domingo, 28 de enero de 2018

CÓMO HACER PARA QUE NO HAYA ERRORES EN EL APRENDIZAJE Y LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA (Método infalible).


Hace poco, gracias a la invitación de una ex alumna (Nani Sánchez) fui al colegio donde ella da clase para hablar de educación. Entonces hice el siguiente experimento.

Supongamos que quieren estudiar filosofía pero NO hay carreras de filosofía formales como las organizadas actualmente.

¿Qué harían?

De manera dialógica fueron saliendo las primeras respuestas.

Una, estudiarían por su cuenta. Ok.

¿Con qué?

Con libros, ya sea en papel o internet.

¿Qué libros? Y, correr el riesgo. Tal vez preguntar a alguien, tal vez preguntar a algún profesor que daba clases de filosofía.

¿Cómo seguir? Depende del objetivo. Supongamos que el objetivo es dar clases de filosofía en el terciario que ahora están estudiando.

Bueno, habría que seguir leyendo y ver qué vamos aprendiendo.

¿Cómo lo haríamos?

Bueno, de vuelta, anotaríamos todas nuestras dudas y las iríamos consultando, cada 10 días más o menos, a gente que dice saber filosofía o que daba clases de filosofía o a personas que digan que son filósofos. Habría que ver si nos cobran o no, si son confiables…… Iríamos probando.

Si nos gusta cómo nos tratan, volveríamos, en 10 días o 15, con más preguntas, con más textos leídos, con más cosas vistas en papel, on line, en youtube, etc.

Y así, ¿durante cuánto tiempo? Y, deberíamos ir practicando. Tal vez organizamos un grupo para darnos clase mutuamente, para ver cómo podemos responder, tal vez pedimos asesoramiento a alguien que diga que sabe de esas cosas.

Cada tanto, a su vez, podríamos ir escribiendo, en nuestros blogs, nuestras ideas filosóficas, compartirlas con los demás, recibir críticas, ver cómo nos ponemos ante el debate, ver si dialogamos o nos peleamos, etc.

¿Cuánto tiempo? No sabemos. En última instancia, alguna vez hay que comenzar. Suponiendo que no tengamos pánico escénico, un día podríamos ir a ver a una de las autoridades del instituto y decirle que queremos dar clases de filosofía a los alumnos que quieran escucharnos, y organizar un seminario, un taller, lo que fuere.

Alguien del instituto debería hablar con nosotros y considerar si estamos en condiciones o no. Puede equivocarse, pero él tiene que decidir.

Si nos dice que sí, hay que ver cómo nos llevamos con nuestros alumnos voluntarios: en qué medida somos nosotros ahora los que intentamos mover al entusiasmo por el camino recorrido.

Si nos dicen que no, podemos dar clase en nuestra casa a los que quieran escucharnos.

Si nadie quiere escuchar nuestras clases, entonces…… Nadie quiere escuchar nuestras clases.

Y si alguien quiere escucharnos, pues………….. Correrá el riesgo.

Y así, lentamente, habrá de vuelta lugares donde se estudia filosofía. Bien, mal, regular, Dios sabrá.

Dios sabrá: eso es lo importante.

Porque el problema se produce cuando alguien, que no es Dios,  dice “yo soy el que sé” y llama a la coacción del estado para que lo certifique.

Entonces me nombra Secretario de Humanidades de La Nación.

Y entonces organizo las carreras de filosofía. Y todo el que quiera enseñar filosofía deberá pasar por las carreras así organizadas, y nadie podrá estudiar o enseñar filosofía si no pasa por MI sistema que ahora se ha convertido en EL sistema aprobado por el estado y exigido a todos los que quieran estudiar filosofía.

Porque el otro sistema, claro, era caótico. Mucha gente se podía equivocar.


Ahora, claro, ya no.

domingo, 21 de enero de 2018

EL FEMINISMO RADICAL Y SU (IN) COMPRENSIÓN DE LA NATURALEZA DEL LENGUAJE



La nueva: ahora tenemos que decir “todxs” o de lo contrario vamos presos. No es broma, así amenazó, muy convencida, bajo “delito de discriminación” una fervorosa feminista mientras “dialogaba” (amenazaba) con Vanesa Vallejo.

Primero, un aspecto del nivel sintáctico del lenguaje. El Español no tiene género neutro explícito para todos los sustantivos y adjetivos (como el Latín: us-a-um, donde el “um” es el género neutro) pero lo tiene implícito: cuando un informe dice “Nro. de alumnos de la Universidad Zanotti” (ja ja, no se preocupen, NUNCA va a existir), el “alumnos” no se está refiriendo a masculino o femenino, sino al neutro. Las feministas deberían estar contentas, pues ese es el sentido de la letra “o” en la mayoría de los casos y NO el señalamiento del género masculino. Pero parece que no lo saben.

