viernes, 25 de septiembre de 2015

CONFIESO QUE HE PECADO, II: SOY UN CERRADO AL DIÁLOGO Y UN SOBERBIO

Yo pensaba que el diálogo era, entre otras cosas, escuchar, comprender (aunque no siempre compartir), dejar seguir a cada uno su camino, mostrar el propio, modificarlo si la conciencia lo dicta, y si no, no, etc.

Pero he descubierto qué equivocado que estaba. No, dialogar es decir al otro que sí. Como no lo he hecho siempre, confieso que he pecado, una vez más. Por no decir que sí a lo que otro quiere que yo diga sí, soy un cerrado al diálogo. No se puede hablar con Gabriel. Además, a veces algunas personas se han convencido de alguna parte del núcleo central de mi pensamiento. No recuerdo que eso sea condición para mi amistad, no recuerdo haber perseguido a nadie para que lo haga, pero ha sucedido. Entonces me he convertido en el jefe de una secta que sólo se rodea de quienes piensan como él. No quiero dialogar con los que verdaderamente han descubierto cuánta razón tienen ellos y cuán equivocado estoy yo. Así que no sólo soy un cerrado al diálogo, sino que soy un líder autoritario y alienante. Y, además, para terminar la confesión, soy un inconsistente total, porque predico el diálogo pero no lo practico, porque cuando debo decir que sí a lo que dicen los dioses, no lo hago. Qué horror.


Dioses del Olimpo, que Dios se apiade de mi alma.

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