domingo, 26 de junio de 2011

EN DEFENSA DE HAYEK

Este post es una especie de respuesta a Mario Rapoport sobre una crítica que la hace a Hayek en Página 12. No es un diálogo con él. Es una defensa de la figura de Hayek dado el ataque burdo, agresivo y crudamente ideológico en el que consiste el artículo de Rapoport. Por lo demás, es un progreso: la izquierda no académica, sino la llena de odio, argentina, recoge el paso de la Mont Pelerin Society y se digna, al menos, a intentar denigrarla, ironizarla y demonizarla. Pues bien, he aquí mi respuesta.
Las respuesta aparecen después de cada línea puntiada y después sigue el texto de Rapoport.



Robin Hood o los populistas de mercado, en Página 12 del Domingo 24 de Abril de 2011.


Por Mario Rapoport *


Si Moisés bajó del Monte Sinaí trayendo las tablas de la ley, al menos no se creía su autor, se las atribuía a una autoridad divina. En cambio, el economista austríaco Friedrich von Hayek siguió un camino inverso cuando organizó desde 1947 reuniones anuales de economistas y empresarios a los pies del Mont Pelerin, en Suiza.
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Bueno, una buena manera de decir que Hayek se creía “autor” del liberalismo. Si Rapoport hubiera leído Los Fundamentos de la Libertad no habría podido hacer esa analogía……….
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Era un nuevo credo

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Nuevo credo. Impresionante. Ahora el autor que critica al constructivismo, a la omnisciencia de los planificadores, es él el que promueve un “credo”. Impresionante la capacidad dialéctica de los que profesan el credo antiliberal, en nombre del cual sojuzgan las libertades individuales de todos, de proyectar su autoritarismo hacia los demás.
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que no provenía de un dios sino de un hombre, aunque muchos veían en él al dios del mercado y del individualismo.
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Dios del mercado. Again. Claro, los planificadores y dictadores socialistas no se creen dios, son tipos humildes…..
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Uno que proclama el triunfo del derecho de propiedad sobre el de comer y tener una vida digna,
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No, error. No es que a Hayek no le importa que la gente se muera de hambre. Eso de suponer perversas intenciones en los liberales es de larga data. No, lo que Hayek afirma es que el establecimiento de derechos sociales en las Constituciones es lo que ha llevado al hambre de los pueblos. Ese es el caso. Dice sus razones en DLL libro III. Habría que refutarlas si se quiere ser serio.
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o que señala que para mantener una sociedad libre sólo basta con establecer reglas de “justa conducta” impuestas a todos los ciudadanos por igual, aunque predominen las desigualdades.
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No, no es que las desigualdades no interesen. Es que contrariamente al pensamiento marxista, el salario real de todos tienda a aumentar a medida que aumentan las inversiones en el libre mercado, aunque no aumenten por igual.
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Para Von Hayek, el Estado no debe tener ninguna injerencia en la actividad económica
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Error. Hayek ha sido criticado por los libertarios precisamente por afirmar el ppio. de subsidiariedad para los gobiernos municipales.
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y la libertad individual (de propiedad) no depende de la democracia política.
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No si por democracia política se entiende tiranía de las mayorías. Sí si por democracia política se entiende estado de derecho, algo que Hayek ha defendido más o menos como Santo Tomás defendió la existencia de Dios.
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Por el contrario, es necesario que prevalezca sobre ésta si resulta perjudicada por el voto de la gente (por eso las cálidas relaciones del iluminado economista con dictaduras como la de Pinochet).
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¿Qué, viván en la misma casa? Qué fácil es descontextualizar una entrevista para acusar a todo el mundo de “Pinochetista” y terminar así con el debate académico.
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Un economista liberal decía hace unos años que Hayek y la Sociedad del Mont Pelerin eran al siglo XX lo que Karl Marx y la Primera Internacional fueron al siglo XIX. Y en parte tuvo razón: el fantasma que recorrió el mundo en los últimos tiempos produciendo devastaciones económicas parecidas a las de los tsunami no fue el del comunismo sino el del neoliberalismo, la doctrina que abreva en las ideas de Von Hayek.
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Error, el fantasma que sigue recorriendo al mundo es el del intervencionismo estatal. Las llamadas políticas neoliberales caen en todas las críticas de Mises al intervencionismo en la parte VI de su tratado de economía. ¿Lo leyó, Rapoport?
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Todo esto venía a propósito de Vargas Llosa, y la coincidencia de su doble presencia en Buenos Aires, donde el Obelisco elevó su estatura y se transformó en un nuevo Mont Pelerin, permitiendo además al escritor hablar del liberalismo, el populismo y otras yerbas por el estilo en la Feria del Libro. Tendría atrapado un público mucho más amplio que los miembros de su decadente sociedad y mataría dos pájaros de un tiro. La mayoría de la gente seguiría viéndolo como Premio Nobel y unos pocos amigos como compinche.
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“Permitiendo” ¿??? ¿A quién hay que pedir permiso para hablar? Qué verbo interesante…….
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A eso hubiera querido dedicarme aquí, a hablar sólo de Vargas Llosa y de Von Hayek y a tratar de explicar por qué el paraíso prometido por el neoliberalismo fracasó tanto como el del “socialismo real”. Ya tenía un argumento, Von Hayek era el Marx de nuestra época, sólo que al estilo Hood Robin.
Pero, cuando iba a seguir escribiendo, algunas lecturas y películas recién vistas me embrollaron las ideas. Un antiguo economista de izquierda, ahora reconvertido, nos dice desde un diario de la derecha tradicional que el populismo fracasa porque para distribuir ingresos primero hay que acumular. Populismo sería, para él, distribuir sin acumular. Claro que el problema surge cuando nos preguntamos a qué tipo de distribución nos referimos.
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Bueno, un reconvertido confundido le arruinó el argumento. La economía de mercado no es un medio para redistribuir.
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Y entonces veo una película rusa-francesa que se llama Concierto y me alegra muchísimo saber que en el mundo donde reinaba el totalitarismo ahora todos son libres. Eso sí, muchos se mueren de hambre y ni siquiera pueden ejercer su profesión y deben limpiar letrinas, mientras otros organizan bodas gigantes para cientos de personas.
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Claro, eso, seguro. El libre mercado imperante en todo el mundo. ¡Dios quisiera! Los que hemos estudiado a Mises y Hayek lo que vemos es intervencionismo en todo el mundo. Debemos estar psicóticos. Vamos a terminar como K-Pax.
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Estos son los antiguos tecnócratas que se quedaron con la torta de la boda gracias a gente como Von Hayek: la propiedad es sagrada si uno consigue robarla a tiempo.
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¡Tecnócratas! Ese calificativo aplicado a Hayek, defensor del orden espontáneo, es lo mismo que decir que San Agustín era ateo…….
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Cada vez nos resulta más claro; la cuestión no está en la dicotomía acumulación-distribución, sino en tener una idea más precisa de acumular para qué y distribuir para quién.
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Claro, la cosa es “distribuir bien”. Los buenos que distribuyen bien versus los malos que distribuyen mal. En el olvido quedan las advertencias de Buchanan contra la ineptitud total de un estado al que se expanden sus atribuciones de intervención. Pero claro, seguro Buchanan es otro pérfido capitalista explotador…….
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Una cosa es acumular en beneficio de los que se quedan con los dividendos o los altos sueldos de las grandes empresas. O para que esos frutos del progreso técnico se derramen en las cañerías del lavado de dinero y la criminalidad; deterioren en forma salvaje la nave espacial en la que vivimos, o permitan armar unas cuantas guerras para lucrar con las vidas de otros. Eso no es populismo. Será porque se trata de una palabra que asocia a muchos y los que disfrutan de esta suerte de populismo son pocos.
Pero nuestros sabios economistas se olvidan de que los ilustres fundadores de su ciencia, que es la economía política, eran en su época unos malditos populistas. En su lucha contra el monopolio colonial y las monarquías absolutas, el laissez-faire de Adam Smith representaba el populismo de los sectores medios: industriales, comerciantes, profesionales, etc. Qué mejor que liberar las fuerzas del mercado para abatir a tiranuelos y favoritos que se llevaban la mayor parte de la torta.
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Pregunto, ultramarxista amigo: ¿hay algún pensador que no represente los intereses de un sector? Y si Marx tenía razón en que el pensamiento siempre es funcional a intereses de clase, ¿a qué intereses de clase responde su pensamiento, Rapoport?
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Peor aún sucedió con las peligrosas ideas de su colega David Ricardo, que se dio cuenta de que los aristócratas del campo tenían una renta diferencial sobre la que construían sus lujosos castillos y decidió aclarar la cuestión en sus Principios de Economía; una 125 intelectual para su época. Aun así, se tardó casi treinta años en lograr que se abolieran las leyes de granos que los protegían. Introdujo de ese modo la teoría de la distribución, demostrando que los terratenientes acumulaban a costa de los demás.
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Si, claro, su teoría del valor costo fue antecedente de la del valor trabajo de Marx. Para algo llegó la ley de utilidad marginal decreciente, Menger, Bohm Bawerk, Mises, a quienes seguramente Rapoport no leyó porque le habrán dicho que almorzaban con Videla….
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Entonces llegó Marx denunciando que el populismo de Smith y de Ricardo no era suficiente para distribuir mejor las riquezas y que la acumulación volvía a quedar en manos de unos pocos. Ya no eran monopolios comerciales o grandes propietarios rurales, ahora se llamaban en su conjunto capitalistas y superpoblaban el mundo de pobres.
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Claro, llegó Marx anunciando su plus valía como si Bohm Bawerk no la hubiera refutado en sus tres libros de su monumental Capital e interés, que parece que no hay ningún interés en leer………….
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Pero todavía, para colmo de males, vino luego Keynes, que demostró que los vientres gordos de los ricos no llegaban a comerse todo lo producido. No podían seguir vendiendo y estalló la crisis: era el Estado el que debía intervenir creando la demanda necesaria para volver a acumular. Otro populista más y muy peligroso.
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La crisis estalló por la intervención del gobierno en el mercado de capitales como explicó y predijo Mises en 1912. ¿Lo leyó, Rapoport?
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Todas esas ideas había que mandarlas al tacho de la basura si se quería mantener una distribución justa para los que acumulaban.
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El que me parece que tiró a la basura a Menger, Mises y Bohm Bawerk es usted…..
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Y por ese sendero cabalgó Von Hayek desde Suiza hasta Chicago, regado por el dinero de generosas fundaciones.
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Rapoport no sabes ni entiendes nada. Hayek cobró toda su vida sólo salarios universitarios y estuvo bastante mal económicamente antes de 1974. Pero claro, es un liberal capitalista asqueroso, defensor de la clase explotadora, es obvio que Rapoport piense que estaba nadando en castillos de oro………………..
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Más aún, el mal mayor estaba ahora en Adam Smith. Demasiada libertad de mercado, lo que no servía a las multinacionales, no fuera a ser que esa libertad se metiera dentro de sus empresas. No señor, allí ejércitos de economistas y contadores planifican bien las ganancias; el que no debe planificar es el Estado, un monstruoso andamiaje que sólo sirve para apropiarse de los beneficios ajenos y repartirlos a los que no pueden planificar su futuro.
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¿Hayek, defensor de las multinacionales? ¿No sabes Rapoport que Hayek propugnaba la eliminación de todo tipo de protecciones estatales a la actividad privada? No, no sabes. Esa es la cuestión.
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Los pobres músicos de la película Concierto, ex integrantes echados del Bolshoi por defender la libertad de expresión antes de la caída del “socialismo real” y no reincorporados luego, logran engañar a los burócratas que dirigen el nuevo Bolshoi, creando una orquesta propia para tocar y triunfar en París. Pero al final se advierte que si se llega a hacer una continuación de la película volverán a ser pobres y el director de orquesta regresará a limpiar las letrinas del teatro. La libertad del Mont Pelerin es verdadera para los magnates mafiosos que festejan bodas fastuosas.
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De vuelta. Eso son los liberales en la mente de Rapoport. Magnates mafiosos. Genial. Argumento académico perfecto.
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El “capitalismo real” y el “socialismo real” terminaron siendo dos caras de una misma moneda. Por eso, para que las cosas continúen así, no hay que dejar entrar más por la puerta de la academia a economistas populistas que la envilecen, si es que los enmarcamos en su época no como dogmas, se llamen Smith, Ricardo, Marx o Keynes.
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Si quieres aprender del liberalismo, cosa que nunca harás, claro, también debes leer académicamente a economistas importantes, se llamen Menger, Bohm Bawerk o Mises. Pero jamás lo harás, claro. ¡No vaya a ser que te convenzan!!!

18 comentarios:

Anónimo dijo...

Vos bien lo decís cuando hablas de que cada autor defiende un interés en particular. Cada fenómeno social (ej: una teoría) esta atravesado por una dimensión ideológica (semiótica básica). De esta forma, Las criticas de Rappoport a Hayek provienen de su matriz ideológica diferente, al igual que las tuyas a el economista argentino.

Si vos escribieras una critica a la teoría marxiana, de seguro un marxista te las refutaría con la misma contundencia que parece tener tu texto. Y te dirá (tenes que leer los "tres volúmenes del Capital" para refutar academicamente).

Una vez un profesor nos dijo "que ha causa de las ideologías avanzamos muy lentamente en el conocimiento científico; sin ellas, no avanzaríamos en absoluto". Creo que esa frase encierra un problema fundamental de la comunicación.

delivery post-crucifixión dijo...

Sería interesante que se hagan debates serios entre liberales y socialistas en este país porque así lo único que impera es la confusión y los malos entendidos.

Yo sé que es más fácil hablar a los "socios" de cada club, pero eso no es diálogo, es la exterminación de todo pensamiento..., es alienar a la gente para que se conviertan en "creyentes ideológicos". Y creo que en eso tanto Marx como Hayek estarían en desacuerdo.

Y, mientras tanto, seguimos así, confundidos, teniendo que optar por el eterno "Boca-River".

Digo; ¿no hay nadie interesado en promover este tipo de eventos?

¿No les parece sospecho que aquellos que detentan el poder lo que menos les interese es promover el pensamiento?

Un abrazo.
R.P.

Gabriel Zanotti dijo...

A anónomo: yo creo que es un error suponer los "intereses" de clase tal cual Marx lo describe. Pero además yo me ubico en Husserl, entre la escuela crítica y el neopositivismo, el Husserl descripto por Habermas en si artículo Conocimiento e interés. Y creo que las condiciones de diálogo habermasianas superan a cualquier interés que corte con la 3er condición de diálogo. Lo cual es un modo de decirte: aún creo en la buena voluntad de las personas.

O sea: mi pensamiento no es ideológico en el sentido que vos lo ves.

A Ricardo: me he pasado toda la vida, y sigo, abierto al diálogo. Con todos. Mi vida y mis escritos lo prueban. Esta vez, explícitamente no dialogué: respondí con contundencia e ironías e un ataque bajo, ignorante y lleno de odio. ¿Hice bien o habré tenido un mal día? En el cielo me enteraré.

Anónimo dijo...

Exacto. La concepción marxiana de fenómeno "ideología" era la de ser un forma de falsa conciencia, en contraposición con el pensamiento (o conciencia) "científico". Esta es uno de los postulados más citados y criticados al autor alemán, tanto por marxistas y no marxistas. Lo que generalmente se omitió (hasta que los aportes semiótica de corte procesual-discursiva se generalizaron), es que el error de Marx no era original, sino que se debía al paradigma positivista de las ciencias sociales en el siglo XIX. Este aporte lo ha otorgado el esfuerzo científico de devolver los discursos a su trama semiotica de creación social, por definición de características historicas.
Precisamente, esta nueva ciencia re-definió (desde otro nivel) el concepto de ideología, ahora conceptualizada como "reglas semanticas de generación de sentido".
En esta instancia; ¿es posible llegar a negar, de manera científica, la ideología como una dimensión de cualquier hecho social, ej, un discurso? La respuesta es sí: desde (o en) otra teoría, es decir, lo prevé la misma teoría que lo niega. En síntesis: otro tipo de generación de sentido puede negar la existencia de muchos tipos de generación de sentido validos.
Es paradójico, como todo lo que parece ser el punto final (o inicial). Al menos esa es mi ideología :)

P.D.:Anónimo = Martín y a pesar de que mi ideología es MUY diferente a la tuya, encontré hace tiempo este blog y lo sigo periódicamente.

Alejandro Sala dijo...

Yo te admiro la paciencia de leer a estos tipos, jajajaja. Y encima contestarles. El problema es que resulta imposible debatir con ellos aún poniendo buena voluntad, tratando de ser explicativo, didáctico, paciente y tolerante... De todos modos, muy buenas las respuestas.