Ahora bien, a nivel pragmático, el género depende del contexto. Tampoco habría motivos de enojo, porque si en un aula mixta digo “chicos”, nadie puede suponer que estoy “ocultando” a las chicas, sino que estoy usando el neutro aludido anteriormente. Por supuesto, el contexto, como decía Wittgenstein, determina el uso, y la prudencia o gentileza del uso. Por ende si en mi clase hay un grupo de chicas a la izquierda y otros pocos chicos a la derecha, yo, al dirigirme a las alumnas, elijo decirles “chicas”.

En otros idiomas, por supuesto, la cosa es más fácil, porque el género (como en casi todo el Inglés y en todo el Japonés) el género se sabe sólo por el contexto.

Ahora bien, supongamos que miro a mis alumnas y les dicho “chicos”….

Qué, voy preso?

Las feministas radicales así lo quieren. Y, de vuelta, allí está su problema: en su coacción, en su autoritarismo.

Porque es verdad que tienen allí un punto: sería ignorar a mis alumnas si mi idioma me da el género y yo les digo “chicos”. Es verdad que el lenguaje hace mundo (de vida) y el mundo hace lenguaje. Los juegos de lenguaje, el uso del lenguaje, conforma la realidad, somos hablados por el lenguaje, así como el mundo de la vida se expresa en los juegos de lenguaje. Así que sí, el lenguaje puede llegar a implicar una discriminación moralmente negativa. Pero, de vuelta, es una pretensión cuasi-totalitaria pretender que el estado controle al lenguaje. Eso es meterse en lo más íntimo del mundo de la vida, es la racionalización del mundo de la vida (en su máximo esplendor) denunciado por la Escuela de Frankfurt;  es la mentalidad racionalista-constructivista, denunciada por Hayek, en su apogeo. Es como si yo, que tengo mis diferencias con muchos términos que denotan filosofías que no comparto, lo intentara hacer por la fuerza del estado. Al contrario, lo que hago es usar o NO usar libremente,  en mi vida cotidiana, palabras que sean coherentes con mi forma de ver el mundo. Por eso casi nunca uso las palabras “objetivo”, “subjetivo”, “hechos”, etc., y en mi vida cotidiana NO uso las formas porteñas habituales de expresar enojo. Pero, me imaginan como policía del lenguaje?

Ello es contradictorio con la naturaleza misma del lenguaje, que es un orden espontáneo, uno de los más importantes de los mundos humanos de la vida. Intentar controlar las palabras es como intentar controlar precios.

Dejando de lado, por supuesto, la libertad individual de usar el juego de lenguaje que queramos.

Las feministas querrían ahora imponer por la fuerza, bajo pena de delito de discriminación, las formas del lenguaje que “visualizan” a las mujeres. En algunos casos, dependiendo de la situación y del contexto, como dije, es verdad que en algunos lenguajes, usar el género femenino puede ser un acto moralmente adecuado. Pero, de vuelta, las transformaciones culturales no se imponen por la fuerza. Las feministas radicales son muy rápidas a la hora de asesinar bebés con la excusa de que “es mi cuerpo”, pero no vaya a ser que alguien les diga “es mi lenguaje”.

Por ende: tienen todo el derecho a hablar y escribir como quieran, pero…

Los demás también (1).


Se ve que ESE “pro choice” no les entra.

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(1) Uy qué horror!!!!!!!!!!!!!!!! Dije "los" !!! Estoy lost. 

domingo, 14 de enero de 2018

UN ARTÍCULO DE ALBERTO MANSUETI CON ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA MPS QUE CREO QUE HAY QUE PENSAR ANTES QUE ENOJARSE

UN HÉROE DE NUESTROS DÍAS
Alberto Mansueti

Vaklav Klaus ha puesto sus títulos a todos los episodios de la historia que protagonizó. Es el artífice de la “Revolución de Terciopelo” de 1989 en su país, entonces República Popular de Checoslovaquia, cuando sin un tiro ni una gota de sangre, su “Partido Cívico” acabó la tiranía soviética, a pura fuerza de inteligencia política. Casado con Livia, su novia eslovaca de los ’70, estudiantes en la Universidad de Economía de Praga, Klaus negoció en 1992 el “divorcio amistoso” de checos y eslovacos, junto a su colega Vladimir Meciar, evitando sangrientas guerras tribales como en la ex Yugoslavia. Aprendieron los liberales una lección clave: la política es el único sustituto a la sangre y a la muerte.

En 1993, ya como Primer Ministro de la novel República Checa, y en los 5 años siguientes, dirigió la “transición completa” desde el comunismo al capitalismo liberal, a base de privatizaciones populares, con bonos canjeables por acciones, muy diferente de las “transiciones a medias”, como en Hungría, Polonia y otros países ex comunistas. El “milagro económico checo” se vio de inmediato en hogares, calles, fábricas y fincas; y luego en estadísticas de la economía. Pero enfrentó grandes obstáculos, mayormente legales; y los “transitólogos” liberales aprendieron otra lección clave: las reformas económicas profundas deben prepararse y acompañarse de profundos cambios jurídicos.

Desbancado del poder, Klaus encabezó la oposición a los gobiernos tibios que le sucedieron, mostrando el camino de salida: ampliar y profundizar las reformas; no revertirlas.

En 2003 fue elegido Presidente, y reelegido en 2008. Siguió su combate ideológico y político en cuatro frentes: contra la oposición socialdemócrata y ex comunista; contra el Nuevo Orden Mundial continentalista y globalista de la Unión Europea, la OTAN y la ONU; contra los embates del marxismo cultural; y contra los “liberales” despistados, que se limitan a repetir como loros las sabidas frases de Mises y Hayek, que son veraces y acertadas, pero el siglo XXI plantea nuevos y terribles desafíos, que piden respuestas y soluciones que sean liberales clásicas y creativas a la vez.

En 2013 Klaus dejó la Presidencia de su país; y se enfocó en esta cuarta brega. Sus discursos a la Sociedad Mont Pelerin, convertida en “amable Club de Viajes de los thinktanqueros”, pisaron callos, tan fuerte, que al fin le expulsaron del Instituto Cato, por “conservador” y peleador. Tres de sus discursos a la decaída Sociedad MP, resumen su titánico pensamiento; los de Praga en 2012, Hong Kong en 2014, y Seúl en 2017. (Todos en su Website, ordenados por fechas).

(1) El de Praga en 2012 fue muy esclarecedor y señero, ya desde el título: “No estamos en el lado ganador”. Apuntó una larga lista de factores que conspiraron contra las reformas liberales de los ’90, en la República Checa, y todo el mundo. De ellos, hubo 4 que “no nos tomaron de sorpresa”; pero otros 9 en cambio, “nos agarraron desprevenidos”.

¿Cuáles estaban previstos? A saber: la atracción fatal por el socialismo democrático, y su falaz y engañosa “Economía Social de Mercado”, tan querida por los “socialcristianos”; los rojos disfrazados de “verdes”; toda la plaga de “intelectuales” socialistas, escritores y “pensadores” (¿?) amantes de la planificación central y el dominio sobre la vida y negocios de la gente; y en fin, el “cientismo” y las ilusiones tecnocráticas, un duro primer golpe a la democracia, que los liberales clásicos siempre hemos defendido, como límite al ejercicio del poder.

¿Y cuáles “nos tomaron de sorpresa”? A saber: la contracultura de los hippies sesentayocheros del “Mayo francés” envejecidos, retocada en el marxismo cultural de Gramsci, Luckacs y la Escuela de Frankfurt; el atractivo de las “ganancias visibles y concentradas” para los grupos de intereses, y el escaso conocimiento de los “costos invisibles y dispersos” para las grandes mayorías. Y por último, el cambio de “derechos civiles” por “derechos humanos”, a los almuerzos gratis. Esos tres primeros.

¿Qué más? La repentina judicialización de la política o “Juristocracia”; y el poder de las ONGs, supuestamente “de la sociedad civil”, otros dos martillazos contra la democracia. Y siguen: la prensa basura, manipulada, escandalosa y sensiblera, abusa de la libertad de expresión; las Nomenklaturas de “los organismos internacionales”, en realidad “supranacionales”, arrogantes y prepotentes, y fuera de todo control democrático, a diferencia de las autoridades nacionales al interior de cada país. Y por último: feroz propaganda en favor de las falacias marxistas; y débil y defectuosa defensa de “las ideas de la libertad”.

Pero con estos dos últimos factores, Klaus apunta al cierre de su discurso, los “tanques de pensamiento liberal” nos fallaron. Callos pisados por doquier. Murmullos en la sala.

(2) En Hong Kong, en 2014, el ya viejo guerrero volvió a la carga, en defensa de un liberalismo “sanamente conservador”. “En el siglo pasado”, dijo, el liberalismo tuvo que defender la libertad contra el nacionalismo; contra la democracia deformada en “tiranía de la mayoría”; y contra la política pretendiendo atropellar la economía. ¡Muy bien! Pero en este siglo, las amenazas contra la libertad nos disparan desde nuevos frentes, y tenemos que defenderla. ¿Cuáles son esos nuevos enemigos de la libertad? Tres, principalmente: la desnacionalización de los países, con las migraciones masivas y las Nomenklaturas supranacionales; los burócratas que le tienen miedo a la democracia; y la ilusión antipolítica de un “mundo pospolítico”, que a la fuerza pretenden imponernos.

Por consiguiente, los liberales clásicos y conservadores hemos de asumir sin tibiezas la triple defensa del Estado nacional, de la democracia, y de los políticos y la política. Otra vez callos pisados, otra vez murmullos en la sala.

(3) El pasado 2017, en Seúl, Klaus otra vez estuvo demoledor; y más directo, si cabe. Tituló así: “Nuevas amenazas que la Mont Pelerin debe tratar”, sin anestesia. E hizo gala de su capacidad más admirable: combinar sus arengas típicas de experimentado político práctico, con citas eruditas de los académicos liberales y conservadores rigurosos y creativos, que no sólo repiten frases de Mises y Hayek; y quizá por eso mismo, no muy conocidos del público liberal convencional.

Se despachó en dos temas: primero contra las migraciones masivas, gente que llega de países rotos y atrasados, buscando “beneficios sociales”; es una amenaza a la cultura y la civilización occidentales. Son muy diferentes de las antiguas migraciones individuales, gente que llega buscando simplemente un trabajo, y un futuro, para hacer a punta de esfuerzo propio. Segundo tema: a favor de la rebelión de las mayorías silenciosas, que votan por candidatos antisistema; y contra los liberales despistados, que descalifican a las primeras como “populistas”, y a los segundos como “fundamentalistas”, “Neo-nazis” y “amigos de Putin”. Esta vez los callos sangraron; los murmullos subieron de volumen.


Doctor Klaus: si le es posible acompañarnos, ¡bienvenido a Guatemala!

SOBRE EL FEMINISMO RADICAL Y SU (IN)COMPRENSIÓN DE LA NATURALEZA HUMANA.


Hay un capítulo de Star Trek, la serie original, (temporada 1, cap. 21) donde los guionistas –con una intuición psicológica y sociológica extraordinaria- muestran lo que sería el paso, de golpe, de una sociedad donde todos son muy tranquilos y muy buenos a otro momento donde las mismas personas pierden todo el super-yo y despliegan absolutamente su libido, en la pulsión sexual –que no es lo mismo- y en la pulsión de agresión, definida “casi” como una tercera pulsión en el genial texto “El malestar en la cultura” de Freud.


Justamente, lo que ese texto afirma es que la mayoría de las personas aceptan, inconscientemente, los mandatos del super yo que permiten su socialización, pero arrastran un malestar, porque por esos mandatos han pagado precios –las neurosis- que no han podido entender ni sublimar, e, inconscientemente, quieren “su money back”, lo cual los conduce en el fondo a una pulsión de agresión muy, muy peligrosa para el destino de la humanidad.

Perdón Sigmund por resumirte de este modo. Pero no es casualidad que en la misma línea de pensamiento, Freud haya considerado a los carnavales como escapes relativamente controlados a la presión permanente del super yo, y a la prostitución –que él no justificaba moralmente- como una expresión de la imposibilidad de todos de cumplir con los ideales de la ética sexual.

Es frecuente escuchar que Freud escribía para una época victoriana, pero que ahora ya no tendría sentido el modo en el que manejó el tema del super yo y las pulsiones sexuales y de agresión. Error. El super yo sobre ambas cosas siempre están, lo que va cambiando es su manifestación cultural. La sexualidad, en especial, sigue causando los mismos sentimientos de repulsión, rechazo y vergüenza de siempre, pero de otro modo.

Los problemas actuales del feminismo radical así lo demuestran.

Curiosamente, no es Freud el único que tenía razones para entender que la prostitución debía ser tolerada aunque no éticamente defendida. Se ignora en general que Santo Tomás, citando a San Agustín, decía que la prostitución debía ser tolerada: “…En el gobierno humano, quienes gobiernan también “toleran” (tolerant) razonablemente algunos males para no impedir otros bienes, o incluso para evitar peores males. Así lo afirma san Agustín en De Ordine (lib. 2, c. 4, n. 12: ML 32, 1000): “Quita a las meretrices de entre los humanos y habrás perturbado todas las cosas con sensualidades”” (II-II, q. 10, a. 11, resp).

Sabía además Santo Tomás que no toda la ley natural puede estar bajo el ámbito de la ley humana: “…“…La ley humana se establece para una multitud de hombres, en la cual la mayor parte no son hombres perfectos en la virtud. Y así la ley humana no prohíbe todos los vicios, de los que se abstiene un hombre virtuoso; sino sólo se prohíben los más graves, de los cuales es más posible abstenerse a la mayor parte de los hombres, especialmente aquellas cosas que son para el perjuicio de los demás, sin cuya prohibición la sociedad no se podría conservar, como son los homicidios, hurtos, y otros vicios semejantes”  I-II, Q. 96, a. 2. Las itálicas son nuestras.

Saltanto, casi como la última nave de “Discovery” de Star Trek, del s. XIII al 2018 –pero les prometo que sé a dónde voy- hace poco me enteré qué eran las “Boquitas”. Las busqué en internet y me di cuenta de que eran una versión local y porteña de porristas que destacaban obviamente una parte de su cuerpo indispensable para sentarse con comodidad. Algo similar a “Hooters”, que descubrimos una vez con mi esposa, buscando un lugar para tomar algo, luego de lo cual nos matamos un poco de la risa de nosotros dos, caídos de la palmera…

Como sabemos, las Boquitas han sido eliminadas por el club, pero no precisamente por la protesta de ningún obispo.

