domingo, 27 de septiembre de 2009

EL PSICOANÁLISIS Y LA DIFUSIÓN DE LAS IDEAS LIBERALES

Este artículo, de mi autoría, salió publicado en en “NOMOI”, Revista Digital sobre Epistemología, Teoría del Conocimiento y Ciencias Cognitivas, (2009), Año 2, Nro. 3, pp. 19-22, en www.hayek.org.ar

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Desde hace ya mucho tiempo, prácticamente desde que comencé mi labor de educación en las ideas liberales y de Escuela Austríaca de Economía, me he enfrentado con una casi desesperada pregunta: “¿cómo hacer para difundir las ideas…………?”, a lo cual nunca escuché una buena respuesta, ni de mi parte ni de ningún otro.

En un artículo anterior (1), dijimos además que los sistemas educativos paralelos que los diversos think thanks y fundaciones liberales tienen, son muy eficientes en su momento, pero que los miles de jóvenes que pasan por año por esos exitosos seminarios son luego absorbidos por una cultura estatista, donde sencillamente sus obligaciones familiares y sus legítimos deseos de progreso personal los hace participar casi obligadamente en organizaciones, empresas e instituciones que no tienen nada que ver con los ideales liberales que vieron en su juventud, es más, mejor es ocultarlos.

Pero a esta dificultad se agrega una ilusión racionalista en la suposición de que una explicación racional de las ventajas del liberalismo y economía de mercado, por más didáctica que fuera, va a poder difundir las ideas entre las masas. Nuestro modo de discurso, además, habitualmente alejado de otros estilos discursivos (cine, televisión, literatura), que la izquierda maneja mejor, corrobora esa ilusión racionalista. Las pocas veces que aparecemos en medios masivos de comunicación, lo que hacemos es trasladar el estilo discursivo académico al medio masivo en cuestión, y nadie nos ve ni nos escucha.

Pero hay algo más, que hay que decirlo o de lo contrario no saldremos nunca de este fracaso permanente. Aún en el mejor de los casos, aún en el caso de que nuestra didáctica fuera milagrosa y produzcamos muchas películas, novelas y series que se difundieran en medios masivos –hay algunas, pero son muy pocas o casuales-, aún en ese caso, si no traicionamos lo esencial de nuestro mensaje, el punto es que el mensaje liberal es contra-intuitivo. Es más fácil entender la idea de orden deliberado que la de orden espontáneo (2), pero, además, el liberalismo es habitualmente contrario a la formación de nuestro psiquismo.

Freud ha explicado detalladamente, en Psicología de las masas y análisis del yo (3), los delicados procesos de identificación que las masas habitualmente hacen con el “jefe de la horda”, y con una figura paterna que no evolucionó hacia un redireccionamiento de la libido –la función del padre es el “no” a la libido con la madre y los hermanos- sino que quedó fijada en un infantilismo psíquico que introyecta la figura paterna como ideal de yo. La evolución del aparato psíquico es tan delicada, que es habitual que las masas realicen esa identificación con un “jefe de la horda”, frente al cual todos se “hermanan”. Ese “jefe de la horda” puede atravesar diversas circunstancias históricas; desde la horda primitiva tan bien analizada por Freud en Totem y tabú (4), hasta la figura de un dictador contemporáneo…. El proceso es el mismo.

Esto nos da una explicación psicológica interesante –no la única, desde luego, pero plausible- de los fenómenos de masas que apoyan a los dictadores de siempre. No depende del nivel económico o educativo, la identificación e introyección es inconsciente y sólo un análisis profundo puede develar al sujeto su identificación, seguramente “racionalizada” en muchos casos, por un determinado “líder carismático”.
Como vemos, el liberalismo político no surgió de masas ilustradas que leyeron “Qué es la Ilustración” de Kant (5) y decidieron ser “maduras” intelectualmente, con juicio crítico, con pensamiento propio, etc. Nunca más que ahora nos damos cuenta de que el liberalismo clásico no fue un orden deliberado, sino una consecuencia no intentada de la evolución de las instituciones anglosajonas que pusieron un límite, precisamente, tanto a líderes como a las masas, que dejados a sí mismos, sin esas instituciones, derivan en totalitarismos casi necesariamente. Instituciones que a su vez no son pensadas, sino que se convierten en afortunadas tradiciones que forman parten de un horizonte cultural que actúa como una barrera de contención frente a procesos de masas ante los cuales ninguna cultura está exenta.

Frente a esto, importantes son muestras tareas educativas, para formar a una aristocracia intelectual que siempre será un heroico muro de resistencia ante la irracionalidad, infantilismo e inmadurez de dictadores y masas. Pero inútiles serán esas mismas tareas educativas ante masas ya alienadas por su propio inconsciente. Mala noticia, pero es así y espero que al menos esto nos explique muchas cosas.
¿Qué hacer entonces?

Recurramos a Freud nuevamente. Una de sus nociones más importantes es la transferencia (6) que el paciente pone en el analista cuando “entra en análisis”. Allí la figura paterna es utilizada positivamente: el paciente transfiere al analista sentimientos paternos para que el analista pueda suplir un rol paterno positivo en cuanto a los “no” y la re-orientación y auto-descubrimiento de la libido. El analista cumple en ese caso una verdadera función educativa, que puede ayudar, ahora sí, a la madurez del paciente y a su auto-conciencia de procesos inconscientes que le producían síntomas que parecían estar más allá de su conciencia y control.

