domingo, 27 de julio de 2008

WOODY

Bueno, basta de Dios, no, pero de la política argentina, sí. Hablaremos hoy de un admirado genio que mereció siempre nuestra atención (como Feyerabend). Reproduzco hoy un artículo que escribí sobre Woody Allen en 1997. A pesar de que han pasado más de 10 años, no he cambiado el eje central de mi interpretación. Espero pues los comentarios de los filósofos y los cinéfilos. Sea también un recuerdo para con mi querido ex alumno Fernando Fratantoni, un underground total, genio, buenazo y despelotado, que obviamente no pudo ser entendido ni aprovechado por el soviet de la educación formal argentina. Fernando, donde estés, un enorme abrazo.

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Interpretating Woody

Por Gabriel Zanotti*
Octubre de 1997.

(“Interpreting Woody” en La Mulita, Año 1, Nro. 2 - Noviembre 1997.)



El objetivo de este pequeño ensayo es esbozar una pauta interpretativa global de las películas de Woody Allen. Con ello creo que podremos contestar provisoriamente a esta difícil pregunta: qué es lo que anima a todas sus películas? Cómo “ubicarlas” a todas en una misma perspectiva?
En mi opinión, Woody Allen es uno de los ejemplos más claros de una “búsqueda metafísica” a través del gran arte de nuestro siglo: el cine. Al principio, en un período que podríamos calificar como pre-metafísico, Woody parece plasmar en la pantalla lo que sería sólo una versión fílmica de su pasado como comediante. Ese período abarca desde Take The Money and Run (1969) hasta -tal vez- Manhattan (exclusive; 1969) o Midsummer Night’s Sex Commedy (inclusive; 1982). En esos años, el tema del sentido último de la vida aparece casi como insinuado, y hay que estar alerta para no perderlo en medio de lo que perece ser sólo una genial comicidad. Hay una clave al final de Sleeper (1973) donde un Woody extrañamente seguro contesta que cree solamente en “el sexo y en la muerte” (después de haber dejado a Dios en una duda respetuosa y a los movimientos revolucionarios y a los dictadores en una burla sanamente irrespetuosa, como en Bananas [1971]).
Pero desde The Purple Rose Of Cairo (1985) hasta Shadows and Fog (1992) su búsqueda metafísica se incrementa; estamos propiamente en un período metafísico. Sin perder su genial comicidad, se deslumbra el filósofo produndo, que plantea con total claridad el problema del sentido de la vida, donde el esquema general es el siguiente: se esboza al principio una respuesta positiva que “muere” finalmente en una tragicómica duda o desilusión. La profundidad del planteo y la resolución son filosóficamente admirables. El tema del ser o el no ser en The Purple Rose of Cairo; la búsqueda del sentido global de la vida en Hannah and Her Sisters (1988); la defensa del propio yo y el valor de la individualidad en Zelig (1983); el drama de la conduca moral, Dios, y el perdón que no llega en Crimes and Misdemeanors (1989), y la resolución final del tema de la muerte en el sentido de que sólo se la vence si se la coloca como una ilusión, en la secuencia final de Shadows and Fogs1, son elementos que corroboran nuestra hipótesis interpretativa.
En el período post-metafísico (desde Husbands and Wives -1992- hasta Everyone Says I Love You2 -1997-) el gigante parece descansar. En cierto sentido, ha alcanzado una respuesta: la vida no tiene sentido, pero tomémoslo con humor y no perjudiquemos a nadie. Este período tiene un tema coherente con esa respuesta: la absoluta casualidad. Insinuada en las anteriores, se observa claramente en Mighty Apphrodite (1995), donde la madre de su hijo que no sabe que es la madre de su hijo tiene otro hijo que él no sabe que es su hijo, y tiene su expresión máxima en Everyone Says I Love You, donde se suceden una serie de episodios sin ilación de unos con otros, y donde el musical frente al velorio del abuelo es el mensaje claro de este escepticismo cómico-existencial.
Woody busca a Dios. Si lo encontró o no, si lo encontrará o no, es “God’s job”, no el nuestro. Pero Woody tiene, según Heidegger, una existencia auténtica. Asume con total valentía el tema. Y lo trata con arte incomparable (por algo su cine es “cine de autor”) y total caridad. Sobre todos sus personajes (excepto, y no casualmente, el exitoso director hollywoodense de Crimes and Misdemeanors) cae un manto de misericordia.
“Felices los misericordiosos, porque ellos obtendráan misericordia”, dijo Jesús.
Amen.