De Hooters para abajo, SIN llegar a la trata de blancas, que es un delito, hay toda una gama de señoritas que voluntariamente muestran su cuerpo precisamente porque saben que recibirán por ello un salario, pagado por señores que las usan para…. (¿Tengo que seguir? Aunque de ello habitualmente no se habla…). Podríamos llamar a todo ello una forma light de prostitución, aunque obviamente la sociedad toda las llama “artistas”.

Las feministas quieren prohibir todo ello porque implica una cosificación de la mujer. Y sí, es verdad. Cualquiera que haya leído a Buber sabe que se trata de una relación “yo-eso” donde la mujer es tratada como una cosa que se usa y se tira.


Pero el problema es el intento de prohibición, ya sea de las simpáticas Boquitas como de las señoras que ejercen en su casa el oficio más viejo del mundo. ¿Por qué?

Por un lado, el tema del derecho a la intimidad personal que distingue a lo moral de lo legal: no todo lo inmoral debe ser ilegal –cosa que Santo Tomás, como vimos, también dijo- sino sólo aquello que atenta directamente contra la vida, propiedad y libertad. Pero, además, por la sabia perspicacia de Freud: el intento de eliminar totalmente TODA manifestación de la pulsión sexual y de agresión de una sociedad de humanos neuróticamente normales –no hablamos de un convento- sólo logra que las mismas pulsiones se manifiesten peor, en acting outs particularmente más complejos. No es casualidad que en las sociedades más puritanas las pulsiones más originarias exploten de golpe de maneras menos controladas que las toleradas habitualmente por otras sociedades aparentemente más permisivas, pero sociológicamente más sabias.

En Star Trek, los vulcanos no eran tomistas: eran estoicos-kantianos. Su planeta, Vulcano, había sepultado sus casi incontrolables pasiones bajo toneladas de racionalidad. Pero esas pasiones estaban vivas como el núcleo hirviente de la Tierra y saltaban como volcanes, justamente cuando Spock perdía su compostura y se volvía violento. No era la postura de Santo Tomás, donde las pasiones son buenas, y deben estar, por amor a Dios, dirigidas a su recto fin. Sabía Santo Tomás que el des-orden no venía de las pasiones en sí mismas sino del pecado original, ante el cual sabía, como vimos, que le ley humana no era la solución, sino la redención.

Obviamente, ojalá todos tuviéramos la calma y la pureza sexual que tuvieron un Santo Tomás o un Fr. Martín de Porres, donde la gracia de Dios se manifestó como el sol del mediodía en verano. Pero no estamos hablando de una sociedad imposible formada por TODOS Martines de Porres. ¿No lo tenemos que aclarar, no? Estamos hablando de todos nosotros, neuróticos con mejores y peores días.

Una feminista me podría decir que ninguna prostitución es voluntaria. Esa afirmación universal negativa es objetable. Primero, otra vez, desde un punto de vista legal, no hay más remedio que dividir lo legal y lo ilegal en un explícito acto de coacción, aquí como en todo; de lo contrario yo podría decir que NO estoy trabajando voluntariamente en este planeta porque no puedo irme a Marte…………… Y el ejemplo es en serio, sólo capten los símbolos…

Pero, reconozcamos, tienen un punto: Santo Tomás distingue lo voluntario de lo voluntario “secundum quid”. Su ejemplo es alguien que tiene que tirar lastre del bote porque de lo contrario se hunde: lo tira voluntariamente, pero no lo habría tirado si no fuera porque el bote se está hundiendo.

En la vida hay infinitas circunstancias donde, sin que lo legal pueda entrar, tomamos decisiones que no hubiéramos tomado si….

Entonces distingamos: algunas (no todas, obviamente) señoritas que trabajan en modelaje, publicidad, cine, etc., muchas veces ofrecen sus servicios sexuales voluntariamente (SIN presiones previas) a productores, directores, etc… Por supuesto, esos señores que lo aceptan son una miércoles. Pero ellas, ¿pueden alegar abuso? Tal vez moralmente sí. Pero eran adultas. El abuso es coacción. Si no, ¿dónde está el delito? Porque algunas, reiteramos, tal vez se ofrecen “secundum quid” y en ese caso el señor en cuestión comete abuso moral, pero no se le puede acusar legalmente. Una señorita va a un bar, toma uno o dos tragos, busca con su mirada a caballeros que están buscando lo mismo, se va a la cama con él, ¿y luego lo puede denunciar por abuso?

Este tema es particularmente delicado, porque podríamos, a su vez, dedicar todo un blog a los varones que abusan moralmente de esas mentalmente NIÑAS de 18 años que casi sin ningún tipo de conciencia, y alentadas por costumbres decadentes y por padres tan inmaduros como ellas, entran en ese mundo infernal ofreciendo primero sus fotos y luego su cuerpo entero por un papel en una película cualquiera. De ningún modo podría decirse que eso NO nos preocupe. Pero lo que en ESTA entrada nos preocupa es que, a pesar de ello, el sexo consentido NO puede ser ahora convertido en delito. El artículo 19 de la Constitución sigue siendo válido (1), y la mayoría de edad jurídica se establece, entre otras cosas, para entrar o no en este artículo. Varones y mujeres tienen la misma responsabilidad jurídica (y además moral, según el caso) en el sexo consentido entre actrices y modelos y productores y directores. No vamos a entrar en el famoso debate planteado por Sor Juana, que quién es peor, si el que peca por la paga o el que paga por pecar, pero desde un punto de vista jurídico tienen ambos sexos la misma responsabilidad jurídica (esto es, son mayores) y las feministas no pueden pretender ahora convertir en delitos lo que es siempre, aunque lamentablemente, una terrible costumbre de la vida privada de esos ambientes. 

Cubramos por ende con un manto de comprensión a las jovencitas que “eran jóvenes y necesitaban el dinero” y marquemos con una denuncia moralmente fuerte a los señores que de ellas se aprovecharon, pero no hubo delito legal. Pero además, hay señoras MUY mayores que no necesitan NINGÚN dinero que ahora se quejan de abuso porque tal o cual director “las obligó” al filmar tal o cual escena de sexo. ¿Que las obligaron? No lo creo: ellas dijeron “si”. Porque hay que decirles, a las jovencitas y a las multimillonarias de 40 o 50: esas escenas, moralmente, NO deben filmarse. Si lo hacen, toda la tolerancia de la cual estamos hablando, pero eso no las habilita a hablar de abuso.

(ver al respecto https://www.facebook.com/theactivistmommy/?hc_ref=ARREPHVf2lm4U59-E5PUGpvpPxwAg79g9cDk6H6O7CUz2-SDuFkKxuZFCxjJmf8lwik&fref=nf)

Hace poco una señora denunció a un señor porque estaba “gozando” en una escena de sexo cuya diferencia con la porno hard fue sólo de grado. ¿Y qué pretendía? ¿Qué su “compañero de trabajo” fuera un androide? Si se trata de comprensión de la naturaleza humana, prefiero la época victoriana….

Lo mismo el tema de las miradas. Obviamente que un caballero no debe mirar a una dama como una cosa. Ahora bien, está perfectamente bien, según la ocasión, que las damas se vistan elegantes o sexys. Pero si alegan que se visten así sólo por ellas, y que toda mirada de un varón les molesta, de vuelta veo poca comprensión de lo que es la naturaleza humana. Desde luego que un caballero debe sólo decir, si la ocasión lo amerita (las menos de las veces) “qué linda que estás” y luego mirar sólo a los ojos. Pero no todos son caballeros y pretender poner presos a todos los NO caballeros me parece que…… De vuelta, prefiero la Edad Media…

Las feministas actuales, por ende, incurren en una reacción –comprensible, sí- que, por un lado:
a)      Ignora las advertencias del mismo Freud sobre la naturaleza del ser humano y de las sociedades humanas, que incluso el mismo Santo Tomás compartía. Hablamos de la naturaleza HUMANA (después del pecado original) , o sea la del varon Y la de la mujer.
b)      Incurre en una reacción autoritaria que pretende penar legalmente a todo comportamiento sexual que esté dentro de lo libre y voluntario desde un punto de vista LEGAL.

Desde un punto de vista MORAL, las feministas tienen razón en que:
a)      Se debe evitar toda cosificación de la mujer,

Pero, sin embargo, olvidan que,

b)      Hay un “margen” de cosificación de la mujer (y del varón) que, no hay más remedio, debe ser TOLERADO en función de la naturaleza humana y sus posibilidades reales de seguir todos los mandatos del super yo. Ese margen entra además en lo “libre y voluntario” desde el punto de vista LEGAL e incluye los voluntarios “secundum quid” que no pueden ser juzgados legalmente aunque merezcan nuestra condena moral.

Desde luego, toda trata de blancas, toda violación y todo abuso sexual, todo sexo no consentido debe ser legalmente penado. De allí en más, toleremos y comprendamos a una sociedad que siempre estará compuesta por neuróticos, a veces más simpáticos, a veces menos.

Sólo la santidad, que es fruto de la Gracia de Dios, implica el camino a dirigir las pulsiones hacia su recto fin. 

 Pero ese reino (al cual la mayoría de las feministas radicales odian) no es de este mundo.




