismas sino del pecado original, ante el cual sabía, como vimos, que le ley humana no era la solución, sino la redención.

Obviamente, ojalá todos tuviéramos la calma y la pureza sexual que tuvieron un Santo Tomás o un Fr. Martín de Porres, donde la gracia de Dios se manifestó como el sol del mediodía en verano. Pero no estamos hablando de una sociedad imposible formada por TODOS Martines de Porres. ¿No lo tenemos que aclarar, no? Estamos hablando de todos nosotros, neuróticos con mejores y peores días.

Una feminista me podría decir que ninguna prostitución es voluntaria. Esa afirmación universal negativa es objetable. Primero, otra vez, desde un punto de vista legal, no hay más remedio que dividir lo legal y lo ilegal en un explícito acto de coacción, aquí como en todo; de lo contrario yo podría decir que NO estoy trabajando voluntariamente en este planeta porque no puedo irme a Marte…………… Y el ejemplo es en serio, sólo capten los símbolos…

Pero, reconozcamos, tienen un punto: Santo Tomás distingue lo voluntario de lo voluntario “secundum quid”. Su ejemplo es alguien que tiene que tirar lastre del bote porque de lo contrario se hunde: lo tira voluntariamente, pero no lo habría tirado si no fuera porque el bote se está hundiendo.

En la vida hay infinitas circunstancias donde, sin que lo legal pueda entrar, tomamos decisiones que no hubiéramos tomado si….

Entonces distingamos: algunas (no todas, obviamente) señoritas que trabajan en modelaje, publicidad, cine, etc., muchas veces ofrecen sus servicios sexuales voluntariamente (SIN presiones previas) a productores, directores, etc… Por supuesto, esos señores que lo aceptan son una miércoles. Pero ellas, ¿pueden alegar abuso? Tal vez moralmente sí. Pero eran adultas. El abuso es coacción. Si no, ¿dónde está el delito? Porque algunas, reiteramos, tal vez se ofrecen “secundum quid” y en ese caso el señor en cuestión comete abuso moral, pero no se le puede acusar legalmente. Una señorita va a un bar, toma uno o dos tragos, busca con su mirada a caballeros que están buscando lo mismo, se va a la cama con él, ¿y luego lo puede denunciar por abuso?

Este tema es particularmente delicado, porque podríamos, a su vez, dedicar todo un blog a los varones que abusan moralmente de esas mentalmente NIÑAS de 18 años que casi sin ningún tipo de conciencia, y alentadas por costumbres decadentes y por padres tan inmaduros como ellas, entran en ese mundo infernal ofreciendo primero sus fotos y luego su cuerpo entero por un papel en una película cualquiera. De ningún modo podría decirse que eso NO nos preocupe. Pero lo que en ESTA entrada nos preocupa es que, a pesar de ello, el sexo consentido NO puede ser ahora convertido en delito. El artículo 19 de la Constitución sigue siendo válido (1), y la mayoría de edad jurídica se establece, entre otras cosas, para entrar o no en este artículo. Varones y mujeres tienen la misma responsabilidad jurídica (y además moral, según el caso) en el sexo consentido entre actrices y modelos y productores y directores. No vamos a entrar en el famoso debate planteado por Sor Juana, que quién es peor, si el que peca por la paga o el que paga por pecar, pero desde un punto de vista jurídico tienen ambos sexos la misma responsabilidad jurídica (esto es, son mayores) y las feministas no pueden pretender ahora convertir en delitos lo que es siempre, aunque lamentablemente, una terrible costumbre de la vida privada de esos ambientes. 

Cubramos por ende con un manto de comprensión a las jovencitas que “eran jóvenes y necesitaban el dinero” y marquemos con una denuncia moralmente fuerte a los señores que de ellas se aprovecharon, pero no hubo delito legal. Pero además, hay señoras MUY mayores que no necesitan NINGÚN dinero que ahora se quejan de abuso porque tal o cual director “las obligó” al filmar tal o cual escena de sexo. ¿Que las obligaron? No lo creo: ellas dijeron “si”. Porque hay que decirles, a las jovencitas y a las multimillonarias de 40 o 50: esas escenas, moralmente, NO deben filmarse. Si lo hacen, toda la tolerancia de la cual estamos hablando, pero eso no las habilita a hablar de abuso.

(ver al respecto https://www.facebook.com/theactivistmommy/?hc_ref=ARREPHVf2lm4U59-E5PUGpvpPxwAg79g9cDk6H6O7CUz2-SDuFkKxuZFCxjJmf8lwik&fref=nf)

Hace poco una señora denunció a un señor porque estaba “gozando” en una escena de sexo cuya diferencia con la porno hard fue sólo de grado. ¿Y qué pretendía? ¿Qué su “compañero de trabajo” fuera un androide? Si se trata de comprensión de la naturaleza humana, prefiero la época victoriana….

Lo mismo el tema de las miradas. Obviamente que un caballero no debe mirar a una dama como una cosa. Ahora bien, está perfectamente bien, según la ocasión, que las damas se vistan elegantes o sexys. Pero si alegan que se visten así sólo por ellas, y que toda mirada de un varón les molesta, de vuelta veo poca comprensión de lo que es la naturaleza humana. Desde luego que un caballero debe sólo decir, si la ocasión lo amerita (las menos de las veces) “qué linda que estás” y luego mirar sólo a los ojos. Pero no todos son caballeros y pretender poner presos a todos los NO caballeros me parece que…… De vuelta, prefiero la Edad Media…

Las feministas actuales, por ende, incurren en una reacción –comprensible, sí- que, por un lado:
a)      Ignora las advertencias del mismo Freud sobre la naturaleza del ser humano y de las sociedades humanas, que incluso el mismo Santo Tomás compartía. Hablamos de la naturaleza HUMANA (después del pecado original) , o sea la del varon Y la de la mujer.
b)      Incurre en una reacción autoritaria que pretende penar legalmente a todo comportamiento sexual que esté dentro de lo libre y voluntario desde un punto de vista LEGAL.

Desde un punto de vista MORAL, las feministas tienen razón en que:
a)      Se debe evitar toda cosificación de la mujer,

Pero, sin embargo, olvidan que,

b)      Hay un “margen” de cosificación de la mujer (y del varón) que, no hay más remedio, debe ser TOLERADO en función de la naturaleza humana y sus posibilidades reales de seguir todos los mandatos del super yo. Ese margen entra además en lo “libre y voluntario” desde el punto de vista LEGAL e incluye los voluntarios “secundum quid” que no pueden ser juzgados legalmente aunque merezcan nuestra condena moral.

Desde luego, toda trata de blancas, toda violación y todo abuso sexual, todo sexo no consentido debe ser legalmente penado. De allí en más, toleremos y comprendamos a una sociedad que siempre estará compuesta por neuróticos, a veces más simpáticos, a veces menos.

Sólo la santidad, que es fruto de la Gracia de Dios, implica el camino a dirigir las pulsiones hacia su recto fin. 

 Pero ese reino (al cual la mayoría de las feministas radicales odian) no es de este mundo.




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(1) "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe".