sábado, 9 de agosto de 2008

SOBRE DIOS, LA HISTORIA, Y LA POLÍTICA ARGENTINA

Hay cosas muy malas para la fe, sobre todo, muchas de las cosas de las que dicen los creyentes. Por eso disculpen si me pongo in-sistente y me permito re-editar aquí nuestro último comentario en el Instituto Acton. Dios interviene en la política, pero no del modo en que habitualmente pensamos. Edit Stein lo sabía, cuando, escribiendo la historia de San Juan de la Cruz, los nazis la vinieron a buscar para asesinarla.......................
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SOBRE DIOS Y LA HISTORIA

Por Gabriel J. Zanotti

Para Instituto Acton

Agosto 2008.

Los últimos acontecimientos políticos de Argentina han sido tan singulares que han despertado comentarios de todo tipo, proporcionales en cuanto a su especial singularidad.
Uno de ellos, que compete específicamente a los objetivos de nuestro Instituto Acton, es una interesante analogía que se ha hecho con la liberación del pueblo de Israel y la dominación egipcia. Se ha presentado al pueblo argentino como un nuevo Israel, se ha dicho que Dios interviene directamente en la historia argentina y en cierto modo algunas personas creen honestamente ocupar el lugar de Moisés.
Algunas respuestas no han faltado, pero habitualmente sólo retro-alimentan lo anterior. No es cuestión de acusar a un creyente de delirio místico cuando realmente cree. No se trata de delirio, sino de teología. El asunto no es la Fe (bienvenida sea) sino en qué se cree y cómo se articula teológicamente la historia de la salvación con la historia humana.
Dios interviene en la historia humana. Es así. Suponer lo contrario es pensar como el deísmo, que afirma un gran arquitecto del Universo sin “cuidado” sobre los seres humanos, sin providencia. Ello es anticristiano, y por ende de ningún modo se trata de negar que Dios intervenga en la historia. Dios es Padre y providente, no es un principio supremo indiferente y distante.
Pero Dios interviene en la historia humana de dos maneras. Una, de manera sobrenatural y revelada, en la historia de la salvación. Esto es, en la primera y en la nueva alianza, donde la liberación del pueblo de Israel es figura de la redención del pecado que será alcanzada plenamente por Cristo en la Cruz. Esto no fue entendido por los discípulos de Cristo sino hasta Pentecostés, antes de la cual le preguntaban aún a Jesús: “Señor, ¿cuándo vas a liberar al pueblo de Israel?”, confundiéndolo efectivamente, como los zelotes –del cual Barrabás era un digno representante- con un revolucionario temporal.
Quiero remarcar que esta historia es sobrenatural, porque tiene que ver con la Gracia, con lo sagrado, porque la redención está íntimamente ligada al sacramento de la Eucaristía. Segundo, es Revelada: Antigua Alianza, Segunda Alianza, Primera Venida de Cristo, Segunda Venida (escatológica) de Cristo. Son acontecimientos explícitamente revelados por Dios, de los cuales tenemos certeza y cuyos profetas son explícitamente refrendados por las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.
La historia humana, en cambio, no es sobrenatural ni revelada. Depende del libre albedrío de los seres humanos, y la relación entre ese libre albedrío, la voluntad de Dios, su providencia y su Gracia fue suficientemente tratada por Santo Tomás de Aquino (especialmente en el libro III de la Suma Contra Gentiles) como para que nosotros tengamos que agregar algo nuevo al respecto, excepto nuestra sorpresa –en cierto sentido- por tener que recordarlo. Es una historia cuyo futuro es desconocido para nosotros; es una historia donde Dios tolera males terribles dentro del designio misterioso de su providencia; es una historia que no tiene profetas excepto revelaciones privadas que si son verdaderas deben manejarse con suma prudencia y además no forman parte de ningún modo del depósito de la Fe.
Por lo tanto, que Dios pueda tolerar males terribles (¿hace falta ejemplos?) implica obviamente que no se pueda deducir de ningún modo el curso futuro de ningún acontecimiento político humano. Las cosas pueden ir bien, o pueden ir muy mal, y eso sólo Dios lo sabe y no altera en absoluto a la historia de la Salvación donde Jesucristo ya ha triunfado definitivamente sobre el pecado con el misterio de su Cruz.
Claro que todo lo bueno que sucede es “querido” por Dios, pero eso incluye desde el beso que damos a un hijo a la mañana hasta una acción políticamente buena. Pero ambas cosas están mezcladas con nuestra imperfección humana (la historia de la Salvación, en cambio, no) y ninguna de las dos cosas son “sacramentos” (puede llegar a ser un “sacramental”, como mucho) o pertenecen especialmente al orden sobrenatural, y nadie puede arrogarse por ende ser su privilegiado profeta ni hacerlas especialmente en nombre de Dios (o sea como el Arcángel Gabriel).
Lo contrario, esto es, suponer que una transformación política humana es parte de la acción redentora y sobrenatural de Dios, es precisamente el clericalismo y el fundamentalismo, sea de derecha (por ejemplo, aquellos que creían que tal o cual dictadura-monarquía corporativa era el sistema político “católico”) o de izquierda, como lo fue cierta teología de la liberación en su momento. En este caso, la advertencia de la Santa Sede fue clarísima: “La nueva hermenéutica inscrita en las "teologías de la liberación" conduce a una relectura esencialmente política de la Escritura. Por tanto se da mayor importancia al acontecimiento del Exodo en cuanto que es liberación de la esclavitud política. Se propone igualmente una lectura política del Magnificat. El error no está aquí en prestarle atención a una dimensión política de los relatos bíblicos. Está en hacer de esta dimensión la dimensión principal y exclusiva, que conduce a una lectura reductora de la Escritura. Igualmente, se sitúa en la perspectiva de un mesianismo temporal, el cual es un a de las expresiones más radicales de la secularización del Reino de Dios y de su absorción en la inmanencia de la historia humana.”[1]
Por lo tanto, el problema de los dirigentes argentinos que, con toda buena intención, confunden su antikirchnerismo con la historia de la salvación, no es de delirio, sino de formación teológica. Deberían meditar el aludido documento y también meditar las palabras de J. Ratzinger en su último libro sobre Jesucristo, donde pone una especial atención a las tentaciones de Cristo, y especialmente a la primera, que es la tentación de temporalismo[2].
Los cristianos estamos muy mal, muy nerviosos y muy confundidos cuando hemos perdido la fe en todo esto, esto es, cuando hemos perdido la fe. ¿Por qué Dios no nos salva de los tiranos? ¿Por qué? ¿Cuándo, Dios mío, liberarás a tu pueblo? Estamos igual que antes de Pentecostés….
Y si las cosas no fueran como nosotros quisiéramos, ¿qué? ¿Y si Cristina Kirchner triunfara de esta crisis política y gobernara 8 años más? ¿Qué? ¿Dios no existe? ¿O si alguien es kirchnerista deducirá que sí existe?
La confusión teológica produce angustia. Lo cual conduce, en última instancia, a perder la fe. Nos ponemos demasiado nerviosos por nuestras derrotas políticas, o demasiado contentos con nuestros triunfos. Cuando, en el fondo del alma, deberíamos vivir siempre el triunfo definitivo de Cristo. Desde allí, Dios ilumina los corazones, da las gracias que quiere a quien quiere y cuando quiere, y entonces sí, interviene en la Historia, de un modo misterioso, del cual sólo nos enteraremos en la Segunda Venida de Cristo.
Por ahora, ni Cristo ni ningún profeta han venido a la Argentina, ni vendrán, en la figura de ningún político. Ni de un lado, ni del otro. Y, nunca mejor dicho, gracias a Dios.