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(1) "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe".

viernes, 12 de enero de 2018

SOBRE LA ÚLTIMA PELI DE WOODY



Esta vez, nada nuevo, pero tampoco nada malo. Woody ha elegido nuevamente un estilo que maneja magistralmente, pero que no entusiasma a muchos: el drama sin bromas que lo anestesien.

Interiores, Septiembre, La otra mujer, Blue Jasmine, han sido ese tipo de películas, aunque cabe reconocer que La Otra Mujer se encuentra seguramente en sus cinco mejores.

Lo que hace Woody es lo de siempre: mostrarnos que, para él, la realidad es terrible. Sólo el arte y la ficción es la escapatoria, sólo la ilusión, como el final de su magistral Sombras y nieblas, muy poco entendida en general. Pero en casi todas sus demás películas, y especialmente en dramas terribles como La Rosa Púrpura, Alice, Zelig, lo terrible se esconde, se anestesia, como dijimos, en su impresionante humor, que borra, casi, para el espectador (caritativamente), lo vano y trágico de una existencia casi sin sentido. Casi, porque al final de Crímenes y pecados –otra terrible tragedia atemperada por el antihéroe Clif- esboza una esperanza: la familia, el trabajo, y que las futuras generaciones puedan entender más.

En esta última película, lo terrible de la vida, sumergida y atrapada en la tristeza más profunda, golpea sin misericordia al espectador desprevenido. Pasa el tiempo, esperamos algún chiste, alguna escena desopilante, y no. Finalmente, Ginny, bajo la magistral interpretación de Kate Winslet, cae casi en la psicosis. Ha intentado huir de sí misma en un amor sin esperanza, mata indirectamente a su competidora de Mickey, y finalmente, casi pierde el criterio de realidad: se disfraza de uno de los personajes de la frustrada actriz y casi, casi, parece que se lo cree, hasta que el espectador se queda, como última escena, con su rostro desencajado, que esta vez no tiene ni siquiera el consuelo del arte, como el rostro de Cecilia, al final de La Rosa Púrpura.




¿Esperabas otra cosa, espectador? Esto es Woody. Su humor siempre ha sido el modo en el cual él ha querido protegerte. Esta vez, no te lo regaló. No te enojes. Se llama Wood Allen.

domingo, 7 de enero de 2018

"¿SABES QUIÉN VIENE A CENAR?" ¡LA NOVIA DE LA NENA!!!!!



Para los que no sean cinéfilos,  “Guess Who's Coming to Dinner” (https://www.youtube.com/watch?v=4a56FnhtuGI) es un clásico del cine norteamericano que plantea la perplejidad de un papá totalmente anti-racista cuando “la nena” le presenta a su novio afroamericano, un intachable médico, en 1967, cuando el matrimonio interracial estaba legalmente prohibido en la mitad de los estados norteamericanos. La película tuvo un gran impacto en su momento y formó parte de la lucha por los derechos civiles en los EEUU, que pedían por la igualdad, la diversidad y la no discriminación. Eran años de lucha, años difíciles pero que marcaron una época de heroica transformación moral. Sidney Poitier, el famoso actor afroamericano que protagoniza al médico, tuvo que pedirle a la actriz Nichelle Nichols, que protagonizaba a Uhura en el puente de mando de “Star Trek” que se quedara en el papel. Hoy a nadie sorprende ver a una actriz afroamericana en la serie, pero ponerla allí fue otra gran jugada de Gene Roddenberry, el creador de esa extraorinaria serie, nuestra Odisea del s. XX ambientada en el XXIV.




Prácticamente todos los católicos norteamericanos de entonces apoyaron esta lucha contra el racismo. De hecho uno de los protagonistas de la película, que está a favor de que se casen, es un sacerdote católico. Difícilmente podían prever en esa época que hoy estarían parados en la vereda de enfrente. 

 

Porque gran parte de los miembros del lobby LGTB no son malas personas subidas desde el averno: la mayor parte de ellos lo que hace es igualar la situación de los homosexuales, transexuales y bisexuales con la situación de los afroamericanos en la década del 60 e igualar la lucha por los derechos civiles de entonces con la de ahora. Me parece que esto toma de sorpresa a muchos católicos actuales. El argumento del llamado “lobby” es que los LGTB merecen tanta NO discriminación e integración igualitaria a la sociedad como en su momento la hubo para con la integración racial. Y, desde el punto de vista de la igualdad ante la ley y la obligación moral que tenemos de no discriminación por motivos externos a las capacidades de las personas, tienen un punto importante, TAN importante que así se explica que convenzan, y no sólo porque sean un “lobby”.

 

Pero tienen un problema.

 

Supongamos que “intertextualizamos” a la película del 67 con una situación que ya se está dando actualmente. La cuestión ha superado largamente a la perplejidad del papá que descubre que el novio de la nena se quedó a dormir, y no en el sofá. Ahora lo que puede suceder es que venga a cenar la novia de la nena, el novio del nene o la novia trans del nene y etc etc etc. Y que luego se quede a dormir, desde luego. Con el nene, con la nena o con lo que cada quien decida ser.

