miércoles, 27 de noviembre de 2013

EL PAPA FRANCISCO Y LA ECONOMÍA LIBRE EN LA EVANGELII GAUDIUM.



1.     1.  Introducción.

La exhortación apostólica Evangelii gaudium[1] (EG), de Francisco, no es un texto de economía: es una fina y rica reflexión magisterial sobre el tema de la evangelización en los tiempos actuales, tema muy vasto, cuyo análisis excede los humildes objetivos de este artículo y que queda en todo caso para otra oportunidad.
Sin embargo, en el diagnóstico que Francisco realiza de las actuales circunstancias hay algunas apreciaciones de cuestiones económicas que nuevamente han despertado la admiración y adhesión de aquellos que critican al libre mercado y la preocupación o vivo rechazo de quienes lo defienden. No es, claro, la primera vez que sucede. Sucedió con la Quadragesimo anno, 1931, con la Mater et magistra, 1961, la Populorum progressio, 1967, la Laborem excercens, 1981, y la Solicitudo rei socialis, 1988. Sobre el material contenido en esos documentos, hice siempre lo mismo: aclaré los matices semánticos y distinguí entre los principios generales de la Doctrina Social de la Iglesia y sus aplicaciones prudenciales[2]. En este caso agregaré además un intento de diálogo entre el horizonte de la Escuela Austríaca de Economía y el horizonte desde donde escribe Francisco.

2.    2.   El horizonte de precomprensión de la Escuela Austríaca de Economía. (EA)

Para entender de qué habla la EA cuando se refiere a “libre mercado” hay que analizar el núcleo central de la teoría del proceso de mercado, que se desarrollada fundamentalmente en un programa de investigación conformado por autores como Mises, Hayek, Israel Kirzner e incluso Rothbard.
Para ello, propongo analizar la estructura teorética del tratado de economía de Mises, La Acción Humana.[3] Allí Mises divide su análisis en tres grandes áreas: el análisis de la economía de mercado, el socialismo y la economía intervenida. Cuando Mises habla de la economía de mercado, se refiere a lo que en mis propios términos es un análisis fenomenológico del mercado en sí mismo, como un proceso dinámico que tiende a una situación de equilibrio sin alcanzarla nunca, bajo el supuesto institucional de propiedad privada, esto es, libre acceso al mercado y ausencia de controles estatales. El intervencionismo es, en cambio, el mercado intervenido, precisamente por esos controles cuya ausencia se supone en un mercado libre. Mises es muy claro, en la parte sexta de su tratado de economía (que es clave) en el análisis de dichas intervenciones: la intervención mediante impuestos progresivos a la renta; las restricciones a la producción por medio de tarifas arancelarias, la intervención monetaria por medio de la estatización de la moneda por medio de bancos centrales y controles en las tasas de interés; la confiscación de recursos naturales, las lesiones al derecho a la asociación por medio del sindicalismo corporativista, los controles de precios y salarios. La lista no es excluyente, pero lo interesante es que conforma lo esencial de la economía real tal cual Mises la miraba ya en 1949, cuando su tratado sale publicado. O sea que la economía intervenida, para Mises, no era la Unión Soviética: era Europa y EEUU ya desde 1949, y ni que hablar de otras regiones, por supuesto.
A esto hay que agregar los estudios de Hayek sobre el rechazo a la competencia perfecta como un mal planteo del problema económico, crítica que se da principalmente en seminales artículos publicados en 1936, 1945 y 1946[4]. Contrariamente a los modelos que presuponen conocimiento perfecto, Hayek sostiene que el problema económico consiste en cómo coordinar expectativas de oferta y demanda bajo el conocimiento disperso y limitado de oferente y demandantes. Y ello es posible sólo bajo tres condiciones: libre entrada al mercado, lo cual implica igualdad ante la ley y ausencia de monopolios legales en un mercado; dos, la capacidad de aprendizaje de los propios errores, como factor compensatorio del conocimiento disperso, y tres, los precios libres como sintetizadores de conocimiento disperso y por ende como señales de la escasez relativa de los bienes y servicios en el mercado. Ello implica que el mercado siempre es un proceso a la coordinación pero nunca una coordinación perfecta, y que las intervenciones del gobierno, al afectar a los precios, afectan a las señales necesarias para esta coordinación. Mises recoge todo esto en su tratado de economía y habla de la capacidad de aprendizaje ya como el factor empresarial. Rothbard agrega a todo eso, en 1962, su insuperable tratamiento del tema de los monopolios[5], donde enfatiza el rechazo al modelo de competencia perfecta por parte de la EA, e Israel Kirzner sistematiza todo esto en su teoría de mercado como proceso vs. mercado en equilibrio, a través del factor empresarial, en 1973[6]. No de casualidad, 1974 se considera el año del revival de la EA en todo el mundo.
Nada de todo esto fue escrito por gente aburrida y despreocupada de los demás. Su motivación era “emancipatoria”, esto es, un ideal preocupado por la eliminación de la pobreza y alcanzar el desarrollo de los pueblos. Eso se ve sobre todo en la vida de L. von Mises[7].
Pero la conclusión fundamental de este punto dos es que:
a)      El mercado libre no son “los mercados” ni el “capitalismo real” actual, que se podría llamar capitalismo prebendario, aunque yo prefiero llamarlo directamente economía intervenida.
b)      El mercado libre no tiene nada que ver con modelos de competencia perfecta que presuponen conocimiento perfecto, eficiencia perfecta “o bondad” de los agentes intervinientes.
c)      El mercado libre se da realmente cuando se dejan actuar a las tres condiciones referidas anteriormente por Hayek; el mayor o menor alejamiento de esas tres condiciones son la medida de un mayor o menor mercado libre.


3.  3.     Análisis de la crítica al “mercado libre” por parte de Francisco, a la luz de lo anterior.