Pero entonces, si trasladamos esto a nivel político, podemos ver la diferencia entre un simple “líder carismático” y un estadista. El segundo agrega al primero un proceso de transferencia a nivel social. No es que no produzca al principio algo de identificación, pero de algún modo su rol paterno cambia de introyección a re-educación de las fuerzas inconscientes. Un mero presidente o dictador sigue a las masas y se retroalimentan mutuamente en sus pre-conceptos culturales habituales. Un estadista puede guiar a las masas, re-educarlas, porque hace transferencia psicológica con ellas, que es diferente. Hay pocos ejemplos, no quiero nombrar a ninguno para no entrar en debates inútiles, pero ese es el proceso psicológico de un estadista.

Y entonces sí, allí entra esa aristocracia intelectual que ha estudiado bien a Mises, Hayek, etc., no para hablar ellos directamente ante las masas, sino para asesorar al estadista, que puede tener buenas ideas generales, buena capacidad de comunicación, pero necesita ser apuntalado permanentemente en los “ideales regulativos” de su acción política.

No nos preocupemos tanto, por ende, de “difundir al liberalismo entre las masas”. Ellas quieren psicológicamente un padre, y nosotros hablamos precisamente en contra del estado paternalista. Ocupémonos más de toda buena persona, con buenos ideales, que tenga buenas dotes comunicativas y que tiene la valentía de entrar en la arena política concreta. A él sí, toda nuestra racionalidad. Y si tiene éxito, él sabrá hacer un tratamiento social a las masas, a sus pacientes, para que, finalmente, puedan ser adultos y salgan de sus fijaciones infantiles. El horizonte cultural estará entonces preparado para una retirada del estado, pero no para siempre. Hay pensadores para los cuales la historia de la humanidad es la historia de la guerra; para otros, en cambio (Mises) la historia de la “Civilización” es la salida de la guerra. Progresaremos si estudiamos un poco más los delicados procesos que mueven a las masas hacia la destrucción (7), para trabajar más eficientemente en la delicada defensa de la paz y la libertad.
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NOTAS:

(1) “Ideas liberales: ¿qué pasa?”, en Controlando al Leviatán, Revista Digital de Ciencias Políticas (9), 2009, pp. 2-4., en www.hayek.org.ar

(2) Ver Sabino, C.: Todos nos equivocamos, Grito Sagrado, Buenos Aires, 2007.
(3) (1921) Ver en Sigmund Freud, obras completas, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2008, tomo III, p. 2563.
(4) (1912), op.cit., p. 1744.
(5) (1784), ver Filosofía de la historia y Qué es la Ilustración, Terramar Ediciones, La Plata, 2004.
(6) Ver La dinámica de la transferencia; La iniciación del tratamiento, Observaciones sobre el “amor de transferencia”, en op.cit., tomo II.
(7) Ver Freud, S.: El malestar en la cultura (1929), en op.cit., tomo III, p. 3017.

2 comentarios:

Gabriel Zanotti dijo...

Comentarios en Facebook:

Lisardo Bolaños

Definitivamente un artículo para generar debate.

Gabriel Zanotti
Esa es la idea..............
Un gran abrazo!


Alejandro Sala

Bueno, yo suelo decir que no me interesan las "ideas liberales" sino las "realidades liberales". Yo siempre tuve claro que por medio de las "ideas" el liberalismo nunca encontrar... Read Moreía consenso. Lo que importa es que el liberalismo ofrezca soluciones practicables a problemas concretos. Eso hará que la gente adhiera no al liberalismo sino a las soluciones liberales. Como vos decís, el liberalismo es "contra-intuitivo". Superficialmente, es más "lógico" el estatismo, donde el gobierno determina "racionalmente" el rumbo económico que la imprevisibilidad del mercado. Por supuesto que el "racionalismo estatista" contiene una infinidad de efectos secundarios perniciosos que no se perciben a simple vista y que invalidan su supuesta superioridad como fórmula de organización de la economía. El problema esencial de la divulgación del liberalismo consiste en poner en evidencia esos efectos secundarios. Cuando encontremos el método para conseguir ese objetivo, habremos resuelto el problema.

Anónimo dijo...

No me gusta el término contra-intuitivo . Cuando se formaban los EEUU el liberalismo era lo más intuitivo que existía . Estaba todo por hacerse . Aquí , luego de 65 años de fascismo criollo llamado peronismo la mayoría cree que la intervención del Estado en la economía está "hasta cierto punto" justificada . Claro que nadie puede precisar ese cierto punto , con lo que el tema termina dependiendo del humor de un psicópata . Para mi el orden espontáneo es más intuitivo que el orden deliberado . La conveniencia de hacer primar lo espontáneo o lo deliberado parece ser más una cuestión cultural . La cultura argentina-peronista-radical decididamente no cree en el mercado , es decir desconfiamos de nosotros mismos como lo hace una banda de ladrones . Ya lo había dicho el uruguayo Battle ...
En lo del paternalismo coincido y además recordemos que nuestro fascismo criollo sobrevive al fascismo de Hitler y Mussolini por una serie de razones entre las que destacaría el "maternalismo" . De entrada Perón hizo participar a la "abanderada de los humildes" y esto le dio al movimiento carácter matrimonial hasta nuestros días . Urge quedarse huérfano de una vez por todas . Un abrazo . M.S