Anónimo dijo...

El comandante "perro" Verbitsky junto al comandante Kunkel , "Cogote" Bonasso , la comandante Teresa o Nilda Garré ex de Abal Medina , Juan Pablo Schiavi , Dante Gullo , Julio De Vido , etc , son la columna activa visible de montoneros en el gobierno . La misión del fiel "perro" desde su temprana alianza con K fue desinformar y allanar el camino a futuras decisiones políticas . Como buenos ex combatientes mantienen su estructura jerárquica y su estrategia ( Néstor fue su eventual aglutinador , como lo es ahora Cristina , no su jefe , ya que su historia personal lo desmiente ) . A vos Gabriel no te resultará nada difícil refutar artículos de Página 12 . Esencialmente son mentiras fácilmente constatables : media verdades , verdades deformadas , descontextualizadas o directamente inventos . A Hayek no lo leyeron probablemente ni en historietas . Pero bueno , de vez en cuando decirles sabemos lo que son es necesario . Al plantear los problemas argentinos como una guerra con los sectores estratégicos que eligieron , no le quedó más remedio a esos sectores que ejercer la defensa propia o proporcional . Así que desde aquí el mensaje debe ser siempre claro : estamos preparados . Mucha imaginación no tienen con la profundización del dichoso modelo . Abrazo . M.S

Anónimo dijo...

Está muy bien Gabriel, como mínimo deben ser contestadas tremendas aberraciones tramposas, mal intencionadas e ignorantes. Creo que este hombre no es tan ignorante como parece sino que "guionó" oportunisticamente en favor del regimen K

Gabriel Zanotti dijo...

Estimado Martín,
Por un lado, el tono y los contenidos de tu comentario son una mostración viviente de que el diálogo sí es posible…..
Por el otro, claro que los discursos, sean los que fueren, generan sentido. Pero “en ese sentido” no todos los discursos tienen la misma intención de “dominio”. Vos sabés que yo te voy a decir que considero que mi liberalismo clásico no es una ideología en el sentido de que: a) es falible, b) es perfeccionable, c) no es generado para dominar al otro, sino para respetar su libertad individual; d) no es ideología en el sentido que Popper da a la utopía, en su artículo “Utopía y violencia”, con todo lo que ello implica…………………..

delivery post-crucifixión dijo...

Gabriel; no me refería a tu siempre abierta y buena predisposición hacia el diálogo y el debate. Me refería a los medios en general que son bancados por los sectores empresariales. ¿Hace cuánto que no hay una debate filosófico en la televisión argentina? Lo último parecido fue lo de 678, pero con muchas imperfecciones ya que eran 6 o 7 contra una persona (aunque fue un debate, al fin).

Hace años que a nadie le interesa debatir nada más allá de lo que sea baratamente rentable. Cuando mirás un programa periodístico (de supuesto nivel... ?) escuchás lo mismo de siempre, cosas que, en la mayoría de la veces, tienen poquísimo vuelo intelectual e imaginativo, cosas que ya casi de antemano sabés lo que van a decir.

Te aseguro que a Hayek (como a tantos otros) no lo leyó NADIE, menos los sectores de poder porque precisamente lo que les interesa es mantener las cosas como están. Y esto va para todos.

Si dejás de lado la "elite" liberal (que podés contarlos con los dedos de la mano) te darás cuenta que es así. Si estamos lejos de cualquier tipo de debate que pueda generar algún vuelo intelectual e imaginativo se debe porque sencillamente no hay interés por parte de aquellos que podrían generarlo.

Abrazo.
R.P.

economiaparaadolescentes dijo...

Te copio el comentario que hice en Libertad y Progreso:

Aplausos de pie!!! Genial lo suyo Zanotti. Desnuda la pequeñísima inteligencia y lo poco fundamentado del ¿argumento? de Rapoport. Pensar que este seor es toda una eminencia en nuestra, también eminente, Universidad Pública.

Y luego de ver los comentarios de la nota en este blog agrego:

Sería interesantísimo tener un debate entre los socialistas respetados de nuestras facultades y los que sí han leído las ideas de Mises, Hayek, y otros genios. Creo que vamos a tener la posibilidad de verlo en este tiempo.

Abrazo!

Martin Lomberg dijo...

Hola Gabriel! Antes de ir al comentario: hace mucho que no nos vemos, y espero corrijamos eso uno de estos días. Además creo que me anoto para el ELEFE 2013 probablemente, así lo arranco desde el inicio.

A ver. Vi este post mientras buscaba otra cosa en tu blog y no podía creer lo bajo que cayó Página/12 en cuanto al mínimo de calidad intelectual exigido para sus artículos. Un desastre, no sólo en cuanto a deshonestidad sino además en cuanto a, insisto, calidad. Éste parece más un artículo de Tiempo Argentino.
En fin, hay muchas cosas para contestarle a este artículo. Lo que vos hiciste fue invitar a su autor a conocer otra mirada, o al menos a reconocer que existe, y que no haga pasar gato por liebre. Pero creo que faltaría refutar muchos lugares comunes a los que recurre este artículo. Lugares comunes que se han vuelto prejuicios hegemónicos gracias a la "intelligentsia" de este país (aclaro, para que no se le escape a nadie, que uso las comillas y no las cursivas deliberadamente, y no sólo como ironía).
Estos prejuicios que tienen ciertas raíces marxistas pero también estatistas, son la médula del sistema de pensamiento del populista actual modelo siglo XXI.
Me iba a tomar el tiempo de mostrar algunos de ellos y en qué se basan, aprovechando este artículo, pero me di cuenta que no tiene sentido porque ¡ya lo hice! Y más de una vez.