Como dije en el punto uno, no es la primera vez que tenemos este problema. La encíclica Quadragesimo anno, de Pío XI, es de 1931, y tiene fuertes críticas al llamado capitalismo liberal y al “imperialismo internacional del dinero”. Pero, oh casualidad, esas críticas se dan precisamente después de la crisis de 1929, cuando se produce la crisis económica justamente descripta y al mismo tiempo predice por Mises en 1912[8], como el efecto básico de la intervención del estado en el mercado de capitales, la moneda y la tasa de interés.
Sucede ahora algo similar, aunque agravado. La economía intervenida, en EEUU y Europa, se ha profundizado. A la luz del horizonte de la EA, no estamos ante la crisis del mercado libre, sino ante una crisis, cada vez mayor, de la economía intervenida; mucho más después del 2008.
A la luz de lo anterior, veamos los principales párrafos de la Evangelii gaudium sobre temas económicos. Nuestro comentario estará en bastardilla.
3.1. “…Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. (Tiene razón: esa economía mata. Son millones y millones los seres humanos que mueren por desnutrición, hambre y condiciones infrahumanas de vida. Pero ello es el resultado del subdesarrollo, y el subdesarrollo es el resultado de la no inversión, que es producida por todas las medidas intervencionistas analizadas por Mises. Dice este último: “…Extensas áreas geográficas de nuestro planeta —el Oriente asiático, las Indias neerlandesas, la Europa meridional y suroriental, la América latina— sólo muy superficialmente han recibido hasta ahora la influencia del capitalismo. La situación en estos países no difiere mucho de la que prevalecía en Gran Bretaña al comenzar la Revolución Industrial. Millones y millones de seres carecen de empleo y de posible encaje dentro de los sistemas económicos tradicionales. Sólo la industrialización puede salvar a tan desgraciadas masas. Empresarios y capitalistas es lo que esos países necesitan con mayor urgencia. Puesto que sus descabelladas políticas les impiden contar con ulteriores aportaciones de capital extranjero, no tienen más remedio que proceder a la acumulación de capital nacional. Tienen que rehacer todas y cada una de las penosas etapas por las que pasó la industrialización de Occidente. De ahí que al principio tendrán que conformarse con salarios relativamente bajos y largas jornadas laborales. Pero, ofuscados por las ideas que hoy prevalecen en Europa y en Norteamérica, los gobernantes de esos países creen poder recurrir a otras soluciones. Promulgan una legislación social avanzada e incitan a los sindicatos a la “acción directa”. Su radical intervencionismo coarta y retrasa la implantación de nuevas industrias autóctonas. Su dogmatismo está perjudicando grave e inmisericordemente a los coolies chinos e indios, a los peones mejicanos y a millones de seres humanos que, al borde de la muerte por inanición, luchan por sobrevivir”[9]). No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. (Tiene razón. Pero la “exclusión” de los millones a los que se refiere Mises está causada por el subdesarrollo fruto, a su vez, de la falta de mercado libre tal como Mises lo entiende). No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad. (Tiene razón. Pero en la economía se tira comida cuando los gobiernos interfieren en el mercado agropecuario con precios mínimos produciendo sobrantes en el mercado). Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad (competitividad como la EA la entiende, no, porque no hay actualmente libre entrada al mercado) y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. (Sí, eso es así cuando los grupos de presión más poderosos consiguen prebendas por parte del gobierno, como muy bien lo explica la escuela del Public Choice[10]. No es así en una economía libre, esto es, cuando no hay privilegios otorgados por el gobierno). Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que, además, se promueve. (Tiene razón: el ser humano no es un bien de consumo. Pero es así cuando hay desocupación endémica, producida por los salarios mínimos y los privilegios sindicales fuertemente criticados por Mises en La Acción Humana y en El Socialismo (1922)[11].Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, (hay que tener en cuenta que explotación, si ello implica  referencia a la plus valía marxista, debe ser reinterpretada, porque la teoría de la plus valía marxista, al basarse en la teoría del valor trabajo de Smith y en la del costo de producción de Ricardo, es falsa[12]) sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes». (Si, ese es el resultado del subdesarrollo por NO haber respetado al mercado libre. En última instancia, es comprensible que Francisco vea a la economía actual como un mercado libre; claro, EEUU, Europa y América Latina no son Corea del Norte. Si no se tiene en cuenta a la EA, es así. Pero ya vimos que la economía actual está lejos de ser un mercado libre como “proceso de mercado”: es una economía intervenida, y mucho más: es un juego perverso de grupos de presión que giran alrededor de los gobiernos centrales que reparten discrecionalmente una torta fija que no crece, por la falta de inversión y por el obvio límite del presupuesto público, como bien lo ha descripto J. Buchanan: una “rent seeking society”[13]).
3.2. “…En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. (Bien, no es el caso de la EA. Según sus economistas, el mercado libre no produce un enriquecimiento intrínseco de algunos a partir del cual cae de manera aleatoria riqueza sobre otros. La esencia de la cuestión es que el ahorro permite inversiones, nuevos capitales y nuevos proyectos, lo cual produce esencialmente un aumento de la demanda de trabajo y consiguientemente un aumento del salario real. O sea que el enriquecimiento general es una característica necesaria, no aleatoria ni “derramada” del mercado libre, excepto que se lo intervenga con impuestos confiscatorios, controles burocráticos, inflación y confiscación, como es lo habitual en América Latina. Es más: los empresarios, en un mercado libre, no necesariamente se enriquecen, a menos que tengan una protección del estado, lo cual ya no es mercado libre. Muchos de sus proyectos fracasan e incurren en pérdidas, y ello permite que el bien común se vea beneficiado sólo con los proyectos empresariales que aciertan en la demanda del consumidor) Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, (bueno, si la filosofía de Francisco me lo acepta, yo hablaría del análisis fenomenológico de la realidad social) expresa una confianza burda e ingenua en la bondad (si, esa confianza es la de aquellos que niegan el pecado original, pero no de los economistas de la EA que siempre han pensado en un mercado libre que funciona para personas normales bajo incentivos normales: el mercado libre no es para santos, es para todos) de quienes detentan el poder económico (bueno, en un mercado libre el “poder” lo tiene el consumidor, y en una economía intervenida, el “poder” lo tiene el estado) y en los mecanismos (bien, el mercado libre no es un mecanismo, sino un proceso humano) sacralizados del sistema económico imperante (yo diría que los economistas de la EA nunca han sacralizado nada y tampoco en mi caso que explícitamente he criticado el “clericalismo de mercado”[14]).
3.3. “….Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.
(Este es uno de los puntos más importantes del malentendido que nos está afectando a todos. La crisis financiera internacional del 2008 fue un caso de lo que en la EA es la teoría del ciclo económico. Fue delineada principalmente por Mises en 1912[15] (lo cual le permitió predecir, en parte, la de 1929); Hayek le agregó importantes acotaciones sobre el capital en 1931[16] y forma parte principal de los trabajos actuales de coyuntura de los economistas de la EA en los EEUU. El eje central de la teoría es que si el gobierno expande la moneda en el mercado de capitales, por medio de la expansión monetaria, la tasa de interés tiende a la baja fomentando proyectos de inversión sin sustento real que, cuando la expansión cesa, caen, produciendo quiebras y desocupación generalizadas. Ello es fruto de la intervención del estado, y no del mercado libre. Siempre ha habido avaricia, apego por el dinero e idolatría de las riquezas, incompatibles con el cristianismo, pero no son esos defectos humanos las causas de las crisis financieras, sino la intervención del estado en el mercado de capitales.)
56. Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. (Como hemos visto, eso es fruto del subdesarrollo, que a su vez es causado por la intervención del estado). Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. (Bien, como hemos visto, si por “autonomía absoluta” se entiende al mercado libre tal cual la EA lo entiende, entones esa autonomía implica simplemente que el estado no expande la oferta monetaria, bajando artificialmente las tasas de interés. No veo por qué llamarla “absoluta” dado que todo el sistema bancario es regido por las reglas básicas de respeto a los contratos). De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común. (La EA no niega que el gobierno sea el agente encargado de custodiar el Estado de Derecho; lo que sí niega es que el aumento de oferta monetaria sea beneficioso. O sea, no veo por qué para ser católico hay que ser keynesiano).Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes y sus reglas. (Bueno, sí, esa es la tiranía de los gobiernos afectando a la oferta monetaria y produciendo pobreza y subdesarrollo, la economía que mata).Además, la deuda y sus intereses alejan a los países de las posibilidades viables de su economía y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. (El endeudamiento de los países pobres se debe a préstamos de gobierno a  gobierno, no al mercado libre. En un mercado libre no puede haber deuda pública porque los gobiernos no tienen emprendimientos empresariales. Mises criticó al Fondo Monetario ya en 1949[17] y P. Bauer[18] ha explicado claramente el origen estatista de la deuda internacional, que obviamente debe ser, por un lado, condonada, pero, por el otro lado, nunca comenzada de vuelta). A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. (Si, la corrupción es un horror, pero es fruto, como hemos visto, de las mafias de los grupos de presión que dependen del gobierno, lo cual nada tiene que ver con el mercado libre; de las infinitas regulaciones gubernamentales, que fomentan la coima para ser evadidas, y de la multiplicación de organismos del estado donde los grupos de presión depositan sus sobornos). El afán de poder y de tener no conoce límites (Si, eso fue descripto así por Adam Smith en La Riqueza de las Naciones). En este sistema, que tiende a fagocitarlo todo en orden a acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta.(Bueno, de vuelta, más que el mercado divinizado, es el estado convertido en Dios la causa de esa situación).