* El autor quiere agradecer a Fernando Fratantoni por su asesoramiento técnico en cuanto al total de las películas de Woody Allen por año y título.

1 Esta película se entiende a partir de El séptimo sello, de Bergman.
2 La última vista en nuestro medio.

domingo, 20 de julio de 2008

SOBRE DIOS Y LA POLÍTICA ARGENTINA...

Dios siempre ayuda, pero no siempre libera de los Egipcios, no siempre se abren las aguas…… Dios siempre ayuda, y los nazis masacraron a los judíos……….. Dios siempre ayuda, y los soviéticos masacraron a los húngaros…… Dios siempre ayuda, y Stalin asesinó a millones…. Dios siempre ayuda, y Pol Pot asesinó a millones…¿Son necesarios más ejemplos? Dios siempre ayuda, y los Romanos siguieron dominando al pueblo de Israel. Dios ayuda, pero su intervención en la historia no es como a nosotros se nos antoja o nos ilusiona. Dios ayuda en la cruz, dando un sentido sobrenatural al sufrimiento. Dios ayuda en la Historia de la salvación, que no es lo mismo que la historia humana. No hay ningún Moisés en la política argentina. Creyentes, no hagan reír a los no creyentes. Dejen a Dios en el misterio de la cruz y del sagrario, y que nadie se autodenomine su nuevo profeta. Esa ayuda, Dios no la necesita…

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“La nueva hermenéutica inscrita en las "teologías de la liberación" conduce a una relectura esencialmente política de la Escritura. Por tanto se da mayor importancia al acontecimiento del Exodo en cuanto que es liberación de la esclavitud política. Se propone igualmente una lectura política del Magnificat. El error no está aquí en prestarle atención a una dimensión política de los relatos bíblicos. Está en hacer de esta dimensión la dimensión principal y exclusiva, que conduce a una lectura reductora de la Escritura.

Igualmente, se sitúa en la perspectiva de un mesianismo temporal, el cual es un a de las expresiones más radicales de la secularización del Reino de Dios y de su absorción en la inmanencia de la historia humana.”

Instrucción Libertatis nuntius, Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, 1984.

viernes, 18 de julio de 2008

"...ALGÚN DÍA ENTENDERÁN......"

Algún día entenderán. Si. Hay que elogiar la tranquilidad, la espera, la tolerancia. Una digna imitación de Dios, que esperó al pueblo de Israel, que esperó, siendo Cristo, que sus discípulos, no del todo avispados, entendieran. Pero nosotros, los seres humanos, tenemos otra forma, más limitada, de entender. Un profesor puede escuchar que su alumno dice que 2 + 2 son 5 y decir “bueno, algún día entenderá que son 4”. Pero, si ha leído y vivido a Gadamer, podrá también decir ¿“pero por qué dice él que son 5? ¿Será sólo que algo le falla, que está sub-alimentado, o tendrá alguna razón para decirlo? Puedo no compartirla, pero igual, me gustaría saber su razón…… Porque entender no es saber qué dice alguien, sino comprender por qué lo dice…… Y así poder establecer una línea de diálogo……”
¿Será mucho pedir? Para mis colegas, seguro que sí. “Lo que pasa es que vos no entendés”, es la respuesta final de muchos filósofos a sus alumnos o colegas que piensan distinto. “Si Berkeley no entiende cómo se forman los conceptos universales, allá él”, dijo una vez un tomista ante el famoso empirista inglés. García Morente tampoco coincidía con Berkeley, pero bien que sabía comprender su pensamiento…
La verdad yo estoy peor que los que dicen que el otro no entiende. Nuestra presidenta, al menos, es optimista. Ella dice que algún día entenderemos. Yo creo en cambio que ella nunca entenderá. Su ideología profunda y el drama personal que vive la coloca en una posición muy difícil para comprender al que piensa diferente. Rezo por ella. Mientras tanto, como bien dice un amigo no creyente que tengo, que Dios nos ayude (Dios siempre ayuda, pero no siempre libera de los Egipcios, no siempre se abren las aguas……..)

domingo, 6 de julio de 2008

VOLVAMOS A LA FILOSOFÍA...

Agradezco enormemente los comentarios recibidos al "interrumpimos momentáneamente".... Algunos casi me convencen. Pero debo confesarles que después de escuchar, recién, que al kirchnerismo se lo derrota con una manifestación de velitas en las calles, debo reconocer, una vez más, qué poco sé de política concreta, qué sabios que están todos los que hablan por televisión (je je je..................), y vuelvo, por ende, a la filosofía, a mi nube, más concreta, sin embargo, que otras nubes........................... Je je je.............. Un abrazo..............................

El artículo siguiente tiene mucho que ver con la renovación del tomismo, pero, también, con la renovación de esquemas de pensamiento ("nudos" de pensamiento, díría Wittgesntein) que afectan a casi todas las corrientes filosóficas actuales y a gran parte de nuestros "horizontes de precomprensión" culturalmente asumidos.

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PARADIGMA DE LA INFORMACIÓN VS. PARADIGMA DEL CONOCIMIENTO

Por Gabriel J. Zanotti.

Para “Nomoi”

Marzo de 2008.

Publicado en www.hayek.org.ar


Es habitual que en la Escuela Austríaca de Economía se hable de “conocimiento disperso”. Sin embargo, desde los ensayos fundacionales del tema[1], “knowledge” y “information” se han usado como sinónimos, indistintamente, y ello sigue sucediendo. Es nuestra intención en este artículo mostrar que se trata de cuestiones muy diferentes, y que dicha distinción afecta a las cuestiones básicas de epistemología de la Escuela Austríaca y que incluso se relaciona con la antropología filosófica y la psicología evolutiva de la cual se ha producido un revival gracias a The Sensory Order de Hayek[2].
¿A qué llamamos “paradigma de la información”?
Es una noción de conocimiento muy difundida culturalmente. Tiene sus orígenes filosóficos pero lo interesante es que se absorbe en la vida cotidiana, y se manifiesta en nuestros usos del lenguaje cotidianos. De algún modo suponemos que hay “hechos”, que son “objetivos”, más allá de las interpretaciones del sujeto del conocimiento. Ante estos “hechos”, el sujeto es pasivo: ellos “caen” en el sujeto, que es “informado” por los hechos y a su vez “informa” sobre los hechos. O sea que presuponemos que hay muchas ocasiones donde el conocimiento es un sujeto pasivo que recibe “datos” ante los cuales no queda otra que “informarlos objetivamente” o callar o mentir.
Claro, muestro horizonte cultural nos dice, también, que ámbitos de la vida humana donde la interpretación del “sujeto cognoscente” es fundamental: la literatura, el arte, la filosofía, la religión… Pero todo ello supone a su vez que si uno quiere ser “objetivo” entonces debe “poner entre paréntesis” esas “opiniones personales” y, nuevamente, ir a los hechos. Los hechos están dados, sobre todo, por números, cifras (hasta que alguien pregunta “qué es un número”…), “los datos de las ciencias”, los sucesos históricos incuestionables, los acontecimientos cotidianos, políticos y económicos (aquí la comunicación social y el periodismo tienen a la “objetividad” como un deber moral de su profesión)…. Y hasta en humanidades se considera a veces que hay “hechos”: ellos estarían representados por los textos, que “objetivamente señalan lo que un autor dice” más allá de nuestras opiniones sobre el autor, doctrina o lo que fuere…..
Sobre esta noción cultural tan afianzada se ha atrincherado una versión de verdad como correspondencia afirmada sencillamente como “correspondencia con los hechos”. Juega esto un papel muy importante en las acusaciones de mentira o sinceridad, en las sentencias de los tribunales, en las diversas ideologías políticas que se acusan las unas a las otras de “negar los hechos y no ver lo evidente” y hasta en los enojos de los diversos gobiernos con los comunicadores sociales que “no informan objetivamente de los hechos”[3].
Obsérvese que hasta ahora no hemos dicho de qué modo son afectadas las ciencias sociales por esta cuestión, pero el lector ya podrá deducir por sí mismo las implicaciones que esto ha tenido sobre epistemología de la economía, tema al cual volveremos más adelante.
Pero, ¿cuál es el origen histórico (me refiero a historia de la filosofía) de este paradigma de la información?
Faliblemente, mi hipótesis tiene dos momentos principales.
Uno está en Descartes. Pero no acusándolo de todos los males del mundo, como hacen algunos heideggerianos, tomistas o algunos liberales. Descartes quiere salir al rescate del escepticismo del s. XVI[4]. Para ello, como se sabe, reconstituye primero la certeza en el yo y, desde allí, la certeza en el “mundo externo”. Allí se da un fuerte impulso para concebir al conocimiento como la relación entre sujeto y objeto, donde este último, el objeto, se concentra en un mundo físico matemáticamente conocido. Ese último tiene “objetividad”. Pero Descartes era un filósofo más sutil que la aparente claridad de sus escritos. La certeza del mundo externo tenía en su sistema, como garantía, la existencia de Dios. Cuando las críticas posteriores de Hume tiraron abajo ese presupuesto, cayó también la garantía de la certeza y surgió nuevamente el escepticismo. Kant intentó rescatar al conocimiento, nuevamente, de ese escepticismo, pero ya con un sistema filosófico donde se abandonaba la certeza de la “cosa en sí” (la esencia de ese mundo físico cartesianamente conocido) para pasar a la certeza de unas categorías a priori que reconstruyen la certeza racional sobre la física y la matemática, dejando a la metafísica (tan importante en Descartes) en el rol de la creencia, la fe. El sujeto pasa a tener un papel más activo, por las categorías a priori, pero no por ello “el objeto” deja de tener importancia: al contrario, se refuerza la idea de una física-matemática como el lugar del conocimiento racional.
Esto influye, aunque no directamente, en el segundo momento: el positivismo del s. XIX y el neopositivismo del s. XX. Menos sutilmente, se enfatiza en este caso el papel de las ciencias naturales como el conocimiento racional y objetivo, como el lugar de los “datos” sobre los cuales puede haber un “lenguaje informativo”, no afectado por las arbitrarias interpretaciones del sujeto (es más, se relega a la metafísica como un “sin-sentido”, un non-sense (ya lo había dicho Hume), un engaño del lenguaje. Es esto lo que influye decididamente en toda nuestra cultura, en las ciencias sociales, en el periodismo, en nuestro lenguaje cotidiano: el conocimiento ideal es el que se acerca a la objetividad de los hechos que las ciencias logran “informar”.
Logra conformarse así el siguiente paradigma:
Conocimiento es igual a información. Esto es, sujeto que recibe pasivamente los hechos e informa sobre los hechos.
La verdad es igual, por ende, a la correspondencia entre el mensaje informado y los hechos.
El lenguaje es “especular”: es locutivo: la sintaxis, la semántica y las palabras son un espejo, un reflejo de los “hechos”. La palabra “silla” es un espejo de la silla física.
Este paradigma sufre una crisis con tres “giros” típicos de la filosofía del s. XX: el giro hermenéutico, el giro lingüístico y el giro epistemológico. Los voy a exponer como habitualmente son interpretados.
El giro hermenéutico, que habría comenzado con Heidegger, podría estar representado fundamentalmente con Gadamer y sus “horizontes” desde los cuales pre-comprendemos el mundo. Ya no hay sujeto y objeto sino círculo hermenéutico, un sujeto que proyecta su horizonte desde ese mismo horizonte. Ya no habría objeto en el sentido habitual del término. El título del libro clásico de Gadamer, “Verdad y método”[5], contrapone el método de las ciencias positivas al conocimiento que se logra por la comprensión del acto de la interpretación. Gadamer es visto muchas veces como fuente de autores post-modernos, aunque él mismo se mantuvo distante de ello, como se puede ver por sus debates con Derrida[6].
El giro lingüístico, representado sin duda por el segundo Wittgenstein, destruye la concepción especular del lenguaje para sustituirlo con su noción de “juegos de lenguaje”[7], donde el lenguaje es acción: no “describimos cosas” con el lenguaje sino que “hacemos cosas” con el lenguaje[8]. El lenguaje ya no es copia de un hecho objetivo, sino constitutivo de una forma de vida.
Finalmente, el “giro epistemológico”, representado por Popper y toda la filosofía de la ciencia post-popperiana en adelante (Kuhn, Lakatos, Feyerabend). Este es el que más sorprende, sobre todo porque afecta al núcleo de la creencia cultural todavía vigente de que las ciencias son las que se “salvaron” de la interpretación y la subjetividad humana. Con todas sus diferencias, estos autores aceptan la crítica central que Popper hace al inductivismo ingenuo de sus amigos neopositivistas, inductivismo que consistía en suponer que podía haber “observaciones” que sean “neutras” de nuestras teorías e hipótesis[9]. Popper plantea claramente que las hipótesis preceden a la observación y la guían; que la “base empírica” es interpretada por nuestras hipótesis, y que la metafísica, incluso, ocupa un lugar central en la historia de las ciencias[10]. Popper defendió luego enfáticamente su realismo ante lo que supuestamente sería el relativismo de Kuhn y Feyerabend[11], pero es obvio que después de él la ciencia ya no consiste en hechos que pasivamente se depositan en un sujeto llamado científico, sino en audaces hipótesis que ese sujeto plantea a priori de sus observaciones empíricas (que de “empíricas” ya tienen poco…..).