[1] Instrucción Libertatis nuntius, Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 1984.
[2] Ratzinger, J.: Jesús de Nazaret, Planeta, 2007, cap. 2.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Gabriel ,creo que hablás en respuesta a las actitudes de Carrió durante el conflicto . Al resto de la oposición además de su habitual desunión y tibieza no los vi invocar tanto a Dios ,aunque gente que se la cree y piensa que Dios está con ellos porque son los "buenos" , inevitablemente habrá en todo el mundo . Cuestión de madurez espiritual . Saludos desde el yuyal . M.S

Gabriel Zanotti dijo...

En cierto sentido, querido y yuyal amigo, que haya estado hablando de Dios está bien....... Obviamente....... El asunto es invocar a Dios en apoyo de tu visión política de las cosas, por mejor que esta sea..... O sea: una cosa es decir "Dios interviene en la historia", y eso está bien, porque si repasas mi art. verás que incluso misteriosamente, vía providencia, interviene en la historia humana de manera desconocida para nosotros..... Pero de ese modo también podemos decir que Dios interviene en el almuerzo que me estoy haciendo ahora mismo, con la misma convicción.......... Ahora si el almuerzo me sale bien, voy a decir "ven que Dios está de mi lado?" Y si me confundí en la cantidad de minutos del microondas, y el almuezo sale mal, ¿a quién voy a culpar? Todas estas cuestiones, con una mínima formación en Santo Tomás (causa 1ra, causa 2da, concurso de causas, etc), no son un problema........ O sea que: es verdad que "Dios interviene en la historia", pero a renglón seguido decir "y está de mi lado", bueno, hay un "non sequitur" que escandaliza, sobre todo, a los no creyentes...... En realidad uno tiene que rezar para hacer las cosas bien y luego asumir la propia responsablidad de sus acciones........ Y si soy político y rezo para que Dios me acompañe, no hay que olvidar que Dios (Jesús) en el huerto dijo "pero no se haga mi voluntad, sino la tuya", que es la clave para TODA oración de petición: pedir, si, pero luego abandonarse al misterio de Dios....... Pues eso es religión: yo al servicio de Dios, yo abandonado a su misterio.....
No al revés...........