3.4. "...Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. Se acusa de la violencia a los pobres y a los pueblos pobres pero, sin igualdad de oportunidades, las diversas formas de agresión y de guerra encontrarán un caldo de cultivo que tarde o temprano provocará su explosión. Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz. (Tiene toda la razón. La inseguridad no tiene su solución de fondo en cárceles llenas de personas sin la más mínima oportunidad que desde su infancia han sido abusados, desnutridos, drogados, des-escolarizados, etc., y seguirán llenando esferas de marginación mientras el subdesarrollo siga. Simplemente, de vuelta: ese subdesarrollo, ese subdesarrollo asesino, es fruto del estatismo de los gobiernos y especialmente de los de América Latina. Una democracia constitucional estable, un Estado de Derecho respetado, una economía de mercado, en igualdad ante la ley y ausencia de privilegios, son la clave para salir de la pobreza). Así como el bien tiende a comunicarse, el mal consentido, que es la injusticia, tiende a expandir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Si cada acción tiene consecuencias, un mal enquistado en las estructuras de una sociedad tiene siempre un potencial de disolución y de muerte. Es el mal cristalizado en estructuras sociales injustas, a partir del cual no puede esperarse un futuro mejor. Estamos lejos del llamado «fin de la historia», ya que las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz todavía no están adecuadamente planteadas y realizadas.
60. Los mecanismos de la economía actual promueven una exacerbación del consumo, pero resulta que el consumismo desenfrenado unido a la inequidad es doblemente dañino del tejido social” (De vuelta, toda la razón, simplemente agreguemos que el fomento del consumo sólo puede producirse por políticas inflacionarias que a expandir la base monetaria, fomentan innecesariamente la demanda de bienes y servicios cuya oferta no aumenta por  controles que frenan la inversión y producen fuga de capitales).

3.4.“…La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. (Perfecto, ya hemos dicho muchas veces que la propiedad privada, en un mercado libre, es lo que hace que cumpla su función social[19]. Si el oferente NO cuenta con protecciones por parte del estado, u obtiene ganancia ante sus competidores, por sus mejores servicios, o se funde. La posibilidad de monopolios naturales es casi imposible si las tarifas arancelarias son cero y el productor tiene toda la competencia internacional por delante). La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, (a eso nos referíamos: Mises mismo dice que esa es la función social de la propiedad[20]) por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. (Si, cuando el gobierno deja de estafar con la inflación, cuando deja de gravar con impuestos confiscatorios, se le devuelve al pobre lo que la política estatista le sacó). Estas convicciones y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, abren camino a otras transformaciones estructurales y las vuelven posibles. (Si: sólo una economía de mercado desarrollada deja márgenes de recursos disponibles para fundaciones sin fines de lucro y todo tipo de asociaciones solidarias que no tengan que ver con la rentabilidad). Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces”. (Esto es muy importante. Las economías de mercado han sido fruto de la praxis y el pensamiento de las sociedades judeocristianas occidentales. Pueden expandirse a otras culturas pero el origen de sus virtudes principales (la laboriosidad, el cumplimiento de los contratos, el ahorro, la frugalidad, el respeto del estado de derecho) son judeocristianas).