Gabriel, te paso acá un par de artículos que, ya sé que adolecen de la densa prosa que me caracteriza, pero que contienen las revisiones a esta suerte de ideas-dogma. Hacer una revisión sin miedos de estas ideas terminan significando un golpe de gracia para este tipo de argumentaciones, ya que la mayoría de las personas que cree en ellas no sabe lo que sucede dentro de sus cerebros cuando lo hace (los pasos mentales que dan sin ponerlos a juicio), y por eso funcionan tan bien como falacias. Como diría Kenneth Minogue de una de ellas, la dialéctica opresor-oprimido, en su libro La teoría pura de la ideología: "La idea es tan abstracta que es menos una doctrina que una máquina para la generación de doctrinas".

En este caso las ideas-falacias que utiliza el autor son otras, aunque derivan en parte de la comentada por Minogue. Uno podría ser: "sólo los intereses parasitarios o perjudiciales pueden ser minoritarios, y sólo los intereses minoritarios pueden ser parasitarios y perjudiciales". Otro: "los intereses mayoritarios son colectivos y por tanto pueden ser representados colectivamente; sólo son individuales los minoritarios". Otro: "la libertad de los explotadores no puede tener el mismo tipo de naturaleza que la de los explotados". Otro, que depende de los anteriores: "sólo hay dos sujetos de poder separados: las mayorías populares y las minorías explotadoras, y no se puede disminuir el poder de de ninguno de los dos para aumentar el del objeto del poder, que son los individuos; sólo se logrará aumentar el poder de otro de los sujetos", que es otra forma de decir "si no regula el Estado regulan los oligarcas" (Perón dixit). Los marxistas piensan algo parecido, sólo que reconocen que el poder se ejerce a través del Estado (ya que lo diferencian de la explotación) y pueden concebir regulaciones del mercado en favor de las clases capitalistas. Lo de ellos es más radical: "mientras haya burgueses serán oligarcas", pero no conciben que ése sea el origen del problema, sino ser burgués.

Martin Lomberg dijo...

Para Rapoport, sólo en el liberalismo hay capitalistas malos. De pronto sirven al pueblo gracias a gobernantes benévolos. Las únicas oligarquías son las liberales. Las keynesianas no son oligarquías sino despotismos ilustrados entonces! Qué curioso. Me pregunto qué diría el precursor de la New Left, Charles Wright Mills, que decía que los modelos de capitalismo planificado de Roosevelt y Hitler posibilitaron realmente a parte del "empresariado" (si se le puede llamar así) a convivir codo con codo con el poder político en un manejo mutuo de sus empresas (y de las ajenas) en una coalición organizada para la dirección de la sociedad, dentro de los límites de las posibilidades elegidas.

Vale la pena entrar en detalle sobre esto, porque a diferencia del populista, el marxista reconoce que todos son libres en el mercado, y que en cierta manera todos son actores burgueses del mismo, pero que tal situación genera condiciones sociales beneficiosas cada vez para menos individuos y perjudiciales para el uso de esa misma libertad. Por eso la libertad individual que se ejerce mediante la propiedad debe, para éste, desaparecer en la planificación socialista, lo cual en casi nada perjudicaría a los que no sean capitalistas. A la corta, ésto beneficiará materialmente a la mayoría, y a la larga incluso en términos de libertad individual, que será posible ejercerse sin ser demarcada por la propiedad, ya que se permitirá a todos hacer lo que deseen en un paraíso comunista de bienes superabundantes.

En cualquier caso ambos, marxistas y populistas, confunden ejercer poder con ser libre respecto al mismo. Los populistas creen que las clases mayoritarias modernas se encuentran "reguladas" siempre, por lo cual si no las "regula" el Estado las regula el mercado. El Estado lo pueden controlar ellas, y el mercado no. O cambian la fórmula y dicen que las clases populares SON el mercado, pero el mercado ya no es libre y que si no lo regula el Estado lo regulan los "monopolios". Y de vuelta: el Estado puede estar controlado por estas clases populares (o por políticos que piensan en ellas) mientras que los monopolios, no (y los empresarios no piensan en ellas). O sea: cada uno es "cada clase" y cada clase tira para su lado que sería el beneficio de sus partes más que sus partes mismas (la única clase altruista es la clase política), y el perjuicio de sus clases enemigas.

Martin Lomberg dijo...

Ahora, hablemos sobre si realmente existe una contradicción de intereses entre las fuentes de ingreso de los capitalistas y/o empresarios, por un lado, y los obreros y/o asalariados, por el otro. Sobre esto gira el punto que Rapoport ni argumenta.