Sin embargo, de estos tres giros quedó un sabor a escepticismo. Nosotros pensamos que son plenamente compatibles con el realismo, pero no es esa la opinión habitual. Y no es para menos. Si la interpretación es el eje central del conocimiento humano, si el lenguaje no describe al mundo sino que al parecer lo constituye; si la ciencia ya no es el lugar de los hechos sino de nuestras subjetivas hipótesis, ¿dónde quedan la verdad, la realidad, la certeza?
Es que el paradigma de la información parece haber “monopolizado” la propiedad de estas tres últimas. La verdad (más la certeza y la noción de realidad) parecen haberse depositado en el banco de los “hechos objetivos”. Quebrado ese banco, se quiebra consiguientemente la verdad, y no parece haber moneda que la sustituya excepto cierto post-modernismo escéptico…
La clave de la cuestión, en nuestra opinión, se encuentra en el olvido de una nueva visión de “mundo” que debemos a la fenomenología de Husserl. La visión habitual de Husserl es su insistencia sobre el “polo del sujeto” en cuya conciencia intelectual se da la “descripción objetiva de las esencias” poniendo entre paréntesis la existencia concreta del “mundo externo”. Que su libro Ideas I[12] sea uno de sus más leídos y el énfasis que él mismo puso sobre dicho libro ayudaron a que se difunda una versión de Husserl donde no sólo él seguiría aferrado a la distinción sujeto-objeto sino también a cierto idealismo.
Sin embargo, en ese mismo libro se encuentra un epílogo donde Husserl se defiende enérgicamente de la acusación de idealismo, distinguiendo entre idealismo psicológico e idealismo trascendental, y extrañándose (con razón a nuestro juicio) cómo sus críticos pudieran confundir una cosa con la otra. Por otra parte, investigaciones actuales demuestran[13] que ya desde esa época (1913 en adelante) él estaba trabajando sus fundamentales nociones de “mundo circundante” y “mundo de la vida” y la noción de intersubjetividad, que plasman posteriormente en Ideas II, Meditaciones Cartesianas y La crisis de las ciencias europeas[14].
Esto es fundamental, porque la clave está precisamente en sustituir la noción de mundo como cosa física por la noción de mundo como mundo de la vida, de la vida humana, inter-subjetivo, co-personal. Mundo es ante todo el conjunto de relaciones intersubjetivas en las cuales y desde las cuales conocemos. Para dar el famoso ejemplo de Schutz, “entendemos” si estamos en una conferencia, una ceremonia religiosa o un juzgado no por la disposición de sillas y escritorios, sino por las relaciones entre las personas que asignan roles, suponiendo una acción humana intencional[15]. Si no tuviéramos in mente esos esquemas cognitivos fruto de nuestras relaciones intersubjetivas no podríamos “comprender” nada, como nos ocurre cuando “vemos” restos físicos de una civilización antigua y “no entendemos lo que vemos”. Lejos de llevar a cualquier relativismo, esto re-constituye la noción de conocimiento, realidad, verdad y certeza. El conocimiento no es entonces la relación de un sujeto pasivo a un dato objetivo, sino “vivir en”, “estar en” un mundo de vida y por ende “entender”: por eso el comprador o vendedor pueden entender lo que es un precio porque en su mundo de vida hay relaciones inter-subjetivas donde “se vive” el intercambio comercial, ya sea en Chichicastenango o Nueva Cork. La relación es “persona-mundo” y no “sujeto-objeto”. La realidad es ese mundo de la vida: es “real” que estoy comprando tal cosa, o escribiendo este artículo, o que el rector de la universidad me pide algo, etc. A partir de allí es que puedo “ver” a las realidades físicas como reales, cuando están insertas en un mundo de vida que les da “sentido”, en sus usos inter-subjetivos cotidianos: es real que el agua “sirve para beber y bañarnos”; y qué sea el agua sin ese mundo de vida, es algo humanamente incognoscible. La verdad, a su vez, ya no es la “adecuación con” un mundo externo, sino que, dado que “estoy en” un mundo de la vida (del cual no soy “externo”) puedo expresarlo sin mentir: la verdad es la expresión de un mundo de vida habitado. Y de esa expresión (ejemplo: “estoy en una reunión”) puedo tener “certeza” precisamente porque habito ese mundo.