3.5. “…La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no sólo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que sólo podrá llevarla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. (Toda la razón). Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera (bien, he allí el eje central de este diálogo: como dijimos, Francisco ve en la economía intervenida por los gobiernos “la autonomía absoluta de los mercados”. Por ello le propongo interpretar la realidad social y económica desde otro ángulo, y especialmente considerar que el mercado financiero es un problema cuando el gobierno expande la base monetaria y afecta a las tasas de interés; y ello pasa tanto en EEUU como en Argentina) y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales”. (Inequidad es falta de distribución. Claro que es un deber que los presupuestos se distribuyan con equidad. Pero en una sociedad con escasez, donde, después del pecado original, hay que ganarse el pan con el sudor de la frente, el problema central es  la dispersión y des-coordinación de conocimiento para minimizarla. O sea, el problema principal es producir. Claro que Dios ha creado todo para todos los seres humanos pero luego del pecado original los bienes deben ser producidos con un trabajo que causa sudor. Una ética del trabajo y de la producción es por ende tan importante como una ética de la distribución).


3.6. “…Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. (Entiendo que la analogía de la “mano invisible” sea invisible J. El asunto es interpretarle a la luz de lo anteriormente expresado por Hayek. No es un mecanismo automático, no es suponer que la gente va a ser mágicamente buena. Tiene que ver con que la “mano visible” del gobierno, interviniendo los precios como síntesis de información dispersa, borra las señales del mercado, que son los precios. Ello sí que hace “invisible” a lo que es escaso o no en términos de demanda del consumidor, como explicó Hayek en The Use of Knowledge in Society[21]. Por lo tanto la analogía de la “mano invisible” lo que quiere decir es que cuando el gobierno no interviene, la oferta se acerca a la demanda “aprendiendo” a leer los precios. El que no aprende se funde, y ello es esencial para el bien común. Por ende se puede confiar en una economía de mercado; no hay nada “invisible” excepto que las personas habitualmente no ven las consecuencias directas de sus acciones: Francisco “no ve” que cuando elogia a San Lorenzo los productores de camisetas de San Lorenzo tienen mayor demanda, pero es así, y nada de malo hay en ello excepto que el productor de camisetas lo haga con un arreglo con el gobierno argentino a expensas de todos). El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo. (Tiene razón: el mero asistencialismo no es suficiente. Es necesaria una reforma de las estructuras, y por ello estoy proponiendo con todo respeto y afecto a Francisco la consideración de que lo que él llama mercado son las estructuras estatistas que frenan al desarrollo Por lo demás, como ya he explicado otras veces[22], Hayek no niega la redistribución de ingresos a nivel municipal, siempre que no sea inflacionaria, confiscatoria o monopólica. Lo que los partidarios de la EA rechazan es el monopolio de los gobiernos nacionales, el “welfare state”, que está en crisis en EEUU y en Europa, no sólo por una cuestión de ineficiencia y pirámide de la población invertida, sino por una radical injusticia: atenta contra el ppio. de subsidiariedad. Esa distribución que Hayek admite, por lo demás, es totalmente compatible con un programa de investigación donde las funciones del gobierno municipal se transformen en las de un club good).  Estoy lejos de proponer un populismo irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral y creando así nuevos excluidos” (Bien, como hemos dicho, ello sucede cuando no hay reglas claras en una economía de mercado. Cuando se busca rentabilidad, se promueven nuevas inversiones, y ello implica aumentar la demanda de trabajo (pues los bienes de capital provienen del trabajo, inteligencia y creatividad aplicados a los recursos naturales) lo cual implica aumentar la demanda de trabajo y disminuir la desocupación).



4.    4.   Conclusión.

Espero que este diálogo sea fructífero. Un diálogo siempre implica una voluntad de empatía para acercar horizontes. ¿Por qué aquellos formados en Scannone o Dussel, por un lado, no pueden sentarse a dialogar con los que estamos formados en Mises y Hayek? ¿Tan infranqueable tiene que ser la incomunicabilidad de paradigmas? Creo que no. Mucho más cuando las intenciones son las mismas: acabar con la pobreza, el subdesarrollo, el hambre, la desnutrición y todas las condiciones infrahumanas de vida. Mucho más cuando no estamos debatiendo los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia; mucho más cuando nada de esto está dicho como una crítica a los teólogos que se han preocupado por las condiciones humanas de vida de los pueblos, mucho más cuando todo esto está dicho desde un laico que comparte los llamados de Francisco a vivir más auténticamente el Evangelio, a descentralizar el gobierno de la Iglesia, a ir hacia las periferias, a mirar con misericordia, a escuchar con el corazón. Espero que Francisco, un Papa abierto al diálogo, se abra a este diálogo, tan inusual, pero tan importante.

















[2] Zanotti, G.J: Economía de Mercado y Doctrina Social de la Iglesia (Ed. de Belgrano, Buenos Aires, 1985). Segunda ediciòn: Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2005.
[3] Sopec. Madrid, 1968.
[4] “Economics and Knowledge”; “The Use of Knowledge in Society”; “The Meaning of Competition”, respectivamente, todos en Individualism and Economic Order, Chigago University Press, Midway Reprint 1980.
[5] Man, Economy, and State, Nash Publishing 1970, cap. 10.
[6] Competencia y empresarialidad (1973) Unión Editorial, Madrid, 1998, y The Meaning of Market Process, Routledge, 1992.
[7] Zanotti, G.J.: “La filosofía política de Ludwig von Mises”, en Procesos de Mercado, Vol. VII, Nro. 2, Otoño 2010.

