jueves, 16 de agosto de 2012

SOBRE LA VUELTA A LOS 70, OTRA VEZ


Ayer colgué en mi muro de facebook una carta que mi padre dirigió a la entonces directora de la carrera de Ccias de la Educación de la UBA, en 1973, cuando los alumnos le hicieron un simulacro de juicio y lo echaron de la cátedra. Hubo expresiones de preocupación sobre si algo así no está pasando de vuelta. Claro que sí, en diversos niveles y en diversos ámbitos. ¿Cuál es el asombro? La Argentina no ha salido, en su mentalidad general, del peronismo montonero de los 70. Lo dije en Septiembre de 2003. Vale la pena decirlo de vuelta.

El artículo fue publicado en www.atlas.org.ar y se llamaba "Sobre la vuelta los 70".
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Se habla mucho hoy en Argentina de “una vuelta a los 70”, y en cierto modo es positivo que algunos tomen al apelativo “marxismo” como una descalificación de la cual hay que defenderse. Pero el marxismo no es algo que se pueda usar como un descalificativo, ni tampoco como una forma de pensamiento concientemente asumida de modo muy complicado. El marxismo, en muchas latitudes, es, en un sentido ortegiano, una “creencia” cultural, en la cual se “habita” con toda naturalidad. Y Argentina no sólo no es una excepción sino uno de los mejores ejemplos.

¿Pero por qué una ideología puede ser tan potente como para transformarse casi en un suelo cultural?

Yo creo que detrás de todo esto se esconde el poder, el asombroso poder, de algo muy humano: el pensamiento, el gran ordenador de lo más inexpugnable que tenemos en nuestras manos. Filosofías, paradigmas, ciencias, ideologías: todas ellas tienen una fuerza y una capacidad de supervivencia que van más allá de lo que podemos predecir en un momento presente.

El ser humano no se maneja con supuestos hechos donde el ser humano no aparezca. No hay teorías versus hechos, no hay Quijotes versus Sanchos. Hay teorías y teorías: mejores, peores, verdaderas, falsas, confusas, nobles, no tan nobles, o inmorales y violentas. Pero todos somos quijotes que avanzamos contra nuestros molinos de viento. Sancho no era un hecho sin teoría, la advertencia del noble escudero no fue el hecho de que no fueran gigantes, sino la humana advertencia de otra teoría, a saber, que eran molinos, que no fue refutada ni siquiera por la feroz voltereta de Don Quijote, que re-interpreta el “hecho” diciendo que Frestón lo ha engañado.......

Ello no es malo. Al contrario, es muy bueno, cuando, retrospectivamente, la teoría se ha acercado a la verdad, y el loco de entonces quedó como el héroe.
Fue muy bueno cuando Galileo defendió sus molinos de viento, cuando Moisés guiaba a su pueblo a la tierra prometida, cuando Adams, Madison y Jay vislumbraron la más importante de las repúblicas.

El marxismo es –y no nos queremos convencer de ello- una teoría poderosa. No fue refutada en absoluto porque en las naciones capitalistas –según nuestros propios presupuestos- el nivel de vida haya aumentado, o porque no se haya producido en ellas la revolución. Una teoría es poderosa cuando, desde su núcleo, explica aquello que aparentemente la refuta. Y las explicaciones del marxismo no se hicieron esperar. En esos años 70, en esos años 70 tan comentados últimamente, la teoría de la dependencia y del deterioro de los términos de intercambio explicó perfectamente la supuesta refutación. Las naciones capitalistas tienen más riqueza porque, en estrictos términos marxistas, han explotado a las naciones periféricas. La plus-valía del capitalista contra el obrero, se expandió entonces a naciones contra naciones, al norte contra el sur. La estructura dialéctica-conflictual del marxismo logró una vez más interpretar al mundo. Desde esa perspectiva se explica la visión de aquellos que en esos años, en nuestro país, tomaron el camino de la violencia, que para ellos era simplemente un derecho a la resistencia a la opresión capitalista, cuyo poder político –el estado como dominio de la clase dominante: Marx 101- estaba representado por las clases oligárquicas unidas al poder económico y militar. Tómese la teoría de la resistencia a la opresión, la teoría de la guerra justa, la teoría de la plus-valía, la dependencia y la explotación capitalista y el resultado no era sino obvio, un resultado que pasó de la explotación a la explosión, la explosión de la violencia vista e interpretada coherentemente como una justa guerra revolucionaria. Por eso muchos de ellos, presentes hoy en el actual gobierno, no han cambiado de ningún modo su modo de pensar. Siguen pensando que en su momento lo que hicieron estaba bien; ahora, simplemente, las circunstancias han cambiado y la estrategia de “lucha” pasa a ser MERCOSUR contra el NAFTA (excepto los chilenos que, pobrecitos, han metido su cabeza en las fauces del monstruo capitalista). No se puede negar que deponer las armas siempre es positivo. Esperemos simplemente que las circunstancias no cambien de vuelta.