Desde la fenomenología del mundo de la vida de Husserl, los tres “giros” aludidos no tienen sentido relativista[16].
La hermenéutica, el acto de interpretación, ya no es –como habitualmente se la entiende- “algo sobre algo”: la opinión adicional de un sujeto sobre un objeto (que puede ser un texto, una cosa física, una situación social). Interpretar ya no es la opinión sobre “el hecho” de que Adam Smith sea el autor de La Riqueza de las Naciones: interpretar es conocer, vivir en. La interpretación es, directamente, conocimiento como habitar, estar en, vivir en, ser en. Por ende entender que Adam Smith sea el autor de “La Riqueza de las Naciones” es ya interpretar, porque para entenderlo debemos “vivir en” un mundo de vida tal que nos haga ello comprensible. Los horizontes de Gadamer son los mismos mundos de la vida de Husserl, con un énfasis en su historicidad intrínseca.
Y por ende es obvio que el lenguaje no es copia de un mundo físico externo, sino un aspecto concomitante de un mundo de vida co-personal y por ende intrínsecamente hablado. Con nuestra acción humana vamos conformando los mundo de la vida, y parte de ello es el lenguaje como acción (aspecto ya visto por Mises[17]). No tiene nada de “idealista” que decir o no decir “buenos días” implique una diferencia en el mundo de vida que habito; y lo que suponemos “información” (acto “locutivo” del lenguaje), como por ejemplo “el baño está al fondo a la derecha” implica la decisión, la acción humana de suponer que ese aspecto de la realidad es relevante y que el otro tiene la expectativa de compartir esa misma relevancia. Los juegos del lenguaje de Wittgenstein son la expresión lingüística de los mundos de la vida de Husserl[18].
Finalmente, las hipótesis, los “paradigmas” científicos forman parte de los horizontes de los diversos mundos de la vida que habitamos. “Suponemos” que un cuerpo se cae por la gravedad con la misma naturalidad que el habitante del mundo de vida medieval suponía, con todo sentido, que un cuerpo cae porque tiende a su lugar natural, que es el centro de la Tierra. Newton en un caso, Ptolomeo en el otro: teorías, discursos, relatos que forman parte de los supuestos de nuestro mundo de la vida. Y que supongamos que Newton “es verdad” porque sirva para entender y calcular trayectorias (desde piedras hasta naves espaciales) es tan natural como al marino medieval le era natural suponer la verdad de Ptolomeo porque le servía para guiarse por sus viajes en el océano. Que tengamos razones filosóficas para suponer a Newton más cerca de la verdad que Ptolomeo no le quita a uno u otro su carácter esencialmente humano en cuanto a hipótesis interpretativas del mundo físico. Que los mundos de la vida sean anteriores a las teorías científicas, siendo aquello que las dota de sentido, fue la principal tesis de Husserl en su libro sobre la crisis de las ciencias europeas, donde además criticó al neopositivismo de su tiempo con mayor precisión filosófica y menor tono dialéctico y apocalíptico que el más conocido caso de la escuela de Frankfurt.
¿Qué tiene que ver esto con la epistemología de las ciencias sociales y la Escuela Austríaca de Economía?
Pues obviamente mucho. No todo mundo de la vida es orden espontáneo, pero sí todo orden espontáneo es ante todo un mundo de la vida, un mundo inter-subjetivo, espontáneo. Concebir a las ciencias sociales, como Hayek las piensa, como modelos de órdenes espontáneos, presupone concebir a la vida social como mundos de acciones humanas inter-subjetivamente conectadas. El “subjetivismo” de Mises y Hayek presupone entonces, aunque ellos no lo hayan visto en su momento, la inter-subjetividad de Husserl y la acción humana intencional, que Husserl describe en libro Ideas II. Es allí donde debe verse la interconexión entre esa acción humana intencional de Husserl con el análisis de la acción humana en Santo Tomás de Aquino, como lo ha destacado claramente Francisco Leocata en su último libro[19]. Ese es el andamiaje filosófico el que dota de coherencia y consistencia a una economía basada en el estudio de la acción humana, donde la voluntad y el libre albedrío estén claramente afirmados y defendidos.