Anónimo dijo...

En general los verdaderos no creyentes son muy tolerantes con los creyentes ,hasta en cierta forma los admiran .Es sólo un diferente e intransferible sentido de la realidad lo que los aleja del monoteísmo . En cierta forma diría que mi psiquis le saca mejor partido al politeísmo que al monoteísmo ( aunque jamás se me ocurriría hacerle un altarcito a Hera ) . Los antiguos parecían más libres pero también más salvajes.... Así que mi respeto y admiración a todo aquel que crea en un Dios personal . M.S

Anónimo dijo...

Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero el hombre le devolvió al favor con creces: ¿Cuántas veces hizo a Dios a su imagen y semejanza? Dios es de tal partido, de tal cuadro, de tal país, de tal religión.
Es un poco lo que pasa ahora con el Islam: según ellos, Dios aprueba los hombres bomba, reventar a decenas de inocentes en su nombre. Pobre Dios. Las cosas que te colgamos.

Juani

Anónimo dijo...

Disculpe Zanotti, está seguro de lo que afirma con:
"La historia humana, en cambio, no es sobrenatural ni revelada." ?
En su planteo pareciera que la historia está compuesta de dos planos independientes, uno sobrenatural y otro natural-humano.
La historia humana es sobrenatural. ¿Cómo no va a serlo? La revelación se dá en la historia humana. Por eso decimos que Dios interviene en la historia. La historia humana y la historia revelada son la misma historia, Cristo se hace Hombre!

El problema viene cuando vemos la historia humana con los ojos de la carne, entonces no comprendemos lo que acontece, parece contradictoria con la Fe.
Piense en el libro de Job. Ese libro fue escrito cuando al pueblo de Israel le constaba comprender como era posible la destrucción del templo por parte de Nabucodonosor. Por qué la destrucción del Templo, si son el Pueblo Elegido?

Ve que la historia revelada también "funciona" como la nuestra? Es la misma historia!

Juan Manuel

Gabriel Zanotti dijo...

Disculpe Zanotti, está seguro de lo que afirma con:
"La historia humana, en cambio, no es sobrenatural ni revelada." ?
En su planteo pareciera que la historia está compuesta de dos planos independientes, uno sobrenatural y otro natural-humano.
La historia humana es sobrenatural. ¿Cómo no va a serlo? La revelación se dá en la historia humana. Por eso decimos que Dios interviene en la historia. La historia humana y la historia revelada son la misma historia, Cristo se hace Hombre!

Ah, ok, desde ese punto de vista tiene usted razón. Lo que yo afirmaba es que la historia humana “en tanto humana” no es sacramento. Ese es el punto: la distinción de lo sacro de lo no-sacro. La intervención de Dios en la historia humana es del orden de lo sacro pues corresponde con la Eucaristía, y además es el punto culmen de la Revelación cristiana, por eso es revelada…..




El problema viene cuando vemos la historia humana con los ojos de la carne, entonces no comprendemos lo que acontece, parece contradictoria con la Fe.

Bueno, no es mi caso. La historia humana puede ser buena, mala, pero siempre debe verse desde la Providencia.

Piense en el libro de Job. Ese libro fue escrito cuando al pueblo de Israel le constaba comprender como era posible la destrucción del templo por parte de Nabucodonosor. Por qué la destrucción del Templo, si son el Pueblo Elegido?

Ok, por eso Santo Tomás escribió el libro III de la Contre Gentiles paralelamente a su comentario el libro de Job….


Ve que la historia revelada también "funciona" como la nuestra? Es la misma historia!

Ok, pero otra vez: la misma, en tanto que no hubiera distinción entre lo sacral y lo no sacral, no. En los sacramentos la Gracia opera ex opere operato. En lo no sacramental la presencia de la Gracia depende de las disposiciones subjetivas de cada uno (ex opere operantes) o de una intervención de Dios particular y específica no correspondiente al Depósito de la Fe…………..

Anónimo dijo...

Lástima que no publicó mi último comentario sobre este post.
Mi crítica sigue en pie: creo que lo sobrenatural no se identifica con lo sacramental.
El "conjunto" de lo sacramental está incluído en lo sobrenatural, pero no viceversa.

Juan Manuel

Gabriel Zanotti dijo...

Mi estimado JM, se publicó TODO lo que he recibido de usted. Si no se publicó algo es porque no me llegó.

Por lo demás tiene usted razón: todo lo sacramental es sobrenatural pero no al revés. Pero de ello no se sigue que un proyecto político concreto sea sobrenatural y forme parte de la historia de la salvación. Por ello la advertencia de la Santa Sede contra ciertos aspectos de la teología de la liberación, que se pueden aplicar a otros clericalismos e integrismos.