domingo, 4 de septiembre de 2011

¿QUÉ ES DEMOSTRAR?



Ok, sí, es llegar a una conclusión a partir de una o varias premisas, utilizando un razonamiento deductivo. Yes. Pero la cuestión es culturalmente más compleja.

El primer problema filosófico que hizo carne en mí, a los 16 años, fue la demostración de la “existencia” de Dios, tema del cual sigo escribiendo de tanto en tanto. Pero ahora, en una etapa donde me agotan los debates interminables y los nudos del lenguaje (Wittgenstein me pegó un golpe muy fuerte y muy pocos advierten que aún estoy en el suelo), le he dado otro giro a la cuestión.

La mayor parte de las veces, en filosofía, cuando se intenta “demostrar” algo como el libre albedrío, la irreductibilidad de la inteligencia humana a lo material o que “existe al menos un x tal que causa y no es causado” (Dios, perdón  ), los debates se vuelven interminables, las aclaraciones, infinitas….

Claro que, después de Kant, estos debates son kant-sadores, lo he dicho muchas veces pero….Hay otra cuestión, una especie de supervivencia culturalmente extraña de la postura kantiana.

Muchos siguen pensando que en física y en matemática se puede “demostrar”. Pero, oh, no es así. Después del “giro hermenéutico”, de la epistemología, llamado el “historical turn” (Popper, Kuhn, Lakatos y Feyerabend) lo único que se puede demostrar es que el método hipotético-deductivo nada demuestra. La afirmación de las consecuencias de una hipótesis no demuestra necesariamente la hipótesis, y no hay vuelta que darle, es así, por más que exista de ello una negación tan fuerte como la de nuestros conflictos psicológicos más profundos.

Y en matemáticas, tampoco. Después del teorema de Godel, ningún sistema axiomático-deductivo puede ser al mismo tiempo completamente consistente y completo. O sea: basta de creer que la matemática es la reina de la exactitud. Idem con la física. Tiren sus dioses abajo.

Por ende, si los juegos de lenguaje de la física y la matemática no son los dioses del olimpo que pensábamos, ¿qué peras al olmo le pedimos al olmo de la metafísica? La metafísica, incluso, puede “probar” mucho más, porque no tiene las pretensiones de los físicos o los matemáticos y además porque puede caminar sobre pisos existenciales humanos más firmes que los ilusorios “datos” de la física. Por ende una demostración como la de Popper, sobre la irreductibilidad de la inteligencia humana a lo material (si, dije Popper, no dije “tomismo”) es mucho más firme que la ilusoria certeza de la física-matemática. Pero aún así, siempre va a haber puntos que aclarar. ¿Por qué? Porque el conocimiento humano de lo humano puede alcanzar humanas certezas, pero nunca cerradas. Sus juegos de lenguaje son siempre limitados, paradójicos, sorpresivos, plenos de analogía y una extraña tensión entre riqueza y agotamiento, como todos los juegos de lenguaje. Pedirle más, caer en la ilusión de la mathesis universalis de Leibniz (muy comprensible en la época) o el logicismo de Russell-Whitehead (ya superado) es pedirle lo imposible porque en realidad no queremos saber nada con ello. Esto es, gran parte de la cultura actual le tira por la cabeza a la razón metafísica la carga de la prueba, de una prueba imposible, superadora de los juegos de lenguaje, que por más precisos que sean nunca aclaran todo y está muy bien que nunca aclaren todo, excepto, claro, para los que quieren que esté todo aclarado porque a priori nunca van a abrir su espíritu ante una explicación firme y al mismo tiempo humana, abierta siempre al perfeccionamiento.

Son los que hacen metafísica, sobre todo, los llamados a dialogar con Wittgenstein, a hacer una metafísica minimalista, y dar todas las aclaraciones necesarias ante la amistad, pero detenerse allí donde lo que está en juego es otra cosa: una actitud que no ve los límites de la física matemática al mismo tiempo que ve los infinitos límites del lenguaje metafísico, que no es más que ver los infinitos límites del lenguaje sólo donde los presuponemos. Detenerse, jugar en poco, entretenerse, ayudar, y luego seguir. Porque demostrar es muy poco y nuestro único descanso es comenzar a habitar en el misterio de lo Inefable.

4 comentarios:

el Fennian dijo...

Estimado Gabriel no había entrado nunca en su blog, llegue a él por recomendación de H.B.
Quería preguntarle cual es el giro que da a la exactitud de las matemáticas a partir de Goedel?

Nicolás dijo...

Perfecto! agregar sólo que Popper sostiene que las teorías metafísicas son irrefutables pero que pueden ser sometidas a una discusión racional (a veces interminable) cuando la teoría es acerca de un problema filosofico. Con la discusión podemos arribar a declarar la falsedad de una teoría. O sea, podemos decir de una teoría irrefutable que es falsa.
Muchas gracias Gabriel! un abrazo

Hugo dijo...

Quedó perfectamente demostrado qué es demostrar. ;)

Anónimo dijo...

"Por ende una demostración como la de Popper, sobre la irreductibilidad de la inteligencia humana a lo material (si, dije Popper, no dije “tomismo”) es mucho más firme que la ilusoria certeza de la física-matemática."
No estoy de acuerdo . Diría que es "tan firme como" la ilusoria certeza de la física matemática . La metafísica no es el único camino hacia lo Inefable como la matemática no es la fría suma de datos que se pretende mostrar . Ambas son ilusorias certezas humanas . En cuanto a "pretenciosa" diría que aportar pruebas para la existencia de Dios es sumamente pretencioso . Siempre hay que recordar que el positivismo reinante nació como una reacción a las certezas absolutas de la metafísica . M.S