Y es allí donde se abre un diálogo necesario con la epistemología evolutiva de Hayek en The Sensory Order. Contrariamente a lo que a veces se pueda suponer, la antropología filosófica de Santo Tomás de Aquino afirma permanentemente la unidad psiquis-soma, para decirlo en términos actuales (con conciencia del “eslabón de sentido” que agregamos). No hay en Santo Tomás de Aquino, al estilo Platón, un alma que sea esencialmente incorpórea, ni tampoco la inteligencia es, en Sto. Tomás, sólo la expresión más alta de las potencias sensibles[20], como sí lo fue en el aristotelismo averroísta[21]. En Sto. Tomás, para decirlo en términos de su época, la sensibilidad es causa eficiente instrumental de la inteligencia. No hay en él “mente” frente a “cuerpo”. Para decirlo en términos actuales, todo el sistema nervioso es condición necesaria, aunque no suficiente, para la acción de la inteligencia. Por lo tanto, toda hipótesis en la cual la evolución del sistema nervioso tiene un rol central en nuestros esquemas cognitivos es totalmente compatible con la acción humana libre e intencional como Santo Tomás la concibe. Pero esa hipótesis evolutiva tiene que estar abierta a la emergencia de una inteligencia no reductible a lo solamente material, y esa es la ventaja de la epistemología evolutiva de Popper[22] sobre el carácter solamente biológico del conocimiento en Hayek[23]. Cabe aclarar que, además, es perfectamente compatible con Santo Tomás de Aquino una hipótesis evolucionista creacionista, como la ha desarrollado Mariano Artigas[24], y que tira por tierra las renovadas discusiones entre “creación” y “diseño inteligente”.
Conclusión: dejemos de hablar de “información”, “hechos”: el conocimiento humano no es información. El conocimiento humano es “vivir en”. Ello explica que la interpretación, el lenguaje y la ciencia sean aspectos esenciales del “mundo de la vida” que vivimos y habitamos, y que la realidad, la verdad y la certeza se re-configuren para dejar de ser monopolio del neopositivismo. Ello permite encarar directamente el subjetivismo de la epistemología de las ciencias sociales de autores como Mises y Hayek, a la vez que permite entender en qué sentido usaban el término “knowledge”. Y ello los pone en contacto directo con Husserl y Santo Tomás de Aquino, sin quitarles nada de sus aportes en cuando a praxeología, orden espontáneo y epistemología evolutiva, sino al contrario, dándoles renovados fundamentos filosóficos y antropológicos.
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[1] Ver Hayek, F. A. von: “Economics and knowledge”, en Individualism and Economic Order, Chicago University Press, Midway Reprint 1980.
[2] University of Chicago Press, [1952]; 1976.
[3] Lamentablemente en todo esto juega un papel importantísimo en toda la doctrina y jurisprudencia del llamado “derecho a la información” y el “derecho a réplica” contrapuestos las más de las veces a la “mera libertad formal” de la “libertad de expresión”.
[4] Ver García Morente, M.: Prólogo a Descartes, R.: Discurso del método y Meditaciones metafísicas, Espasa-Calpe, Madrid, 1979.
[5] Ed. Sígueme, Salamanca, 1991.
[6] Ver Gadamer, H.G.: “Reconstrucción y hermenéutica” [1988], en El giro hermenéutico, Cátedra, Madrid, 1998.
[7] Ver su clásico Investigaciones filosóficas, Crítica, Barcelona, 1988.
[8] Ver especialmente op.cit., nros. 1 a 11.
[9] Michael Friedman desafía esta interpretación en su libro Reconsidering Logical Positivism (Cambridge University Press, 1999). Su tesis principal es que el núcleo central del neopositivismo era neokantiano más que sencillamente empirista, pero ello no salva el problema del rol que los horizontes metafísicos juegan en la interpretación de los llamados “datos”.
[10] Ver especialmente “La demarcación entre ciencia y metafísica” [1955], en Conjeturas y refutaciones, Paidós, Barcelona, 1983.
[11] Nosotros no creemos que dichos autores sean “relativistas” como habitualmente se los presente. Hemos intentado demostrarlo en Hacia una hermenéutica realista, Austral, Buenos Aires, 2005.
[12] FCE, 1986.
[13] Ver San Martín, J.: Presentación a Husserl, E.: Problemas fundamentales de la fenomenología; Alianza, Madrid, 1994.
[14] Respectivamente: Ideas… Second book [1928 aprox.], Kluwer Academic Publishers, 1989; Meditaciones cartesianas, Tecnos, Madrid, 1986 [1931]; The Crisis of European Sciences [1934-1937 aprox.]; Northwestern University Press, 1970.