 

Frente a ello, Shonda Rhimes, la creadora y guionista principal de Gray´s Anatomy, hubiera escrito un guión donde alguno de los dos padres hubiera sido católico y por lo tanto un fanático que echa a la novia de la nena y a la nena de la casa, amenazándolos con la condenación eterna. Y por ende la nena y su novia terminan viviendo en la casa de Meredith Grey y sus amigos médicos, toda gente razonable que abrazan a los nuevos integrantes de igual modo que el sacerdote católico y Katharine Hepburn abrazan y acogen al médico afroamericano, injustamente rechazado y discriminado por otros.




 

Lo que creo que jamás hubiera filmado Shonda Rhimes es una escena superadora del conflicto. Los padres podrían haber recibido a la novia de la nena con todo afecto porque el amor a su hija y el respeto a su vida privada es incondicional. Pero si la novia de la nena les hubiera preguntado si “están de acuerdo”, ellos le podrían haber dicho “no, pero te queremos igual”.

 

¿What? ¿Cómo que no pero te queremos igual?

 

¿Se puede amar a una persona aunque no estemos de acuerdo con su posición?

 

¿Se la puede respetar aunque no tengamos su visión del mundo?

 

¿Y se le puede pedir que haga lo mismo con nosotros?

 

Parece que no.

 

No sólo parece que no, sino que la respuesta de la famosa novia de la nena sería “¿cómo que no están de acuerdo? ¡Discriminadores, homofóbicos, fanáticos!!!!! ¡Ya mismo los voy a denunciar ante la justicia y que el estado se encargue de ponerlos presos por delito de discriminación!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”

 

Esa es la debilidad moral del llamado lobby LGTB. Su coacción. Su autoritarismo, su imposibilidad de aceptar que hay libertades individuales, como la libertad religiosa, la propiedad, la libertad de asociación, que son una exigencia moral en sí mismas aunque puedan ser usadas para la discriminación moralmente indebida.

 

Y al revés, ese fue el autoritarismo, también, en épocas anteriores, de grupos heterosexuales a los cuales no cabía in mente respetar a la homosexualidad como algo que entra en el derecho a la intimidad de toda persona no porque sea un bien, sino precisamente porque el derecho a la intimidad protege las acciones privadas personales de la intromisión del estado en la conciencia de los individuos.

 

La persecución y opresión legal de épocas anteriores, a los gays, estuvo por ende muy mal, como TAN mal está la persecución legal del lobby LGTB actualmente, que están muy felices, por ejemplo, de que una pareja de reposteros haya tenido que pagar como compensación legal una importante suma de dólares por negarse a hacer una torta para una boda gay. La pura verdad es que tiene todo el derecho legal a hacer las tortas para quienes quieran. Puede no parecerme bien que se nieguen a hacerme una torta para festejar un libro mío sobre Mises pero están en todo su derecho.

 

Porque en una sociedad libre 





cada uno hace con su propiedad lo que quiere siempre que no vulnere derechos de terceros. Ahora bien, lo que se quiere y se puede querer legalmente no siempre está moralmente bien. Si un padre católico no sabe amar a su higo gay me parece muy mal pero la fuerza del estado no está para solucionar esas cosas.

 

Ese fue el pecado original de la “affirmative action” que rodeó a la defensa de los derechos civiles de los 60 en EEUU. Muy bien la no discriminación, pero no se podía imponer legalmente. Sin embargo, así fue. Quedaron heridas abiertas pero ese no fue el principal daño: el principal fue dejar un antecedente para que ahora cualquiera considere que su propia concepción del mundo debe ser obligatoria so pena de acusar al otro de un delito y pretender que la fuerza del estado lo obligue a ser “mejor”. Cuando, para colmo, tal vez el peor es el que obliga al otro a ser “mejor”.






 

Yo propongo, como todo liberal católico lo haría, una sociedad libre donde, desde el liberalismo, todos respetemos mutuamente nuestras libertades individuales –noción desaparecida hoy en casi todos- con los riesgos y desafíos que ello implica, y, desde el catolicismo, que amemos, respetemos, y seamos hospitalarios con todos, hetero, homo, trans, transformes, marcianos y hasta filósofos.




 Pero ella NO implica no predicar con amor y calma nuestra concepción del mundo. Ah no, pero eso es lo que no se acepta. SER Judeo-cristiano es HOY el delito. Es ser un intolerante, un miembro del patriarcado, un pérfido miembro de las clases altas explotadoras que expanden el veneno de la religión como el opio del pueblo. Nada nuevo bajo el sol.

 

¿Sabes quién viene a cenar? Un católico. Y además libertario. Oh!!!!!!!!!!!!!

 

¿Lo recibiremos?