Tomemos un ejemplo para demostrar que, tomado en un momento aislado, cualquier interés es contradictorio con otro. Si como panadero le impongo a mi vecino verdulero precios menores a los que puede cobrar sin perder ventas, parece que mi poder me beneficia en el acto, pero me perjudica porque mis intereses dependen de sus beneficios dentro de los límites del comercio libre, tanto como comprador como, principalmente, proveedor de los bienes que dan sentido a mi dinero. Ahora bien, por más que el verdulero pudiera ser más rico que yo, nadie pensaría que podría ser pananero sin el verdulero, o beneficiarme más como panadero si el verdulero se beneficia menos. Luego la relación de ambos intereses es orgánica.
Ahora volvamos al caso de empresarios y obreros, donde los empresarios ganan más que los obreros. De pronto parece que es sensato suponer que yo podría ser obrero, o ingeniero, o comerciante, o incluso pequeño empresario, sin necesidad de que exista un empresario (como supone el marxista), o bien que podría beneficiarme más como obrero si el empresario se beneficia menos (como supone el populista). ¿Es esto cierto? No lo es. Y no lo es porque la libertad que utiliza el empresario es la misma que utilizan todos los que no lo son, al punto que el mismo Stalin llegaría a decir que la fuerza de la burguesía derrocada consistiría en su capacidad de renacer de la actividad económica independiente que el pueblo pudiera generar (que parece ser es más competitiva que el gran consorcio socialista, que es a la vez admitir que cualquiera, por chico que fuera, puede conquistar el lugar de una gran empresa si esta no es eficiente). Decía que la burguesía renacía en "la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción. Porque, desgraciadamente -dice Stalin-, queda todavía en el mundo mucha, muchísima pequeña producción, y la pequeña producción engendra capitalismo y burguesía constantemente, cada día, cada hora, espontáneamente y en masa". Porque, insiste, suprimir las clases "no sólo significa expulsar a los terratenientes y a los capitalistas –esto lo hemos hecho nosotros con relativa facilidad–, sino también suprimir los pequeños productores de mercancías; pero a estos no se les puede expulsar, no se les puede aplastar; con ellos hay que convivir, y solo se puede (y se debe) transformarlos, reeducarlos, mediante una labor de organización muy larga, lenta y prudente".

Hay que dar gracias a los Stalin por la claridad que los Rapoport no nos proveen. Y hay que agregar algo más: es esa libertad de mercar la que posibilita que el empresario se beneficie generalmente más que el asalariado. ¿Se perjudica el asalariado de la libertad individual y se beneficiaría más (materialmente hablando) sin ella ya que se libraría de la dependencia para con el empresario? Para el demócrata de Rapoport parece que sí: que los obreros estaban mejor con la URSS que ahora. Para el liberal de Hayek, no.

Martin Lomberg dijo...

Para Hayek, si mi libertad como empresario es parte de mi fuente de ingreso, y esa fuente de ingreso no perjudica a nadie sino que comienza en una cooperación contractual (el intercambio entre propietarios) y termina en el beneficio mutuo en el resultado (el orden espontáneo), entonces no es "servir" (irrestrictamente) mi interés proteger mi libertad y propiedad respecto del Estado, y en cambio es "servir" (irrestrictamente) el interés ajeno no hacerlo. Y es más, un gobierno que no me proteja, dañará a la larga a la economía (a la "acumulación de capital", no importa quién la haga) de la que todos dependen, por lo cual su interés, si pretende tener éxito político, es proteger la propiedad y la libertad que hicieron posible mi existencia. El único gobierno que no lo hará es aquel cuyo éxito político dependa más de un apoyo a corto plazo (de quienes pretenden utilizar al Estado para vivir) que del progreso a largo plazo. Por lo general ese apoyo viene de mayorías de no-empresarios que, como los panaderos de mi ejemplo, piensen que pueden ganar más a la larga "regulando", o sea, sometiendo por la violencia estatal, al verdulero burgués.
Y pensarán así por haber convertido en populares a las ideas populistas, o sea, a las ideas de fácil popularidad, que Rapoport confunde con ideas que benefician a la mayoría del pueblo (y que perjudican a su minoría más rica que, para Rapoport, es siempre el origen de los perjuicios a aquella).
Hay grupos políticos que, conscientemente o no, adoptan estas ideas porque les aceleran su camino hacia el gobierno, y porque además, si lo obtienen, aumentan su esfera de ejercicio del poder. Eso es el populismo.

Reducido a una oración, populismo es ganarse a la mayoría del pueblo con un beneficio inmediato obtenido mediante el perjuicio a una minoría cuyos mayores ingresos codependen del beneficio a largo plazo de aquella mayoría.
Populismo no es, como pretende relativizar Rapoport, buscar el beneficio de un "pueblo" (o sector del mismo) a costa de otro, esto es, en el cínico reciclado del clasismo marxista que hace en su teoría rapoportiana: que el populismo bueno es lograr cualquier beneficio inmediato para la mayoría -y que a pesar de eso nunca podría ser parasitaria-, y el populismo malo es el de proteger cualquier tipo de beneficio para la minoría que parece ser siempre es explotadora.

Curiosamente, en los países donde son más ricas esas minorías de las que Rapoport habla, las mayorías no son más pobres, a pesar del ejemplo tirado de los pelos que usa, donde se vale de mostrar las personas sin asistencia social que no entran al mercado en esa mezcla de capitalismo y corporativismo mafioso que tiene Rusia, pero que ni siquiera son la mayoría.

¿Cómo puede ser que en los países socialistas, que Rapoport dice no defender, los obreros sean más pobres que en el resto del mundo, a pesar de que sus ricos son menos ricos que en los países liberales? ¿Por qué Rapoport defiende capitalismos regulados como el nuestro (o sea, cercenados y envilecidos) cuando podría defender socialismos donde, por lógica, los vientres gordos de los capitalistas sencillamente no existen y los pobres no se verían en nada perjudicados?
Se pone a igual distancia del capitalismo real y del socialismo real, pero parece que le gusta más el socialismo real, donde sin golpismo siempre impera una dictadura, lo que no le molesta tanto porque los obreros vivirían "mejor". Será que extraña el "nosotros hacemos como que trabajamos; ellos hacen como que nos pagan"

Martin Lomberg dijo...