[8] The Thoery of Money and Credit, Liberty Fund, 1981.
[9] Op.cit., p. 756.
[10] Ver Buchanan, J,:  “Mi peregrinaje intelectual”, Tópicos de actualidad, CEES, Marzo 2001;  El cálculo del consenso, Espasa-Calpe, Madrid, 1980; The Limits of Liberty, University of Chicaco Press, 1975;  The Logical Foundations of Constitutional Liberty, Liberty Fund, 1999, Vol. I.

[11] Socialismo, Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires, 1968.
[12] La refutación a la plus valía de Marx, en vida de Marx, fue en el cap. 8 del libro I de la monumental obra de E. von Bohm Bawerk, Capital and Interest (Liberty Press, 1959) de 1884. Esta obra es tan importante y extensa como El Capital de Marx y es su contracara, pero los marxistas la ignoran totalmente y los que se dicen no marxistas, también.
[13] Op.cit., The Logical Foundations of Constitutional Liberty.
[14] Zanotti, G.J.: “Economy and Culture in the Thought of John Paul II”, en Logos, A Journal of Catholic Thought and Culture; 1:2 1997.

[15] The Theory of Money and Credit, op.cit.
[16] Precios y Producción, Unión Editorial, 1996.
[17] La Acción Humana, op.cit. p. 591
[18] Crítica de la teoría del desarrollo, Orbis, 1983.
[19] Economía de mercado y Doctrina Social de la Iglesia, op.cit., cap. III.
[20] La Acción Humana, op.cit, p. 823.
[21] Op.cit.
[22] En “Igualdad y desigualdad según desiguales paradigmas”, en Empresa y Humanismo (2004), Vol. VII Nro. 2, pp. 259-254.

domingo, 24 de noviembre de 2013

LA CRÍTICA DE WOODY ALLEN A LA CULTURA DEL ESPECTÁCULO





Una de las mejores y más brillantes películas de Woody Allen es Zelig, de 1983, una de las menos conocidas y donde Woody cubre en forma de comedia un denso análisis de la alienación, los fenómenos de masas y la pérdida de la propia personalidad y de la intimidad. Un análisis completo de todos los elementos que aparecen en esa película daría para un libro.



La película es una caricatura, en forma de documental, de un caso extremo de alienación. Leonard Zelig asume la personalidad de otros para ocultarse a sí mismo. Cuando está con médicos, se comporta con un médico.
Cuando está con gordos, se hace gordo.
Cuando está con negros, se hace negro.
Y así sucesivamente, relatado por Woody Allen con un desopilante humor que oculta al espectador la densidad filosófica y psicológica del tema de la alienación.

Zelig es tratado en el Hospital de Manhatan por Eudora Fletcher
, psiquíatra, quien logra curar a Zelig cortando psicoanalíticamente el mecanismo de identificación usado por su paciente.
Pero ya curado, surgen a la luz varias cosas que Zelig había relizado en sus diversas alienaciones: mujeres con las que se había casado, y diversas víctimas de su identificación con dentistas, cirujanos y parteros. La opinión pública se le vuelve totalmente en contra y Leonard tiene una recidiva total de su enfermedad. Desaparece. Corrían los años 30. Por una casualidad Eudora lo descubre en una manifestación nazi: obviamente, Zelig se había sumergido en la masificación de ese enorme movimiento totalitario.




Lo va a buscar, intentan huir y……………….. Lo logran. Pero de un modo “espectacular”.  Eudora trata de escapar en un avión (de los de la 1ra guerra), dado que era piloto, pero se desmaya; Zelig se mimetiza nuevamente, se convierte en piloto y cruza todo el océano atlántico con el avión cabeza para abajo.

Entonces es recibido nuevamente por la opinión pública norteamericana, con gran fervor. Recibe el perdón presidencial, lo vitorean en las calles de New York y le dan las llaves de la ciudad.

En el absurdo y la imposibilidad de la hazaña, Woody Allen encuentra el símbolo de gran cantidad de personas que tratan, como diría Buber, a muchas otras en tanto “eso”, como un mero instrumento de diversión, cuando “sirven” como gran espectáculo, como gran circo. No se le perdona a Leonard Zelig por ser él mismo, es más, eso habitualmente no se perdona; al contrario, la opinión pública lo “ama” porque le ha servido como espectáculo, tapando nuevamente su personalidad. Es lo que ocurre con el fanatismo por grandes deportistas, cantantes, actores, etc.
Y los “fans” se masifican de tal modo que también pierden su propio ser: ad-miran, pero no miran hacia el otro en tanto su esencia. Ad-mirar es mirar de abajo hacia arriba,
 como sugestionados por un aspecto que también nos produce identificación con el admirado y por lo tanto perdemos también nuestro propio yo. Ad-mirado y ad-miradores se alienan mutuamente: el ad-mirante se identifica con un aspecto que absolutiza (el “sin límites”: regresión a la etapa infantil más primaria del Edipo) y el ad-mirado se deja mirar de ese modo por un aspecto que lo disfraza de super-man
 y le quita la esencia más profunda: un individuo con límites.

Los medios de comunicación actuales y las modernas tecnologías pueden incrementar el problema pero los fenómenos de masificación son intrínsecos a la naturaleza humana. Woody Allen, en su extraordinaria película, critica a la masificación de los movimientos totalitarios pero también a una cultura masificada del espectáculo que endiosa a seres comunes y corrientes produciendo entre los fans y el tan admirado personaje un fenómeno de alienación mutua, e imposibilidad radical de encuentro consigo mismo y, por lo tanto, una imposibilidad radical de amor auténtico.