Frente a todo ello, no nos asombremos más por el apoyo, por ejemplo, a Fidel Castro,  obvio líder y héroe de la lucha de América Latina contra la explotación capitalista. No nos asombremos de que, desde esa perspectiva, todo se le justifique y se le disculpe.  Hagamos otra cosa: profundicemos el estudio de la teoría alternativa. Si queremos recurrir a supuestos hechos, datos, cifras y demás juguetes como estrategia dialéctica, ok, pero el tiempo intelectual que perdemos en ello no se recupera. Lo que debemos hacer es hacer lo que siempre hemos hecho, y se verá por qué estamos utilizando el plural retórico. Profundicemos, estudiemos y expliquemos una de las teorías alternativas que más le puede hacer frente al marxismo, una teoría tan poderosa y explicativa como Marx. Y eso se llama, sencillamente, Escuela Austríaca de Economía. La teoría de la explotación marxista fue refutada estrictamente, en tres volúmenes, por E. Von Bohn Bawerk en su tratado Capital e Interés, cuya primera edición fue de 1884. La teoría de la dependencia se refuta ipso facto cuando se ve que la teoría del capital de la escuela austríaca es, al mismo tiempo, una teoría del desarrollo, desarrollo que, contrariamente a lo que Marx sostiene, implica un aumento progresivo del salario real, merced al aumento de la productividad marginal del trabajo, noción que él jamás pudo entender. En cuyo caso, además, la mono-exportación de productos agrícolas y la importación de productos manufacturados es un efecto, y no la causa, del subdesarrollo y la pobreza, causados estos, a su vez, por el intervencionismo y la socialización de los medios de producción. Socialismo que, como opción económico-teorètica fue refutada por Mises en su libro El Socialismo, del 1922.

Todo ello sistematizado de vuelta por Mises en su tratado de economía, la Acción Humana, en 1949. Pero, como ya dije otra vez, los primeros en desconocer y-o desmerecer estos autores no son los castros y sus imitadores y admiradores, sino los técnicos y asesores de los supuestamente pro-capitalistas FMI y Bancos Centrales, organismos cuya incompatibilidad con el mercado libre fue claramente expuesta por Mises en sus libros Liberalismo, de 1927, y el ya nombrado La
Acción Humana de 1949.

Solamente esta literatura puede proteger a una mente idealista de la tentación de violencia, no porque se pase al cinismo ni a una supuesta madurez sin corazón, sino porque se pasa a otro tipo de idealismo, que al autor de estas líneas practica desde los 13 años: la convicción profunda de que la economía de mercado elimina la pobreza, la miseria, la desnutrición, el analfabetismo, y es condición necesaria, aunque no sea suficiente, de la paz, la estabilidad institucional y un mundo donde la vida personal no dependa de caprichos y locuras de dictadores, demagogos, partidos, partiduchos y dictadorzuelos.

No nos asombremos más por la “vuelta” a los 70. De los 70, sencillamente, no hemos salido. En los 70, sencillamente, estamos. Sólo otro mundo teorético es capaz de ver al capitalismo como la alternativa frente a un niño revolviendo la basura.

3 comentarios:

Daniel Pirotto dijo...

Para mi el gran agujero en las entrañas del marxismo lo encontró Karl Popper al percatarse de que este no es sino una pseudo ciencia ya que no es refutable. Han contestado a esto los marxistas?

Anónimo dijo...

http://www.lanacion.com.ar/1498195-el-estilo-k
M.S

Pablo Pozzoni dijo...

No, Daniel, no lo han contestado. No te dicen qué cosas (hechos ausentes y/o contradicciones teóricas) falsarían al marxismo como el sistema ideológico que Marx y Engels intentaron crear (o sea, no simplemente a tales o cuales ideas planteadas por estos autores, sino al llamado "materialismo dialéctico/histórico" como un todo)

Las obras que tenés que tener en cuenta porque fueron las principales críticas al marxismo por entero, son:

La sociedad abierta y sus enemigos
de Karl Popper

La teoría comunista del derecho y el Estado
de Hans Kelsen

Capitalismo, socialismo y democracia
de Joseph Schumpeter

y los tres tomos de
Las principales corrientes del marxismo
de Leszek Kolakowski

...y habría un par más pero estos son los esenciales.


En cuanto a las cosmovisiones socioeconómicas alternativas al marxismo que austríacos, filoaustríacos y no-austríacos esbozaron, tenés muchas. Las más aceptadas o influyentes son las de Weber (cuyas raíces son Nietzsche y Freud) y Schumpeter (que son Spencer y Pareto) desarrolladas a lo largo de sus obras. Estas perspectivas cierran bastante con la posición austríaca sobre las cuestiones particulares de mayor interés para los marxistas y que son exploradas en estos libros:

Capital e interés
de Eugen von Böhm-Bawerk
(de los tres tomos sólo los dos primeros fueron traducidos al español: el primero por FCE y el segundo por Aosta)

El socialismo
de Ludwig von Mises
(hay dos traducciones al español: la de Hermes y la de Unión Editorial)

y la compilación
Individualismo y orden económico
de Friedrich von Hayek
(no hay traducción al español)

Despues de estos tres la lista se diversifica, tanto en número como en cuanto a las ramas del árbol austríaco.