domingo, 12 de septiembre de 2010

INCOMUNICÁNDONOS

La primera sensación la tuve aquella vez que unos amigos protestaron porque en el blog los mandaba a unos libros míos para aclarar ya no sé qué punto. ¡Qué petulante que quedé!! Y además me demandaban enérgicamente, de vuelta, que volviera a resumir todo en 3 o 4 párrafos sencillitos. Intenté explicar que no podía: para qué. Intenté aclarar que no todo puede ser aclarado: para qué. No. Parecía que un texto no tiene CONtexto, pero sí lo tiene. Elemental, Watson hermenéutico, pero no tan elemental para la cultura positivista que absorbemos. Como los colegas profesores de filosofía que creen que tienen la certeza absoluta de que tal autor dice tal cosa “porque está en el texto”, claro, el texto que EL seleccionó, el texto que EL consideró fundamental, el texto que EL comenta pero, claro, EL no existe. Allí fue cuando escribí en este blog “los límites de la comunicación y del diálogo”.

Luego comencé a ver cómo debatían mis amigos de facebook. Y cómo lo siguen haciendo. ¡Cómo se dan!!! Se supone que en unos pocos renglones podemos convencer al otro de…… La existencia de Dios, que Howking es esto o aquello, que el alma existe o no existe, que la teoría austríaca del ciclo dice esto o aquello, y todo así, rapidito, ¡y que no queden dudas!! Y con el matrimonio homosexual fue apoteótico. La tienen más clara mis alumnas que en sus muros de Factbook se dicen cosas como “¡estás divina te quieroooooooooooooooo!”, manejando perfectamente sus propios códigos y entendiéndose con sus propios horizontes.

¡La utopía de lo textual!! Fascinante. Ni siquiera un libro entero, ni siquiera todos los libros del mundo, y ni siquiera, tampoco, todas las conversaciones del mundo pueden aclararlo todo, nadie puede explicar ni ver todos los contextos que rodean al texto. ¿Quién escribe? ¿Desde qué visión del mundo? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿En qué situación personal e histórica? ¡Y las mismas preguntas respecto del que lee!!

Este Jueves les dije a mis alumnos de 1ro de comunicación social: “Hoy nos quedamos una hora más, de 14 a 15”. Hubo un silencio de unos segundos. Les pregunté: ¿es verdad? ¿Lo haremos? ¡No!, contestaron casi todos, excepto aquellos que ni con eso salieron de su propio y enternecedor mundo. ¿Y cómo saben que no? ¡Por el contexto!! ¿Cómo sabían que era un ejemplo para explicar, precisamente, el tema del contexto? El texto NO decía que era un ejemplo. El texto decía “Hoy nos quedamos una hora más…”. ¿Y con eso qué? ¿Qué decía, precisamente? ¡Esa es la cuestión!

Y ahora, twitter. ¡Qué enternecedores diálogos! ¡Qué impresionante comprensión mutua! ¡Que adorable inexistencia de malentendidos! ¿No? :-))

Ok, sí, refutémonos a nosotros mismos. Gabriel, nadie pretende entenderse en serio con esas cosas. ¿O acaso vos mismo no te mandás ironías antikirchneristas todo el tiempo en facebook?

Si, es verdad que muchos no tienen la más mínima pretensión de “entenderse”, pero esta entrada es para los que sí la tengan: sepan distinguir, y ver los límites de los textos. Si quieren entenderse con alguien, verdaderamente, pueden comenzar con papiro, carta, piedra, facebook o email pero… Luego continuar con una sonrisa, con un gesto, con una mirada, insustituible, y no para que allí terminen todos los malentendidos, sino para seguir intentando la milagrosa pero posible comunicación. Y sí, es verdad que yo me mando ironías, pero la verdad, no creo que con ellas mueva un milímetro a algún kirchnerista de su posición. Es una chicana que me festejan los amigos, ok, es un juego de lenguaje, un divertimento, pero la comprensión del otro, el llegar al otro, es… Otra cosa. Otra cosa, maravillosa, de qué color… No sé, pero seguro que no es el color de aquello físico donde volcamos los textos. No, no es cuestión de un discurso apocalíptico sobre los textos escritos, largos o cortitos. El texto escrito es una de las maravillas del espíritu humano: en él se vuelcan, con pasión y belleza, los infinitos mundos de nuestro interior, alcanzando una continuidad y autonomía que los hacen rozar con lo sagrado. Pero el texto es alguien que dice algo a alguien, y el algo tiene sentido en medio de los alguien. Y el olvido de ese alguien es el verdadero olvido del ser.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Con paciencia todo se puede explicar y entender . Pero para esto tiene que haber alguien del otro lado que pueda y quiera escuchar y entender . En definitiva es el hombre el que inventó estos medios virtuales y es el hombre el que los considerará caducos . Es cierto que si se les pidiera a Marx o a Santo Tomás resumir en 30 segundos sin repetir y sin soplar sus ideas , quedarían irremediablemente como idiotas . Pero no es descabellado pensar que hoy utilizarían internet para expresarse y comunicar su ideología . Todo depende del arte de comunicar .
Lo que hay que tener siempre presente es que existen ambientes más simples que el intelectual , donde no se habla tanto de comunicar o dialogar , porque la gente simplemente se comunica . Muchas veces se embrollan innecesariamente las cosas .
Con respecto a cualquier tipo de ironía , me producen rechazo . Son una forma de desprecio , de creerse más inteligente o superior a los demás . El humor es otra cosa , es reirse con el otro , no del otro , y requiere mucha más inteligencia y benevolencia . Aprender a refutar menos y a asimilar más . Y con respecto al olvido , también puede ser una forma de descanso de si mismo . Nunca entendí mucho a la gente que busca alguna forma de reconocimiento . Algunos puntos de vista complementarios en este domingo nestoriano . Abrazo . M.S

Juan Manuel Bulacio dijo...

Mi querido Gabriel, admiro tu pensamiento, coherencia y esfuerzos. No discuto lo de los "contextos" como principio indispensable para la comunicación. Yo fui uno que te pidió una vez que no citaras artículos sino que explicaras o contestaras dentro de los límites del mismo medio que vos elegís y nos participás. Sino sólo sería una comunicación de ida. Paso 1: expongo. Paso 2: replican escribiendo como mejor pueden. Paso 3: mando a leer un libro. No me parece una buena forma PARA ESTE MEDIO. Si el blog es abierto es lógico que se pueda hacer intercambios dentro de su mismo contexto. Como bien decís no se podría resumir todo un pensamiento en un blog, libro ni en nada. Eso mismo ocurre con las ideas de los otros. Por eso el diálogo es limitado, pero es mejor que nada, en blogs, en directo o en tratados. "Es lo que hay". Igualmente para mí, y estoy seguro que coincidís en esto, un gesto o una palabra de afecto o un acto por el otro son más importantes que todo ello.
Espero haber sido claro en mi postura.
Fuera de eso, coincido con que los diálogos son cada vez más rápidos y superficiales.
Un abrazo. JM

Gabriel Zanotti dijo...

La verdad, mis queridos amigos, no eran ustedes los principales destinatarios del post. Un abrazo enorme!!!!