Los que están en situación de ejercer un legítimo liderazgo, ya político, religioso, artístico o educativo, para ser verdaderos líderes tienen que enseñar, y para ello, deben estar precavidos y cautos ante la fanatización. Parte esencial de su liderazgo será, por ende, exhortar la conciencia crítica de aquellos a los que hablan, que es su audiencia. El líder debe conducir a los demás no al fanatismo, sino a la madurez. El líder debe, en términos lacanianos, barrarse a sí mismo públicamente, esto es, mostrar sus límites. Puede ejercer sanamente una primera etapa de transferencia (rol paterno) pero sólo para luego ejercer la segunda, donde el paciente se descubre dolorosamente a sí mismo.


No se lo puede pedir esto, por supuesto, a pobres adolescentes que, víctimas a su vez de sus padres, son lanzados al ruedo de la fama que no pueden manejar
, seguidos por otro ejército de adolescentes fanatizados. Tampoco, tal vez, a ciertos deportistas cuya insanía mental, igual que Zelig, es transformada en idolatría por la patología mental de los millones de alienados que los siguen. Pero profesores, políticos y líderes religiosos, por favor, estén atentos. Trabajamos con la palabra y la sugestión. Es un arma de doble filo. Las palabras construyen los imperios y los destruyen, las palabras curan o matan. El líder que fomenta el culto a su persona, el líder que ya no puede mirar, sino sólo ser ad-mirado, se ha vuelto adicto al endiosamiento de aquellos a quienes debía guiar hacia el bien auténtico. Ya no es líder, es un amo, victimario de sus esclavos y esclavo, a su vez de su borrachera de poder.




domingo, 17 de noviembre de 2013

CONCILIO VATICANO II Y JUDAÍSMO

Dados ciertos lamentables acontecimientos que son de dominio público, coinsidero prudente reproducir in totum la Declaración del Vaticano II sobre las religiones no cristianas. He puesto en itálicas la parte referente a la religión judía, y además he puesto en negrita el claro rechazo a la teoría del "deicidio".

(http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.html )



DECLARACIÓNNOSTRA AETATE
SOBRE LAS RELACIONES DE LA IGLESIA
CON LAS RELIGIONES NO CRISTIANA
S

Proemio
1. En nuestra época, en la que el género humano se une cada vez más estrechamente y aumentan los vínculos entre los diversos pueblos, la Iglesia considera con mayor atención en qué consiste su relación con respecto a las religiones no cristianas. En cumplimiento de su misión de fundamentar la Unidad y la Caridad entre los hombres y, aún más, entre los pueblos, considera aquí, ante todo, aquello que es común a los hombres y que conduce a la mutua solidaridad.
Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios, cuya providencia, manifestación de bondad y designios de salvación se extienden a todos, hasta que se unan los elegidos en la ciudad santa, que será iluminada por el resplandor de Dios y en la que los pueblos caminarán bajo su luz.
Los hombres esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer, conmueven íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre, cuál es el sentido y el fin de nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y el fin del dolor, el camino para conseguir la verdadera felicidad, la muerte, el juicio, la sanción después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?
Las diversas religiones no cristianas
2. Ya desde la antigüedad y hasta nuestros días se encuentra en los diversos pueblos una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana y a veces también el reconocimiento de la Suma Divinidad e incluso del Padre. Esta percepción y conocimiento penetra toda su vida con íntimo sentido religioso. Las religiones a tomar contacto con el progreso de la cultura, se esfuerzan por responder a dichos problemas con nociones más precisas y con un lenguaje más elaborado. Así, en el Hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior. Así también los demás religiones que se encuentran en el mundo, es esfuerzan por responder de varias maneras a la inquietud del corazón humano, proponiendo caminos, es decir, doctrinas, normas de vida y ritos sagrados.
La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Anuncia y tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, que es "el Camino, la Verdad y la Vida" (Jn., 14,6), en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas.
Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen.
La religión del Islam
3. La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todo poderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por ello, aprecian además el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.
Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres.
La religión judía
4. Al investigar el misterio de la Iglesia, este Sagrado Concilio recuerda los vínculos con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham.
Pues la Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios. Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud. Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles. Cree, pues, la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcilió por la cruz a judíos y gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en sí mismo.
La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, "a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la Alianza, la Ley, el culto y las promesas; y también los Patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne" (Rom., 9,4-5), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo.
Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita, gran parte de los Judíos no aceptaron el Evangelio e incluso no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación. La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y "le servirán como un solo hombre" (Soph 3,9).
Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno.
Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.
Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos.
Por los demás, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su pasión y muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvación. Es, pues, deber de la Iglesia en su predicación el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia.
La fraternidad universal excluye toda discriminación
5. No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. la relación del hombre para con Dios Padre y con los demás hombres sus hermanos están de tal forma unidas que, como dice la Escritura: "el que no ama, no ha conocido a Dios" (1 Jn 4,8).
Así se elimina el fundamento de toda teoría o práctica que introduce discriminación entre los hombres y entre los pueblos, en lo que toca a la dignidad humana y a los derechos que de ella dimanan.
La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión. Por esto, el sagrado Concilio, siguiendo las huellas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, ruega ardientemente a los fieles que, "observando en medio de las naciones una conducta ejemplar", si es posible, en cuanto de ellos depende, tengan paz con todos los hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos.
Todas y cada una de las cosas contenidas en esta Declaración han obtenido el beneplácito de los Padres del Sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la potestad apostólica recibida de Cristo, juntamente con los Venerables Padres, las aprobamos, decretamos y establecemos en el Espíritu Santo, y mandamos que lo así decidido conciliarmente sea promulgado para la gloria de Dios.
Roma, en San Pedro, 28 de octubre de 1965.

Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia católica.

domingo, 10 de noviembre de 2013

SANTO TOMÀS DE AQUINO Y LA MODERNIDAD


Es habitualmente desconocido que Hayek considera al concepto de ley natural de los escolásticos como uno de momentos clave en la evolución de la idea de limitación al poder, esa idea tan especial que da forma de algún modo a nuestras reflexiones. Ahora bien, ¿por qué un autor no creyente como Hayek hace esta apreciación? ¿Qué había de especial allí? Esta pregunta es relevante porque, en el caso de Santo Tomás, a quien tomaremos como autor modelo para este tema, no había nada especial que se saliera de su contexto histórico, esto es, el s. XIII, en pleno feudalismo. Por supuesto que el feudalismo ya implicaba un poder dividido entre el Papa, el Emperador, reyes y señores, pero creo que fracasarían los intentos de leer directamente en Santo Tomás la idea de derechos individuales frente al poder.
Pero el caso es que lo interesante de Santo Tomás no es eso, sino la idea misma de ley natural, que tres siglos después podrá evolucionar hacia esa idea de limitación del poder. Además, aunque pueda resultar asombroso, es nuestra intención mostrar que el desarrollo de la idea de ley natural en Santo Tomás es lo suficientemente amplia como para que comencemos a pensar en una ética política que incluya las cuestiones económicas con las que vamos a terminar el curso.
Tres son los elementos que queremos destacar en ese sentido.

  1. Relación con la Modernidad.
Santo Tomás, como dijimos, no se sale de su contexto cristiano-feudal. No es un revolucionario ni un adelantado a su tiempo en temas políticos. Sin embargo, su filosofía y teología contiene tres elementos que son un puente teorético con la Modernidad política, entendida como la emergencia de la idea de derechos individuales frente al poder.
1.1.  La idea de ley natural. Santo Tomás concibe un universo ordenado, creado tal por Dios. Dios crea las cosas, cuyas operaciones y movimientos específicos dependen de su naturaleza, de su forma de ser, creada por Dios. El tigre corre a la gacela porque su naturaleza así lo determina. El tigre no es un simple títere movido por Dios, es un ser viviente que se mueve según su propia naturaleza, creada tal por Dios. Esto permite a Santo Tomás razonar en dos caminos: de las criaturas a Dios y de Dios a las criaturas. Si preguntamos por qué el tigre corre a la gacela, y contestamos, sencillamente, porque es un tigre, es una perfecta respuesta para Santo Tomás. Si contestamos, a su vez, porque Dios ha puesto en él esa naturaleza, esa es otra perfecta respuesta para Santo Tomás.
El ser humano, claro está, tiene una naturaleza más plástica. Está bien que también corremos detrás de muchas cosas, pero además de nuestras facultades vegetativas y sensitivas, tenemos inteligencia y voluntad. Ese despliegue tripartito de facultades le permite decir a Santo Tomás que el despliegue de la ley natural en el hombre se realiza a través de sus tres inclinaciones naturales: a conservar su vida, a unirse con el otro sexo y, según sus propias palabras, “conocer la verdad sobre Dios y vivir en sociedad”, que correspondería a la parte racional[1].
Nada de esto hacía suponer, aún, la idea de “derechos”. Santo Tomás era un fraile medieval, estaba pensando en virtudes humanas, que implican deberes. No estaba pensando en recursos de apelación ante una Suprema Corte. Sin embargo, una idea muy importante queda flotando: hay deberes “naturales” de justicia. Y, entre ellos, esta sencilla pregunta: cómo “debo” tratar al otro? Y una sencilla respuesta: pues conforme a su propia naturaleza. Esta “sencilla” pregunta y respuesta queda “flotando” en medio de la complicadísima historia política del renacimiento hasta que dos jesuitas (Francisco Suárez y Luis de Molina) y un dominico (Francisco de Vitoria), en el s. XVI, se preguntan: puede el rey tratar a sus súbditos (aún no se hablaba de ciudadano) de cualquier manera? Y contestan: no. No estoy diciendo que hayan leído eso directamente en Santo Tomás, pero que hay una analogía, creo que es claro. Como es claro que la circunstancia política había cambiado. Esa es una de las virtualidades del pensamiento de Santo Tomás: su aplicabilidad a circunstancias diferentes, sobre la base de la noción de persona humana como criatura racional. J. Maritain, en el s. XX, hará lo mismo[2].
1.2.  La distinción entre lo natural y lo sobrenatural. Este tema es teológico, pero aplicado a las relaciones entre la Iglesia y el poder temporal, tiene consecuencias sorprendentes. Lo sobrenatural es lo que corresponde al ámbito de la gracia de Dios, y para un fraile católico como Tomás, la Iglesia está en ese ámbito. El “príncipe”, en cambio, no: se ocupara de cuestiones “temporales”, de la administración del reino o del feudo. Todos sabemos, claro está, que en s. XIII la Iglesia y lo temporal (en los reinos musulmanes pasaba lo mismo) estaban históricamente muy unidos, pero la distinción entre la Iglesia y lo temporal es algo que permite hablar de una legítima autonomía del poder temporal, dentro de su propio ámbito. Esta idea, que como sabemos será clave en la modernidad futura, estaba ya contemplada, dentro de sus limitaciones históricas, en la distinción entre la Iglesia y el poder temporal.
1.3.  Lo mismo ocurre con la distinción entre razón y fe, que también deriva de la distinción entre lo natural y lo sobrenatural. El ámbito de la razón no era para Santo Tomás precisamente pequeño o menos aún despreciable. No debemos olvidar que Santo Tomás introduce en su tiempo, como un ámbito propio de la razón, gran parte de la sabiduría aristotélica que hasta entonces parecía ser “monopolio” exclusivo de los musulmanes. La física, la matemática y la metafísica de Aristóteles quedan desde Santo Tomás incorporadas a la tradición cristiana como un ámbito de legítima autonomía de la razón. Por más que los contenidos puedan cambiar, sobre todo en física y matemática, lo importante es la actitud, pues eso favorecerá la distinción y el diálogo entre teología, filosofía y ciencia.