Aclaración interesante. Las autocracias, a diferencia de las democracias, no tienen per se una tendencia demagógica al estatismo y al totalitarismo, pero tienen otra, que es que para limitar el acceso a nuevas clases políticas tienden casi siempre (no siempre) a destruir la libertad política, que en democracia debe ser protegida como condición necesaria para el pluralismo, y una vez que la libertad política es destruida, es más fácil atacar el resto de la libertad económica (que hace posible la libertad política) y finalmente se ataca la de todos los empresarios para beneficio propio a corto plazo (éste es el verdadero “populismo de unos pocos”, no el del que habla Rapoport). Por otra parte, cuando el sistema económico empieza a fallar por las regulaciones, los siguientes en ser perjudicados por el intervencionismo y la redistribución son las capas de la pirámide que les siguen a las grandes empresas, y que son cada vez más numerosas (para la cual la retórica estatista es necesaria para mantener la popularidad de la que todo gobierno al fin de cuentas depende). Las dictaduras militares izquierdistas como la de Velazco Alvarado son el extremo de una larga lista de gobiernos militares veleidosos con poco interés en el liberalismo económico (Pinochet es, precisamente, una de las pocas excepciones).

Y acá aclaro algo más que tiene relación con la actividad de los estados liberales (sean o no democráticos), que escribí en mi último artículo sobre el marxismo, y es que la retórica estatista actual intenta "confundir represión con regulación, o sea, presentar la represión de huelgas violentas en un mercado desregulado como si se tratara de la regulación de personas que estuvieran fuera del mismo", y esto es así porque "la regulación como el intervencionismo y la redistribución, a diferencia del mercado y las relaciones contractuales basadas en derechos de propiedad, requieren de un dirigismo permanente y una supervisión continuada incluso en caso de que nadie ofrezca resistencia".
Llevado esto a los gobiernos que se valen de la represión política (democráticamente electos o no) la cuestión es muy similar. Es más, precisamente la diferencia entre autoritarismo y totalitarismo es que el primero prohíbe selectivamente tal o cual actividad política sea ésta violenta o no, mientras que el segundo la regula y la exige en su favor.

Martin Lomberg dijo...

¿Qué sucede en las democracias que tanto dice preocuparle a Rapoport? Depende. Si la cantidad de población aburguesada es todavía poco numerosa, su sector medio (el corazón de las élites intelectuales) tenderá a decantarse por el socialismo. Una vez que gracias a las libertades políticas y civiles (que son una forma de uso de la libertad económica) grupos políticos y sindicales adoptan parte o in totum estas ideas, establecen formas de beneficio a corto plazo en perjuicio del empresariado (y en beneficio de empresas particulares a costa del sistema capitalista en su conjunto). Luego es natural que una política económica desreguladora, sea elegida en democracia o establecida por una autocracia, requiera de reprimir los intentos violentos de gran parte de la población obrera sindicalizada de mantener el statu quo intervencionista previo. Esta represión es, como dije antes, tramposamente tomada como muestra de una "regulación" diferente, o sea, de que la violencia estatal ha pasado de ejercerse contra la actividad empresaria a ejercerse contra la actividad obrera. Sin embargo la actividad obrera no es la que está siendo "regulada", sino la violencia obrera que se ejecuta como parte de una lucha por recuperar una regulación coercitiva de la que se cree, gracias a los Rapoport y sus prejuicios marxistoides, es la única vía para el mayor beneficio obrero, cuando en realidad sólo lo es a corto plazo, como lo demuestran todas las revoluciones obreras.

Por supuesto estas exigencias violentas en favor del intervencionismo o de la redistribución, cuando no del socialismo (la líder de la lucha chilena por la educación universitara pública es, vaya coincidencia, una chavista), no pueden reclamar con tanta facilidad legitimidad democrática cuando las políticas económicas liberalizadoras son ejercidas por gobiernos electos. Le es más fácil a la prensa de izquierdas confundir a sus lectores cuando analizan casos donde la represión de la violencia sindical antiempresarial se une a la represión de la libertad política propia de la mayoría de las autocracias. Afirman a lo Naomi Klein, que la voluntad popular es siempre populista, y que para proteger la libertad burguesa hay que perseguir a la mayoría porque ésta no la desea. Que desea, en cambio, que un amado líder socialista los provea a costa de su propiedad e independencia, del mínimo servicio de salud y educación necesario para que trabajen al servicio del Estado.

Las autocracias pro-mercado por lo general no se desarrollan desde gobiernos electos liberales (salvo el curioso caso de Fujimori, en general no tienen las herramientas que el estatismo les puede proveer) sino desde gobiernos implantados por la voluntad de instituciones del Estado con el poder real, el que nace de la boca del cañón. Para la propaganda actual de la izquierda, los gobiernos militares que adoptan administraciones más o menos pro-mercado no elegirían su política por tener un mínimo de realismo económico, sino para... favorecer a empresarios que desean ser más ricos empobreciendo a todos. And that's it.

Creo que ya desmenucé suficiente y hasta mi cansancio, el razonamiento clasista-populista del cual casi por necesidad se deriva esta clásica crítica que la izquierda más vulgar hace al liberalismo, y que Rapoport repite sin mucha originalidad. Así que pasemos al artículo y los links que espero poder lograr que leas :)

Martin Lomberg dijo...

Como dije, Gabriel, lo que te paso van a ser un par de links y no desmenuzar el artículo, pero lo voy a hacer para aclarar mejor ciertos párrafos del artículo respecto a los cuales serían pertinentes, así que paso sólo esas partes.

La primer joya es esta, que no voy a refutar porque se refuta sola, pero que no puedo dejar pasar:

Una cosa es acumular en beneficio de los que se quedan con los dividendos o los altos sueldos de las grandes empresas.

La acumulación se refiere a la acumulación de capital, no a la acumulación de dinero en tal o cual mano. Ahora, si a lo que se refiere es a que la acumulación de capital varía dependiendo de la distribución... ya ni marxista es: ¡Rapoport se hizo austríaco!