[15] Ver Schutz, A.: On Phenomeology and Social Relations, University of Chicago Press, 1970, p. 197.
[16] Esto es independiente del debate sobre si Gadamer, Wittgesntein, Popper, Kuhn o Feyerabend son “relativistas”. Yo creo que no lo son, y que reaccionan sobre todo ante una noción positivista de verdad, desarrollando para ello nuevas categorías y lenguajes que no encajan con los paradigmas realistas tradicionales como el aristotelismo y el neotomismo (de allí los interminables malentendidos). Pero lo que ahora queremos decir es que, aunque lo sean, sus “giros” pueden ser re-interpretados desde la fenomenología del mundo de la vida de modo perfectamente realista.
[17] Ver Teoría e Historia, [1957]; Unión Editorial, Madrid, 1974, cap. 10, punto 6.
[18] Ver Leocata, F.: Persona, Lenguaje, Realidad, UCA, Buenos Aires, 2003.
[19] Ver Estudios sobre fenomenología de la praxis, Proyecto, Buenos Aires, 2007.
[20] Sobre estos temas en Santo Tomás de Aquino, ver sobre todo Summa Theologiae, I, Q. 75-79.
[21] Ver al respecto Gilson, E.: La filosofía en la Edad Media, Gredos, Madrid, 1976.
[22] Ver especialmente Popper, K.: El universo abierto, un argumento a favor del indeterminismo; Tecnos, Madrid, 1986.
[23] Ver The Sensory Order, op.cit., cap, VIII.
[24] Ver sobre todo La mente del universo, EUNSA, 1999.

sábado, 5 de julio de 2008

Interrumpimos momentáneamente...................

............nuestras filosóficas reflexiones, ante los acontecimientos que son de dominio público, para reproducir un parrafito de un artículo publicado en este blog el 5 de Abril del corriente año. Lamento enormemente que en términos popprianos mi pesimismo siga siendo corroborado. Espero refutaciones....................
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"....El peronismo es un drama cultural, pero es férreo y coherente. ¿Quiénes creemos que son los Kirchner y sus secuaces? ¿Nenes de mamá que se van a asustar?".....

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Refutaciones please............ Si pueden............... :-)).......... :-((