  1. Distinción entre preceptos primarios y secundarios de la ley natural.
Lejos de ser la ley natural una cosa unívoca e invariable –como algunos la han interpretado- el desarrollo de la idea de “ley” en la Suma Teológica presenta una plasticidad verdaderamente singular.  Santo Tomás se pregunta si los preceptos de la ley natural son muchos o son sólo uno. Responde: es uno (haz el bien y evita el mal) que se despliega en tres, a saber, esos tres ámbitos de la naturaleza humana: lo vegetativo, lo sensitivo y lo racional. Ahora bien, hay cosas “evidentemente” relacionadas con esos tres ámbitos, y otras cuestiones, en cambio, que necesitan “premisas adicionales” para que estén relacionadas con esa misma naturaleza humana. No demos ejemplos porque no es eso lo que nos interesa, sino la distinción. Santo Tomás se da cuenta de que hay cosas que son buenas de modo muy evidente (demos un ejemplo, al menos: no ahogar en una piscina a un niñito recién nacido) y otras “no tanto”, que necesitan la mediación de razonamientos adicionales, y que por ende no son tan universales como las cosas más evidentes. Tomás llama preceptos primarios a los más evidentes, y secundarios a los que implican razonamientos adicionales[3]. Los preceptos secundarios son más variables y presentan excepciones.
Si el lector ve a esta distinción como algo que no es “exacto”, bien, ese es el punto que nos interesa destacar. Porque esta plasticidad en la noción de ley natural implica cierta compatibilidad con una evolución histórica en la noción de ley natural, plenamente adaptable a esa evolución de la noción de poder limitado que Hayek ve en la historia de Occidente, como dijimos en la clase uno. Por supuesto que para Santo Tomás había cosas que no podían cambiar. Pero para ello no tenía sólo su razón, sino también su fe y su suprema corte, que era el Papa. Lo interesante, desde un punto de vista político, es que esta idea de preceptos secundarios, más evolutivos y en cierto sentido circunstanciales, no es una idea racionalista o “planificadora” del orden social, sino que puede incorporar una evolución de las instituciones sociales por ensayo y error, compatible con esa idea de “orden espontáneo” que después veremos en Hayek.
Pero hay otra cosa. Santo Tomás también dice, cuando contesta una delicada pregunta sobre la propiedad, que esa cuestión y tantas otras son “adinventiones”, ensayos humanos, útiles, no incompatibles con los preceptos primarios de la ley natural. Esa incorporación de cierta utilidad a la hora de desplegar racionalmente los preceptos secundarios –que Hayek senala como una utilidad “no racionalista” junto con Hume-   es sumamente importante ante los debates contemporáneos que a veces contraponen ética con eficiencia.   Y, sobre todo, esto es sumamente importante para incorporar lo que la economía actual nos dice,  en las decisiones éticas. Ello no es incompatible con la noción de propiedad que hay en Santo Tomás, que, aunque ligada conceptualmente al feudalismo de su tiempo, no es incompatible con la ley natural precisamente porque es útil. Téngase esto en cuenta para las implicaciones éticas que tiene un tema como la imposibilidad del cálculo económico según Mises o el conocimiento proporcionado por el sistema de precios según Hayek.

  1. Ley natural y ley humana.
Otra cuestión habitualmente olvidada en el tratamiento de este tema es la distinción que Santo Tomás hace entre ley humana y ley natural, y, sobre todo, en el alcance de la primera respecto a la segunda. Tiene un párrafo muy claro al respecto que puede citarse directamente: “…“La ley humana se establece para una multitud de hombres, en la cual la mayor parte no son hombres perfectos en la virtud. Y así la ley humana no prohíbe todos los vicios, de los que se abstiene un hombre virtuoso; sino sólo se prohíben los más graves, de los cuales es más posible abstenerse a la mayor parte de los hombres, especialmente aquellas cosas que son para el perjuicio de los demás, sin cuya prohibición la sociedad no se podría conservar, como son los homicidios, hurtos, y otros vicios semejantes”[4]. Vemos allí no sólo reiterada esa noción de lo útil para la sociedad, sino la aclaración de que la ley humana, aunque deba ser no contradictoria con la ley natural, no debe llegar a reprimir todos los defectos humanos, porque dada la naturaleza humana sería contraproducente. Esa idea de tolerancia de la ley humana, plenamente presente, como vemos, en la noción de ley humana de Santo Tomás, tiene también mucha importancia en la constitución de un orden político. Otra vez, hagamos abstracción de las circunstancias históricas, pues es obvio que en el s. XIII no se toleraban cosas que nosotros consideramos obviamente libres (como contraposición, se toleraban cosas que el moderno occidente industrializado no tolera: usted no estaba obligado a estudiar ciencia, no había medicina legal o ilegal, no había pasaportes, visas ni seguro social obligatorio….. Pregunto, no en broma: ¿evolución o involución?). Lo importante es que, una vez llegados el s. XVI y XVII, con una mayor toma de conciencia entre la distinción entre Iglesia y estado, cuestiones tales como libertad religiosa y derecho a la intimidad se presentan asombrosamente compatibles con esta noción de tolerancia, intrínseca, no histórica o accidental, a la noción de ley humana presente en Santo Tomás de Aquino.

  1. Conclusión.
Si la escolástica en general y Santo Tomás de Aquino en particular son un paso evolutivo importante en la teoría y praxis de la limitación del poder y los derechos individuales, no lo son precisamente porque en ellos encontremos directamente esas nociones, sino porque la filosofía y teología por ellos desarrollada tienen virtualidades valiosas, que en sí mismas favorecen el desarrollo de esas ideas, aunque históricamente no hayan hecho eclosión en ese momento. La historia humana no es una historia de blancos y negros, de épocas oscuras o luminosas: es una evolución lenta y paulatina, entrecortada por atroces retrocesos[5]. Lo importante es distinguir qué autores y corrientes de pensamiento forman parte de la evolución del estado de derecho, dentro de sus imperfecciones y limitaciones. Limitaciones que no se acaban nunca. El liberalismo clásico no es el final de la historia. Es apenas otro paso en la permanente búsqueda del respeto al otro, permanente búsqueda que nos dispara siempre hacia horizontes desconocidos.




[1] Ver al respecto su famosa Suma Teológica, I-II, Q. 94, a 2c.
[2] Me refiero a su obra Humanismo integral (1966)
[3] I-II, Q. 94, a. 4 y 5.
[4] I-II, Q. 96, a. 2.
[5] Ver al respecto la filosofía de la historia de J. Maritain (1985)