Mejor sigo...

Pero nuestros sabios economistas se olvidan de que los ilustres fundadores de su ciencia, que es la economía política, eran en su época unos malditos populistas. En su lucha contra el monopolio colonial y las monarquías absolutas, el laissez-faire de Adam Smith representaba el populismo de los sectores medios: industriales, comerciantes, profesionales, etc. Qué mejor que liberar las fuerzas del mercado para abatir a tiranuelos y favoritos que se llevaban la mayor parte de la torta. [...] Entonces llegó Marx denunciando que el populismo de Smith y de Ricardo no era suficiente para distribuir mejor las riquezas y que la acumulación volvía a quedar en manos de unos pocos.

No me imagino a Smith preocupado por el coeficiente de Gini, realmente. Por otro lado, jamás escuché a Marx elogiando a Smith por defender una mayoría, y menos por considerar a la pequeña burguesía una mayoría.
Aun cuando para Marx la burguesía era menos minoritaria al principio, lo que menos le importaba era su número: lo que le importaba era su rol de avanzada en el cambio histórico determinado por su capacidad de desarrollar la tecnología... o sea ¡si acaso acumulaba más capital! Y por eso, precisamente, Marx apoyaba a la burguesía contra la pequeña burguesía (o sea, hacía y decía lo contrario de lo que dice Rapoport, y por las razones contrarias a las que afirma Rapoport).
Para colmo, la (nueva) pequeña burguesía recién se convertiría realmente en mayoría en los países desarrollados, a posteriori de la concentración industrial capitalista de cuya eficiencia depende, o sea, la famosa clase media moderna.
¿Rapoport es historiador? A cualquiera le dan un título, eh. En fin, el artículo que mejor sirve para comentar el desastre conceptual e histórico de este párrafo, va acá: http://propiedadprivada.blogspot.com.ar/2005/02/crtica-contra-noam-chomsky-desde-la.html

Martin Lomberg dijo...

Pero todavía, para colmo de males, vino luego Keynes, que demostró que los vientres gordos de los ricos no llegaban a comerse todo lo producido. No podían seguir vendiendo y estalló la crisis: era el Estado el que debía intervenir creando la demanda necesaria para volver a acumular. Otro populista más y muy peligroso.

¿Peligroso por qué si supuestamente, según lo que él mismo dice, vino a salvar a los mismos capitalistas de su poca voracidad? ¿Y en qué se verían perjudicados si crear esa demanda es sólo una cuestión monetaria ya que el excedente supuestamente preexiste?
Para Keynes la recesión no era un mal de los ricos, sino del liberalismo que perjudicaba a los ricos y a los pobres porque su libertad de mercado se volvía contra ellos.
En su posición, para colmo, citaba elogiosamente a esos mercantilistas que Rapoport considera títeres de intereses clasistas. Es gracioso, porque el propio Keynes tenía una visión no-clasista del problema.
La cita que hago ahora no es mía, sino de Karl Polanyi, un socialista owenista que además como sociólogo anti-liberal es hoy más que nunca el gran amor de muchos de los populistas (Stiglitz hizo un prólogo de su más clásica obra) que piensan como Rapoport, pero que da una explicación y justificación de su anti-liberalismo perfectamente inversa a la de éste y paradójicamente más acorde con la respuesta de Gabriel: http://es.wikipedia.org/wiki/Críticas_al_marxismo#La_confusión_entre_el_interés_monetario_personal_y_los_intereses_materiales_comunes_a_una_clase_social

Sobre esto:

Más aún, el mal mayor estaba ahora en Adam Smith. Demasiada libertad de mercado, lo que no servía a las multinacionales, no fuera a ser que esa libertad se metiera dentro de sus empresas. No señor, allí ejércitos de economistas y contadores planifican bien las ganancias; el que no debe planificar es el Estado, un monstruoso andamiaje que sólo sirve para apropiarse de los beneficios ajenos y repartirlos a los que no pueden planificar su futuro.

Acá me parece que lo sobreestimaste, Gabriel. Vos leíste en estas palabras algo así como que criticaba los subsidios a la empresa privada, o a la planificación en su favor, etc., pero dice otra cosa: que no hay libertad de mercado porque no hay mercado dentro de las fábricas. Es lo que se entiende ahí al menos.
O sea, los capitalistas planifican la económica porque planifican la organización de una empresa. Es buenísimo. Claro, por eso los obreros trabajan por un salario, no porque es más eficiente en el mercado (ni siquiera por una necesidad social creada, como dicen los marxistas), sino porque les impusieron una regulación y no pueden administrar libremente las herramientas de producción que crearon. Es joda esto.
No sé qué quiso decir, pero cualquiera de las opciones es ridícula. Voy a suponer, como vos, que quiso decir lo menos insensato, y así paso esto como lectura:

http://propiedadprivada.blogspot.com.ar/2008/12/la-democracia-entre-la-propiedad_09.html (la parte 7.c nomás)

Finalmente cierra con esto:

El “capitalismo real” y el “socialismo real” terminaron siendo dos caras de una misma moneda. Por eso, para que las cosas continúen así, no hay que dejar entrar más por la puerta de la academia a economistas populistas que la envilecen, si es que los enmarcamos en su época no como dogmas, se llamen Smith, Ricardo, Marx o Keynes.

Su propio dogma hizo que terminara leyendo a Smith, Ricardo, Marx y Keynes de esta forma: Laclau, Laclau, Laclau y Laclau. No entendió nada. Tal vez debería leer también a Cantillon, Say, Marshall y Friedman, para que las opciones no sean sólo austríacas y se asuste :)

Un abrazo,
Pablo